Bush y Palestina, ilusiones y realidades
Rebelión
12/01/08
De Alain Gresh, mondediplo.net
Traducido por Caty R.
¿Se firmará la paz antes de que acabe el año 2008? ¿Se creará un Estado palestino en los próximos meses? Estas preguntas retóricas que se plantean con toda la seriedad del mundo con motivo de la visita del presidente George W. Bush a Israel y los Territorios Palestinos, casi pueden hacer dudar de la salud mental de algunos comentaristas y responsables políticos. Quizá porque todos aspiramos a la paz, porque deseamos tan fervientemente que se resuelva el interminable conflicto palestino-israelí, nos aferramos a cualquier declaración o encuentro que lo sugiera para decirnos: esta vez será la buena.
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Pero no podemos refugiarnos en el mundo ficticio de las ilusiones. Hay que bajar al mundo real donde se halla la realidad de la vida que, sin ninguna duda, es mucho más desagradable, en primer lugar para los palestinos.
La vida cotidiana de los palestinos está marcada por tres realidades: la colonización, los puestos militares de control y la prisión. ¿Acaso hemos visto, desde la reanudación del diálogo entre Israel y los palestinos, el menor avance en alguno de estos asuntos? No. Todo lo contrario.
Las colonias . Las cifras hablan: Según un cuadro publicado en el boletín Report on Israeli Settlement in the occupied territories (Informe sobre los asentamientos israelíes en los Territorios Ocupados) de noviembre-diciembre de 2007, la población de las colonias de Cisjordania creció todos los años entre el 5 y el 8% (mientras que la población israelí no creció más que entre el 1,8 y el 2,6%). Y para los que creen que el muro del apartheid prevé una retirada de las colonias situadas al este de esta línea, el mismo boletín pone de manifiesto que el índice de crecimiento de la población de las colonias es el mismo al este y al oeste del muro. Mientras que esta colonización hace cada vez más improbable la creación de un Estado palestino, Estados Unidos (y también Francia) se limitan a algunas declaraciones sin tomar nunca ninguna medida concreta, sin ejercer nunca ni la más mínima presión real sobre el gobierno israelí.
En cuanto a las colonias calificadas de «ilegales» (es decir, las que se construyen sin el permiso explícito del gobierno israelí), Ehoud Olmert anuncia, en cada visita de un alto responsable estadounidense, que va a desmantelarlas. Eso no le compromete a nada, puesto que nunca cumple sus promesas y todo el mundo lo sabe.
El editorial de Haaretz del 9 de enero, titulado «Bush, accesory after the facts» (Bush el encubridor), señalaba que:
«El ‘puesto avanzado’ (término que designa a las colonias ilegales) de Migron, que se erigió en tierras palestinas de propiedad privada y del que Estados Unidos pidió el desmantelamiento con la boca pequeña, ya es un hecho. Existe desde hace 7 años, con jardines bien cuidados, guardería, parvulario e infraestructuras que han sido financiadas por el Estado hasta un máximo de 4 millones de shekels; y los habitantes no se consideran ‘jóvenes de las colinas’ (es decir, pioneros), sino ciudadanos corrientes que trabajan en Jerusalén para ganarse la vida y regresan a sus casas todas las noches; ni se les ocurre imaginar que alguien pueda atreverse a expulsarlos algún día».
El editorial sigue; sólo otro ejemplo: «Muchos de los demás puestos avanzados tienen una población de más de de 500 habitantes».
Según el artículo del 10 de enero de Patrick Paul, corresponsal de Le Fígaro, «Bush reclama tímidamente a Israel una congelación de la colonización»:
«Al preguntarle sobre las colonias salvajes de Cisjordania que Israel, junto con Estados Unidos, se comprometió a desmantelar en 2003 (han leído bien, en 2003), sin que haya pasado nunca a la acción, Bush soltó una risita apurada ‘Los puestos deben desaparecer’». Fin del capítulo…
Los puestos militares de control. Recuerdo lo que escribí en «Annapolis, village Potemkine de la paix» (Annapolis, pueblo Potemkine de la paz):
«Recordemos que el desmantelamiento de algunos puestos de control en Cisjordania, que convierten todos los desplazamientos de los palestinos en una pesadilla, que se ha prometido mil veces, nunca se ha llevado a cabo. Un informe de las Naciones Unidas revelaba que el número de barreras (roadblocks) había llegado a 572, un aumento del 52% con relación a las 376 que existían en agosto de 2005».
La visita del presidente Bush, además, riza el rizo durante tres días en Cisjordania. Como le dijo un habitante de Ramala a Avi Issacharof del diario Haaretz el 10 de enero en el artículo «Ramala, preparada para la visita de Bush»: «Nos ordenaron que no saliéramos a los balcones ni a las terrazas. Ni siquiera podemos salir a la calle. George Bush, este criminal, nos ha impuesto un toque de queda. Como si no fuese bastante con los israelíes. Ahora, también le tenemos a él, que está destruyendo el mundo…»
Y no hablo del bloqueo de Gaza, de la restricción en el suministro de electricidad, que hace de este pequeño territorio una prisión a cielo abierto cuyos carceleros disminuyen las raciones todos los días… Abundan los informes de las organizaciones internacionales y los testimonios con respecto a estos hechos, pero la llamada «comunidad internacional» mira para otro lado.
Los presos. Sobre los prisioneros palestinos, unos 10.000 aproximadamente, y el funcionamiento de la justicia militar israelí, Michel Bôle Richard publica en Le Monde un artículo titulado: «La justicia militar israelí acusada de burlarse de los derechos de los palestinos», en el que dice:
«Desde que Israel ocupó Cisjordania en 1967 los tribunales militares han juzgado a más de 150.000 palestinos ignorando, la mayor parte del tiempo, las normas elementales de justicia y los derechos humanos, según el informe publicado, domingo 6 de enero, por la organización Yesh Din, titulado ‘Actuaciones judiciales de patio trasero’. Durante más de un año los miembros de esta ONG asistieron a más de 800 audiencias. Hicieron un balance aterrador de la justicia militar en los Territorios Ocupados»
«Según las cifras proporcionadas por las autoridades militares, de 9.123 casos examinados en 2006, sólo se reconoció la inocencia de 23 personas, lo que plantea serias dudas sobre el respeto del principio de la presunción de inocencia y sobre las condiciones de examen de los expedientes. A través de un estudio sobre 118 procedimientos, Yesh Din ha establecido que la decisión de encarcelar a las personas se tomaba, por término medio, en 3,4 minutos y la prórroga del encarcelamiento se expedía, por término medio, en 1,54 minutos. ‘En general, les basta con dos minutos para meter a alguien en la cárcel cuando termina el procedimiento de investigación’, señala el informe».
Emily Schaeffer, una ciudadana con doble nacionalidad israelí y estadounidense, consejera legal de la organización Yesh Din publica, en el Internacional Herald Tribune del 7 de enero, un artículo titulado: «Surprising lessons from Israel» (Lecciones sorprendentes para Israel) en el que escribe:
«Israel estableció sus procedimientos militares para encontrarse, después de cuarenta años y algunos miles de millones gastados, con unos 10.000 presos que pasan por esos procedimientos todos los años. Estas actuaciones (...) sólo han servido para extender el resentimiento entre los palestinos que viven bajo la ocupación y en muchas naciones musulmanas y árabes; y además han minado las oportunidades de cambios positivos en la sociedad palestina».
Texto original en francés: http://blog.mondediplo.net/-Nouvelles-d-Orient
Alain Gresh, redactor jefe de Le Monde diplomatique y miembro del comité editorial de la revista Magreb-Machrek, es un escritor y periodista francés nacido en Egipto en 1948. Ha publicado numerosos artículos sobre Oriente Próximo y varios libros: Palestine 47, un partage avorté, Éditions complexes, 1994 y Les 100 portes du Proche-Orient, Éditions de l'Atelier, 1996 (en colaboración con Dominique Vidal); L'islam en questions, Actes Sud, 2000 (con Tariq Ramadan); Israël, Palestine : Vérités sur un conflit, Fayard, 2001 ; L'Islam, la République et le Monde, Fayard, 2004 y 1905-2005 : les enjeux de la laïcité, L'Harmattan, 2005.
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala.
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