Yehuda, un pacifista convertido en "peligro para la paz pública"

Juan Miguel Muñoz
El País
02/06/08

El Ejército israelí prohíbe visitar Hebrón a una ONG que revela los desmanes de los colonos contra los palestinos

Yehuda se parte de risa. "¿Puedes creer que me consideran un peligro para la paz pública?", comenta en un café de Jerusalén. Yehuda Shaul, judío ortodoxo, practicante fervoroso, ex oficial del Ejército y uno de los fundadores de la ONG Breaking the Silence (romper el silencio), está atónito. A su ONG le han prohibido organizar visitas a la ciudad palestina de Hebrón. No hace pizca de gracia a las autoridades que un grupo de activistas muestren a cualquier interesado la brutal realidad de la ocupación en estado puro. Shaul ha recurrido al Tribunal Supremo, que el miércoles fallará sobre la decisión de los mandos militares y policiales, que tildan a este joven de 25 años de izquierdista y provocador. El mundo al revés. De izquierdista nada tiene. Y tampoco ignora nadie quiénes son los provocadores.

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En alguna de sus excursiones el periodista ha comprobado cómo se las gastan Baruch Marzel, Noam Federman y sus acólitos. Los colonos se aproximan a los visitantes y comienzan a gritar para sofocar las explicaciones de Shaul. Causan algún altercado, aparece la policía y se lleva a comisaría a unos y otros. Claro que a los colonos les importa un bledo. Han logrado su objetivo de interrumpir la visita a sabiendas de que en un par de horas volverán a sus casas en Hebrón. En los últimos meses la violencia es creciente. Ahora emplean altavoces para hacer inaudibles las explicaciones y lanzan pedradas y huevos a los grupos de extranjeros. Lo sabe bien la delegación de parlamentarios alemanes que semanas atrás acudió a la ciudad de los patriarcas y fue recibida a cantazo limpio. Los soldados y policías observaron el episodio de brazos cruzados.

Hay mucho que ocultar, y cuanto menos se conozca mejor. Los ataques de los colonos a los palestinos de Hebrón son el pan nuestro de cada día. Están documentados y filmados. Mujeres que se acercan a viviendas de árabes para llamar "puta" a su dueña; niños que se llevan impunemente productos en los puestos del zoco ante la mirada impotente de los comerciantes; golpes a estudiantes palestinos que acuden a sus escuelas... Un tercio de esta ciudad de 180.000 habitantes ha sido limpiada de población palestina para disfrute de unos cientos de judíos, fanáticos sin límite, que hacen lo que les viene en gana. Todos los comercios de la principal avenida comercial permanecen sellados desde hace siete años, miles de vecinos no pueden regresar a sus viviendas, y varias calles se reservan para uso exclusivo de los colonos. La policía y el Ejército observan los desmanes sin mover un dedo.

Miembros del Parlamento israelí, diplomáticos extranjeros, delegaciones de legisladores de países europeos han visitado Hebrón de la mano de Breaking the Silence, la ONG que dirigen Shaul y un puñado de fervientes creyentes judíos. Más de 5.000 personas han acompañado a Shaul y sus colaboradores en los últimos tres años. Se acabó. Hace cinco semanas, el general Udi Ben Moha, comandante de la región de Hebrón, y el jefe de la policía Avshalom Peled. Ahora la decisión se halla en manos del Supremo. Aunque no sería en absoluto una excepción que el Gobierno y el Ejército hagan caso omiso de las sentencias del alto tribunal.

La impunidad de la que gozan los colonos y la arbitrariedad palmaria de las autoridades castrenses se dan la mano con fuerza en Hebrón. "Consideramos", apunta Shaul, "la desafortunada decisión del general Ben Moha como una rendición ante los criminales violentos, pero también como una forma de represión política. Creemos firmemente que no sólo el futuro de nuestras actividades está en riesgo, sino también la libertad de expresión, la libertad de movimientos y la igualdad al margen de la afiliación política en Israel".

Shaul sigue sonriendo. Es su estado natural. Como no pueden viajar a Hebrón, ahora enseñan la penosa situación de los pobladores al sur de esa ciudad, donde mucha gente vivía en cuevas. Las posibilidades de observar hechos asombrosos en Israel y los territorios ocupados son inagotables. "¿Sabes? Están derribando las cuevas con excavadoras. Dicen las autoridades que no tenían permiso de construcción. ¡Pero si son cuevas en las que viven desde hace décadas!", comenta al pacifista religioso, ése que amenaza la paz pública.


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