Carter provoca la ira de Israel y EEUU por querer ver a Hamás

Ricardo Mir
El Periódico
14-04-2008

El expresidente de EEUU y premio Nobel de la Paz, Jimmy Carter, está nuevamente en el ojo del huracán. Dos años después de convertirse en un personaje detestado en Israel por las críticas vertidas contra el Estado judío en su libro Palestina: paz, no apartheid, Carter ha vuelto a levantar las iras de las administraciones israelí y estadounidense. Esta vez el expresidente pretende reunirse con los líderes de Hamás, exiliados en Damasco, durante una gira de nueve días por la región destinada a sondear las opciones de paz. Su herejía le ha costado el ninguneo del Gobierno israelí. Ninguno de sus pesos pesados recibirá a Carter.

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Antes de llegar ayer a Israel, el ex presidente declaró a la cadena ABC News que es "probable" que se reúna en Siria con el líder de Hamás, Jaled Meshal. Sus intenciones colisionan frontalmente con la política de EEUU e Israel. Desde la victoria electoral de los islamistas, ambos países, secundados por la Unión Europea y algunos países árabes, han promovido el aislamiento diplomático de Hamás, el veto de sus instituciones y las sanciones económicas sobre los palestinos.

Pero Carter, que lleva desde su retirada de la vida política en EEUU mediando en conflictos internacionales, considera a los islamistas parte inextricable de la solución. "Nadie debe dudar que si Israel logra algún día una paz justa con los palestinos, Hamás tendrá que ser incluido en el proceso", declaró ayer el exmandatario.

CRITERIO COINCIDENTE

Su criterio coincide con el de una parte sustancial de los diplomáticos europeos destacados en Jerusalén. Pero a diferencia de Carter, éstos se juegan el puesto si alguien les descubre hablando con los islamistas y violando el veto de la UE. "Casi todos pensamos que es necesario dialogar con ellos, pero si te descubre un fotógrafo, una semana después estás de vuelta en Europa", llegó a confesar recientemente a este corresponsal un diplomático europeo.

En Israel, esta vez, nadie ha puesto esta vez el grito en el cielo ante la gira del exmandatario. Al menos de momento. "No se le está criticando por respeto a su pasado como presidente de EEUU", aseguraba ayer un oficial hebreo. Se ha optado en cambio por una una censura mucho más sutil: el boicot a su visita.

Alegando problemas de agenda, ni el primer ministro ni los titulares de Defensa y Exteriores se reunirán con él. Sólo el presidente Simon Peres, que trabajó codo con codo con Carter durante la negociación de los acuerdos de paz con Egipto, se avino a recibirle ayer.

Según la prensa israelí, Peres le recriminó duramente por el contenido de Palestina: paz, no apartheid. En ese libro, que vió la luz pública hace ya dos años, Carter señalaba la colonización israelí de los territorios como el mayor obstáculo para la paz en la región y comparaba la segregación de Israel en Cisjordiania con el apartheid en Suráfrica. Demasiadas críticas para un país que apenas tolera la crítica. Al menos, cuando ésta procede del extranjero.

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