La sombra de la "Gran Depresión"; efecto "subprime": vaticinan una nueva crisis bancaria en EEUU
IAR Noticias
06/06/08
La crisis "subprime" y las proyecciones recesivas en la economía estadounidense siguen impactando cada vez más en la economía y en el sistema bancario de EEUU y de Europa cuyas principales instituciones financieras ya fueron (o están siendo) afectadas por la debacle crediticia que arrastra a la primera potencia imperial. Nuevas proyecciones oficiales indican que un rebrote de la crisis bancaria se aproxima en EEUU impulsado por el efecto arrastre de los préstamos e hipotecas incobrables.
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Desde el estallido de la crisis hipotecaria, en agosto pasado, los grandes bancos de inversión (incluidos los europeos) han tenido que hacer enormes provisiones para tapar los "agujeros" de las "subprime", depreciar sus activos y reducir drásticamente sus costos, lo que ha supuesto la caída de presidentes y consejeros delegados de esas entidades, acompañados por decenas de miles de trabajadores despedidos.
La crisis bancaria (como efecto de las "subprime") proyectada de EEUU a Europa tiene como protagonistas centrales a los líderes hegemónicos de la especulación financiera a escala global: Bear Stearns, Lehman Brothers, Merrill Lynch, Goldman Sachs, Citigroup y J.P. Morgan, entre otros.
Pese al multimillonario salvataje financiero iniciado por la Reserva Federal para rescatar principalmente a los grandes bancos de inversión del tsunami "subprime", autoridades y reguladores estadounidenses advirtieron esta semana que se aproxima una nueva crisis bancaria producida por la acumulación de préstamos incobrables que extendieron para financiar la construcción de casas y departamentos.
Para impedir un derrumbamiento de los mercados financieros, la Fed inundó de liquidez los mercados, prestando a los bancos de inversiones (un privilegio que normalmente se reserva a los bancos comerciales), rebajando su tasa de descuento y aceptando garantías menos seguras.
No obstante estas reiteradas operaciones para rescatar a la banca de Wall Street, los gigantes de la especulación mundial (Bear Stearns, Lehman Brothers, Merrill Lynch, Goldman Sachs, Citigroup y J.P. Morgan) no han podido salir de la zona roja y permanecen en la primera línea de riesgo.
La enorme rentabilidad del negocio inmobiliario atrajo a todos los bancos de Wall Street, que se lanzaron a comprar compañías de crédito hipotecario y, en especial, a otorgar líneas de crédito a empresas vinculadas con los préstamos hipotecarios de baja calificación, porque rinden un mayor interés.
El año pasado los expertos advirtieron que si el proceso seguía avanzando, el precio de las propiedades hipotecadas caerían por debajo del valor de los créditos hipotecarios, lo que podría precipitar un hundimiento financiero generalizado con quiebras bancarias, tal como está sucediendo en el presente.
Según The Wall Street Journal, el problema actual es que las principales instituciones financieras podrían tener que pasar a pérdida las montañas de préstamos incobrables que extendieron para financiar la construcción de casas y apartamentos.
Hasta el momento, la mayor parte del daño absorbido por los bancos ha provenido de los dueños de casas que han dejado de pagar sus hipotecas, apunta el Journal.
No obstante, después de las magras ventas de nuevas viviendas, los bancos han comenzado a deshacerse de los préstamos extendidos a las constructoras a lo que probablemente serán precios de liquidación. La decisión -según el Journal- allana el camino para que los bancos anuncien miles de millones de dólares en nuevas pérdidas.
"Mientras persista el declive del mercado inmobiliario y mientras esos precios continúen cayendo, creo que existe el riesgo de que las pérdidas sigan acumulándose en una gama de préstamos", dijo el jueves el vicepresidente de la Reserva Federal, Donald Kohn, ante el comité de banca del Senado.
En la misma audiencia, la presidenta de la junta del regulador bancario Federal Deposit Insurance Corp., Sheila Bair, manifestó que los bancos que no están diversificados o que están muy expuestos a la construcción son una preocupación particular. "Ahí es donde estamos viendo el aumento en los impagos", aseguró.
Mientras tanto, dos presidentes de departamentos regionales de la Reserva Federal, Jeffrey Lacker y Charles Plosser, expresaron su inquietud sobre las consecuencias de la "generosidad" del banco central estadounidense, especialmente en el salvataje del banco de negocios Bear Stearns.
Bear Stearns se especializaba en productos como los títulos de deuda hipotecaria, lo cual lo dejó muy vulnerable a la crisis de los créditos subprime en los EE.UU. que se desató en agosto. Hasta ahora, el banco engullido por JP Morgan, es la mayor víctima de la crisis crediticia generada luego de que estalló la burbuja inmobiliaria, pero algunos creen que no será la última.
Estas opiniones resuenan de una forma peculiar en momentos en que se multiplican las informaciones preocupantes sobre la salud de otro importante banco de inversiones, Lehman Brothers, que puede sufrir una fuerte pérdida trimestral y que buscaría, según la prensa, captar capitales nuevos.
Según el Financial Times la crisis bancaria sigue viva, la situación no está ni mucho menos resuelta, y el "próximo huracán" es Lehman Brothers.
De acuerdo con The Wall Street Journal, la sombría perspectiva de las autoridades contrasta con la de los inversionistas, que parecen haber superado sus temores sobre la salud del sistema financiero para obsesionarse con los precios de la gasolina y el consumo.
La salud de la economía estadounidense, sin embargo -reconoce el Journal- , depende en gran parte de la disposición de los bancos y otras instituciones financieras a conceder crédito a los consumidores y las empresas. Muchos bancos ya han asumido rebajas contables sustanciales y ahora enfrentan la disyuntiva de reducir sus préstamos o recaudar capital fresco para apuntalar sus finanzas.
Según un informe de la firma de investigación inmobiliaria Zelman & Associates, en los próximos cinco años, los bancos estadounidenses podrían asumir pérdidas por un total de entre 10% y 26% de sus préstamos ligados a construcción comercial y residencial y tierras, lo cual podría representar entre US$65.000 millones y US$165.000 millones.
La posibilidad de que se produzca una nueva ola de pérdidas bancarias preocupa a los reguladores, especialmente dada la gran proporción de deuda ligada a los bienes raíces comerciales que está en manos de muchos bancos e instituciones de ahorro y préstamo, señala el Journal.
El director de la Oficina de Supervisión de Cajas de Ahorro, John Reich, dijo al Congreso que el número de las grandes instituciones en alto nivel de riesgo saltó de 12 a finales de marzo a 17 en la actualidad.
De acuerdo con el Financial Times, los reguladores financieros mantienen reuniones de trabajo con funcionarios del Departamento del Tesoro para prevenir las consecuencias potenciales de un gran número de colapsos bancarios.
Agregado a la debacle de Citigroup y a los problemas de Goldam Sachs, a fines del año pasado, en marzo, el banco de inversión Morgan Stanley también sacudió al sistema financiero a escala global cuando reveló pérdidas de US$9.000 millones asociadas a los problemas del mercado inmobiliario estadounidense.
La crisis bancaria imperial USA finalmente se proyectó a Europa cuando la legendaria Unión Bancaria Suiza, UBS, anunció nuevas pérdidas por US$10.000 millones en el valor de sus activos financieros expuestos al sector.
En abril pasado, la Casa Blanca presidida por George W. Bush propuso la mayor reforma financiera desde la Gran Depresión, para dotar a los mercados financieros de una estructura que les permita lidiar superar los cimbronazos de una crisis recesiva mundial anunciada con epicentro en EEUU.
El jefe del Tesoro, Henry Paulson, dijo que la reforma le daría mayor poder a la Reserva Federal (Fed) para proteger la estabilidad del sistema financiero como una totalidad, con el control centralizado en un solo organismo.
La propuesta convertiría a la Fed en un "regulador de la estabilidad del mercado" y le permitiría controlar las prácticas y las cuentas de toda entidad financiera que pueda significar un peligro de desajuste para el sistema.
No obstante este anuncio, y las sucesivas inyecciones de liquidez para rescatar al mercado financiero, la Casa Blanca, el Tesoro y la Reserva Federal se mostraron hasta ahora impotentes para detener lo que los propios analistas estadounidenses ya califican como el comienzo de otra "Gran Depresión" exportada a escala global desde EEUU.
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