Afganistán: Volver para estar peor

Ananad Gopal
IPS
05/03/08

La enorme cantidad de refugiados afganos que retornan a su país desde Irán y Afganistán origina una enorme tensión en el gobierno y en la sociedad, según el gobierno de Hamid Karzai.

El año pasado, Irán deportó a unos 360.000 afganos, informó la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Otros miles regresaron a su país de origen voluntariamente, asistidos por Acnur y algunos programas del gobierno con financiación extranjera.

El ministro para los Refugiados de Afganistán, Shir Mohammed Etibari, dijo que su gobierno carece de capacidad para absorber a la gran cantidad de emigrantes que regresan desde Irán y otros países.

En Kabul atribuyen a esos retornos, en parte, la actual escasez de alimentos, vivienda, empleo y combustible.

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"Intentamos llegar a un acuerdo con Irán, porque no podemos abastecer a todos estos refugiados", dijo Abdul Qader Zazai, principal asesor de Etibari.

Millones de afganos huyeron de sus hogares a causa de la ocupación soviética (1979-1989), la posterior guerra civil y la represión del régimen del movimiento islamista Talibán, que dominó la mayor parte del territorio del país entre 1996 y 2001.

Los afganos constituyeron durante decenios la mayor comunidad internacional de refugiados de todo el mundo, según el portavoz de Acnur Ahmed Nadir Farhad. Hasta ocho millones vivían fuera de su país, la mayoría en Irán y en Pakistán.

Agencias humanitarias advierten que el proceso de retorno voluntario se enlenteció por la penosa situación de la economía y de la seguridad. Mientras, Irán deporta a grandes cantidades de refugiados, y Pakistán comienza a hacer lo mismo.

Los antiguos exiliados se muestran desilusionados por la falta de servicios sociales y la inseguridad labora.

"Es muy difícil hallar empleo. Sin trabajo tenemos muchos problemas. Como el gobierno no nos ayudó, no podemos pagar muchas cosas. Mi hija está enferma pero no tengo dinero para ir al médico", dijo a IPS Daoud, de 35 años, quien regresó desde Pakistán.

Autoridades estadounidenses calcularon el desempleo en Afganistán en al menos 40 por ciento, y advirtieron que aumenta cada año.

La población de Kabul aumentó de unos 500.000 habitantes en 2001 a unos tres millones actualmente, según la Oficina Central Afgana de Estadísticas. La mayor parte de ese incremento corresponde al retorno de refugiados.

Pero las oportunidades de empleo se encuentran estancadas, lo cual alimenta el descontento generalizado.

Los astronómicos precios de los alimentos amenazan con desatar una hambruna. El problema afecta a todos los afganos, pero las comunidades de refugiados lo sufren más.

"En mi familia somos nueve. No pudimos mantenerla en este invierno (boreal). Los intermediarios acaparan los alimentos y solo los venden cuando aumenta el precio. No tenemos suficiente dinero para obtener todo lo que necesitamos", dijo Mohammed Tazib, de 35 años.

"El gobierno no toma medidas legales para controlar los precios. Los que están en el poder --especialmente Karzai-- ni siquiera prestan atención", agregó Tazib.

Muchos refugiados, además, llevan su adicción a las drogas desde Irán a las calles de Afganistán.

Afganistán tiene cerca de un millón de drogadictos. Antes, a pesar de su producción de adormidera (o amapola, principal insumo de la heroína), estaba relativamente libre del flagelo. Hoy, tiene una de las poblaciones consumidora de drogas de más rápido crecimiento mundial.

Zakih, de 33 años, regresó de Irán hace seis meses. "Allá trabajaba mucho, todo el día. Al final de la jornada, mi jefe iraní me daba drogas y me decía: 'Tómalas, te sentirás mejor'", recordó.

Cientos de adictos como Zakih viven en parques abandonados y edificios bombardeados alrededor de Kabul. En su mayoría carecen de empleo y se ven arrastrados a la mendicidad y al delito para comprar sus drogas.

"Cualquiera puede comprar a un drogadicto sin dinero. Son vulnerables ante los insurgentes y los delincuentes", dijo el director local de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), Jehanzeb Khan.

"Esto afectando directamente la salud de toda la población. Cuando tantos jóvenes son adictos, es difícil reconstruir nuestra sociedad", agregó.

El gobierno se excusa de actuar por falta de recursos, pero, para muchos afganos, podría apoyar a los refugiados si deja de concentrarse en la lucha contra la insurgencia.

"Los estadounidenses están más interesados en matar a sus enemigos que en reconstruir el país", opinó un trabajador de los medios afganos que pidió no revelar su identidad. Washington gasta cerca de 10 dólares en el esfuerzo bélico por cada dólar que invierte en la reconstrucción, según diversos cálculos.

Según la organización humanitaria Action Aid, los donantes internacionales "no lograron entregar el dinero comprometido para la asistencia", pues "distribuyó 5.000 millones de dólares menos de lo prometido entre 2002 y 2006".

La tendencia actual augura un futuro oscuro para el gobierno afgano. Una agencia de noticias de la Organización de las Naciones Unidas informó que la falta de perspectivas económicas empuja a los jóvenes pobres a manos del movimiento Talibán.

En los guetos e improvisados campamentos de refugiados que abundan en Kabul, las cosas todavía no llegaron a este punto. Pero los residentes coinciden en que se debe hacer algo.

"Los vehículos del gobierno circulan por nuestro campamento todos los días, sin parar. Tenemos demasiados problemas. Simplemente no podemos continuar así", dijo Daoud.

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