¡Qué mala leche!
dardemamar.com
08/01/10
Es mejor evitar la leche de vaca en la infancia
Valerie Copeland, Consultor de Nutrición de TVS de Triangle Vegetarian Society
La leche de vaca es el alimento perfecto para las vacas, pero es uno de los más alergénicos para los bebés humanos (1). Por suerte, cada vez más vegetarianos escogen amamantar y no considerarían darle a su pequeño leche de vaca ni fórmulas hechas con leche de vaca (2). Esto es especialmente importante durante los primeros seis meses de vida porque los componentes inmunes de la leche materna son los más benéficos.
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Aunque la fórmula modificada para bebés hecha con leche de vaca puede sustituir la leche materna, la leche de vaca que no ha sido modificada (entera, 2%, o desnatada) no es recomendable durante el primer año. La leche de vaca es demasiado rica en proteína, fósforo, y sodio, especialmente para bebés de 0-12 meses de edad. Esto provoca que los pequeños e inmaduros riñones funcionen más rápido, agotando su capacidad para excretar el exceso de nutrientes (3). También, la proteína de la leche de vaca puede ocasionar una reacción en la mucosa del intestino, provocando sangrado en el estómago que puede resultar en una anemia por deficiencia de hierro (4). Aunque la leche materna es más baja en hierro que la leche de vaca, el hierro de la leche materna es más fácil de absorber (3).
En años recientes, las investigaciones han mostrado que la proteína de la leche de vaca, aunque sea sin modificar en la fórmula de leche de vaca, incrementa los riesgos de diabetes en niños susceptibles (5). Los estudios pueden ser sólo una evidencia preliminar de la conexión entre la leche de vaca y la diabetes, pero es otra buena razón para evitar la leche de vaca y dar pecho a los bebés (6).
Leche: Ni recomendada ni necesaria
Comité de Médicos para una Medicina Responsable
[Traducido de http://www.pcrm.org/health/Info_on_Veg_Diets/milk.html]
Un sustancial grupo de evidencias científicas suscita inquietudes sobre los riesgos de salud de los derivados de la leche de vaca. Estos problemas se relacionan con las proteínas, el azúcar, la grasa y los contaminantes que contienen los lácteos, y que la leche entera de vaca no es adecuada para la nutrición infantil.
Los riesgos de salud derivados del consumo de leche son máximos para los bebés menores de un año, en quienes la leche entera de vaca puede contribuir a deficiencias de diversos nutrientes, como hierro, ácidos grasos esenciales y vitamina E. La Academia Americana de Pediatría [1] recomienda que los bebés menores de un año no reciban leche entera de vaca.
Los productos derivados de la leche de vaca son muy bajos en hierro [2], contienen sólo un décimo de miligramo (mg) por cada ración de 8 onzas. Para obtener la Cantidad Diaria Recomendada en los EE.UU. de 15 mg de hierro, un bebé debería tomar más de 31 cuartos de galón (1,136 l) de leche al día. La leche puede también provocar hemorragias en el tracto intestinal, que, con el tiempo, reducen las reservas de hierro del organismo. Los investigadores especulan que estas hemorragias pueden ser una reacción a las proteínas presentes en la leche [3]. La pasteurización no elimina el problema. Unos investigadores de la Universidad de Iowa publicaron recientemente en la Revista de Pediatría que “en una gran proporción de bebés, el consumo de leche de vaca provoca un aumento sustancial de la pérdida de hemoglobina.
Algunos bebés son primorosamente sensibles a la leche de vaca y pueden perder grandes cantidades de sangre”.[3]
Aunque la preocupación es mayor para los niños en su primer año de vida, también hay inquietudes relacionadas con el consumo de leche en niños más mayores y algunos problemas asociados con fórmulas a base de leche de vaca.
Las Proteínas de la leche y la diabetes
Diversos informes relacionan la diabetes dependiente de insulina con una proteína específica de los productos lácteos. Este tipo de diabetes normalmente empieza en la niñez. Es una causa destacada de ceguera y contribuye a enfermedades cardíacas, daños renales, y amputaciones debidas a una circulación pobre.
Estudios realizados en distintos países muestran una fuerte correlación entre el uso de productos lácteos y la incidencia de diabetes [4]. Un informe reciente del New England Journal of Medicine [5] reafirma sustancialmente la antigua teoría de que las proteínas de la leche de vaca estimulan la producción de anticuerpos [6] que, a su vez, destruyen las células productoras de insulina del páncreas [7]. En el nuevo informe, investigadores de Canadá y Finlandia encontraron mayores niveles de anticuerpos de un fragmento específico de una proteína de la leche de vaca, llamada albúmina del suero bovino, en el 100% de los 142 niños diabéticos que estudiaron en el momento de diagnosticarles la enfermedad. Los niños no diabéticos puede que posean tales anticuerpos, pero a niveles muy inferiores. La evidencia sugiere que la combinación de una predisposición genética y la exposición a la leche de vaca es la principal causa de la forma infantil de diabetes, aunque no hay modo de determinar qué niños están genéticamente predispuestos. Los anticuerpos pueden formarse aparentemente en respuesta a cantidad incluso pequeñas de productos lácteos, incluidas las fórmulas infantiles.
La destrucción de las células pancreáticas sucede gradualmente, especialmente tras las infecciones, que hacen que las proteínas celulares queden expuestas a los daños de los anticuerpos. La diabetes se hace patente cuando del 80 al 90 % de las células beta productoras de insulina quedan destruidas.
Las proteínas de la leche también se encuentran entre las causas más frecuentes de alergias alimentarias. A menudo, la causa de los síntomas no es identificada durante importantes períodos de tiempo.
El azúcar de la leche y los problemas de salud
Muchas personas, particularmente los de ascendencia asiática o africana, son incapaces de digerir el azúcar de la leche, la lactosa. El resultado es diarreas y gases. Para los que pueden digerir la lactosa, sus componentes son dos azúcares simples: glucosa y galactosa. La galactosa ha sido relacionada con el cáncer de ovario [8] y las cataratas [9,10]. Los bebés lactantes poseen enzimas activos que descomponen la galactosa. Con la edad, muchos de nosotros perdemos esta capacidad.
Contenido graso
La leche entera, el queso, la nata, la mantequilla, los helados, la crema agria y el resto de productos lácteos aparte de los desnatados contienen cantidades importantes de grasas saturadas, así como colesterol, contribuyendo a enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Los primeros indicios de la enfermedad cardíaca han sido documentados en adolescentes americanos. Aunque los niños necesitan cierta cantidad de grasa en la dieta, no existe ninguna necesidad nutricional de grasa láctea. Al contrario, la leche de vaca es rica en grasas saturadas, pero pobre en el ácido graso esencial ácido linoleico.
Contaminantes
La leche contiene contaminantes frecuentes, desde pesticidas a medicamentos.
Se ha observado que alrededor de un tercio de los productos lácteos están contaminados con indicios de antibióticos. El contenido de vitamina D de la leche ha sido mal regulado. Recientes pruebas sobre 42 muestras de leche encontraron que sólo el 12% estaban entre el rango esperado de contenido de vitamina D. Las pruebas sobre 10 muestras de leches infantiles revelaron que
7 contenían más del doble de vitamina D que la cantidad indicada en la etiqueta, y una de ellas tenía más de 4 veces dicha cantidad [11]. La vitamina D es tóxica en sobredosis [12].
Osteoporosis
Los lácteos ofrecen un falso sentimiento de seguridad para aquellos preocupados por la osteoporosis. En los países donde los lácteos no se consumen comúnmente, existe en realidad menos osteoporosis que en los EE.UU.
Los estudios han mostrado poco efecto de los lácteos sobre la osteoporosis [13]. El Estudio de Salud de Enfermeras de Harvard siguió a 78.000 mujeres durante un período de 12 años y concluyó que la leche no protege contra las fracturas óseas. En efecto, quienes tomaban tres vasos diarios de leche presentaron más fracturas que quienes raramente bebían leche [14].
Hay muchas fuentes buenas de calcio. La col rizada, el brécol, y otras hortalizas de hojas verdes contienen calcio de fácil absorción para el organismo. Un informe reciente de la Revista Americana de Nutrición Clínica mostró que la absorbibilidad de calcio era en realidad mayor para la col rizada que para la leche, y concluyó que “las verduras tales como la col rizada pueden ser consideradas al menos tan buenas como la leche en términos de absorbibilidad de calcio” [15]. Las legumbres también son ricas en calcio. El zumo de naranja enriquecido proporciona grandes cantidades de calcio en forma apetitosa [16].
El calcio es sólo uno de los muchos factores que afectan al hueso. Otros factores son las hormonas, el fósforo, el boro, el ejercicio, el tabaco, el alcohol y los medicamentos [17-20]. Las proteínas son también importantes en el equilibrio cálcico. Las dietas ricas en proteínas, particularmente proteínas animales, fomentan la pérdida de calcio [21-23].
Recomendaciones
No existe ninguna necesidad nutricional de productos lácteos, y hay serios problemas que pueden acarrear sus proteínas, azúcar, grasa y contaminantes.
Por consiguiente, ofrecemos las siguientes recomendaciones:
La lactancia materna es el método preferente para la alimentación infantil.
Como recomienda la Academia Americana de Pediatría, no debería darse leche entera de vaca a los bebés menores de un año.
Los padres deberían estar alerta sobre los riesgos potenciales para sus hijos derivados del consumo de leche de vaca.
La leche de vaca no debería ser obligatoria o recomendada en las pautas gubernamentales.
Los programas del gobierno, tales como los de comidas escolares, deberían ser consecuentes con estas recomendaciones.
Referencias
1. American Academy of Pediatrics, Committee on Nutrition. The use of whole cow’s milk in infancy. Pediatrics 1992;89:1105-9.
2. Pennington JAT, Church HN. Food values of portions commonly used. New York, Harper and Row, 1989.
3. Ziegler EE, Fomon SJ, Nelson SE, et al. Cow milk feeding in infancy:
further observations on blood loss from the gastrointestinal tract. J Pediatr 1990;116:11-8.
4. Scott FW. Cow milk and insulin-dependent diabetes mellitus: is there a relationship? Am J CLin Nutr 1990;51:489-91.
5. Karjalainen J, Martin JM, Knip M, et al. A bovine albumin peptide as a possible trigger of insulin-dependent diabetes mellitus. N Engl J Med 1992;327:302-7.
6. Roberton DM, Paganelli R, Dinwiddie R, Levinsky RJ. Milk antigen absorption in the preterm and term neonate. Arch Dis Child 1982;57:369-72.
7. Bruining GJ, Molenaar J, Tuk CW, Lindeman J, Bruining HA, Marner B.
Clinical time-course and characteristics of islet cell cytoplasmatic antibodies in childhood diabetes. Diabetologia 1984;26:24-29.
8. Cramer DW, Willett WC, Bell DA, et al. Galactose consumption and metabolism in relation to the risk of ovarian cancer. Lancet 1989;2:66-71.
9. Simoons FJ. A geographic approach to senile cataracts: possible links with milk consumption, lactase activity, and galactose metabolism. Digestive Diseases and Sciences 1982;27:257-64.
10. Couet C, Jan P, Debry G. Lactose and cataract in humans: a review. J Am Coll Nutr 1991;10:79-86.
11. Holick MF, Shao Q, Liu WW, Chen TC. The vitamin D content of fortified milk and infant formula. New Engl J Med 1992;326:1178-81.
12. Jacobus CH, Holick MF, Shao Q, et al. Hypervitaminosis D associated with drinking milk. New Engl J Med 1992;326:1173-7.
13. Riggs BL, Wahner HW, Melton J, Richelson LS, Judd HL, O’Fallon M.
Dietary calcium intake and rates on bone loss in women. J Clin Invest 1987;80:979-82.
14. Feskanich D, Willett WC, Stampfer MJ, Colditz GA. Milk, dietary calcium, and bone fractures in women: a 12-year prospective study. Am J Publ Health 1997;87:992-7.
15. Heaney RP, Weaver CM. Calcium absorption from kale. Am J Clin Nutr 1990;51:656-7.
16. Nicar MJ, Pak CYC. Calcium bioavailability from calcium carbonate and calcium citrate. J Clin Endocrinol Metab 1985;61:391-3.
17. Dawson-Hughes B. Calcium supplementation and bone loss: a review of controlled clinical trials. Am J Clin Nutr 1991;54:274S-80S.
18. Mazess RB, Barden HS. Bone density in premenopausal women: effects of age, dietary intake, physical activity, smoking, and birth control pills. Am J Clin Nutr 1991;53:132-42.
19. Nelson ME, Fisher EC, Dilmanian FA, Dallal GE, Evans WJ. A 1-y walking program and increased dietary calcium in postmenopausal women: efect on bone. Am J Clin Nutr 1991;53:1304-11.
20. Nielsen FH, Hunt CD, Mullen LM, Hunt JR. Effect of dietary boron on mineral, estrogen, and testosterone metabolism in postmenopausal women.
FASEB J 1987;1:394-7.
21. Zemel MB. Role of the sulfur-containing amino acids in protein-induced hypercalciuria in men. J Nutr 1981;111:545.
22. Hegsted M. Urinary calcium and calcium balance in young men as affected by level of protein and phosphorus intake. J Nutr 1981;111:553.
23. Marsh AG, Sanchez TV, Mickelsen O, Keiser J, Mayor G. Cortical bone density of adult lacto-ovo-vegetarian and omnivorous women. J Am Dietetic Asso 1980;76:148-51.
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