Nos quedamos sin agua subterránea

Neofronteras
04/10/10

Un estudio señala el gran problema que hay a escala mundial respecto a la sobreexplotación de las aguas subterráneas.

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Mapa en el que se representa la pérdida de agua subterránea en unidades de 0,001 kilómetros cúbicos anuales. Fuente: AGU.

El agua subterránea es un recurso que no es inagotable. En algunos casos, como el de las aguas fósiles de los desiertos, ni siquiera es renovable. Se puede explotar con sensatez o se puede sobre-explotar sustrayendo un recurso esencial para futuras generaciones. Según un estudio reciente hemos estado haciendo precisamente lo segundo durante las últimas décadas.
Durante ese tiempo los humanos hemos estado bombeando agua desde el subsuelo a tal ritmo que se corre el riesgo de que nos quedemos sin un recurso del que dependen millones de personas. En zonas cercanas a las costas la situación es aún peor debido a que la sobreexplotación hace que entre agua salada del mar, malogrando para siempre esas reservas de agua.
El agua subterránea se encuentra empapando rocas porosas, como la arena, a profundidades que van desde cerca de la superficie hasta cientos de metros de profundidad, pero su origen es siempre el mismo. Aunque en este caso existe la ventaja de que el agua de estos acuíferos no se evapora, el agua que contienen sólo puede ser renovada con el agua de lluvia. Si se extrae más de lo que llueve al final el acuífero se agota. El agua subterránea no se crea de la nada.
Pero este recurso es esencial para la vida diaria y la agricultura de numerosas regiones de la Tierra, que además explotan corrientes de agua superficiales, humedales y los ecosistemas que en última instancia facilitan la lluvia y la retención del agua procedente de la misma.
Según este estudio, en la actualidad el ser humano está consumiendo tanta agua subterránea que a través de la evaporación y precipitación suponen un 25% anual del aumento del nivel del mar en todo el planeta.
Según Marc Bierkens, de la Universidad de Utrecht y líder del estudio, la posibilidad de que las reservas de agua subterránea se agoten supone un desastre potencial para la agricultura global
“Si dejas que la población crezca mediante el aumento de campos regados con agua subterránea que no es renovada, entonces correrás hasta, en un momento dado, llegar a un muro que traerá hambrunas y problemas sociales. Esto es algo que puedes ver desde millas de distancia”, dice Bierkens.
Este investigador y sus colaboradores publican sus hallazgos en Geophysical Research Letters (en prensa al momento de redactar esta nota).
En el estudio se compara la cantidad de agua estimada que se añade gracias a la lluvia y la cantidad que es retirada de los acuíferos para agricultura y otros usos. Usaron una base de datos existente que contiene información sobre los acuíferos a nivel global y además crearon un modelo para estimar el ritmo al que se añade y retira agua de los mismos. En este modelo tuvieron en cuenta la exposición a la lluvia, la evaporación y otros efectos y datos reales sobre precipitación, temperatura y evaporación sobre el intervalo de tiempo que media entre 1958 y 2001.
Encontraron que el ritmo al que se explotan los acuíferos a nivel mundial se doblo entre 1960 y 2000, aumentando desde 126 a 283 kilómetros cúbicos de agua al año (de 1,2×1011 a 2,8×1011 litros al año). Para hacernos una idea se puede calcular que a este ritmo toda el agua de los grandes lagos de Norteamérica desaparecería en 80 años. Como es difícil calcular la cantidad de agua que hay almacenada en los acuíferos (aunque seguro que es finita) no es posible decir con precisión cuando desaparecerá.
El agua subterránea representa el 30% de todo el agua dulce disponible en el planeta, siendo el agua dulce superficial un 1%. El resto del agua dulce está “bloqueada” en los glaciares y en los casquetes polares. Esto significa que una reducción en la disponibilidad del agua subterránea tendría profundos efectos sobre el crecimiento de la población humana.
El estudio muestra que los mayores ritmos de agotamiento se dan en las principales regiones agrícolas, incluyendo noroeste de India, noreste de China, noreste de Pakistán, valle central de California y el medio oeste de EEUU.
Según Bierkens el ritmo de agotamiento ha crecido linealmente desde 1960 a 1990, pero se observa un rápido aumento relacionado con el aumento de la economía y de la población en los nuevos países emergentes, principalmente China e India.
Según se vayan agotando los acuíferos más someros, al final el agua que quede estará a una profundidad que los agricultores no podrán alcanzar nunca más con su tecnología habitual. Se necesitarán tecnología más caras (y energía) para conseguir agua dulce para la producción de alimentos como por ejemplo plantas desaladoras.
La final toda esa agua que extraemos del subsuelo termina en el mar. Los autores del estudio estiman que la contribución de esta agua suponen 0,8 mm anuales en el incremento del nivel del mar, es decir, un cuarto del total de ese aumento, que es de unos 3,1 mm anuales, principalmente debido a la fusión de los glaciares provocado por el cambio climático. Esta contribución es mucho mayor de lo que se creía anteriormente.
No hace falta añadir que todo esto se verá agravado por el calentamiento global, que eleva la temperatura y por tanto aumenta la evaporación y las necesidades de agua. Los modelos climáticos predicen además que ciertas regiones se verán más afectadas que otras al disminuir las precipitaciones debido al cambio climático.

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