¿11-S Bis? Gran Bretaña denuncia 30 complots terroristas "activos"

IAR Noticias
16/04/08

La ministra británica de Interior, Jacqui Smith, advirtió que la amenaza terrorista contra el Reino Unido se ha tornado "grave" y "creciente", al tiempo que denunciaba que en la actualidad hay 30 complots "activos" para atentar contra su país. La advertencia se inscribe dentro de lo que los expertos denominan la "estrategia del terrorismo latente" que EEUU y Gran Bretaña vienen desarrollando desde el 11-S hasta aquí por medio de denuncias y de desactivación de "planes terroristas" antes de que se ejecuten. Washington y Londres, en forma coordinada, a través de decenas de denuncias, han mantenido viva la "amenaza terrorista", y no son pocos los expertos que han advertido que detrás de esa maniobra se encarama la preparación de un segundo 11-S, posiblemente fuera del territorio de EEUU.

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En una entrevista concedida al sensacionalista The Sun, la ministra británica de Interior, Jacqui Smith (la principal impulsora de legislaciones duras contra "sospechosos de terrorismo") aseguró que "Hay 2.000 individuos bajo vigilancia. Hay 200 redes implicadas en 30 complots activos" para atentar contra el Reino Unido .

Bajo el manto de esta denuncia la ministra justificó la necesidad de incrementar de 28 a 42 días el plazo de detención sin cargos de "sospechosos de terrorismo".

Este endurecimiento de la legislación está contemplado en el llamado Proyecto de Ley Antiterrorista de 2008, pieza clave de la agenda legislativa del Gobierno de Gordon Brown (heredado de la administración Blair), que ha suscitado una gran controversia en el Reino Unido y puede generar una rebelión en las filas laboristas.

"No podemos esperar a que ocurra un atentado para dotarnos a todo correr de nuevos poderes. Tenemos que seguir adelante", consideró la "ministra contraterrorista" en la entrevista a la edición dominical del sensacionalista The Sun.

Smith insistió en que si las agencias de seguridad y la policía, encargadas con la misión de "proteger" al país, aseguran que cada vez es "más difícil" hacer frente a la "amenaza terrorista" y que necesitan "más tiempo para investigar minuciosamente", es su "deber" proporcionarles las herramientas que necesitan.

"La complejidad de esos complots es creciente y el número de investigaciones internacionales es mayor que entonces. Cada vez que descubrimos uno, los terroristas aprenden y se perfeccionan", añadió.

"El peligro se ha incrementado en los últimos dos años. Desde principios del 2007, ha habido 57 personas condenadas por complots terroristas. Casi la mitad de ellas se declaró culpable, así que esto no es producto de nuestra imaginación. Es un riesgo real al que necesitamos dar respuesta", aseguró la ministra.

De acuerdo con un sondeo de opinión hecho recientemente por la firma demoscópica YouGob para el grupo defensor de las libertades civiles Liberty, sólo el 13% de los británicos se muestra a favor de prolongar de 28 a 42 días el arresto sin cargos de sospechosos de delitos terroristas, y el 54% opina que la motivación del Gobierno para promover el plan es "aparecer como duro frente al terrorismo".

No son pocos los analistas que consideran la factibilidad de un segundo 11-S como parte de una operación terrorista orientada a justificar un ataque militar contra Irán del cual formarían parte EEUU, Gran Bretaña e Israel.

Según el investigador y académico norteamericano, Michel Chossudovsky, un nuevo 11-S (sea en EEUU o Europa) serviría como justificativo para lanzar ataques militares contra Irán y otros objetivos identificados como centros impulsores del "terrorismo internacional".

En un artículo escrito en Global Research, Chossudovsky, afirma que este “plan de contingencia” usará el pretexto de un “segundo 11 de septiembre”, que es un hecho que todavía no ha sucedido, para ir preparando operaciones militares de gran envergadura contra Irán, mientras en simultáneo ejercen presión sobre Teherán en relación con su por ahora inexistente programa de armas nucleares.

Tanto Washington como Londres han sostenido históricamente posturas de denuncias constantes de "ataques terroristas islámicos" en planes de ejecución, pero que efectivamente no han sucedido desde el 7 de julio de 2005, fecha del atentado terrorista al metro de Londres.

Los expertos hablan de que estas maniobras están preparando el terreno para un "ataque real" como justificación de una operación militar de gran envergadura en Medio Oriente.

¿Estaremos comprendiendo bien que los planificadores militares de Usamérica, Gran Bretaña e Israel están esperando que suceda un “Segundo 11 de Septiembre” para extender la guerra aún más allá de las fronteras del Líbano, hasta lanzar un operación militar directa contra Siria e Irán?, se pregunta Chossudovsky.

Obsérvese bien -agrega- que el “plan de contingencia” de Cheney no está enfocado en impedir un “Segundo 11 de septiembre”. El plan de Cheney se basa en la presunción de que Irán estará detrás del “Segundo 11 de Septiembre” y de que se puede activar inmediatamente un bombardeo de castigo, antes de conducir una investigación, parecido a la forma como se atacó Afganistán en Octubre de 2001, cuando se alegó que el ataque lo fue en represalia por el apoyo del gobierno de los talibanes a los terroristas del 11 de septiembre.

La estrategia del "terrorismo latente"

Muchos expertos interpretan que en esta revitalización permanente de la "guerra contraterrorista", con epicentro en Londres y Washington, busca producir una compensación y argumentos para justificar nuevos ataques contra Irán y el mundo islámico, tras el traspiés militar israelí en Medio Oriente y el fracaso militar de EEUU en Irak.

EEUU y Gran Bretaña, por medio de la "psicosis terrorista" disparada con nuevos "alertas", dispositivos de seguridad en aeropuertos, y denuncias de atentados en aviones, o de planes descubiertos antes de ejecutarse, mantienen la vigencia del "peligro terrorista islámico" como neutralización sus derrotas en Medio Oriente y afianzamiento de nuevos planes de ataque a Gaza, Siria, Libano e Irán.

Gran Bretaña, el gran aliado de Bush en el uso y aprovechamiento de la "amenaza terrorista" dio una dimensión continental a la amenaza del terrorismo islámico, denunciando amenazas y complots que tratan de demostrar que Europa en su conjunto enfrenta un riesgo "real" y "persistente" de un ataque devastador, incluido las armas nucleares.

Para muchos expertos, el gran movimiento de piezas que EEUU y Gran Bretaña continúan realizando con las "alertas" y denuncias de planes "terroristas" se orientan a reinstalar el "peligro del terrorismo islámico" en Europa y EEUU, a modo de preparación de nuevas agresiones militares en el Medio Oriente.

El M-16 británico, aliado estratégico del eje de inteligencia CIA-Mossad, viene alertando constantemente sobre un nuevo ataque en Londres. De la misma forma lo hacen los servicios franceses e italianos que advierten sobre atentados en ciudades europeas, lo que acrecienta las tesis de un "11-Bis" en curso.

Históricamente, las advertencias de ataques "terroristas" denuncias de "ataques frustrados" y las alertas de "máxima seguridad" (como las que ya rigen en Europa y EEUU) así como una revitalización y profundización de los "planes antiterroristas" (como se está haciendo en España, Francia e Italia) estuvieron orientados a dar una nueva cuota de credibilidad al escenario de la "guerra contra el terrorismo" lanzada tras el 11-S en EEUU.

Estos anuncios de descubrimientos de "complots" o "planes terroristas", a los que a veces se agregan las "amenazas", por los clásicos "videos",de Bin Laden y Al Qaeda, forma parte del bagaje casi burocrático del mantenimiento de la "guerra contraterrorista" lanzada como nueva lógica de conflicto mundial tras el 11-S en EEUU.

Desde el 11-S hasta aquí la leyenda mediática y las apariciones cíclicas de Bin Laden y Al Qaeda sirvieron para justificar una nueva "doctrina de seguridad nacional" que tiene al "terrorismo internacional" y a las dictaduras del "eje del mal" como el justificativo esencial de las "guerras preventivas" que la maquinaria militar norteamericana implementó tras los atentados de Nueva York para apoderarse de mercados y de recursos naturales, principalmente petróleo.

El espionaje ilegal lanzado por la administración Bush tras los atentados del 11-S en EEUU -posibilitado por la nivelación planetaria de la "guerra contraterrorista"- se aplica en la mayoría de los países centrales y dependientes, principalmente en América Latina, donde los gobiernos y ejércitos mantienen convenios y acuerdos de cooperación con el Comando Sur de EEUU para combatir al terrorismo.

La conformación de acuerdos militares y de "planes contraterroristas" por parte de esos Estados, aseguran, a su vez, que los complejos militares y la industria de la guerra (venta de sistemas y armas para combatir el "terrorismo") sigan funcionando a full movilizando tecnología de punta y capital financiero con asiento en la catedral de Wall Street.

Tras cada aparición "terrorista" se reafianza la "guerra contraterrorista" de Bush en el planeta, y los países capitalistas la utilizan para sus propios intereses de control interno.

Tras los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres (el principal centro de denuncias de "planes terroristas) el gobierno de Blair consolidó su propia legislación "contraterrorista" que ahora es utilizada para la persecución y detención de inmigrantes islámicos "indeseables", entre otras cosas.

Reunido a mediados de septiembre de 2005 en el marco de la 60 Asamblea General, el Consejo de Seguridad de la ONU, y en un claro aprovechamiento político del 7-J en Londres, aprobó dos resoluciones de forma unánime haciendo un llamamiento a los Estados a reforzar la "guerra contra el terrorismo", tal como lo impusieron en agenda EEUU y Gran Bretaña.

Como consecuencia de esta política de recreación constante de la "amenaza terrorista" a escala planetaria implementada por las grandes cadenas mediáticas, la "guerra terrorista" se ha constituido en la principal hipótesis de conflicto de los gobiernos del mundo.

De esta manera, al imponer la "guerra contraterrorista global" nivelada como hipótesis de conflicto central para todas las naciones, EEUU reafirma su propia doctrina de "seguridad nacional" y agenda de "guerras preventivas" en todo el planeta.

En cada una de las invasiones militares para "terminar con el terrorismo" (Irak, Afganistán, y anteriormente, con Clinton, la invasión a Yugoslavia) las corporaciones armamentistas, petroleras, tecnológicas y de servicios del Complejo Militar Industrial norteamericano, así como los megagrupos financieros y bancos de inversión de Wall Street, abrieron "nuevos mercados" y cosecharon millonarias ganancias con la ocupación militar.

Durante cada invasión para "destruir al terrorismo", las armamentistas aumentaron su flujo de ventas con las tropas ocupantes, las petroleras extrajeron y comercializaron petróleo favorecidas por el control sobre los Estados invadidos, las de servicios (incluidas las empresas de seguridad) concretaron multimillonarios contratos con el Pentágono, y los bancos y megaconsorcios de Wall Street levantaron ganancias multimillonarias financiando la "reconstrucción" de los países destruidos por los bombardeos.

Paradojalmente, en un mundo sin guerras militares convencionales, la "guerra contraterrorista global" (la "civilización occidental" contra el "eje del mal") posibilita que las invasiones militares capitalistas por conquista de mercados y el desarrollo expansivo y concentrador de las trasnacionales y bancos capitalistas se sigan realizando por "otras vías".

La leyenda terrorista-mediática de Bin Laden y la "guerra contraterrorista" esta construidas a la medida de la nueva lógica expansiva del capitalismo transnacional con sede en Wall Street.

Detrás de ese nuevo mito, Estados Unidos y las empresas y bancos trasnacionales desarrollan su nueva estrategia de conquista militar de mercados en Asia, Africa, América Latina y Medio Oriente.

Bin Laden y la "guerra contraterrorista", como ayer lo fueron la "guerra fría" y el comunismo soviético- son el nuevo legitimador internacional de las políticas de conquista militarista emergentes de la Nueva Doctrina de Seguridad norteamericana.

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