¿A quién le importa el pueblo iraní?

Kourosh Ziabari
El Corresponsal/Rebelión
06/07/10

Las sanciones financieras que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, los Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto a Irán tienden a empeorar la vida diaria de los iraníes comunes y corrientes que son fuertemente dependientes de los ingresos estatales del petróleo y del gas. La historia se repite una vez más: Las nuevas sanciones impuestas por las potencias occidentales contra Irán sólo dañan a la gente común de Irán que sufre los efectos de estos juegos de poder.

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Los países del mundo están compitiendo entre sí para imponer nuevas sanciones financieras contra Irán, mientras el pueblo iraní todavía no ha olvidado el amargo recuerdo de los 8 años de guerra con el Irak del partido Baath, ideada y promovida por los Estados Unidos y sus aliados europeos. Las nuevas rondas de atroces sanciones dirigidas contra los sectores más estratégicos de Irán vienen una tras otra en lo que se afirma que es el movimiento internacional para impedir que Teherán adquiera armas nucleares.

Aunque hasta ahora el Organismo Internacional de Energía Atómica y el G5+1 no han podido presentar ninguna pruebas convincente que demuestre que Irán desvía sus actividades nucleares hacia fines militares, el 9 de junio de 2010 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas decidió aplicar una cuarta ronda de sanciones contra una serie de empresas y personas iraníes que presuntamente han participado en el programa nuclear y de misiles de Irán.

El pueblo iraní todavía recuerda los dolorosos días de la guerra con el Irak del difunto dictador Saddam Hussein, quien fue armado y equipado por los Estados Unidos y 14 países europeos. La Primera Guerra del Golfo Pérsico costó la vida a más de 500.000 iraníes y causó daños a Irán por unos 500 mil millones dólares estadounidenses.

El 9 de junio de 1992, el periodista estadounidense Ted Koppel informó en el programa Nightline de la ABC que Saddam Hussein recibió gran parte de su ayuda financiera, de inteligencia y militar de los Estados Unidos y el gobierno de George H. Bush. En 1982, Irak fue retirado de la lista de países patrocinadores del terrorismo que lleva Estados Unidos, lo que permitió al gobierno de Reagan transferir una enorme cantidad de tecnología de doble uso a Irak. Según un informe de mayo 1994 de la Comisión Bancaria del Senado de Estados Unidos, materiales biológicos patógenos, tóxicos, y otros materiales de investigaciones biológicas fueron exportados a Irak durante la guerra de ocho años con Irán, de conformidad con la solicitud y concesión de licencias por el Departamento de Comercio de Estados Unidos.

El Reino Unido, la Unión Soviética, Holanda, Italia, Francia y Alemania también desempeñaron un importante papel en ayudar a Saddam a perpetrar la masacre y matanza del pueblo iraní. Se dice que Gran Bretaña exportó tiodiglicol (un precursor del gas mostaza) y cloruro de tionilo (un precursor del gas nervioso) a Irak en 1988 y 1989. Francia vendió cazabombarderos Mirage F-1 de primera línea a Irak, así como aviones de ataque Super Etendard. Entre 1977 y 1987, Francia contrató la venta de un total de 133 cazabombarderos Mirage F-1 a Irak. En 1984, el fabricante de helicópteros Agusta, empresa estatal italiana, vendió helicópteros a Irak por valor de 164 millones dólares. A principios de 1987, Moscú entregó un escuadrón de veinticuatro MiG-29 Fulcrums a Bagdad. Unión Soviética también ayudó a entrenar a la infantería de Irak y entregó una serie de misiles tierra-aire, misiles aire-aire, helicópteros e interceptores a Bagdad.

Se alegaba que la guerra de desgaste era un contrapeso al Irán post-revolucionario, que estaba experimentando los primeros años del rescate de la monarquía del Sha apoyado por Estados Unidos. Se declaró que era una batalla contra el gobierno recientemente establecido; sin embargo, paralizó la economía del país, mató a miles de civiles inocentes, sumergió a la nación en un largo período de crisis social y agravó las condiciones de la vida cotidiana de la gente común.

Al parecer, la historia se repite una vez más. Los líderes occidentales envían mensajes de simpatía al pueblo iraní y declaran que quieren el bienestar de nuestra nación. Expresan su comprensión de la situación del pueblo iraní y afirman que quieren darle poder a los “subyugados” y “oprimidos” iraníes. En un mensaje televisado en marzo de 2010 dirigido a Irán, el presidente de EE.UU. Barack Obama declaró la voluntad de su país para proporcionar a los iraníes las facilidades de un futuro más esperanzador. Dijo que su país cree en la dignidad de todo ser humano. Prometió la prosecución de los esfuerzos diplomáticos para incorporar a Irán en la comunidad internacional y expresó su esperanza de que su país pueda llegar al pueblo iraní de manera pacífica y constructiva.

“Nuestra oferta de contactos diplomáticos exhaustivos y diálogo se mantiene”, dijo Obama en el vídeo. “En efecto, en el transcurso del año pasado, es el gobierno iraní el que ha elegido aislarse y asumir una posición de auto-derrota en el pasado en lugar del compromiso de construir un futuro mejor”.

Sin embargo, los Estados Unidos y sus aliados europeos, en correspondencia con su trayectoria pasada, repetidamente practican lo contrario de lo que predican. Las sanciones financieras que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, los Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto a Irán tienden a empeorar la vida diaria de los iraníes comunes y corrientes que son fuertemente dependientes de los ingresos estatales del petróleo y del gas. Ya asolado por las consecuencias de los continuos fracasos internos en la economía y la creciente inflación, las nuevas sanciones dañarán a los iraníes con la duplicación de los precios y la reducción de su poder adquisitivo.

Las nuevas sanciones contra Irán no tienen nada que ver con el gobierno de Irán, con el que los líderes occidentales mantienen un tedioso y poco interesante conflicto. Estas sanciones, y cualquier tipo de acciones no premeditadas como éstas, sólo ocasionan daño a los iraníes comunes y corrientes, que deben sufrir los efectos del juego de poder entre los gobiernos.
Kourosh Ziabari es un periodista iraní. La traducción del inglés pertenece a Manuel Cedeño Berrueta para Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.

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