Psicólogos debaten sobre la tortura

Amy Goodman
Democracy Now
Traducido por: Ángel Domínguez y Democracy Now! en español
09-04-2008

Imaginen a un candidato a presidente a quien, hace un año, nadie habría considerado con posibilidades para ser elegido. Ahora esa persona es el principal candidato, con un enorme apoyo de las organizaciones de base, y que amenaza el sentido de la inevitabilidad que poseen los candidatos del “Establishment”. No, no estoy hablando de la disputa electoral por la presidencia de EE.UU., sino de la candidatura al puesto de presidente de la mayor asociación de psicólogos del mundo, la American Psychological Association o APA (Asociación de Psicólogos Estadounidenses).

En el centro mismo de estas elecciones se libra un fiero debate sobre la tortura y los interrogatorios. Mientras que las otras profesiones relacionadas con la sanación, incluyendo a la American Medical Association (Asociación Médica Estadounidense) y la American Psychiatric Association (Asociación de Psiquiatras Estadounidenses), prohíben a sus miembros participar en interrogatorios, los líderes de la APA han luchado contra esa restricción.
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Frustrado con la APA, un psicoanalista de Nueva York, el Doctor Steven Reisner, se ha lanzado a la palestra. El año pasado, Reisner y otros psicólogos disidentes formaron la Coalition for an Ethical Psychology (Coalición por una Psicología Ética) en un intento de imponer una moratoria contra la participación de miembros de la APA en interrogatorios agresivos. Durante la fase inicial del proceso electoral de este año, Reisner recibió el mayor número de votos para la nominación. Está al frente de una plataforma que se opone al uso de psicólogos para supervisar interrogatorios abusivos y coactivos realizados a presos de Guantánamo, las prisiones secretas de la CIA o cualquier otro lugar en el que se alega que no se aplican las leyes internacionales ni la Convención de Ginebra.

El tema llegó a un punto álgido en la convención anual de la APA de 2007. Tras días de negociaciones hasta entrada la madrugada, la moratoria llegó a una votación culminante. Observamos una escena irreal en la sede de la convención: militares uniformados habían acudido en masa. Hombres y mujeres vestidos con camuflaje para el desierto y miembros de la Marina vestidos de blanco impecable manejaron al Consejo de Representantes de la APA, y oficiales vestidos con sus impolutos uniformes de gala hablaron ante los micrófonos.

Los psicólogos del Ejército insistieron en que ayudan a que los interrogatorios sean seguros, éticos y legales, y citaron casos en los que los psicólogos presuntamente intervinieron para impedir abusos. “Si retiramos a los psicólogos de estas instalaciones, ¡va a morir gente!” gritó alarmado el Coronel Larry James, del Ejército de EE.UU., psicólogo jefe de la base de la Bahía de Guantánamo y miembro del cuerpo directivo de la APA. La Dra. Laurie Wagner, una psicóloga de Dallas, contraatacó: “Si hacen falta psicólogos allí para que los detenidos no acaben muertos, entonces las condiciones son tan horrendas que lo único ético y moral que se puede hacer es protestar contra ello saliendo de allí”.

La moratoria no logró ser aprobada, y en lugar de ello se aprobó una resolución descafeinada, que perfilaba 19 técnicas usadas en interrogatorios agresivos que serían prohibidas, pero únicamente “si se usan de forma que suponga un dolor o sufrimiento significativo o de manera que una persona razonable considere que pueda provocar un daño duradero”. En otras palabras, este vacío legal te permite tratar mal a los detenidos, simplemente no les causes daño permanente.

Inmediatamente tras la votación, Reisner habló ante una abarrotada sesión del ayuntamiento: “Si no somos capaces de decir ‘No, no participaremos en interrogatorios agresivos en las prisiones secretas de la CIA’, creo que tenemos que preguntarnos seriamente qué es lo que somos como organización y cuál es mi lealtad para con esta organización, o si tendremos que criticarla desde fuera de ella en este momento”.

Reisner y otros comenzaron a no pagar sus cuotas. Miembros prominentes de la APA dimitieron, y la autora del libro récord de ventas “Reviving Ophelia” (Revivir a Ofelia), Mary Pipher, devolvió su premio de la APA “Mención Presidencial”. Tras varios meses de publicidad negativa y negociaciones internas, un comité de emergencia volvió a redactar aquella resolución, eliminando los vacíos legales y declarando la prohibición directa de esas 19 técnicas de interrogatorio, como las ejecuciones simuladas y el “submarino” (o ahogamiento por inmersión).

Cuando pregunté al Dr. Reisner, hijo de supervivientes del Holocausto, por qué querría dirigir la organización contra la que ha luchado durante varios años, me respondió: “Si tengo esta oportunidad de cambiar las cosas, tengo la responsabilidad de hacerlo. Nunca tuve la intención de involucrarme, pero la única forma de asegurarse de que se cambie la situación era reivindicar el proceso democrático en el nombre de los derechos humanos y los asuntos de justicia social.
Esperaba que el masivo impago de cuotas de los socios y las dimisiones en masa avergonzarían a la APA lo suficiente para que recuperara la sensatez. Les hizo dar un gran paso pero no fueron lo suficientemente lejos”.

Siguió explicándome: “Los estadounidenses están hartos de la reputación de Estados Unidos como torturadores, gente que abusa de las personas detenidas. Los estadounidenses quieren que se restauren los valores en pro del cuidado de la salud a cambio de los valores de la guerra. Creo que lo que ocurre en la APA debería indicar un camino para todo el país”.

La reunión anual de la APA tiene lugar este verano, en Boston. Se espera que los interrogatorios sean el principal asunto que enfrente a los miembros de la asociación que se den cita allí. La votación definitiva para el cargo de presidente de la APA comienza en Octubre. La APA y Estados Unidos decidirán quiénes serán sus próximos presidentes más o menos en las mismas fechas. Un debate profundo sobre la tortura debería ser un tema principal en ambas elecciones.

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