Polémica mundial: permitirían la caza comercial de ballenas

IAR Noticias
23/06/10

Está prohibida desde 1982, pero igual Japón, Noruega e Islandia las cazan con fines científicos. Proponen liberar la práctica y fijar nuevos cupos. Argentina y otros países de Latinoamérica se oponen y quieren que haya veda total en el Santuario Austral.

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En un clima de fuerte controversia ante la posibilidad de que se vuelva a autorizar la caza comercial de ballenas, desde ayer y hasta el viernes se lleva adelante en Agadir, Marruecos, el encuentro anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), el organismo internacional que regula la captura de estos cetáceos.

En la reunión, representantes de 88 países discuten una iniciativa promovida por el presidente de la CBI, el chileno Cristián Maquieira, y su vicepresidente, Anthony Liverpool (de Antigua y Barbuda). De aprobarse tal como fue redactada, volvería a permitir la caza comercial de ballenas, pero estableciendo cupos decrecientes, cuyo cumplimiento sería supervisado por la CBI.

En la década del 60, unas 70.000 ballenas se capturaban al año con fines comerciales, según entidades ambientalistas. La captura se prohibió en 1982 por una moratoria de caza, que entró en vigencia efectiva en 1986. Sin embargo la medida dejó huecos, ya que permite la caza con fines científicos (que practican Japón, Noruega e Islandia) y la caza aborigen (de subsistencia). A su vez, la normativa de la CBI da lugar para que los países miembros puedan objetar determinaciones del organismo. Todo esto permite que hoy se estén cazando en el mundo unas 1.500 ballenas por año, la mayoría, de la especie Minke.

Maquieira y Liverpool defienden su propuesta como superadora de la situación actual con los argumentos de que regularizaría la caza que de hecho se produce, establecería un control del cumplimiento de los nuevos cupos y reduciría el número total de piezas cazadas al año.

Sin embargo, la iniciativa resulta inaceptable para los países y entidades conservacionistas, que dicen que los cupos reducirían la caza, pero que son insuficientes. Milko Schvartzman, especialista en ballenas de Greenpeace, le explicó a Clarín que ellos apuntan a que cualquier cambio contemple la prohibición total en el Santuario Ballenero Austral (los mares que rodean la Antártida, donde hoy cazan buques japoneses); el mantenimiento de la prohibición del comercio de subproductos de ballenas; y la no captura de especies amenazadas.

La Argentina, en tanto, lleva a la reunión una postura conjunta con Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay, Colombia, El Salvador y Venezuela. Estos países pretenden que se prohíba toda forma de caza en el Santuario Ballenero Austral, se mantenga la moratoria comercial y se promueva el uso no letal de las ballenas.

Por su parte, los países tradicionalmente balleneros tampoco apoyan el documento. Ellos quieren cupos mayores, ya que utilizan la carne como alimento y otras partes en la industria farmacéutica.

Laura Reyes, especialista en mamíferos marinos de la Universidad Nacional de la Patagonia, le dijo a Clarín que el documento que se discute muestra buenas intenciones al reconocer las actividades no letales (avistajes, por ejemplo) y al apuntar a reducir el número de piezas capturadas, “el punto es que eso pueda hacerse cumplir”, señaló la experta. Además, afirmó que “para evaluar la conveniencia de permitir la caza, debe considerarse el estado de la población de la especie y la tendencia que sigue, y eso parece haberse hecho.

El punto es con qué grado de precisión se hizo ”, explicó Reyes.

Ayer, en un ambiente salpicado por denuncias de corrupción (se acusa al vicepresidente Liverpool de haber permitido que Japón le pagara el viaje y la estadía en Agadir), se escucharon los discursos de apertura y se pasó a reuniones a puertas cerradas. Se estima una rígida paridad entre las diferentes posiciones y se sabe que EE.UU. apoyaría la postura de los balleneros.

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