Nueve propuestas sobre la guerra aérea de EEUU por el terror

Tom Engelhardt
Tomdispatch.com
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
14/04/08

Empecemos con unas cuantas propuestas sencillas.

Primera, cuanto más lejos estés del suelo, más claro vas a ver las cosas, cuanto más tiendas a sentirte endiosado, menos humanos te van a parecer aquéllos a quienes atacas. Y mucho más, desde luego, si tú, el “piloto”, estás en esos momentos sentado ante una consola en una base aérea cerca de Las Vegas (1) identificando a través de un monitor de vídeo a un “sospechoso” que se encuentra a miles de kilómetros, “siguiendo” a ese sospechoso hasta una casa para dejar caer a continuación un misil Hellfire desde un avión teledirigido Predator a velocidad de crucero en algún lugar de Iraq, Afganistán, Somalia (2) o las zonas tribales de Pakistán (3).

Segunda, cuanto más “preciso” sea tu armamento, cuanto más “quirúrgico” tu ataque, cuanto más impresionantes sean las imágenes con gente palmándola en una película granulosa que puedas poner por televisión, la guerra desde el aire es, y seguirá siendo, la más imprecisa y destructiva forma de batalla.

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Tercera, en términos humanos, la distancia no aumenta la precisión. Cuanto más lejos estés de un objetivo, lo más probable es que tengas que adivinar de quién o de qué se trata basándote en una mala información moteada de difícil interpretación, por no hablar de descarada desinformación; cualquiera que sea la precisión teórica de tu armamento, si decides el objetivo desde el aire, estás expuesto en grado sumo a equivocarte, a cometer errores, a elegir mal el blanco.

Cuarta, si estás conduciendo la guerra por esos derroteros y lo estás haciendo en zonas urbanas densamente pobladas, como es actualmente el caso en el día a día de Iraq, entonces, previsiblemente, casi cada día, habrá civiles que mueren “por error”: el niño que mira por donde estaba en la calle justo más allá del alcance de la cámara; el “sospechoso de terrorista” o insurgente que parece, en la distancia, que está colocando una bomba al lado de la carretera, pero que tan sólo está hurgando en la basura; los vecinos que resulta que están sentados y se disponen a cenar en el apartamento o en la casa justo al lado de la que has elegido para colocar un pepinazo.

Quinta, desde la II Guerra Mundial, el poder aéreo ha sido la forma de hacer la guerra de los Estados Unidos (4).

Sexta, desde noviembre de 2001, la administración Bush ha ido confiando cada vez más en su potencial aéreo para “eliminar” al enemigo en su Guerra Global contra el Terror, lo que ha llevado consigo ataques aéreos regulares contra ciudades y pueblos, y las no menos regulares, si bien en gran medida olvidadas, muertes de civiles.

Séptima, en Afganistán (5) y especialmente en Iraq (así como en las zonas tribales situadas junto a la frontera paquistaní), la utilización del poder aéreo ha ido “incrementándose” cada vez más. Quizá no haga mucho que leyeron un relato sobre una escaramuza o batalla en una de las ciudades iraquíes a las que el poder aéreo aún no había visitado mucho. Esto significa (véanse sugerencias 1-4) una guerra de “errores” constantes, y de supuestas “investigaciones” regulares sobre las muertes de “militantes” e “insurgentes”, quienes, allí, sobre el terreno, parecen haberse mutado en niños, mujeres y ancianos que van siendo extraídos de entre los escombros.

Octava, la fuerza crea contra-fuerza. La aplicación de la fuerza, especialmente desde el aire, es una máquina segura de crear enemigos. Es una fuerza multiplicadora (y no sólo de las fuerzas estadounidenses). Cada vez que se produce un ataque aéreo en algún lugar del planeta, el que da la orden debería automáticamente asumir que lo que deja atrás serán destrozados y enfurecidos maridos, esposas, hermanas, hermanos, familiares, amigos: gente que hace votos de venganza, todo un sinfín de potenciales candidatos colmados de rabia ante una injusticia absoluta. Desde el punto de vista de tus actuales enemigos, no puedes bombardear, lanzar misiles, ametrallar continuamente porque con todas esas acciones lo que tienes garantizado es que estás cultivando una cosecha que va a resultar muy fructífera en nuevos reclutas.

Nueve, en los últimos seis años y medio el poder aéreo estadounidense ha sido una fuerza muy eficaz en la guerra a favor del terror, no contra él.

¿Está Haciendo Alguien Algún Recuento?


¿Qué significa en la práctica todo lo anterior? Significa algo muy simple e implacable: significa gente muerta que quizá no habías decidido matar pero de cuyo asesinato, sin embargo, no eres menos responsable, y que aunque no sepas eso, o no estés dispuesto a querer saberlo, otros lo saben y sacarán las lógicas deducciones.

¿Qué significa esto en la práctica? Consideren tan sólo una recopilación de algunas breves informaciones que sobre los ataques aéreos en Iraq se han deslizado en días recientes hasta nuestro mundo, apenas percibidas:

*Según se informa, el 22 de marzo, seis combatientes sunníes del movimiento “Despertar”, aliados de Estados Unidos, murieron (6) en los ataques efectuados por un helicóptero Apache AH-64 sobre dos puestos de control en la ciudad de Samarra. (“El ejército estadounidense negó que el control atacado estuviera a cargo de los amistosos miembros de los supuestos consejos del Despertar y dijo que los muertos ofrecían una conducta sospechosa en una zona recientemente atacada con una bomba colocada al lado de la carretera… Se dijo… que el incidente estaba bajo investigación… Las imágenes ofrecidas por AP Television News tras los hechos mostraban a miembros del consejo del Despertar metiendo los cuerpos en una furgoneta”.)

*Según se informa, el 23 de marzo, quince personas de una única familia fueron asesinados (7) en la ciudad de Baquba, al norte de Iraq, por los helicópteros estadounidenses. (“Las fuerzas del ejército estadounidense declinaron hacer comentario alguno sobre dicha información…”)

*Según se informa, el 26 de marzo, en Tikrit (8), la ciudad natal de Saddam Hussein, cinco civiles, incluido un juez, Munaf Mehdi, murieron asesinados y diez más resultaron heridos a causa de los ataques de un “avión de ala fija” en una “batalla con militantes árabes sunníes sospechosos de pertenecer a Al Qaida”. (“Las estimaciones preliminares”, según el ejército de EEUU, “indican que a pesar de los esfuerzos de las fuerzas de la coalición para protegerles, varios civiles resultaron muertos o heridos durante los subsiguientes tiroteos”.)

*Según la policía iraquí, el 29 de marzo un avión estadounidense bombardeó (9) una casa en la sureña ciudad de Basora, matando a ocho civiles, incluyendo a dos mujeres y un niño.

*Según fuerzas de la policía iraquí, cinco personas murieron, incluidos cuatro policías (10), y tres más resultaron heridas cuando helicópteros estadounidenses atacaron la ciudad de Hilla, en el sur de Iraq. Según otra información, dos coches de la policía (11) resultaron también destruidos y una ambulancia alcanzada.

*Según se informa, el 3 abril, un avión F/A-18 llevó a cabo (12) un “ataque de precisión” contra una casa en Basora, matando al menos a tres civiles, dos hombres y una anciana, mientras un padre, una madre y un muchacho quedaban enterrados entre los escombros (“‘Las fuerzas de la coalición ignoran si algún civil murió en el ataque pero están actualmente investigando el asunto’, dijo el ejército… Associated Press Television News mostró las grúas y los trabajadores de rescate buscando sobrevivientes entre los escombros de hormigón de la casa de dos pisos que había sido arrasada hasta los cimientos en el bastión de la milicia chií de Qibla”.)

En la mayoría de los casos, los hechos permanecen sin aclarar (en todo caso, otros que no son el ejército estadounidense, se preocupan incluso de disputar las cifras); puede que finalmente las cifras de muertos sean inexactas y, normalmente, siempre aparece alguien diciendo que es imposible aclararlos porque, en la mayor parte de los casos, no se ha realizado ningún informe ni investigación. Esos casos siguen por lo general una pauta: El ejército estadounidense emite una breve descripción de la batalla en la que tantos militantes/insurgentes/terroristas han sido eliminados desde el aire; los funcionarios locales o los testigos proclaman que los muertos eran, en parte o todos, ciudadanos normales; el ejército estadounidense niega que haya matado a civiles; si la historia no se acalla, el ejército anuncia que hay una investigación en marcha, de la que nunca nadie oye hablar de nuevo. En nuestro mundo, sólo en raras ocasiones esos incidentes alcanzan el nivel de noticia real a la que todo el mundo presta atención.

Puede que haya alguna página de Internet sobre los muertos en Iraq, la Iraq Coalition Casualty Count (13) y la Iraq Body Count (14), pero no hay ni una sola versión de ellas para Afganistán, ni tampoco una entidad de cómputo global (www.gbc.com) a la que consultar sobre esas muertes de civiles de la Guerra del Terror desde el aire. Habitualmente, cuando esos hechos se repiten, ni siquiera se pone nombre a los cuerpos de los muertos y las mismas noticias desaparecen casi instantáneamente bajo la multitud de noticias sin siquiera llegar a captar mínimamente nuestra atención. Incluso si creen que el nuestro es el único mundo que realmente importa, que somos las únicas gentes cuya vida tiene un valor real, eso no significa que esas muertes no vayan a acabar afectándote a largo plazo.

Después de todo, lo que no sabemos, o lo que no nos preocupamos de averiguar, es que a otros sí les afecta. ¿Quién puede olvidar cuando un ser amado es de repente asesinado de esa forma? Incluso aunque no contemos los cadáveres en la subdivisión de la guerra aérea del Presidente de la Guerra Global contra el Terror, otros sí lo hacen. Aquellos de los que pensamos, si es que pensamos algo, que son “daños colaterales”, saben muy bien lo que les sucedió a ellos y a sus vecinos. E indudablemente que sacan las conclusiones obvias.

Nuestras “Armas de Combate” y Las Suyas

Esta es la lamentable realidad: Que todos esos acontecimientos son la norma en Iraq, Afganistán y otros lugares del “arco” de territorios en los que la administración Bush ha encendido la mecha en cuestión de pocos años (15). Nuestros “errores”, llamémosles así, son legión, y nuestros aviones, aviones teledirigidos y helicópteros, al cometerlos, han matado a campesinos por docenas, atacado a un convoy (16) de amistosos “ancianos”, y ametrallado (17) fiestas de boda (18). Para nosotros, “incidentes” como esos pasan de largo en un instante, pero no ocurre lo mismo con los que rodean a todos aquellos a los que hemos hecho pasar a mejor vida.

Los ataques del 11-S no se sitúan habitualmente en esta clase de contextos. Por haberlos experimentado nos consideramos a nosotros mismos como algo especial, incluso único. Pero piensen en ellos de otra manera: Un día, de forma inesperada, la muerte llega por el aire. Llega con un momento de terror máximo. Y mata a civiles inocentes que estaban sencillamente viviendo sus vidas.

Esto nos sucedió una vez de forma tan espectacular, tan devastadora como para aparecer en los titulares de los periódicos de todo el mundo. Pero las versiones a pequeña escala de eso mismo le sobrevienen continuamente a gente que se encuentra en ese “arco de inestabilidad”, y si existiera una organización global para el recuento de víctimas de esos hechos, ya haría mucho tiempo que se habría superado, y sin comparación posible, la cifra de víctimas del 11 de septiembre de 2001.

Recordemos que, tras el 11-S, los estadounidenses, desde el Presidente abajo, se pasaron meses, cuando no años, llorando, celebrando actos rituales de recuerdo, y clamando venganza contra todos esos que nos habían hecho eso a nosotros. ¿Es que no somos capaces de imaginar que otros, aunque los focos no les iluminen nunca, pueden reaccionar de forma similar? ¿No piensan que ellos son también capaces de jurar venganza y actuar para alcanzar ese objetivo?

La lista anterior de incidentes cubre tan sólo un par de semanas en un país arrasado y movilizado, y justo en un momento en que uno tropieza con muy poca información al respecto. Pero lean cuidadosamente las noticias sobre Iraq estos días, en las pocas que recogen las operaciones del ejército estadounidense en ese país parece que falta al menos una frase o dos sobre las operaciones aéreas, sobre lo que es realmente un “incremento aéreo”, apenas recogido, sobre las ciudades de aquel país y especialmente sobre el inmenso y atestado “suburbio” de chabolas al este de Bagdad, la Ciudad Sadr (anteriormente conocida como Ciudad Saddam), controlada en gran medida por la milicia del Ejército del Mahdi de Muqtada al-Sadr (19).

Veamos, por ejemplo, unas pocas líneas de un reciente artículo (20) de Tina Susman aparecido en Los Angeles Times sobre la escalada de los combates en Bagdad: “Los helicópteros estadounidenses lanzaron al menos cuatro misiles Hellfire y un avión de la Fuerza aérea lanzó una bomba sobre un supuesto objetivo de las milicias… Un portavoz del ejército estadounidense en Bagdad, el Teniente Coronel Steven Stover, rechazó las acusaciones iraquíes de que los ataques aéreos y disparos estadounidenses habían matado principalmente a civiles. ‘Puede que hayan caído algunos civiles, pero en su mayoría estábamos matando a los chicos malos’. ‘Somos muy precisos’, dijo, añadiendo que se habían cancelado muchos ataques aéreos cuando no era posible tener un ‘blanco limpio’ para evitar alcanzar a no combatientes”. O este otro de Samir N. Yacub, de Associated Press (21): “El ejército estadounidense declaró que uno de sus aviones teledirigidos había lanzado durante la noche un misil Hellfire contra dos pistoleros que disparaban a las fuerzas del gobierno en una zona que no era Ciudad Sadr”. O este otro (22): “Tres ataques aéreos estadounidenses en el noreste de Bagdad mataron a 12 supuestos pistoleros e hirieron a quince civiles, según fuentes del ejército de EEUU y la policía iraquí”.

Esas informaciones aparecieron mientras escribía este artículo, al igual que esta otra: Según Associated Press (23), puede que los ataques aéreos en una remota provincia de Afganistán, que tenían como blanco un señor de la guerra aliado con los talibanes, hayan matado a un buen número de civiles. (“Otros dirigentes provinciales dijeron que en los enfrentamientos, que incluyeron ataques aéreos sobre los pueblos remotos de Shok y Kendal que duraron muchas horas, habían muerto muchos civiles… Los oficiales estadounidenses y el Ministerio afgano de Defensa han negado que hayan muerto civiles”.)

Cualquiera que sea lo ocurrido en estos últimos ataques aéreos, las muertes de civiles no son una especie de resultado colateral de la Guerra contra el Terror; responden a su misma esencia. Si tu preocupación es la seguridad –una cuestión planteada por Senadores que querían que el comandante estadounidense General David Petraeus y el Embajador Ryan Crocker les dijera esta semana si el incremento “nos” había hecho más seguros-, la respuesta es: Todo eso no te hace más seguro.

Y hay más, no esperen que esta forma contraproducente de hacer la guerra llegue pronto a su fin. Después de todo, la Fuerza Aérea ya tiene en marcha su “bombardero 2018” (24), el cual, según el jefe de los estadounidenses que entrenan a las fuerzas iraquíes (25), el Teniente General James Dubic, estará listo el mismo año en el ejército iraquí pueda en teoría vigilar eficazmente las fronteras del país. Y no olviden el sucesor del bombardero 2018 (26), “una auténtica arma de combate de largo alcance con tecnología de próxima generación” que “puede ser un bombardero tradicional o un exótico ‘sistema de sistemas’, con características tales como velocidad hipersónica”. Quizá para entonces, los iraquíes estén ya defendiendo con éxito sus fronteras.

Hasta entonces, piensen en la guerra aérea estadounidense por el terror como Captura 2,200: todos los despliegues de fuerza desde el aire no hacen sino crear una contra-fuerza en la tierra, otra clase de “arma de ataque” para el futuro, haciendo que el montón de cuerpos de los daños colaterales vaya llegando cada vez más alto. Quizá, hacia 2018 o 2035, la página de Internet que cuente los muertos a nivel global, worldbodycount.com, esté ya en funcionamiento.

[Nota: La inestimable página de Internet Antiwar.com ha sido especialmente valiosa esta vez al recoger noticias de recientes ataques aéreos estadounidenses. Tengan en cuenta que las fechas referidas en el artículo sobre los ataques son aproximadas. Todo con lo que puede contar fue con las líneas de cambio de fecha que aparecían en las noticias, que quizá no reflejaban la fecha exacta en que se produjeron los ataques.]

Enlaces referidos por el autor con artículos ampliando información referida:

1. enlace
2. http://www.tomdispatch.com/post/174906/philip_k_dick_meet_george_w_bush
3. enlace
4. http://www.tomdispatch.com/post/2047/icarus_armed_with_vipers_over_iraq

Enlace la con traducción al español del anterior artículo publicado en Rebelión:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=9417

5. enlace
6. http://wiredispatch.com/news/?id=97005
7. http://www.informationclearinghouse.info/article19586.htm
8. http://www.news.com.au/heraldsun/story/0,21985,23435660-5005961,00.html
9. http://wiredispatch.com/news/?id=106348
10. http://wiredispatch.com/news/?id=112773
11. enlace
12. http://wiredispatch.com/news/?id=113162
13. http://icasualties.org/oif/(mdogzm3lbddulq55fop24dzy)/default.aspx/
14. http://www.iraqbodycount.org/
15. http://www.tomdispatch.com/post/158512/crusading_in_the_arc_of_instability
16. enlace
17. http://www.guardian.co.uk/print/0,3858,4929336-103550,00.html
18. http://www.guardian.co.uk/world/2002/jul/03/afghanistan.lukeharding
19. http://www.tomdispatch.com/post/174916/patrick_cockburn_petraeus_s_ghost
20. http://www.latimes.com/news/printedition/front/la-fg-iraq8apr08,1,2585019.story
21. enlace
22. http://www.presstv.ir/error/ErrorPage.htm?aspxerrorpath=/Detail.aspx
23. http://wiredispatch.com/news/?id=117966
24. http://blog.wired.com/defense/2007/09/air-force-bombe.html
25. http://news.yahoo.com/s/ap/20080329/ap_on_re_mi_ea/iraq_to_grow_an_army
26. http://www.afa.org/magazine/oct2006/10062018.asp

Tom Engelhardt dirige “Nation Institute’s Tomdispatch.com, es el cofundador del American Empire Project (http://www.americanempireproject.com/). Ha actualizado su libro: “The End of Victory Culture” (University of Massachussetts Press) y hay una nueva edición que aborda la victoria de la cultura de la guerra de tierra quemada y sus secuelas en Iraq.

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