Egipto-Palestina: derribando muros con cometas
Mohammed Omer
IPS
17/06/08
El palestino Mahmoud Abu Teior, de 13 años, jamás vio en persona a su amigo Adbullah. Uno vive en la franja de Gaza y el otro en Egipto, al otro lado de la frontera. Pero sí conoce su cometa.
Mahmoud la identifica por los colores, cuando vuela en el cielo, mucho más arriba que el borde del muro que marca la división e indiferente a los límites territoriales.
El niño palestino también conoce la voz de su amigo egipcio, porque pudieron hablar en algunas ocasiones. Aunque jamás se conocieron, están conectados a través de sus cometas.
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En esta temporada de vacaciones, gran cantidad de niños juegan juntos. Y el muro que los separa no les impide forjar amistades.
Mahmoud siempre vio en la frontera entre Egipto y Gaza un lugar de juego. Allí estaba la casa de la familia, antes de ser demolida para construir el muro allí.
"Siempre vengo, porque aquí estaba nuestra casa", dice, mientras hace volar su cometa.
La mayoría de los niños palestinos juegan donde estaba su hogar, en los barrios que, cuando existían, se llamaban Bloque O, Bloque J, Yebna o Al-Salam.
Es la tierra de nadie conocida como "Corredor Filadelfia", creado sobre los escombros de 2.400 hogares demolidos antes de la "retirada" de Israel en 2005, que dejó a alrededor de 16.800 personas sin techo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Ahora, sólo los cometas pueden cruzar la frontera. Al mirar al cielo es posible notar las diferencias entre unas y otras. La mayoría están hechos con papel de diario y bolsas de plástico como cola, con algunas "espinas" adosadas para el "combate aéreo" en los cielos de Gaza y Egipto.
Khalid Zanoun, de 12 años, también elige remontar la suya el lugar donde una vez estuvo su hogar.
"¡La perdí!", grita con los puños apretados al ver cómo su cometa desaparecía en una de esas batallas aéreas. Pero pronto está radiante otra vez, armando una nueva para otro "combate" con sus amigos nunca vistos al otro lado de la frontera.
La curiosidad lo llevó, tiempo atrás, a trepar el muro para verlos. "Ya no nos dejan", se lamentó. Se los impiden, a cado lado del muro, los guardias egipcios o los del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que el año pasado tomó por las armas el control de Gaza, luego de ganar las elecciones palestinas de 2006.
Pero la prohibición no es completa. Los niños, en definitiva, siempre serán niños, y trepan el muro aunque sea para saludar a los guardias egipcios.
Hay un mundo mejor, y para los niños palestinos está en Egipto. Sus amigos de allí tienen mejores cometas y mejores zapatos. En Gaza, la mayoría de ellos caminan descalzos sobre el suelo ardiente. El precio del calzado es inaccesible para la mayoría de los palestinos a causa del bloqueo económico impuesto por Israel.
Cuatro hermanos de Mahmoud viven en Egipto. Él sueña con unírseles en algún momento, pero para trabajar como ingeniero, y no, como ellos, de jornalero.
"Estuve en Egipto una vez", comentó, cuando palestinos desesperados por el bloqueo israelí y la sellada frontera derribaron partes del muro en enero, con el objetivo de lanzarse en avalancha a comprar bienes de primera necesidad.
"Me encantó", dice Mahmoud.
Pero tiene dudas sobre la posibilidad de convertirse en ingeniero. Falta el dinero para pagarle los estudios universitarios.
La familia de Mahmoud llegó a Gaza en 1949, cuando el Estado de Israel fue creado sobre las tierras en las que vivían. Ahora están sin techo otra vez, desalojados por la construcción del muro que separa a Egipto de Gaza, y viven, como entonces, en un campamento de refugiados.
Otro niño palestino llega para unirse a los juegos de Mahmoud. Se levanta la camisa y muestra la herida de una esquirla, que recibió durante un ataque israelí.
También él perdió su casa. Pero, por el momento, su mente está concentrada en su cometa.
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