Repliegue de EEUU en Oriente Próximo

Adam Morrow y Khaled Moussa al-Omrani
IPS
12/01/08

En los últimos meses se registró una notable reorientación política en Medio Oriente, que incluye a Irán, los países árabes del Golfo, Egipto y Líbano. El proceso refleja un cambio estratégico de Estados Unidos tras recientes reveses políticos de ese país en esta región.

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"La política estadounidense pasó a un repliegue o bien a una reformulación", dijo a IPS Ayman Abelaziz Salaama, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de El Cairo. "Fracasó el proyecto de un nuevo Medio Oriente lanzado por Washington en 2001 con la intención de rediseñar la región para adecuarla a sus intereses."

La manifestación más notable de este repliegue es el aparente cambio de política respecto de Irán.

El informe divulgado en diciembre por la inteligencia en Washington según el cual Irán no está en vías de desarrollar armas nucleares representó un duro mentís a las declaraciones públicas de los gobiernos de George W. Bush y de Israel.

Desde entonces, quedó claro que la Casa Blanca continuará presionando para imponer sanciones económicas a Irán, pero quedó por el camino la intención de atacar a ese país por la vía militar.

Además, el Departamento de Estado (cancillería) mostró más voluntad de comprometerse en un diálogo diplomático con Irán en un esfuerzo por lograr su cooperación con la seguridad de Iraq.

"Es obvio que Estados Unidos cambió el curso de su política en Irán", dijo a IPS Essam al-Arian, jefe del Departamento Político del partido opositor y proscripto --aunque tolerado-- Hermandad Musulmana de Egipto. "El informe de inteligencia sacó la guerra de las opciones posibles."

Al mismo tiempo, se registraron algunas señales de aproximación diplomática entre aliados árabes de Estados Unidos e Irán.

El presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad fue invitado en diciembre a la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) celebrado en Qatar. "Parece que se abrió un nuevo capítulo en el vínculo entre el Estado persa y los del Golfo", dijo Ahmadinejad en la conferencia.

Días después, en una reunión sobre seguridad celebrada en Bahrein, representantes de varios países árabes manifestaron su oposición a un ataque contra Irán.

"Queremos que se elimine el factor militar", dijo el secretario general del CCG, Abdul-Rahman al-Attiya, en la reunión, en presencia del secretario (ministro) de Defensa estadounidense, Robert Gates.

Según Salaama, los países del Golfo, y, en rigor, todos los aliados árabes de Estados Unidos, quieren sacarse de encima el espectro de una guerra entre el país norteamericano y su vecino iraní.

"Lo último que quieren los países del CCG es tener a Irán como enemigo. Como todos ellos tienen significativas poblaciones chiitas, son más susceptibles a la influencia iraní", sostuvo.

También el secretario general de la Liga Árabe, Amir Moussa, defendió el día 6 en una entrevista el derecho de los países del bloque a fijar con independencia su política hacia Irán. "No tiene un programa de armas nucleares… ¿Por qué deberíamos aislarlo?", comentó.

También Egipto, que rompió relaciones con Irán en 1979, acaricia la idea de una aproximación. El mes pasado, el jefe del Consejo de Seguridad Nacional iraní, Alí Larijani, visitó El Cairo y se reunió con prominentes figuras del gobierno de Hosni Mubarak.

Los aliados árabes de Washington también reorientaron su política hacia Líbano, escenario de una puja entre un gobierno apoyado por Occidente y la oposición liderada por el partido chiita Hezbolá.

El conflicto derivó en una crisis institucional, con ambas partes disputándose la elección del próximo presidente libanés.

La mayoría del gobierno, enemistado con Siria, anunció el mes pasado su disposición a aceptar al comandante del ejército, Michel Suleiman, como candidato, un cambio destacable dados los vínculos amistosos de esta figura política con Hezbolá.

La propia secretaria de Estado (canciller) estadounidense, Condoleezza Rice, pidió a Bush no entrometerse en el problema.

"Estados Unidos no quería a Suleiman como presidente por su buena relación con Hezbolá, pero hoy es incapaz de imponer sus demandas a sus aliados en el gobierno libanés", dijo a IPS Andel-Halim Kandil, director del semanario opositor Al-Karama.

Otro factor de repliegue es el mal desempeño de Estados Unidos en Iraq, país que invadió y que ocupa desde hace cinco años.

"Estados Unidos pasó de lanzar una guerra rápida para cambiar el régimen a mantener una ocupación de largo plazo", sostuvo Salaama. "Hoy, a pesar de las nuevas estrategias contrainsurgentes, las fuerzas estadounidenses siguen empantanadas y con crecientes pérdidas militares y económicas."

La situación en Iraq llevó a los gobiernos árabes a sopesar de nuevo el poder militar de Estados Unidos. "Se dieron cuenta de que no es un poder absoluto, y que pueden ofrecerle resistencia", según Salaama.

Al margen de la estrategia militar de Washington, observadores locales también apuntan a su escasa credibilidad como mediador en el conflicto palestino-israelí, en particular tras la fallida cumbre de Annapolis en noviembre.

Representantes del gobierno de Israel, de la Autoridad Nacional Palestina con sede en Ramalá y en control de Cisjordania y 16 naciones árabes asistieron a la conferencia en esa ciudad estadounidense.

Pero en esa ocasión se prestó atención a las preocupaciones de seguridad del gobierno de Ehud Olmert, y no tanto a las demandas árabes, la principal de las cuales es la creación formal de un estado palestino.

"Los árabes fueron a Annapolis a pesar de sus serias reservas. Estados Unidos no trató sus preocupaciones, lo cual los dejó en una mala posición ante sus ciudadanos", sostuvo Kandil.

"Hasta los países árabes más aliados de Estados Unidos quedaron profundamente avergonzados con los resultados", coincidió Kandil.

Salaama y otros analistas de Medio Oriente también cuestionan el fracaso de Washington en el avance de la democracia y los derechos humanos en la región. "Estados Unidos no puede hacer llamados al respecto cuando al mismo tiempo comete crímenes de guerra en Iraq y Afganistán", observó.

"Hasta ahora, los regímenes árabes siguieron ciegamente a Estados Unidos, pensando que lo necesitaban para mantenerse en el poder. Pero los últimos acontecimientos los alientan a una reevaluación", agregó.

"La era de la hegemonía estadounidense se está acabando", coincidió Kandil. "Y una nueva era de cooperación entre actores regionales que buscan nuevos medios para alcanzar sus objetivos ha comenzado."

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