Crisis humanitaria en el sesenta aniversario de la creación del Estado de Israel

La UE no acude en ayuda de Palestina. La comunidad internacional, ciega, sorda y muda, se abstiene. Mientras Israel celebra el 60 aniversario de su creación como Estado, en Gaza se repite la historia del gueto de Varsovia. El mundo al revés: el sionismo, a un paso de aplicar las Leyes de Núremberg

Roberto Qumata
El Correo Gallego
25/05/08

Con el nacimiento del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948, hace ahora sesenta años, el sionismo persistió en la aventura inseparable del azaroso destino del pueblo judío a costa de modificar, por medio de la violencia, un ecosistema antropológico –amorreos, cananeos, arameos y árabes– y político bien diferente del que llegó en oleadas en el 3.500 a.C. a Egipto, Irak, Sinaí, Líbano y Palestina.

El conflicto, enquistado en una región sensible, no sólo afecta a palestinos e israelíes, sino también a las grandes potencias y a la paz mundial.

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La paranoia culpatoria de Europa tuvo mucho que ver en el retorno a la Tierra Prometida, puesto que entonces representaba para los hebreos poner fin a las persecuciones y a los campos de concentración nazis.

La Declaración de Balfour, firmada por el secretario del Fo-
reing Office, Lord Balfour, y remitida en noviembre de 1917 a Lord W. Rotschild, dice que "el Gobierno de Su Majestad contemplará favorablemente el establecimiento de un Hogar Nacional para el pueblo judío y facilitar sus mejores esfuerzos para la consecución de ese objetivo ...’’

Como fruto de la semilla del error, la guerra. Sesenta años de Israel, sesenta años de guerra. Gueto de Varsovia, gueto de Gaza. Catástrofe humanitaria. Caprichos de la historia.

os árabes, aliados del III Reich, como forma de rechazo al colonialismo de Londres y París, también perdieron la II Guerra Mundial. La URSS cometió una torpeza histórica, pese a su tradicional hostilidad al sionismo, arrastrando con su voto a los países de su órbita. Andrei Gromiko, ministro de AAEE, cambió súbitamente de actitud para invocar los vínculos jurídicos entre la tierra y el pueblo, éticamente irreprochables si se aplicase la misma vara de medir a los palestinos. Pero el oportunista sí de la URSS no fue más que un torpedo en la línea de flotación del imperialismo británico.
El 14 de mayo de 1948, pues, horas antes de que los británicos pusieran broche a su mandato, representantes del sionismo mundial celebraron una reunión en el museo del Tel Aviv en la que David Ben Gurión proclamó el nacimiento del Estado de Israel en la Palestina geográfica gracias al expolio de la ONU, en la que Francia, la URSS y EEUU votaron a favor. Fue el momento en el que emergía por primera vez la diplomacia norteamericana para revocar el plan de partición y de situar a Palestina bajo el paraguas del Consejo de Tutela de la ONU, es decir, la forma más directa de impedir que las iras árabes tuviesen efectos indeseables sobre los intereses petroleros de EEUU en Oriente Medio.

Al día siguiente (el 15) comenzó la guerra. Del estilo y de la crueldad de los grupos terroristas sionistas quedó constancia en la aldea árabe de Deir Yassin, donde 250 personas, entre ancianos, niños y mujeres, fueron asesinadas. La misma suerte corrió el conde Bernardotte que proponía –en plena derrota de los árabes– rectificaciones en las líneas de reparto y el regreso de los refugiados palestinos a sus casas. A partir de entonces, las guerras de Suez (1956), Seis Días (1967), Yom Kippur (1973,) Líbano (1982), Intifada (1987), Segunda Intifada (2000) y, ahora, el gueto de Gaza.

El Tashal, el Ejército, emplea balas de alta velocidad que, disparadas a 700 metros, cambian de dirección al penetrar en el cuerpo causando daños devastadores en el tejido vivo. "El 91% de los 250 palestinos han sido abatidos por fuego real, no por balas de acero recubiertas de goma", se dice en un informe de médicos norteamericanos independientes que practicaron las autopsias.

"Parece existir una clara voluntad de causar daño, más que de defenderse cuando se constata que un 52% de los fallecidos han sido alcanzados en el cuello o la cabeza. Estos impactos en una parte del cuerpo difícil de acertar indicaría que muchas de estas muertes son obra de francotiradores con instrucciones de disparar a matar".

El cadáver de un niño palestino en la morgue del hospital Nasser de Gaza está indefenso en su desnudez y en su palmaria ausencia de vida, rígido, con el verdín de la muerte corroyéndole la piel.

"The pediatric hospital of Nasser, of 151 beds, only they attend to urgent cases. There is no electricity except in the unit of Intensive Care" ("El hospital pediátrico de Nasser, de 151 camas, sólo atienden casos urgentes. No hay electricidad salvo en la unidad de Cuidados Intensivos" ), confirmó por correo electrónico a este periódico la jefa de Operaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja (CIRC) para Oriente Próximo, Béatrice Megavand-Roggo.

En los hospitales de Al Shifa, Al Dorra o Nasser falta combustible para calefacción, cocina y lavandería, y algo tan esencial como la anestesia y la sulfadiazina para tratar los casos de quemaduras.

El CIRC, que durante los últimos 25 años ha tratado a más de 100.000 pacientes de todo el mundo con heridas por armas de fuego, muestra su preocupación por las infecciones hospitalarias. Así­, el doctor Marco Baldán señala que "si no se tratan rápidamente, se infectan con facilidad".

La falta de los 450 medicamentos básicos para centros de cirugía y los apagones –al menos se sabe de tres pacientes conectados a un respirador que fallecieron por la interrupción de fluido– obligan a tomar decisiones desesperadas. La evacuación de pacientes en estado crítico a territorio egipcio, por la ciudad fronteriza de Rafah, es la única alternativa, a menudo dificultada por el bloqueo israelí.

Israel es un Estado bajo el síndrome de guerra. En el barrio árabe de Jerusalén nadie osa alzar la voz. Cada 200 metros aparecen tríos de soldados armados. "¡A mí me la sudan sus metralletas!". En las callejuelas de la Vía Dolorosa, los árabes no visten la jabalilla, ni siquiera (pocos) se cubren con la kufia. Sucede en ese cosmos de la Ciudad Santa, un gran panteón (no sólo el Santo Sepulcro), después de miles de años y de 17 civilizaciones.

Los controles se multiplican y las caravanas se eternizan en la Palestina ocupada, que es el botín de la guerra de 1948. Jericó recibe un caudal debilitado (vampirizado) del Jordán, río que cubre los pies de los matrimonios que se casan por segunda vez en Canaam. Pues claro que Israel ha hecho de Palestina (el norte) un vergel. El Neguev (desierto) no lo riega ni con el gota a gota ni con los más avanzados sistemas potabilizadores del agua del mar. Para el Neguev conserva Dimona, el arcano de su potencial atómico.

Palestina no sabe lo que es el PIB. Que Israel dilapide el 25% del suyo en defensa –el presupuesto más alto del mundo– suena a ficción. Palestina no tiene estadísticas, porque simplemente no dispone de ellas. Su mundo se reduce a la suciedad, a la chatarra, a los residuos, al chabolismo...

n el hotel Araguaney de Santiago, lugar de frecuentes reuniones de la colonia árabe, las quejas son amargas. "Gaza se desangra", "los gazawíes están al borde de la extenuación", "¿Qué pinta Javier Solana, parece el escudero de Condoolezza Rice?". "No hay medicinas". Suena un lastimero "ana laa afham", que viene a ser "no lo entiendo". "Están pasando hambre, no hay forma de burlar el bloqueo". "No hay kobiz (pan)". "¿Y si Santiago, con 223 kilómetros cuadrados y 100.000 habitantes, fuera el gueto de Varsovia, como lo es el de Gaza, seríamos los occidentales más solidarios?"

Desde la oficina del CIRC de Gaza se nos confirma que los camiones de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) que llevan mensualmente mercancía a Gaza han caí­do de 3.000 a 1.400.

Gaza, con 360 kilómetros cuadrados de "territorio hostil", está aislada y bloqueada por el muro de hormigón; no dispone de medicinas, gasolina y alimentos básicos. Las salidas están controladas por los soldados hebreos. Las tierras de cultivo han sido arrasadas y los pescadores gazawíes no se pueden hacer a la mar. La Armada israelí se lo impide. Todo, casi todo, muy parecido a un gueto. La Conferencia Episcopal alemana ha sido la primera que reparó en esta analogía: "Israel ha creado el gueto de Varsovia de nuestra época". De víctimas a verdugos. Los 380.000 ocupantes del gueto de Varsovia, la mayor parte judíos, estaban rodeados por alambres de púas y muros de tres metros de altura a lo largo de 18 kilómetros. La intendencia alemana alimentaba a los judíos con raciones de no más de 184 calorías diarias. Con los polacos se excedían hasta las 699. Y ellos, el III Reich, se reservaban 2.613 calorías. Y claro, al hablar de hambre, el problema se reduce a un problema humanitario, a "una dieta de adelgazamiento". El pan, por así decirlo, es el leitmotiv, no la causa palestina o la fumigación del Líbano con dos millones de bombas de racimo.

La documentación que aportan las propias asociaciones judías del Holocausto señala que, al menos, 13.000 viviendas de la capital de Polonia, propiedad de judíos, fueron regaladas a familias polacas simpatizantes con el III Reich, y 2.600 comercios de judíos fueron cerrados. En Gaza y Cisjordania viene sucediendo lo mismo desde 1948 a través de la confiscación y expropiación de tierras, y 40.000 demoliciones de casas.

A falta de gasolina, queda la opción de utilizar el burro, que se cotizan a 150 a euros, o el mercado negro, a través de los túneles fronterizos con Egipto, paraí­so del contrabando. Cada litro de gasolina vale 4,5 euros. También en eso Gaza se parece a Varsovia. Cuando funcionaba el contrabando en la capital polaca, los corruptos policí­as alemanes decí­an a los contrabandistas: "Come, bebe y se feliz, que mañana moriremos" .

De víctimas a verdugos: la intolerancia reproduce en Gaza el gueto de Varsovia
Por eso causa estupor que el turista (occidental) desinformado se pregunte con un dubitativo “¿Quiénes son los malos: los judíos o los palestinos?”.
Es tan evidente la respuesta que cabe recordar a Dante cuando dice que “los lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que en tiempos de grandes crisis morales mantienen su neutralidad”. El silencio cómplice de la Unión Europea se escucha en todas partes. Bruselas no distingue entre los ocupantes y los ocupados de Gaza, pero eso sí iguala la capacidad bélica de Hamas (cohetes de fabricación casera, los Qassam) con el potencial militar hebreo. Mientras los primeros no dejen de tirar bombas, aunque la respuesta de Israel sea “desproporcionada”, la Unión Europea no se opondrá al bloqueo de Gaza, que es la forma de recuperar la iniciativa diplomática de solidaridad con la franja, donde la mitad de la población está desocupada, el 70% depende de la comunidad internacional (ciega, sorda y muda) y el 95% de su producción industrial ha hecho crac.
A Rabin lo rociaron con balas dum-dum en 1995. Su funeral descubrió el poder de las escuelas talmúdicas; de la Halaja, ley religiosa; del yom kippur, ayuno y expiación; de la ashamnu, admitir ante Dios que “en verdad hemos pecado”, lo que no hemos escuchado de Igal Amir, el extremista que mató a Rabin, o de los sucesivos presidentes de Gobierno que se hicieron hombres de Estado previo aprendizaje en los grupos terroristas Irgún, Stern o Haganá, aquellos que el sionismo amamantó hasta conseguir lo inaudito: reproducir en Gaza el gueto de Varsovia. De víctimas a verdugos.

‘Israel: educación en el odio’ refleja los estereotipos antiárabes en los libros de texto
Israel: educación en el odio es un libro denuncia que, traducido por Beatriz Morales Bastos, señala que el profesor Daniel Bar-Tal de la Universidad de Tel Aviv estudió 124 libros de texto de Primaria a enseñanza superior para concluir que la visión de los libros de texto israelíes presentan una visión en la que los judíos están involucrados en una guerra justificada e incluso humanitaria contra un enemigo árabe que se niega a aceptar y reconocer las existencia y derechos de los judíos en Israel.
“Los árabes son deslegitimizados con el uso de calificativos como ladrones, sanguinarios y asesinos. Desde los años cincuenta a los años setenta los libros de texto en hebreo se centraron en la gloria del pasado antiguo de Israel y en cómo los árabes “descuidaron y destruyeron” la tierra hasta que los judíos volvieron de su exilio forzoso y la hicieron renacer “con ayuda del movimiento sionista”. Este mensaje se enfatizó todavía más por medio del uso de flagrantes estereotipos negativos, que describían a los árabes como “poco cultos, inferiores, fatalistas, improductivos y apáticos”. Además, los árabes eran “tribales, vengativos, exóticos, pobres, enfermos, sucios, ruidosos, de color” y “quemaban, asesinaban, destruían y se exacerbaban”.
¿Han calado estos estereotipos en la Unión Europea y, por eso mismo, no acude en ayuda de la famélica Palestina? En el Araguaney se razona de la siguiente forma: “No se trata de ser proárabe, ni de antisemita, sino de ser justos”. A día de hoy, apenas un 1% de palestinos están en el Ministerio de Educación. Pero eso forma parte del plan B: deshistorizar la cultura y tradiciones de un pueblo.

Oxfam, Save the Children y Amnistía denuncian “la implosión humanitaria”
El informe de Oxfam, Save the Children y Amnistía Internacional no puede ser más desolador. La franja de Gaza: una implosión humanitaria denunció el pasado 7 de marzo que un millón y medio de palestinos se encuentran en la más grave situación humanitaria de las cuatro últimas décadas como consecuencia de “las severas restricciones israelíes al movimiento de mercancías y de personas”.
“Como resultado del bloqueo y del colapso de la economía, hay poco dinero para comprar alimentos y pocos alimentos que comprar (…) La harina, el arroz, la leche escasean (…) El bloqueo ha desmantelado la economía y empobrecido a la población”. “Las políticas israelíes afectan a los civiles de manera indiscriminada y constituyen un castigo colectivo contra hombres, mujeres y niños, y son ilegales desde el punto de vista del derecho internacional humanitario”.
El pasado 23 de enero, milicianos de Hamas dinamitaron el muro entre la franja (por Rafah) y Egipto, la única ocasión que tuvieron miles de palestinos de cruzar la frontera para emplear sus ahorros en medicinas y alimentos.
El sionismo ideológico trata a los palestinos como el III Reich a los judíos, sin estatuir, pero aplicando, las Leyes (antisemitas) de Núremberg a base de las peores lacras de los tiempos: piraterí­a (apropiación de tierras), apartheid (mano de obra barata), colonialismo (colonos), deportación (refugiados), limpieza étnica (60 años de guerras), muro de separación y bloqueo (Gaza). Al millón y medio de gazawíes le quedan las piedras. El arsenal de su resistencia.

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