Venezuela en la reafirmación de su futuro

Aram Aharonian
ALAI
24/09/10

En las elecciones parlamentarias venezolanas del próximo domingo 26 la abstención será alta, coinciden analistas y encuestas, y los 17 millones de electores habilitados se reducirán a unos 10 millones. Todo hace pensar que el bolivarianismo obtendrá su duodécima victoria en once años de revolución, de construcción del socialismo.
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Frente a frente estarán no solo el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) y sus aliados y la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sino que también hay otras opciones de candidatos, los de Patria Para Todos (PPT) y de individualidades y dirigentes opositores: suman más de mil los candidatos, aunque la inmensa mayoría de ellos esté invisibilizada.

Son “apenas” elecciones parlamentarias, pero su importancia se proyecta a la escogencia del próximo presidente: una victoria opositora el domingo 26 no sólo incidirá en las presidenciales del 2012 sino que marcaría un retroceso en los avances sociales de la revolución bolivariana, echaría por tierra los proyectos y planes del gobierno y lograría tensar aún más el clima político, con intenciones de lograr la desestabilización.

Nada indica que la oposición pueda ganar, pero aquí se trata de la clase de mayoría que el chavismo logre en la unicameral Asamblea Nacional. Necesita lograr al menos 110 de los 165 diputados a elegir (dos tercios), la mayoría calificada. La meta de la oposición (aunque no lo declame) es superar el tercio, lo que obligaría al chavismo a negociar para aprobar no solo las leyes orgánicas y el presupuesto, sino también la designación de altos funcionarios y habilitar a Hugo Chávez para legislar.

“Este es el plan B de la oposición: el plan A sigue siendo la desestabilización y el golpe”, señala Roy Chaderton, ex canciller, embajador ante la OEA y candidato al Parlamento Latinoamericano. Pepe Steinsleger recuerda en La Jornada que en la historia política de América Latina y el mundo no hay caso similar: una revolución social sin presos políticos, en paz y, valga la redundancia, con libérrima libertad de expresión y garantías para que los grupos y partidos de oposición se organicen, hagan y digan lo que les venga en gana, difamación y conspiración incluidas.

Desde el frustrado golpe de Estado de 2002 y el sabotaje económico y petrolero de ese mismo año, la oposición no ha logrado ganar credibilidad ante la ciudadanía. Frustrados han sido los intentos de “inventar” un líder nacional, lograr acuerdos firmes entre las diferentes tendencias y partidos, avanzar en un programa común. En 2005 no se presentaron a las elecciones legislativas. Ahora regresan al “juego democrático”. No sería descabellado pensar, también, que su porcentaje decaiga.

Fortalezas y debilidades

Recuerda Eleazar Díaz Rangel, director del diario Últimas Noticias, que la gran fortaleza del bolivarianismo es que su campaña se basa en lo social (alimentación, salud, educación), al alcance de los sectores más pobres, los D y E (75% de los venezolanos), mientras la oposición la centra en la política (libertad de prensa, corrupción, pluralismo, inseguridad), que en especial llega a la clase media.

Hoy Venezuela, que erradicó el analfabetismo, es segundo entre los países de la región con mayor matrícula en educación superior (83%), detrás de Cuba y por encima de Argentina, Uruguay y Chile, y quinto a escala mundial superando a EEUU, Francia, España, Japón, Inglaterra, China.

Entre las fortalezas del chavismo debemos sumar el liderazgo único de Hugo Chávez y su enorme ascendencia en los sectores más humildes, con gran capacidad de convocatoria y movilización, el poyo de una maquinaria partidista, extendida y organizada en todo el país; capaz de importantes movilizaciones, de mucho colorido y entusiasmo popular.

Asimismo, a su favor se cuentan los aparatos basados en el apoyo de los gobernadores de 19 estados, centenares de alcaldes y funcionarios nacionales que resuelven problemas logísticos y que hablan de la garantía de continuidad de políticas que favorecen a los sectores más necesitados.

No hay que olvidar que el oficialismo sí tiene un programa, aún sin demasiadas definiciones en lo ideológico, político y económico, pero que crea mística y ayuda a homogeneizar la campaña. Y nuevamente el “portaviones” ha sido Chávez, quien ha centrado en sí mismo la campaña electoral de los candidatos del PSUV, confiado en que su liderazgo arrastrará los votos necesarios para lograr las dos terceras partes de la AN.

Las principales fortalezas de la oposición agrupada en la MUD son un capital “duro” (sin necesidad de conocer candidatos ni “convencerse” con la publicidad), cercano al 40% de los votos, con la férrea decisión de desplazar al Presidente, y el poyo de los medios comerciales (en particular más de 600 radios y más de 40 televisoras privadas) que trata de suplir con su penetración el trabajo político hacia los sectores más necesitados.

Tiene el MUD una aureola de unidad -aunque en realidad está llena de riñas y conflictos internos que se traducen en centenares de candidatos por fuera-, que cuenta con un indiscutible apoyo no solo de la jerarquía eclesiástica y empresarial, sino también internacional, con fuertes apoyos económicos de organismos de Estados Unidos y de las derechas de Europa (en especial España y Holanda) a través de diversas ONG.

La oposición ha sido inteligente en el aprovechamiento de errores y omisiones de la acción gubernamental y de los más importantes problemas del país, comenzando por el de la inseguridad, y haciendo hincapié en supuestas pretensiones del gobierno de violar el secreto del sufragio y el rescatado discurso sesentista sobre una inventada amenaza comunista.

Entre las debilidades de la oposición, está la falta de liderazgo, programa y aparatos organizativos (lo de Mesa de Unidad no es más que un estado de ánimo) y su débil penetración en los sectores D y E, aquella mayoría que vive en los barrios.

Las debilidades del oficialismo están básicamente en la ineficiencia, ineficacia y corrupción de la administración pública. El aumento de la delincuencia y de la inseguridad, las fallas en el suministro eléctrico y la pérdida de toneladas de alimentos también han sido tomadas como bandera en los ataques opositores desde los medios comerciales de comunicación.

No olvidemos que Venezuela es uno de los mayores reservorios mundiales de petróleo y de gas natural. La Revolución Bolivariana es hoy el obstáculo real para los planes expansionistas e injerencistas de Washington, que incluyen transformar el Golfo de México, América Central y el norte de América del Sur en el nuevo "Medio Oriente".

El sueño de algunos dirigentes opositores es alcanzar al menos un tercio de curules en la Asamblea Nacional para instalar desde allí una situación desestabilizadora similar a la que padeció el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, en junio 2009. Si bien ambas realidades son diferentes, el temor es que si esta situación se planteara, no tardaría en llegar, bajo cualquier excusa o sin ninguna, la visita de los marines, la invasión militar de Estados Unidos.

* Aram Aharonian es periodista uruguayo-venezolano, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia (ULAC)

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