Lo que se puede hacer y lo que los intereses creados impedirán

Robert Mabro
Público
14/06/08

Los gobiernos de los países importadores de petróleo observan atónitos la subida de los precios del petróleo. Los consumidores de productos energéticos de casi todos los países están enfadados con los elevados precios de las gasolinas, los alimentos y otras materias primas vitales para su funcionamiento cotidiano.

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Aquellos que utilizan gasolinas en cantidades significativas en su negocio o industria, como es el caso de los pescadores o los transportistas, están protestando mediante paros patronales en varios países europeos. Por tanto, algo ha de hacerse.

Desgraciadamente, los gobiernos están jugando a señalar a los culpables, en lugar de poner en marcha políticas apropiadas y racionales.¿Y a quién culpa Occidente? Naturalmente, cómo no... a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), ese desagradable cártel de los países del Tercer Mundo, África y América Latina. Y también, ahora, se han agregado a la lista de malos de la película a China, India y otros países en desarrollo, en los cuales la demanda de petróleo crece porque en ellos se han reducido las subvenciones que rebajan el precio del crudo para los consumidores.

Los gobiernos occidentales no parecen conocer, o más precisamente prefieren ignorar, que la OPEP no gestiona los precios del petróleo desde 1986. Los precios de referencia del petróleo se determinan en los mercados de futuros de Nueva York y Londres. Y estos son mercados financieros en los cuales los líderes son instituciones financieras.


Oferta y demanda

¿Por qué no culpar entonces a las entidades financieras o a los mecanismos financieros por el modo en que fijan el precio del crudo? Bueno, algunas veces hay gente que les echa la culpa, como acaba de ocurrir en el Senado norteamericano.

Pero tan pronto como se pronuncian las palabras especulación, burbuja o manipulación, voces poderosas del mundo financiero se elevan para explicarnos que todo se debe a la ley de la oferta y la demanda. Los mercados de futuros y otros sistemas, como los índices de materias primas, son, en el peor de los casos, neutrales y suponen un beneficio para la economía mundial.

La pregunta es: ¿qué se puede esperar que diga gente que en el sector financiero posee tan vastos intereses creados al amparo del sistema vigente? Y los gobiernos occidentales, sean el de Estados Unidos o del Reino Unido, son incapaces y les falta voluntad a la hora de adoptar aquellas medidas que van a sentarle mal a esos intereses creados. Después de todo, tenemos que aceptar el veredicto de los mercados con independencia de si el mercado de futuros es el mecanismo apropiado para determinar los precios del petróleo. En realidad, el problema es todavía más profundo. Los gobiernos saben que en esta etapa de globalización los líderes financieros suelen tener a menudo más poder que ellos.

Abastecimiento

De modo que culpemos a la OPEP. El presidente Bush, el primer ministro Gordon Brown y el presidente Sarkozy están urgiendo a la OPEP -lo que significa en román paladino, Arabia Saudí- a que incremente su producción inmediatamente. El primer ministro de Australia, Kevin Rudd, dijo recientemente en Tokio lo siguiente: "Debemos aplicarle un soplete a la OPEP". ¿No es éste un ejemplo de lenguaje diplomático?

Estas presiones sobre la OPEP ignoran el bien documentado hecho de que el mercado de petróleo no sufre en estos momentos ninguna escasez de abastecimiento. Anunciar un aumento de la producción, aun cuando no es necesario, ciertamente tendría un impacto en las expectativas de los traders (los agentes que realizan las compras y ventas en los mercados) que operan en el mercado de futuros. Es probable que apuesten por una baja de precios.

La demanda para incrementar los stocks podría, pues, aumentar. Un aumento en las existencias comerciales de petróleo sería interpretado por el mercado como una señal de que los suministros son abundantes y ello llevaría a una nueva caída de los precios. Más compras para aumentar los stocks, producción más alta y más caídas de precios. ¿Se puede esperar que productores racionales y realistas desencadenen tal espiral fuera de su control?

Y, peor que todo esto, el aumento de la producción reduciría la capacidad de producción extra que existe en los países del Golfo (Bahrein, Irak, Kuwait, Libia, Omán, Qatar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Yemen). En cierto punto, el mercado comenzará a preocuparse por la inexistencia de suficiente capacidad de producción excedentaria (más allá de la demanda de consumo) si tiene lugar alguna crisis o situación de emergencia imprevista. Los traders apostarán, entonces, al alza de los precios.

Es decir, habremos inducido un nuevo ciclo alcista en lugar de una tendencia a la caída de los precios.¿Y qué decir de los países en desarrollo? En la reciente reunión de los ministros de Energía de Asia y de Occidente en Tokio, ha resonado el eco de las plegarias de las naciones más industrializadas, dirigidas a las asiáticas, de que deben dejarse sin efecto los subsidios.

Nadie ha solicitado a Estados Unidos que adopte una medida equivalente aumentando el impuesto especial sobre las gasolinas que utilizan los automóviles. Si queremos una reducción de la demanda, los subsidios que estimulan la demanda en el Tercer Mundo deben bajarse. Pero, atención, es necesario al tiempo subir los impuestos en EEUU, la nación que consume casi una cuarta parte de la producción mundial de petróleo y cuyos gravámenes son muy bajos.

Pero en este mundo somos implacables. Culpemos a los débiles y protejamos a los poderosos. Éste es el lema no declarado de las relaciones internacionales.


Régimen de precios

Con todo, ¿se puede hacer algo para remediar la situación actual? Teóricamente, la respuesta es sí. El actual régimen de precios del petróleo debe ser cambiado. Dejemos que el mercado de futuros se mueva como quiera, pero no tomemos sus precios como referencia. Pongamos en pie un comité internacional de expertos independientes que establezcan el precio de referencia una vez al mes, a partir de cierto número de variables, incluyendo los precios futuros. No sería esto un sistema muy diferente al que actualmente fija los tipos de interés en Estados Unidos, Reino Unido o Europa.Pero esto, que es de pura lógica, no ocurrirá. Si los lectores no lo han deducido ya, la razón es clara. En el hipótetico caso de que alguien tenga la iniciativa de intentarlo, los intereses creados lo impedirán.

Robert Mabro es Presidente Honorario del Oxford Institute of Energy Studies.

1 comentarios:

jos_nqn dijo...

Aqui en la argentina se sobreexploto el recurso petrolifero y gasifero para tener "plata fresca" y hacer "negocios" sin una politica a largo plazo y ahora pasamos de ser un pais exportador a ser un pais importador para poder cubrir el mercado interno, se ve una total inexistencia de una politica a largo plazo, como los demas paises productores si la tienen protegiendo su recurso, no sobreexplotandolo.

Aqui se entrego a REPSOL la desicion.

Saludos desde Argentina