El oro africano: Saqueo, tráfico y comercio internacional

Survie-france.org
Traducción Caty R.
Tlaxcala
10/01/08

L’or africain. Pillages, trafics et commerce international* (El oro africano. Saqueo, tráfico y comercio internacional), de Gilles Labarthe**, es una obra de investigación dedicada a revelar las disfunciones crónicas y los aspectos ocultos de la explotación del oro (a partir del ejemplo de Sadiola, en Malí) para ponerlos en relación con los caracteres generales y los intereses de la explotación de los recursos naturales en África.

Hay un enfoque especial sobre el papel de los paraísos fiscales y las multinacionales europeas y estadounidenses en este hecho, que aparece como un auténtico saqueo.

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La obra describe también los movimientos de resistencia que en Malí, en el resto de África y en el mundo, se oponen a una explotación incontrolada de los recursos de este continente que paga, desde hace demasiado tiempo, el precio de la globalización liberal, después de haber servido a los imperios coloniales.

El oro olvidado de África

El libro de Gilles Labarthe, una de las raras obras sobre este asunto, es una zambullida vertiginosa en un sector productivo prácticamente sin ley, lo que ha originado una auténtica carrera contrarreloj entre las compañías extractoras para ver quién consigue enriquecerse más, y más deprisa.

Escribir un libro no siempre es fácil. Escribirlo colectivamente todavía menos. Éste tiene la particularidad de que se redactó a partir de un primer proyecto de François-Xavier Verschave (miembro fundador y presidente desde 1995 de Survie, N. de T.), que murió en junio de 2005 y no pudo terminar su obra. La tarea, por lo tanto, no era fácil, pero Gilles Labarthe, como periodista y con la experiencia de su libro anterior, Le Togo, de l’esclavage au libéralisme mafieux (Togo, de la esclavitud al liberalismo mafioso), ha sabido construir esta obra con sus palabras, rindiendo al mismo tiempo un homenaje al trabajo de Verschave, citándolo y valorando así el proyecto original de quien llevaba este libro muy especialmente en el corazón.


A partir del ejemplo de la mina de oro de Sadiola, en Malí, y la investigación del documentalista Camille de Vitry sobre las consecuencias de la explotación para el ser humano y para el medio ambiente, este libro propone una amplia mirada sobre los protagonistas de la explotación del oro en África y las redes y circuitos económicos que utilizan, con el fin de desenmascarar este sector –otro más- del saqueo de las riquezas del continente africano. Auténtica obra de investigación, El oro africano se basa en los meticulosos estudios que Gilles Labarthe, periodista especializado en las cuestiones de la criminalidad económica en África, ya había abordado en sus investigaciones, especialmente en Morila, otra ciudad minera de Malí.

África, continente estratégico

El libro, ampliamente documentado, nos introduce, pues, en la explotación del oro africano que, con 600 toneladas al año, representa alrededor de la cuarta parte de la producción anual de todo el mundo. Su explotación (África tiene la mitad de las reservas de oro mundiales catalogadas) es muy jugosa: la parte de los ingresos que revierte a los Estados productores es mínima y a veces nula; la mano de obra es muy barata; los movimientos sindicales se reprimen rápidamente y las normas medioambientales no se aplican o apenas se respetan; sin contar el resplandor que ha conocido la expansión del mineral precioso en los últimos años.

El libro nos lleva a Sadiola y Morila (Malí), a Ghana, Sudáfrica o Botsuana, para constatar el cinismo de las compañías mineras y sus «métodos de explotación heredados del apartheid». Las consecuencias medioambientales vinculadas a la utilización del cianuro y el mercurio para purificar el mineral son «inhumanas». A continuación el autor señala los sectores del comercio legal del oro, para descubrir los sectores paralelos, los tráficos transfronterizos, las sociedades off shore y el papel de los paraísos fiscales en el blanqueo de capitales, de los que el oro es uno de los principales vectores. Nos informa de que el Banco Mundial, supuesto promotor del desarrollo de los países africanos, es el principal inversor en la extracción del oro y suministra a un puñado de multinacionales estadounidenses, como Newmont Minin; canadienses, como IAMGOLD; inglesas o sudafricanas, como AngloGold, el 80% de los recursos auríferos del continente.

La avalancha hacia el oro

Hay que señalar que desde los años noventa, con el fin de la Guerra Fría y la liberalización de las economías africanas bajo las prescripciones del Banco Mundial y otros planes de ajustes estructurales del Fondo Monetario Internacional, el sector estalló literalmente.

Francia aparece en una posición un tanto marginal, pero Gilles Labarthe, en el capítulo «La parte de la Francáfrica», demuestra de qué forma, después del saqueo colonial, la «Mesa de investigación geológica y minera» (BRGM) tiene dividido el conjunto del pre-carré francés para permitir una explotación que a veces ha abastecido las cajas de partidos políticos. La presencia de Areva (transnacional francesa de la energía nuclear, N. de T.) en este sector revela los puentes con el lobby nuclear, mientras que grupos como Bouygues, ofrecen la subcontratación de sus servicios a las grandes compañías extranjeras.

La investigación nos lleva también a la República Democrática del Congo, donde los conflictos armados se abastecen directamente del tráfico del oro. El autor dedica un gran capítulo a las operaciones de los bancos suizos. Hay que señalar que Gilles Labarthe es suizo, ciudadano de ese paraíso fiscal en pleno corazón de Europa, uno de los principales puntos neurálgicos del tráfico del oro, así como de los diamantes y otras piedras preciosas.

Como para cerrar el círculo y no dejar la última palabra a los traficantes, la investigación termina con un repaso a las distintas movilizaciones, de norte a sur, para conseguir una explotación razonable y controlada del recurso aurífero.

Más allá de la profunda investigación sobre un asunto complicado, la gran fuerza de este libro probablemente reside en el testimonio que ofrece a las futuras generaciones sobre la movilización de los habitantes de Sadiola y de muchas otras ciudades mineras de África.

Entrevista:

La explotación del oro en África. Características e intereses socioeconómicos.

¿Cuáles son los principales países productores de oro en África?

Principalmente Sudáfrica (con una media de 300 toneladas en los últimos años), Ghana (más de 75 toneladas), Malí (50 toneladas), Tanzania (ídem), Guinea y Zimbabue (de 10 a 20 toneladas según los años), la República democrática del Congo… en total más de 34 países africanos producen oro, llegando a una producción global de más de 600 toneladas al año, es decir, la cuarta parte de la producción anual de todo el mundo.

¿Por qué África sigue siendo un continente estratégico en el sector minero?

El continente negro posee la mitad de las reservas de oro mundiales catalogadas. Después del petróleo, el del oro es uno de los cinco primeros mercados mundiales en el sector de los minerales, que mueve alrededor de 65.000 millones de dólares al año. Las multinacionales de la extracción cada vez codician más a África: además de las importantes reservas de oro, la parte de los ingresos de explotación que revierte en los Estados productores se infravaloró hasta el extremo (el 20%, e incluso el 0% como es el caso de una mina de oro en Botsuana). La mano de obra africana es muy barata, los movimientos sindicales se reprimen rápidamente y las normas sobre el medio ambiente no se aplican o son poco vinculantes. Resultado: el margen de beneficio que obtienen las grandes compañías mineras occidentales es mayor que en cualquier otro lugar del planeta. Desde hace una decena de años, con el auge espectacular del movimiento del oro, las inversiones extranjeras se han disparado en el sector aurífero, sobre todo en el oeste y el centro de África.

¿Cuáles son las tres principales multinacionales del oro que actúan en África?

Este libro de investigación describe, entre otras cosas, las actividades contaminantes de las tres principales multinacionales de extracción (las más grandes) que se disputan el primer puesto en el mercado, y que están omnipresentes en África: AngloGold (Sudáfrica), Barrick Gold (Canadá) y Newmont Mining (Estados Unidos). Estas tres compañías, apoyadas por la flor y nata de las altas finanzas internacionales, producen ellas solas cada año más de 500 toneladas de todo el oro extraído en el planeta. Regularmente reciben denuncias por contaminación a gran escala y violación de los derechos humanos. Esta investigación también señala los métodos de otras compañías más pequeñas (las jóvenes), asociadas a esos gigantes del oro, que llevan al terreno una política de prospección y adquisición muy agresivas, a menudo en los límites de la legalidad.

¿Quiénes son los principales compradores en el mercado mundial?

Los principales compradores de la producción del oro africano extraído por las tres compañías anglosajonas son los grandes bancos comerciales como el Royal Bank of Canada, J. P. Morgan, Union des Banques Suisses (UBS) o la francesa Société Générale. Estos bancos occidentales conceden importantes créditos a las multinacionales citadas para financiar la explotación industrial del oro en los yacimientos más importantes de África. Los créditos se garantizan sobre la producción de oro.

Tanto para los accionistas como para las grandes entidades bancarias, la industria del oro es una de las inversiones más rentables. Valor seguro por excelencia, el oro conserva un buen porvenir. Su cotización actual ha superado las cotas más altas desde los años ochenta acercándose a los 16.000 euros el kilo. La demanda es importante, como siempre en épocas de crisis. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 contribuyeron a reactivar esta avidez. La demanda está garantizada por los mercados indios y chinos. La joyería y la relojería de lujo absorben una parte considerable de la producción.

¿Qué problemas sociales y medioambientales causa la extracción del oro?

El libro parte del ejemplo de las comunidades de Sadiola, al suroeste de Malí, que desde hace diez años denuncian la contaminación espantosa causada por la extracción industrial del oro por las multinacionales. Vertidos de aguas contaminadas, intoxicaciones por cianuro, normas de seguridad mal aplicadas, desplazamiento masivo de las poblaciones locales… Las mismas devastaciones sociales y medioambientales se denuncian desde hace tiempo, tanto en Ghana como en Tanzania, especialmente por la «Organización de la sociedad civil africana», una coalición de veintinueve ONG que representa a quince países en los que se trabaja en el sector de la extracción minera o afectados por sus repercusiones. ¿Quién va a pagar la factura social y medioambiental vinculada a la explotación industrial del oro? Ciertamente no las multinacionales de extracción, que pretenden librarse del coste vinculado a la rehabilitación de los lugares. La suma de las degradaciones ecológicas y los ataques a la salud causados por la explotación de las minas de oro a cielo abierto -que son las más contaminantes- va a arruinar las regiones productoras para las generaciones futuras. Un informe estadounidense ya apunta la cifra de 55.000 millones de dólares para reparar los daños.

¿Qué denuncian actualmente la sociedad civil africana y las ONG internacionales?

Además de las devastaciones sobre el medio ambiente, se trata de luchar contra las injusticias sociales. La movilización es muy amplia. El sector del oro concierne tanto a la Federación internacional de las ligas de los derechos humanos (FIDH), que se rebela contra las condiciones inhumanas de la explotación -como en Malí- como a Amnistía Internacional, que documentó los crímenes cometidos en 1996 en el centro minero de Bulyanhulu, en Tanzania. La explotación del oro, que a menudo está asociada con actividades mercenarias, puede revelarse todavía más mortífera en regiones en conflicto, como las provincias del este de la República Democrática del Congo. El oro podría financiar movimientos armados, como informa la ONG de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW). También es uno de los principales vectores del blanqueo de dinero a nivel internacional.

Se habló mucho del «Proceso de Kimberley» para luchar contra los «diamantes de sangre». ¿Se puede imaginar un proceso de certificación similar para el oro?

Los expertos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas lo recomiendan. Incluso trabajan en ello desde hace varios años. Todavía no ha tenido éxito oficialmente. Además de los fenómenos de contrabando, que a veces sirven para financiar las guerras, el origen del oro es especialmente difícil de controlar: se puede fundir y refundir ad infinitum… A la vista de la permeabilidad de las fronteras, la falta de medios de control de que disponen los Estados africanos, el ambiente de corrupción, el carácter inestable o «cleptócrata» de algunos regímenes (República democrática del Congo, República Centroafricana o Guinea, por no citar más que unos pocos), se puede calcular razonablemente que un cuarto, o incluso un tercio de la producción total del oro africano de extracción artesanal -estimada en 50 toneladas- es filtrada por redes de contrabando. Estas redes, que abastecen los mercados asiáticos, europeos y americanos del oro, a veces también consiguen desviar una parte significativa de la producción de la extracción industrial, como en Sudáfrica. Así, en 1996, el gobierno de Pretoria buscaba en Suiza más de 7 toneladas de oro (o sea un valor actual cercano a cien millones de dólares) que habían sido tranferidas clandestinamente a la empresa suiza de refinado Metalor. Los ingresos que pierden los Estados africanos son considerables.

África ha producido mucho oro, pero sigue siendo pobre ¿Por qué?

Más del 80% de las zonas auríferas del oeste y el centro de África de gran envergadura están actualmente en manos de un puñado de multinacionales que pretenden haber descubierto los yacimientos, mientras que casi todos ya eran conocidos por los buscadores locales de oro desde hacía mucho tiempo. Las reformas de los códigos mineros establecidos en la mayoría de los países africanos productores desde finales de los años ochenta, bajo la presión de las instituciones financieras internacionales (FMI y Banco Mundial), condujeron a favorecer a las grandes compañías de extracción extranjeras en detrimento de las pequeñas sociedades mineras de los Estado y sobre todo de los mineros artesanales, que antes podían acceder a los permisos de explotación.

El sector del oro sigue siendo muy opaco y hay que plantear la cuestión de la redistribución de los beneficios, como indica Oxfam. Por ejemplo, en diez años Malí se convirtió en el tercer exportador de oro de África después de Sudáfrica y Ghana. Sus exportaciones de oro se triplicaron, superando las 56 toneladas en 2006. Al mismo tiempo, el país cayó en picado en el Índice del desarrollo humano de las Naciones Unidas, bajando a la categoría de uno de los tres Estados más pobres del mundo. Las riquezas se redistribuyen mal. ¿Adónde van los beneficios? ¿Adónde se va el oro? Incluso los funcionarios malíes y responsables oficiales del sector de las minas tienen todas las dificultades del mundo para obtener informaciones completas y transparentes por parte de las grandes empresas occidentales sobre las condiciones de extracción de los recursos auríferos nacionales. La campaña «publiquen lo que pagan», apoyada por trescientas ONG de todo el mundo, tiene como objetivo principal conseguir que las compañías extractoras (de petróleo, gas y recursos mineros) publiquen, de forma sistemática y transparente, el importe de los impuestos y cánones de cualquier tipo que pagan a los Estados.

* L’or africain. Pillages, trafics et commerce international. Dossier noir n°22, Agone, Survie Oxfam France-Agir ici., Octubre 2007.

** Gilles Labarthe es un periodista independiente basado en Ginebra y Francia. Ha sido corresponsal del Swiss daily newspapers en París y actualmente es redactor de la agencia de noticias DATAS, asociación de periodistas independientes centrada en la responsabilidad social de las empresas, desarrollo ecológico y derechos humanos. Periodista de investigación especializado en África, ha escrito dos libros: Le Togo, de l’esclavage au libéralisme mafieux, sobre la dictadura, corrupción y redes de la mafia en Togo y L’Or africain. Pillages, trafics et commerce international.

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