Las corporatocracias antropotécnicas, nuevo poder mundial
Jean-Paul Baquiast
Traducción del francés: Margarita Mayoral Villa.
Tendencias/Admiroutes
08/07/10
Están reemplazando a las antiguas estructuras de la democracia y la tecnocracia estatal en todo el mundo
La evolución darwiniana reciente ha dado paso al dominio de grandes multinacionales llamadas corporatocracias antropotécnicas, que no son nuevas sino por su tamaño. Estas corporaciones viven de la explotación de las nuevas y tradicionales tecnologías y compiten fuertemente entre ellas. Pero también se alían entre sí para destruir las resistencias a su conquista del poder mundial. Por todo el mundo, esta corporatocracia tecnológica reemplaza las antiguas estructuras de la democracia y la tecnocracia estatal. Tras la crisis financiera, la corporatocracia antropotécnica americana se apoderó de gran parte de los recursos mundiales. Pero su conquista de los mercados globales está amenazada por China, que posee también su propia corporatocracia. Aunque su influencia es todavía menor, África está pasando bajo su control. Estaa competencia entre corporatocracias aumenta el riesgo civilizacional, ya que entre sus estrategias no figuran los intereses globales de la Tierra y de sus especies.
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Aplicando el modelo de análisis propuesto en nuestro último ensayo Le paradoxe del Sapiens, convenimos aquí en denominar “corporatocracias” a los sistemas antropotécnicos de gran tamaño que conjugan: 1. Los mecanismos bioantropològicos tradicionales (por ejemplo, la tendencia a reunirse en grupos homogéneos y excluyentes, o herding, los mecanismos que pretenden construir los mitos estructurales al servicio de éstos grupos excluyentes, etc.) todo por responder a las necesidades elementales de sobrevivir (apropiarse del alimento y el territorio, y multiplicarse justo a los límites de sus recursos, destruir a sus competidores con los que no han podido tener una asimilación simbiótica, etc.) y 2. Las dinámicas de desarrollo de tecnologías, que consisten principalmente en capturar lo más posible de recursos naturales y humanos del objetivo 1).
¿Por qué el término de corporatocracia designa más que cualquier otro también una fuerte concentración de poder (ploutocracia, autocracia, teocracia)? Porque los agentes más activos de esta competencia son las grandes empresas globalizadas o corporaciones en el sentido del término americano. Cada una de entre ellas ejerce en su esfera un poder corporatocrático global que se impone al conjunto del antropoceno, convertido desde uno o dos siglos, según nuestro vocabulario, en antropotecnoceno.
Proponemos entonces aquí, adjuntar al concepto de corporatocracia aquel del sistema antropotécnico, para obtener el concepto corporatocracia antropotécnica. Éste conjuga los mecanismos competitivos de las grandes empresas o corporaciones y diversas tecnologías, tecnologías tradicionales y cada vez más, tecnologías emergentes, con las que están simbióticamente asociadas. Vemos que estas entidades que nombraremos de ahora en adelante corporatocracias antropotécnicas, no son nuevas sino sólo por su tamaño. Son de hecho el desarrollo evolucionario de numerosos sistemas antropotécnicos, nacidos de la simbiosis entre los homínidos y las herramientas, simbiosis de la cual hemos relatado una historia breve en la ‘Paradoja del sapiens’
Las corporatocracias antropotécnicas compiten entre ellas
Esta competencia. Naturalmente, surge de la competencia darwiniana entre organismos biológicos. Las corporatocracias antropotécnicas se disputan el acceso a los recursos naturales y humanos, lo que provoca conflictos entre ellas, en perjuicio de cooperaciones simbióticas que puedan preservar intereses comunes en un mundo en el cual los recursos son cada vez más escasos. Las corporatocracias viven de la explotación de las tecnologías tradicionales que dominan todavía a aquellas que intentan hacerse un lugar desarrollando nuevas tecnologías. Pero la relación de fuerza entre tecnologías podrá cambiar, al término de crisis de adaptación más o menos violentas. La evolución tecno científica espontánea e incontrolable será el impulso principal de estos cambios.
La competencia darwiniana entre corporatocracias antropotécnicas constituye el impulso de su evolución adaptativa. Ésta emana de los procesos darwinianos que funcionan desde los orígenes de la evolución de la Tierra (reproducción-mutación-selección). Consecuentemente se desarrolla sobre el modo llamado ‘Azar y Necesidad’ que se puede precisar por el concepto de Azar constreñido. La competencia no puede por el momento ser remplazada, ya que no existe todavía algún proceso en el mundo capaz de organizar, ni aún de concebir, una evolución susceptible de armonizar los intereses de un mundo global que incluye sin conflictos las fuerzas presentes. La omnipresencia de la competencia es ilustrada actualmente por el éxito de las ideologías liberales (dejar-hacer) o neo-liberales (dejar hacer a los actores financieros).
La competencia toma la forma de la lucha por el control de la moneda, que representa el marco común que permite evaluar y de intercambiar los recursos materiales y humanos de los cuales las corporatocracias antropotécnicas se disputan la posesión. Más de una actividad da por beneficio la moneda, sin embargo mientras más provechosa, más permite captar los recursos humanos y naturales. Por lo que se mantiene la competencia. El provecho es entonces el marco de valor de las actividades antropotécnicas.
La competencia se ejerce a la escala del mundo global. Se traduce entonces por los conflictos geoestratégicos, en los que las estrategias de las corporatocracias antropotécnicas se expresan en parte sobre el terreno geográfico, para la posesión de espacios y recursos disponibles (continentes, océanos, espacio). Veremos en seguida en este artículo la forma en la cual estas competencias geoestratégicas se expresan en este momento, en forma de conflictos darwinianos entre grandes bloques, en el seno de los cuales todavía domina lo que se pudo nombrar con razón el “imperio americano”.
Las corporatocracias antropotécnicas, más allá de sus rivalidades, se alían para destruir las resistencias a su conquista del poder
Estas resistencias provienen principalmente de la supervivencia de las antiguas estructuras bioantropológicas (comunidades y colectividades tradicionales con bases raciales, territoriales y místicas) en las cuales las naciones y las religiones representan frecuentemente todavía la supervivencia. Estas estructuras descansan sobre las formas de control de recursos materiales y humanos acudiendo más al patrimonio y a la política administrativa que a la tecnología. Han tomado por largo tiempo la forma de regulaciones en la escala estatal, inspiradas en parte en regulaciones de tipo feudal (feudalismos religiosos, feudalismos militares).
Estas antiguas regulaciones, si han estado impuestas por los poderes bioantropológicos indiscutibles (dominante, macho, jefe) son mantenidas en la medida que aseguran ciertos equilibrios: entre categorías de individuos (igualdad social), entre poderes locales (democracia), entre humanos y medios naturales (tecnocracia queriéndose aclarar, punto de vista científico). Han estado durante el siglo XX a cargo de organizaciones estatales, administrativas y de servicio público, asegurando por lo menos en Occidente, un mínimo de división democrática del poder. Para las nuevas corporatocracias antropotécnicas, las regulaciones en vigor (leyes y reglamentos nacionales, tratados internacionales) representan los obstáculos en la extensión de su propio poder sobre las cosas y los hombres.
Las corporatocracias antropotécnicas apuntan entonces a ser sustituidas por los reguladores que se les imponen, estatales, administrativos o vinculados al ejercicio de los servicios públicos. Se encaminan a comprar, en el marco de un proceso llamado de privatización, los medios de los que disponen todavía los servicios públicos. Se fortalecen asegurándose para ellas, más eficazmente y de forma menos costosa, las misiones de estos servicios. Por otro lado, afirman poderse autodisciplinar espontáneamente para respetar las deontologías y reglas de igualdad impuestas por los Estados de administración y servicios públicos.
La experiencia muestra que no es nada. No aceptan hacer más que lo que beneficia a sus intereses corporativos. Las privatizaciones generan dinero y hacen que las corporatocracias gocen de beneficios, particularmente aquellas que utilizan las tecnologías llamadas punteras (seguridad, defensa, salud, educación, etc.) Por todo el mundo, bajo esta presión de la competencia para el beneficio, la corporatocracia tecnológica reemplaza las antiguas estructuras que reposan sobre la democracia o la tecnocracia estatal. Genera también efectos negativos crecientes (destrucción de cohesiones sociales, del medio ambiente) los cuales nadie toma en cuenta, ya que por el momento se trata de costos inducidos no contabilizados.
La debilidad de las regulaciones tradicionales, principalmente administrativo-estatales, resisten a aquellas que no coinciden necesariamente con las estructuras o complejos antropotécnicos a base de fuerza tecnológica, suficientemente sometidas a la competencia darwiniana para poder imponerse. Los Estados tradicionales están en competencia darwiniana indiscutible. Utilizan para este objetivo los recursos de un cierto número de tecnologías, principalmente las tecnologías militares y de defensa. Pero, salvo en los conflictos abiertos que permiten además a estas tecnologías progresar rápidamente, la presión competitiva proveniente de otros Estados y que se ejerce sobre ellos no es suficiente para que consagren suficientes medios a las tecnologías.
Así es como a partir de más de medio siglo, los Estados europeos no han juzgado oportuno invertir seriamente en la defensa. Las tecnologías militares se desarrollan mejor en el seno de las corporatocracias en competencia económico-política, por ejemplo los complejos político-militar-industrial existentes en los grandes bloques en competencia geoestratégica. Estos complejos concentran medios político-diplomáticos y administrativos que permiten drenar los recursos naturales y humanos. Pero conllevan también poderosas potencias industriales y científicas, ostentadas por las industrias del armamento o de otras análogas, que están en guerra económica las unas con las otras.
Entonces, no es cuestionable para tales complejos dormirse sobre sus laureles. Nuestro amigo Philippe Grasset, excelente conocedor de las estrategias del mundo de la defensa, pudo así poner en evidencia el combate llevado sin relajamiento por el complejo político-militar-industrial americano representado por el Pentágono y la industria Lockkeed Martin para imponer al mundo entero el programa llamado del F-35 furtivo, además tan ambicioso que después de varios años y de decenas de millones de gastos, no tiene todavía resultado. Pero eso poco importa al complejo. Vivió confortablemente durante este tiempo. La dinámica transformacional de tecnologías punta a las que estos complejos militar-industrial son asociados permiten, asimismo en tiempo de paz, tener la cabeza en el curso de los recursos y en el poder.
El “Imperio americano” una corporatocracia antropotécnica global todavía dominante
En toda competencia darwiniana, existen los ganadores y los perdedores, los dominantes y los dominados. El homo sapiens, en algunas centenas de millones de años, se impuso a la mayoría de las otras especies llamadas superiores. Que hoy en día están en vía de extinción. Un mecanismo análogo marcó la competencia darwiniwana entre corporatocracias antropotécnicas. Decimos que la historia del mundo reciente ha visto enfrentarse a las corporatocracias europeas, británica, alemana, francesa, hasta que se consolida, a partir de las dos guerras mundiales, la corporatocracia americana. Ésta se organizó bajo la limitación de sus imperativos de crecimiento y dominación en un verdadero imperio político, diplomático, militar, industrial y científico. El objetivo, consciente o no, es ejercer una dominación mundial en todos los niveles de poder (full spectrum dominante).
Los primeros sometidos a esta dominación han sido los países latinoamericanos. Sin embargo Europa, debilitada por sus guerras internas y sus divisiones, ha sido rápidamente considerada por el imperio americano como la base de su potencia – esto por lo menos hasta el momento en el que la explotación de Europa, cada vez más debilitada, comenzó a perder su interés en beneficio de las perspectivas ofrecidas por los países llamados emergentes.
Descubrimos mientras tanto, como consecuencia de la crisis americana llamada de las subprimas, las técnicas extremadamente sutiles mediante las cuales la corporatocracia antropotécnica americana se apoderó de una gran parte de los recursos mundiales. En efecto, la disposición de un aparato militar único en el mundo le ha permitido neutralizar las resistencias abiertas, cuando se han manifestado. Sin embargo, le es suficiente acudir a los instrumentos de las finanzas y de los cambios para despojar a los países llamados “aliados”, de hecho considerados como competidores que hay que eliminar, de sus activos. Antes de la crisis financiera del 2007, pero sobre todo después de ella, muchos autores han descrito el mecanismo impuesto por la corporatocracia antropotécnica americana en el resto del mundo.
Este mecanismo conjuga muchos tópicos: el dólar, patrón de cambio impuesto, en el cual la Reserva Federal Americana (FED) fija la tasa de cambio en función de los intereses tanto de los importadores como de los exportadores que pertenecen a la corporatocracia; los préstamos convenidos generosamente, directamente o vía el Banco Mundial, a prestatarios públicos (Estados) o privados, los cuales saben pertinentemente que no tienen liquidez y que no lo podrán reembolsar); el rescate barato para los “mercados” ( de hecho miembros de la corporatocracia americana); los activos de los prestatarios, una vez adquirida su puesta en liquidación; la intervención del FMI para imponer en última instancia políticas de ajuste que se traducen por la venta a las sociedades privadas americanas de empresas públicas y administraciones; la liquidación de las políticas sociales propias del Estado de bienestar; la delegación en tutela de los gobiernos, en lo sucesivo incapaces de invertir con el fin de reconquistar las bases económicas de una independencia nacional.
Los préstamos facilitados para financiar las inversiones en infraestructuras destinadas a sacar al país del subdesarrollo, permiten de hecho, gracias a las vías, puertos y aeropuertos cuya realización está confiada a empresas americanas, que éstas exploten en su beneficio los recursos forestales y mineros de los países “ayudados”. Inútil es agregar que el conjunto se acompaña de prácticas de corrupción generalizadas, de apoyos a fraudes y tráfico de múltiples cosas, destinados a someter con suavidad a aquellos que pueden esbozar gestos de resistencia. Las agencias especializadas, como la CIA, saben muy bien como multiplicar los costes llamados retorcidos para comprarse las complicidades y liquidar a los refractarios con la cooperación bien sabida de las mafias locales.
Europa Occidental ha sufrido a partir de la segunda guerra mundial asaltos a sus políticas, en empezando con el Plan Marshall, adoptado en todas partes por los gobiernos bajo su tutela, que representó la primer manifestación. La historia de la Unión Europea hasta nuestros días puede ser descifrada con las claves que acabamos de enumerar. Vemos como el imperio americano se apoya en prioridad sobre el satélite dócil que por razones históricas el Reino Unido ha aceptado ser para él. Están así sometidos a un poder suave, pero sin embargo despiadado, todos los que en Europa han tentado resistir al americanismo, o atlantismo, presentado como ineludible.
Las administraciones públicas constituyen el obstáculo a destruir en prioridad, particularmente en Europa, donde la tradición democrática y tecnocrática permanece fuerte. Constatamos con la ofensiva actual contra el Estado griego cómo los mercados, es decir, una vez más principalmente las emanaciones de la corporatocracia americana, asistidas por el FMI, están en vías de eliminar los obstáculos a la explotación colonial de un nuevo genero que pretenden imponer en Grecia. Los otros Estados europeos serán igualmente atacados uno después de otro, todavía con la complicidad de las capas dirigentes de estos Estados.
Adiós América, ¿bienvenida China y consortes?
Pero no hay dominación que pueda durar siempre. El imperio americano, es decir, la corporatocracia antropotécnica americana, es sin duda bien entendido para poder conservar el conjunto de sus conquistas. Agotándose por ejemplo en Afganistán, no es capaz de derrocar a Hugo Chávez, como muchos estrategas lo quisieran. Otras corporatocracias antropotécnicas, basándose sobre su modelo, están en vías de disputarle el poder. No hablaremos aquí de Europa, de quien parece vano en la actualidad pronosticar su despertar, pero sí de China y otro BRIC. En el caso de China, si las formas jurídicas y políticas de la corporatocracia toman formas diferentes a aquellas practicadas en occidente, las gestiones globales son muy parecidas. Por el momento, la influencia de las corporatocracias antropotécnicas chinas sobre el mundo es menos importante que la de sus competidores americanos. Sin embargo, los continentes o partes de continentes enteros, por ejemplo en África, están pasando bajo su control.
Es útil en estas condiciones precisar las fortalezas y debilidades de lo que se puede denominar simplificando, la corporatocracia china. Se trata de una corporatocracia en el sentido de que las decisiones económicas y políticas están ahí, mucho más que en los países occidentales, estrechamente implicados. Esto proviene de la herencia de la dominación del partido comunista chino. En estos días una capa de empresarios se desarrolla rápidamente, pero permanece todavía controlada por los políticos responsables que pertenecen al partido, ya sean regionales o a nivel nacional.
Las políticas aplicadas han conseguido resultados económicos notables, lo que permite a China hacer cosas estratégicas teniendo en cuenta, más de lo que no lo hacen sus homólogos de occidente, las limitaciones que la economía y las finanzas ejercen a nivel mundial. Para retomar nuestra terminología, se trata de una corporatocracia antropotécnica, en el sentido que esta estructura dirigente debe tener en cuenta el peso de más de un millar de humanos viviendo todavía en el mundo tradicional, muy próximo a la pobreza. Pero al mismo tiempo, es sacada adelante por las presiones de crecimiento propias de las tecnologías emergentes, que encuentran en China, como por todos los lugares de Asia, condiciones muy favorables de desarrollo.
La opinión en Estados Unidos y en Europa tiende a considerar que China constituye una potencia rival de la potencia americana, comprometida con ella en una competencia feroz. Este será quizás el caso cuando una corporatocracia china autónoma sea colocada, capaz de retomar todos los atributos, principalmente militares y diplomáticos, de un verdadero imperio. Este no es todavía el caso, por una razón simple, pero que la no-transparencia de los circuíos financieros y económicos mundiales tienden a ocultar. Hasta ahora, una gran parte de las inversiones económicas en China fue hechas por ciertas empresas mundiales pero pertenecientes a la esfera de influencia americana.
Estas empresas, instaladas en China bajo una identidad china, disfrutan enormemente de salarios bajos y de la ausencia de reglamentaciones protectoras para producir en masa los bienes de consumo exportados a los países occidentales. Los precios de venta en estos países son suficientemente bajos para desalentar toda competencia por parte de las industrias occidentales nativas, pero suficientemente elevados para aportar considerables márgenes a los accionistas y propietarios de firmas occidentales así deslocalizadas.
Esto explica que las corporatocracias americanas y europeas continúen sublevándose contra una protección de las fronteras consistente en el impuesto a los productos asiáticos a cuenta de las ventajas indebidas de las cuales se benefician. Esto devolvería ciertos trabajos a empresas locales (no deslocalizadas) pero desaparecerían los beneficios de las empresas multinacionales más poderosas, que han apostado fuerte por la deslocalización y la explotación de ventajas compartidas resultantes del trabajo en las sociedades todavía muy subdesarrolladas.
Esto significa, como indicamos anteriormente, que las corporatocracias occidentales no se beneficiarán durante mucho de la posibilidad de explotar el laxismo salarial y reglamentario de China. Han comprendido perfectamente que pueden, poco a poco, aumentar las competencias tecnológicas de los trabajadores y ejecutivos chinos, y retomar así en su provecho el conjunto de responsabilidades que caracterizan un fuerte valor agregado científico y técnico, dominando de esta forma en el futuro el acceso a las fuentes de materias primas exteriores (energía, minerales, productos agrícolas), los flujos financieros y las tasas de cambio que permiten la importación, el préstamo, el beneficio y la reinversión, así como dominando también los mercados por medio de una confrontación directa sobre sus terrenos con los grandes concurrentes no chinos.
En lo sucesivo, remarcamos que los líderes de estas empresas quieren dotar a la economía de todas las tecnologías punta que permiten dirigir grandes programas estratégicos, en la energía, la tecnología aeroespacial, las biotecnologías, etc. La formación de investigadores y de ingenieros por millares, en lo sucesivo se volverá una prioridad, y proporcionará las bases de nuevas inversiones.
Por otro lado, los “grandes contratos” que buscan todavía ciertos dirigentes occidentales estarán acompañados de cláusulas de transferencia de tecnologías, de tal forma que las firmas occidentales que suscriben se condenan ellas mismas a abandonar progresivamente los mercados chinos y más generalmente los asiáticos, si no son los mundiales. Esto es, mientras que la mayor parte de los Estados occidentales, incluso Estados Unidos, retiren su ayuda a la investigación, ellas la necesitarán.
Las corporatocracias antropotécnicas en competencia darwiniana en el plano mundial, deben sin embargo, en su carrera para alcanzar la potencia imperial, tener en cuenta el conjunto de ventajas de las cuales pueden disponer. Uno de estos factores es llamado a jugar un rol creciente. Se trata de recursos proporcionados por el territorio, no solamente en materias primas, sino también en espacio, agua, acceso a la biodiversidad…
Sobre este plan, los Estados Unidos siempre se han beneficiado y continuarán beneficiándose de las ventajas diferenciales en las cuales alguna otra potencia, por el momento, no posee el equivalente en proporción al número de habitantes. Solamente Canadá y sobre todo Rusia podrán entrar en competencia, pero sus territorios están todavía por el momento sometidos a los rigores del clima ártico que los hacen poco explotables.
Ahora bien, China se encuentra confrontada a un verdadero estrangulamiento. Aunque su territorio es basto, es sometido a constricciones climáticas que con el calentamiento y la sobreexplotación no harán más que agravarse. La corporatocracia china deberá, si no en esta década, al menos antes de la mitad de siglo, revisar radicalmente sus modelos de desarrollo industriales, económicos y sociales, para hacer frente a las tensiones que no faltarán en acumularse.
Mayor competencia corporatocrática
La competencia entre corporatocracias de talla mundial descrita en este artículo no disminuirá en nada la presión ejercida sobre los Estados y las sociedades que han renunciado a pelearse. Al contrario, aumentará el riesgo civilizacional mayor que subrayamos en la “Paradoja del Sapiens”. Los grandes sistemas antropotécnicos tienen los ojos fijos sobre sus competencias por los recursos y el crecimiento a todo precio, por lo que serán de menos capaces de considerar los intereses globales de la Tierra y de las especies vivientes que en ella habitan.
La actualidad inmediata ilustra de forma adivinatoria un diagnóstico que deberá ser hecho en muchos otros dominios tan importantes pero de los cuales no hablamos por el momento. El accidente suscitado en la plataforma de perforación BP Deepwater Horizon, lejos de incitar a los petroleros y gobiernos del mundo entero a renunciar progresivamente no solamente a las perforaciones profundas y ultraprofundas, si no más generalmente al petróleo y al gas, los ha empujado contrariamente a intensificar las investigaciones, en los países demasiado pobres para protestar y asimismo en los Estados Unidos. Es cierto que detrás del sistema antropotécnico del petróleo se encuentran otros sistemas todavía más ligados que el al cerebro y cuerpo de millones de individuos fáciles de influenciar, actores y usuarios de transportes terrestres y aéreos.
¿Como terminará todo? Por el momento, muchos expertos serios, así como aquellos que están profundamente influenciados por la ideología del beneficio y del crecimiento a todo precio, no ven otras salidas que hundimientos sucesivos y crisis en cadena, cada vez más graves. Pero devolvemos la llamada, en la historia de la evolución, las catástrofes mayores ya condujeron a las especies vivas del pasado al borde de la extinción, sin transformar sin embargo la Tierra de estas épocas en un astro estéril a la imagen de Marte y Venus. Tales casos se reproducirán posiblemente de ahora en adelante. Pero posiblemente tampoco lo harán. A escala cosmológica, se tratará de acontecimientos ínfimos.
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