La recesión en EE UU y sus reflejos

Altamiro Borges
Alai-amlatina
12/01/08

Ahora no son solamente los críticos del desastroso gobierno de George W. Bush que alertan. Hasta los economistas ortodoxos, ligados a los círculos financieros, prevén que EE UU entrará en recesión en 2008. En una encuesta reciente, la agencia de noticias Bloomberg constató que la mayoría de los analistas del mercado evalúa que el PIB del país sufrirá una contracción ya en este primer trimestre. Goldman Sachs, Merrill Lynch y Morgan Stanley, poderosas mafias financieras, también temen lo peor, pese a los matices analíticos entre los más y los menos pesimistas, sin que haya ningún optimista.

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Motivos para temer no faltan, ya que la situación de la economía yanqui es grave. Ella es totalmente parasitaria, endeuda y está enferma desde hace tiempos. La crisis inmobiliaria del año pasado fue sólo la punta del iceberg, llevando a la quiebra a miles de estadounidenses. El dólar continúa cayendo en el mundo, quebrantando uno de los pilares del imperio. El desempleo vuelve a alcanzar records, afectando al 5% de la población económicamente activa en diciembre. Las compras de la Navidad pasada fueron las peores de los últimos años e Irak se ha convertido en el nuevo Vietnam. ¡El pesimismo se apodera de los yanquis!

La caída del imperio

Según una reciente investigación de la CNN, el 57% de los estadounidenses evalúa que el país ya se encuentra en recesión. Para David Brooks, de La Jornada, este pesimismo es comprensible. “Miles perdieron sus casas con la crisis de la deuda hipotecaria, uno de cada 10 padece de hambre, el sueldo real de la amplia mayoría de los trabajadores no mejora en más de 30 años... El ‘sueño americano' se define muy sencillamente: la nueva generación gozará de mejor nivel de vida que la anterior. Pero este mito fundamental en el país se está desvaneciendo rápidamente. Una investigación reciente detectó que solamente el 16% cree que sus hijos tendrán mejores condiciones económicas que la suya”.

En cierto sentido, la amenazadora recesión confirma la tesis de la caída relativa –y no del colapso inmediato– del “imperio del mal”. Como afirma el periodista Umberto Martins, “la crisis inmobiliaria y la crisis del dólar revelan la fragilidad de la economía estadounidense, que ingresó en el siglo XXI bajo el impacto del colapso de la 'Nueva Economía' y la recesión de 2001. Son hechos desconcertantes para quien apostó sus fichas al relanzamiento de la hegemonía económica de EE UU y alimentó la idea de que la superpotencia en declive sería la gran locomotora de la economía internacional, al menos hasta 2050. Felizmente, la realidad tiene el don de disipar ilusiones”.

Optimismo excesivo del Banco Central

¿En este escenario sombrío, que aterroriza los dueños del capital, cuáles son las manifestaciones en el resto del mundo? Es cierto que, incluso debilitada, la economía yanqui todavía ocupa una posición destacada en el planeta. En caso de que entre realmente en recesión, toda la economía mundial se vería afectada, incluso la brasileña. Uno de los efectos será la reducción de las importaciones, sobre todo de las mercancías dependientes y limitadas. También puede darse una fuga de capitales, inclusive de las inversiones directas, y la quiebra de las poderosas multinacionales yanquis, con sus efectos devastadores.

En este sentido, no se justifica el excesivo optimismo de Henrique Meirelles, presidente del Banco Central, para quien el país está preparado para enfrentar las consecuencias de la recesión en EE UU. “Brasil está muy bien posicionado hoy dentro del escenario mundial”. Ese optimismo exagerado inclusive contradice las intuiciones del presidente Lula, que en la última reunión de su consejo político, confesó temer los efectos de la crisis en EE.UU. Mucho mejor sería que los responsables de la política económica se dedicaran ya a planificar las medidas que se necesitan para defender la economía nacional, como la adopción de mecanismos para el control del flujo de capitales.

Es cierto que Brasil hoy es menos vulnerable frente a las manifestaciones externas. Hasta sectores críticos de la política macroeconómica del gobierno reconocen este avance. El economista Paulo Nogueira Batista Jr., por ejemplo, no cree que la recesión en EE UU paralizará el crecimiento brasileño. “La recesión americana tendría que ser muy fuerte para producir ese efecto... A menos que se instaure un escenario externo caótico, la economía brasileña continuará creciendo. Incluso si EE UU entra en recesión”. De cualquier forma, ¡más vale prevenir que lamentar!

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