Irán y los “proyectiles formados por explosión”: cronología de una mentira

Gary Leupp
CounterPunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
06/06/08

En sus columnas en Antiwar.com el periodista de investigación e historiador Gareth Porter ha estado realizando un trabajo magistral en la denuncia de la implacable campaña de Dick Cheney para vilipendiar a Irán, construir un caso a favor de un ataque, bombardear el país y producir un cambio de régimen antes de que termine el mandato del gobierno. La campaña, como han señalado muchas personas, tiene claros paralelos en varios sentidos con la guerra relámpago propagandística que precedió a la Guerra en Iraq.

Cheney y su cábala neoconservadora tratan de manipular los informes de las principales agencias de inteligencia para confirmar sus afirmaciones (en este caso, la existencia de un programa iraní de armas nucleares como una amenaza inmanente para Israel y EE.UU., el entrenamiento de “insurgentes” iraquíes por la Fuerza Quds iraní en campos iraníes, el suministro iraní de proyectiles formados por explosión (EFP por sus siglas en inglés) a esos “insurgentes,” contactos iraníes con al-Qaeda, etc.).

Si no logran hacerlo, eluden a la comunidad de la inteligencia y encuentran formas de diseminar desinformación a través de sus propios anuncios, editoriales de sus partidarios, e historias colocadas en la prensa corporativa. Desde que Cheney hizo que Bush firmara una Orden Ejecutiva dando a su oficina los mismos poderes que los que posee el presidente para determinar que algo es confidencial, sus operaciones están rodeadas de secreto.

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En su último artículo, Porter sigue la campaña para culpar a Irán por suministrar EFP a los que atacan a las fuerzas de ocupación de EE.UU. en Iraq. En enero de 2007 algunos responsables militares afirmaron que los EFP que podían penetrar los vehículos blindados de EE.UU. estaban siendo fabricados en Irán y eran suministrados a las milicias chiíes iraquíes por el gobierno iraní. Prepararon un borrador para una proposición de información militar a fin de anunciar dicha afirmación, que luego fue circulada en Washington y fue filtrada a la prensa. Sin embargo, el documento “tropezó con objeciones unánimes del Departamento de Estado, del Departamento de Defensa, y de personal del Consejo Nacional de Seguridad (NSC, por sus siglas en inglés), como declararon los propios funcionarios del gobierno.” La Secretaria de Estado Condoleezza Rice, el Secretario de Defensa Robert Gates, y el Consejero Nacional de Seguridad Stephen Hadley querían todos apoyarse en las negociaciones con responsables iraníes que habían ocurrido en Iraq hasta ese momento. Estas se habían basado en el deseo de ambos lados de apoyar al gobierno Maliki, que tiene cálidos vínculos con Teherán. El campo de Cheney se había opuesto a esas conversaciones.

En una conferencia de prensa del 24 de enero de 2007, se preguntó al Secretario Adjunto de Estado para Asuntos Públicos y Portavoz del Departamento, Sean McCormack, si el gobierno tenía alguna evidencia del suministro iraní de EFP a fuerzas iraquíes. Respondió indirectamente: “No hay que construir necesariamente algo en Irán para que sea una amenaza por parte del régimen iraní para las tropas de EE.UU. o Gran Bretaña.” Denotó que extranjeros podrían estar instruyendo a iraquíes sobre como producir EFP.

El 2 de febrero, Hadley distanció al Consejo Nacional de Seguridad del borrador de informe. “La verdad es,” dijo a periodistas en una conferencia de prensa, “que para ser bastante franco, pensamos que la información era exagerada. La devolvimos para que fuera limitada y concentrada en los hechos.” Mientras tanto, la comunidad de inteligencia estaba preparando un Cálculo Nacional de Inteligencia (NIE, por sus siglas en inglés) que no apoyaba la afirmación sobre los EFP sino simplemente acusaba a los iraníes de entrenar a combatientes del Ejército del Mahdi dirigido por Muqtada al-Sáder, el ardiente nacionalista quien no es el político iraquí favorito de Irán aunque pueda ser el hombre más popular en el país. Rice y Gates declararon su esperanza de que la información planificada sobre la participación iraní en Iraq reflejaría los puntos de vista contenidos en el NIE.

Entonces Cheney hizo su jugada. El 9 de febrero preguntaron a la portavoz presidencial, Dana Perino, cuando tendría lugar la información. “Decisiones al respecto,” respondió, “están siendo adoptadas en Bagdad.” El general. David Petraeus (a quien el ex comandante de CENTCOM [comando central de EE.UU.], almirante William Fallon, conocido oponente a un ataque contra Irán, ha descrito como “pequeño lameculos cobarde”) acababa de llegar para asumir el comando de las fuerzas de EE.UU. en Iraq. El 11 de febrero, tres oficiales militares en Iraq hicieron una información a la prensa en la que declararon que los EFP sólo podían haber sido fabricados en Irán y que estaban siendo suministrados a milicianos iraquíes por la Fuerza Quds de los Guardias Revolucionarios de Irán, con conocimiento del gobierno iraní.

“Cheney,” escribe Porter, “ha utilizado al dócil Petraeus para hacer un último intento por eludir a la burocracia nacional de la seguridad. Petraeus ya había llegado a un acuerdo con la Casa Blanca para adoptar la línea de Cheney sobre el tema de los EFP y para presentar la información de inmediato sin consultar al Departamento de Estado o de Defensa. “Esta circunvalación de los canales normales es, desde luego, el modus operandi de Cheney, como lo documenta cáusticamente en julio pasado la serie en cuatro partes de Barton Gellman y Jo Becker sobre Cheney en el Washington Post.

El presidente del Estado Mayor Conjunto, general Peter Pace, declaró que no podía confirmar sobre la base de “su propio conocimiento” que la Fuerza Quds estuviera suministrando equipos de producción de bombas a iraquíes, y uno de los oficiales en la reunión de información renunció a la afirmación sobre la complicidad iraní. A pesar de ello, la historia había “salido,” a la prensa, y como escribe Porter: “Cheney tenía ahora un casus belli potencial contra Irán.” O se podría decir, uno más para tratar de defraudar a un público impresionable. Esto, de parte del único alto responsable que nunca ha retirado su afirmación de que Sadam Husein haya estado involucrado en el 11-S.

En septiembre de 2007, el Congreso aprobó la resolución Kyl-Lieberman, respaldada por los neoconservadores y AIPAC, calificando a la Guardia Revolucionaria Iraní de organización terrorista. En octubre, el Departamento del Tesoro calificó a la Fuerza Quds de “terrorista” – “por suministrar apoyo material al talibán y a otras organizaciones terroristas.” Una idea muy creativa. La dirigencia religiosa de Irán odia a los talibanes y casi fue a la guerra con Afganistán cuando era dirigido por ese grupo en 1998. Apoya al presidente títere afgano respaldado por EE.UU., Hamid Karzai, quien dijo al Washington Post en enero de 2008: “Hemos tenido una relación particularmente buena con Irán en los últimos seis años. Espero que esa relación continúe. Les hemos abierto nuestras puertas. Nos han estado ayudando en Afganistán. EE.UU. comprendió muy sabiamente que es nuestro vecino y alentó esa relación.”

El 8 de mayo, la corresponsal de Los Angeles Times, Tina Susman, informó desde Bagdad: “Un plan para mostrar a periodistas la semana pasada en Karbala unos explosivos supuestamente suministrados por Irán y luego destruirlos, fue cancelado después que EE.UU. se dio cuenta de que ninguno de ellos provenía de Irán.” ¿No adoras el tono prosaico que utiliza? Planeaban mentir, pero alguien opuesto a la mentira y a sus consecuencias aparentemente pudo abortar el esfuerzo. ¿No es obvio que Cheney y los neoconservadores en general creen que es perfectamente permisible mentir a la gente para justificar guerras? Y simplemente odian que alguien se interponga en su camino.

Vale la pena recordar que un miembro del círculo íntimo de Bush (¿Karl Rove?) dijo a Ron Suskind del New York Times en el verano de 2002 que “la comunidad basada en la realidad” estaba totalmente equivocada, que el mundo “realmente ya no funciona” sobre la base del “estudio juicioso de realidad discernible.” “Ahora somos un imperio,” alardeó, “y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras estáis estudiando esa realidad – juiciosamente, como queráis – nosotros volveremos a actuar, creando nuevas realidades, que podréis volver as estudiar, y así las cosas se pondrán en orden. Somos actores de la historia... y a vosotros, a todos vosotros, no os quedará otra cosa que estudiar lo que hacemos.”

Si se combina esa fe al estilo nazi en la Gran Mentira; la confianza pagada de sí mismos de los mentirosos, en que el sistema los seguirá protegiendo, a pesar de que han sido dejados al descubierto por la gente “basada en la realidad” que consideran risible; y el hecho obvio de que el Congreso y los medios de información carecen de la voluntad de calificarlos según sus mentiras. Estas evidencias de una bancarrota de todo el sistema son motivos para un profundo pesimismo a corto plazo.

Keith Olbermann, de NBC, habló la semana pasada con el ex portavoz de Bush, Scott McClellan sobre la perspectiva de un ataque de EE.UU. contra Irán. “Sabiendo lo que usted sabe,” preguntó, “si Dana Perino se para ahí y comienza a hacer ruidos que suenan muy similares a los que se oyeron por parte del gobierno, de Ari Fleischer en 2002, y

de otros miembros del gobierno y del gabinete, ¿sentiría sospechas?” “Las sentiría,” respondió McClellan. “Las sentiría. Pienso que usted tendría que considerar muy seriamente esos comentarios y ser escéptico.”

A nosotros, estadounidenses, nos ataca la EFP (Extremadamente Falsa Propaganda) preparada para haga algo mucho peor que penetrar el delgado blindaje de nuestros cerebros atrofiados por los medios y el entretenimiento informativo. Ha sido elaborada para lanzarnos a nosotros y a nuestros hijos a una Guerra Prolongada contra el mundo islámico. Y temo que aquellos de nosotros que somos escépticos – o más que escépticos: enterados, disgustados y alarmados – nos despertaremos ante el hecho consumado de un ataque antes que Cheney y Bush entreguen el poder a sucesores que se mostrarán patrióticamente de acuerdo con el programa.

Lo que necesitamos no es simple escepticismo, sino el derrocamiento de los mentirosos.


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