Un valle asediado por los asentamientos: las expropiaciones continúan en Cisjordania

Eugenio García Gascón
Público/Palestina Libre
18/06/08

Encajonado entre dos colinas y discurriendo por un valle muy estrecho pero fértil está Wadi Fuqqin, un pequeño y elástico pueblo palestino de Cisjordania que se estira todo lo que puede por las laderas, evitando ocupar las huertas de abajo, donde se cultivan berenjenas, pepinos, cebolletas y calabacines.

En estos días, los vecinos de Wadi Fuqqin recolectan las verduras, aunque el campo sólo da trabajo a una pequeña parte de sus 1.200 habitantes. El resto tiene que buscar empleo en la cercana Belén o incluso en los asentamientos judíos que hay en la zona, donde los palestinos generalmente construyen las viviendas que luego ocupan los colonos.

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En lo alto de la ladera oeste está Tzur Hadasa. A primera vista aparenta ser un asentamiento judío, pero en realidad no lo es, ya que se encuentra del otro lado de la línea verde, la frontera entre Israel y Cisjordania desde 1948 hasta 1967.

Viviendas de jóvenes

Aunque está dentro de Israel, en el límite de Cisjordania, en Tzur Hadasa los precios de las viviendas son muy competitivos y esto hace que una parte importante de la población joven de Jerusalén, que está 10 kilómetros al norte, venga a vivir aquí.

En la montaña este, también a la vista de Wadi Fuqqin, se encuentra Betar Ilit, un asentamiento en toda regla integrado por familias judías ultraortodoxas, que se asienta en tierras confiscadas a Wadi Fuqqin y a poblaciones de otras dos aldeas palestinas.

Fundado en 1985, Betar Ilit cuenta hoy con cerca de 35.000 habitantes y sigue expandiéndose por las colinas que Israel continúa confiscando en la zona, hasta el punto de que en la actualidad es la localidad israelí con el crecimiento de población más rápido, teniendo en cuenta tanto las ciudades israelíes como los asentamientos de los territorios ocupados.

También es la localidad con el mayor índice de natalidad. Se estima que la población alcanzará las 100.000 personas en 2010."Continuamente tenemos problemas con los colonos", dice Ibrahim Sukkar, de 52 años, mientras toma una taza de café turco en la terraza de su casa, en la ladera este de Wadi Fuqqin.

"Antes, los colonos bajaban de la montaña y se acercaban hasta la alberca del pueblo, una alberca que llena un pequeño manantial y que es el agua que utilizamos para regar las huertas y beber. Los colonos bajaban y se bañaban en la alberca. Decían: ‘Esta agua es santa porque aquí vivió el rey David", relata.

"Ahora los colonos siguen bajando a la alberca, pero ya no se bañan. En lugar de ello, arrojan basura y animales muertos al agua para envenenarla. El resultado es que ya no podemos usar el agua para beber. Sólo para regar la huerta", explica.

Ibrahim saca una abultada carpeta, la extiende sobre la mesa, y extrae un gran número de documentos escritos en hebreo y en árabe. Son órdenes de expropiación. Desde 1985, Israel ha expropiado grandes extensiones de Wadi Fuqqin. Las expropiaciones continúan a día de hoy.

"Hace unos años, contratamos a un abogado de Al-Haq -una organización de abogados que ayuda a los palestinos-, pero no sirvió de mucho. Las expropiaciones continuaron. El abogado nos contó la respuesta que recibió de los israelíes: ‘Esto no tiene nada que ver con el derecho a la propiedad, sino con la política".

En 1948, cuando se creó Israel, Wadi Fuqqin tenía un territorio de 9.000 dunam-medida de superficie turca equivalente a 1.000 metros cuadrados-, es decir, 900 hectáreas. Tras las sucesivas expropiaciones ha pasado a tener sólo 1.500 dunam, equivalente a 150 hectáreas.

Otro muro

"Ahora los israelíes dicen que van a construir un muro que aísle completamente Wadi Fuqqin, un muro parecido al de Qalquiliya", dice en referencia al muro de hormigón armado de ocho metros de altura que se está construyendo en Cisjordania, con 638 kilómetros previstos. "Rodeará todo el pueblo y sólo dejará una salida", concluye Ibrahim.

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