Volcanes, cómo afectan al planeta

Alex Fernández Muerza
Eco Noticias
23/04/10

El volcán islandés Eyjafjalla ha paralizado el tráfico aéreo europeo durante los últimos días. La decisión ha sido polémica porque algunos la han considerado exagerada, mientras otros recuerdan que se ha seguido el protocolo para evitar posibles catástrofes. En cualquier caso, los científicos señalan que la nube de cenizas ha disminuido hasta niveles "insignificantes". Los vulcanólogos añaden que la del Eyjafjalla es pequeña en comparación con otras grandes erupciones y advierten de sus efectos sobre la salud y el medio ambiente, algunos devastadores y otros positivos.

Eyjafjalla, ¿se ha exagerado su impacto?

El volcán Eyjafjalla, ubicado bajo el Eyjafjallajökull (del islandés "glaciar de la montaña de la isla" y pronunciado éyzfasleiguk), podría no haber sido tan peligroso como para paralizar el tráfico aéreo europeo. Las aerolíneas KLM, Lufthansa y Air France realizaron varias pruebas sin pasajeros para comprobar sus verdaderos efectos. Las aeronaves volaron a altitudes de entre 3.000 y 8.000 metros y, según sus responsables, no se han registrado daños en los motores ni en el fuselaje.

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El responsable de Movilidad y Transporte de la Comisión Europea, Matthias Ruete, ha señalado que estas pruebas sugieren que se ha sobrevalorado el riesgo. Según este comisario europeo, "el modelo informático utilizado se basa en ciertas asunciones donde no hay claras evidencias científicas. Hay una zona oscura en ciertas áreas".

Los defensores de la medida sostienen que se han seguido los protocolos de actuación para evitar posibles catástrofes. Los aviones no pueden detectar la llegada de una nube de ceniza volcánica cuando no es muy densa. La procedente de Islandia ha sido visible en su zona central, pero no en sus aledaños. En caso de entrar en contacto con un avión, las consecuencias pueden ser letales. Las cenizas lijan el aparato, incluso los cristales de la cabina, que se queda sin visibilidad. Su carácter abrasivo puede parar los motores. Y como absorben el agua, también pueden causar cortocircuitos. Al entrar en el sistema de ventilación, el intenso olor a azufre perturba a la tripulación y a los pasajeros.

Las compañías aéreas cuentan con varios casos de aeronaves que sufrieron las consecuencias de su paso por una nube de cenizas. El primero y más importante se produjo en junio de 1982. Un Boeing 747 de British Airways sobrevolaba Indonesia y sus cuatro motores se pararon de forma repentina, si bien el avión logró aterrizar en el aeropuerto de Yakarta.

Joan Martí, investigador del CSIC en el Instituto Jaume Almera de Barcelona, recuerda que la última gran erupción del Etna, en Italia, provocó el cierre durante varios meses del aeropuerto de la vecina Catania. Según este científico, también secretario general de la Asociación Internacional de Vulcanología, el Eyjafjalla no destaca en un país de vulcanismo extremo. Su erupción no ha sido grande, sino intensa, como cuando se echa agua en una sartén de aceite, explica.

La nube de cenizas ya es "insignificante"

El Eyjafjalla sigue en erupción pero la nube de cenizas ha disminuido hasta niveles "insignificantes", según científicos del Instituto de Ciencias de la Tierra de Islandia. Si se produjera más ceniza, señala Ramón Ortiz, vulcanólogo del CSIC y del Museo Nacional de Ciencias Naturales, se vería en el cielo un colorido como el del cuadro "El Grito", de Edvard Munch, que reflejó los efectos en la atmósfera de la erupción, en 1883, del volcán Krakatoa (Indonesia).

Otra cuestión barajada estos días, y que incluso dio lugar a una noticia desmentida horas después, es que otro volcán cercano y de mayor tamaño, el Katla, sufra una erupción. Algunos expertos han señalado que sus cenizas podrían recorrer todo el planeta. En el pasado ha registrado actividad al mismo tiempo que el Eyjafjalla, y durante los dos últimos años se han detectado señales de que podría entrar en acción. Ortiz recuerda que son sistemas volcánicos independientes y no hay ninguna evidencia de que vaya a activarse de inmediato.
Eyjafjalla, un pequeño volcán

El volcán del glaciar Eyjafjallajokull entró en erupción por primera vez en 200 años el pasado 20 de marzo. Su magnitud ha sido pequeña en relación a otras erupciones y, como indica Ramón Ortiz, cada mes ocurren más de diez erupciones mayores que la de Islandia. En este caso, la circulación de ceniza se ha producido en un espacio aéreo muy transitado, que ha llevado a tomar la decisión de cerrarlo. No ocurre lo mismo en Alaska, Kamchatka (Rusia) o Indonesia. En estas zonas de gran actividad volcánica, no es frecuente que se cierre su espacio aéreo.

Volcanes: consecuencias sobre la salud y el medio ambiente

Según Joan Martí, la evolución de la nube de ceniza del Eyjafjalla hasta el momento hace pensar que no causará ninguna catástrofe ambiental. Su mayor impacto se registrará en sus aledaños, en un área de unos 100 kilómetros, y, por lo tanto, no afectará al continente europeo. Se evacuó a la población más cercana al volcán para evitar que entrase en contacto directo.

En general, las partículas de ceniza volcánica pueden provocar en las personas que se encuentren bajo su radio de acción diversos problemas de salud. Al contener partículas y gases nocivos, dañan el sistema respiratorio, la piel y los ojos. Los niños y las personas con alergias y problemas en estas partes del cuerpo son los más afectados.

La ceniza de un volcán puede inducir incendios forestales, contaminar el agua y dañar las cosechas, la vegetación y el ganado. El sílice de la ceniza tiene una alta cantidad de flúor que se puede depositar en el pasto. Las ovejas que ingieran este alimento pueden perder los dientes y tener problemas de vista. Las avalanchas de barro y los ríos de lava arrastran todo lo que encuentran a su paso. A su vez, puede provocar otros desastres naturales, como inundaciones o deformación del paisaje. El volcán emite gases tóxicos capaces de ocasionar problemas de lluvia ácida en un área que puede alcanzar los 30 kilómetros e, incluso, tormentas eléctricas.

Impacto de los grandes volcanes

El Eyjafjalla es una pequeña sombra en comparación con los grandes volcanes que han destacado por su actividad. En 1815, el volcán Tambora, en Indonesia, entró en erupción de manera violenta y causó la muerte de 50.000 personas. Es el más letal hasta la fecha. La ceniza se extendió por todo el planeta y redujo la exposición al Sol: en la Península Ibérica la temperatura no subió de 15 grados centígrados durante aquel verano.

La propagación masiva de ceniza volcánica en la atmósfera puede provocar pequeños cambios climáticos de varios años de duración. Hace unos 74.000 años, en lo que ahora es Sumatra, el volcán Toba entró en erupción y sus cenizas oscurecieron el cielo en todo el planeta. Las temperaturas se desplomaron hasta en 21 grados en latitudes más altas, y las tres cuartas partes de las especies vegetales en el hemisferio norte perecieron. Esta erupción pudo producir una masacre en la humanidad de la época, de la que sólo sobrevivirían unos pocos miles. Este hecho podría explicar por qué el ADN de todos los seres humanos actuales es similar, según Stanley Ambrose, un antropólogo de la Universidad de Illinois.

En 1783, la erupción del volcán islandés Laki provocó un pequeño cambio del clima que afectó a Europa. Algunos expertos sostienen que la hambruna y el aumento de la mortalidad posterior fue uno de los acicates que llevó a la Revolución Francesa.

Y podría ser incluso peor. Un informe de la Sociedad Geológica de Londres advierte de que tarde o temprano ocurrirá una súper erupción volcánica en algún punto del planeta que alterará el clima y podría acabar con la civilización actual. Los responsables de informe reconocen que no se puede predecir cuándo sucederá y que no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Una de estas posibles súper erupciones podría ocurrir en el Parque Nacional de Yellowstone, en EE.UU. En 2001, un estudio de la revista 'Earth and Planetary Science Letters' señalaba que cubriría la mitad del país con una capa de ceniza de un metro de espesor.

La actividad volcánica también contribuye al deshielo de los casquetes de hielo en la Antártida, según un artículo publicado en la revista 'Nature' en 2008.
¿Cómo se crean los volcanes?

La superficie de la Tierra no es ni mucho menos estática. Está compuesta de varias placas tectónicas unidas unas a otras que, al entrar en fricción, fusionan las rocas dentro de la corteza. Los volcanes se crean al ascender estos materiales diversos (lava, polvo, cenizas, etc.) a la superficie y acumularse en la misma. Se estima que en todo el mundo hay unos 600 volcanes en marcha, aunque su nivel de actividad es muy variable.

Efectos positivos de los volcanes

Algunos científicos creen que las grandes erupciones más recientes, como las ocurridas en el monte San Helens en 1980 y en el monte Pinatubo en 1991, han paliado el calentamiento global a corto plazo. La emisión de cenizas por todo el planeta habría hecho de pantalla para los rayos solares.

Los volcanes emiten dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, pero su contribución al calentamiento global actual es mucho menor que la provocada por las actividades humanas. Según un estudio de la Organización Geológica de EE.UU. (USGS), el conjunto de los volcanes mundiales generan unos 200 millones de toneladas anuales de CO2, frente a los 24.000 millones causados por los automóviles y la industria.

Por ello, la interrupción durante estos días de los vuelos en Europa a causa del Eyjafjalla habría resultado beneficiosa. La aviación europea genera 344.109 toneladas de CO2 diarias, mientras que el volcán islandés habría emitido unas 150.000 toneladas.

Un artículo publicado en 2009 en la revista 'Earth and Planetary Science Letters' señalaba que la interrupción de la actividad volcánica, hace 250 millones de años, habría convertido a la Tierra en una bola de nieve cubierta de glaciares. Y también habría ayudado a dar lugar a la atmósfera rica en oxígeno, esencial para la mayoría de los seres vivos.

Los depósitos de ceniza pueden ser beneficiosos para el entorno porque mejoran la fertilidad del suelo. Así lo pudieron comprobar los agricultores de León (Nicaragua). En abril de 1992, hizo erupción el volcán del Cerro Negro y la mezcla de la tierra y las cenizas volcánicas dio lugar a unas buenas cosechas en los meses posteriores.

Algunos científicos incluso buscan aprovechar la energía de los volcanes. Adam Simon, geoquímico de la Universidad de Nevada en Las Vegas, forma parte de un equipo internacional de investigadores cuyo objetivo es conocer mejor cómo funcionan para generar a partir de ellos energía geotérmica. Simon también estudia las posibilidades de producir oro, plata, platino y paladio a partir de los depósitos volcánicos.

El Teide, un volcán activo en observación

El Teide se ha reactivado a partir de 2004, y aunque no se espera una erupción inmediata, los equipos de investigación no le quitan ojo, según Ramón Ortiz. En tal caso, los efectos de la nube de cenizas serían mucho mayores que los del volcán Eyjafjalla. Ortiz afirma que el volcán tinerfeño avisaría con el tiempo suficiente para poner en marcha un plan de actuación para tal eventualidad.

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