¿Abandonó Dios a Goldman Sachs?
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada/Rebelión
24/04/10
La hasta ahora inexistente reguladora (sic) bursátil Securities and Exchange Commission (SEC), que enmudeció y padeció ceguera selectiva ante los obscenos atracos de los criminales banqueros de Nueva York –quienes llevaron al planeta entero al borde de la catástrofe de la que, por cierto, aún no sale, pese a toda la trivial desinformación cacofónica de los multimedia israelí-anglosajones–, por fin se atrevió a demandar ante un tribunal civil (¡ojo!, no penal) a Goldman Sachs por su venta fraudulenta de obligaciones de deuda colateralizada (CDO, por sus siglas en inglés), vinculadas tóxicamente a los célebres seguros hipotecarios de baja calidad (subprime mortgage backed securities), diseñados deliberadamente para negros y chicanos, y mezclados a los ominosos CDS (credit default swaps: “swaps de créditos de quiebra”), con los que la raza blanca de Wall Street y la City apuestan a la quiebra ajena para obtener enormes ganancias en su demencial casino especulativo a costa del género humano.
No importa tanto entender la íntima mecánica ingeniosa de los productos financieros derivados, en los que han colaborado las mentes científicas más brillantes y, al mismo tiempo, mefistofélicas del planeta.
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La mayor parte de las veces, los propios banqueros que detentan la supremacía financiera global –una genuina plutocracia trasnacional– con que controlan a tirios y troyanos, no entienden, de su propia confesión, los alcances deletéreos de sus macabros inventos con que han dañado irremisiblemente a todo el mundo.
En la página siete de su demanda civil (insistimos), la recién despertada reguladora SEC cita una frase históricamente indeleble –al momento de la venta de sus productos tóxicos– proferida en su correo electrónico por el ejecutivo de Goldman Sachs Fabrice Tourre: “el edificio entero está por colapsarse en cualquier momento (…) Solamente el potencial superviviente, el fabuloso Fab –Nota: alias de Fabrice Tourre– (…) en medio de todas estas transacciones exóticas (sic) que creó sin necesariamente entender todas las implicaciones de estas monstruosidades”.
Fabrice Tourre (alias Fab) fue el inventor, a sus 31 años (¡tan joven y ya tan satánico!), de los pases mágicos de CDO y CDS, los cuales trianguló con la vilipendiada firma de hedge funds (fondos de cobertura de riesgo), propiedad del multimillonario John Paulson (a no confundir con Henry Hank Paulson, anterior malhadado secretario bushiano del Tesoro y previo jerarca de Goldman Sachs).
En efecto, Goldman Sachs, el mayor banco de inversiones de mundo –y, a nuestro juicio, el brazo armado financiero con el que Estados Unidos somete y engaña al mundo entero mediante el cuento texano de la globalización financiera–, fue y sigue siendo un creador de monstruosidades y monstruos financieros como sustentamos desde hace ya buen tiempo con el detalle genealógico de su control global (ver Goldman Sachs: ¿Los (Ex)Amos del Universo?; Bajo la Lupa, 31/10/07).
Una parte sustancial del gabinete bushiano provenía de Goldman Sachs, que hizo perder las fronteras entre interés privado y público.
El peor engaño lo suelen cometer los Mefistófeles financieros, quienes se disfrazan de filántropos, como el muy polémico Lloyd Craig Blankfein (LCB), máximo jerarca del pestilente Goldman Sachs, quien, en una inolvidable entrevista con The Sunday Times (8/11/09), afirmó sin rubor realizar el trabajo de Dios.
El muy primitivo Baby Bush también había asegurado que la guerra contra Irak le había sido susurrada por Dios.
Al menos que los ciudadanos del mundo ignoremos el significado del Dios misericordioso que pregonan las religiones monoteístas, ¿no será que tanto Baby Bush como LCB confunden a su Dios con Mefistófeles?
LCB es miembro del consejo de administración de la Sociedad Asiática de la familia Rockefeller (but of course and curse!) –cuyo cerebro geopolítico es el etnocida global Henry Kissinger–, así como de la Fundación caritativa (sic) Robin Hood (no es broma), y aparece en la lista de filántropos judíos junto al estereotipo del cleptomaniaco universal posmoderno Bernard Madoff (ver Correo Ilustrado, La Jornada; Respuesta a Adolfo Gilly, 30/12/08).
También el megaespeculador global George Soros, quien en 1997 provocó el efecto Dragón en Asia y ahora opera contra el euro, deambula en los multimedia israelí-anglosajones con el disfraz de filántropo.
Las monstruosidades y los monstruos de Goldman Sachs eran ya inocultables: desde el efecto tequila –en el que presuntamente colaboraron Joseph-Marie Cordoba, Zedillo y los hermanos Werner Wainfeld (Martín y Alejandro Mariano, respectivamente, deudor y pagador del Fobaproa/IPAB que descuartizó deliberadamente a la banca mexicana) –con sus tentáculos que llegan hasta Banca Mifel (ver La Lupa Política; Voces del Periodista, No. 207, 1/4/09)– hasta la implantación de bombas financieras durmientes en Grecia, en el seno de la eurozona (ver Bajo la Lupa, 7/3/10).
Sin redes de protección mental, The Financial Times, portavoz del neoliberalismo trasnacional, se lanzó al vacío axiológico al haber nombrado a LCB el personaje del año 2009, lo cual valió airadas cuan estériles condenas ultrajantes de quienes aún no han sido infectados por el virus incurable del lucro genocida en medio del naufragio de la crisis financiera global fabricada en Wall Street y en la que contribuyó plenamente Goldman Sachs (The Daily Telegraph, 20/4/10).
El muy sarcástico Chan Akya (Asia Times, 20/4/10) juzga que el montaje judicial de Goldman Sachs es una charada de honestidad y conjetura que el fondo de la madeja vinculante se encuentra en el rescate a la aseguradora AIG (una verdadera bomba de tiempo).
¿Fue despertada tardíamente la catatónica reguladora bursátil SEC debido a la laudable reforma financiera de los demócratas, a casi siete meses de las cruciales elecciones legislativas?
Eliot Spizer, muy controvertido ex procurador y ex gobernador del estado de Nueva York, quien conoce la intimidad del modus operandi judicial, alega que no es coincidencia la demanda entablada contra Goldman Sachs cuando los demócratas están a punto de presentar su reforma financiera en el Senado (Político, 19/4/10).
¿Abandona Dios a Goldman Sachs, que constituía un omnipotente estado financiero dentro del alicaído Estado jurídico en EU? ¿Se trata del rugido de un vulgar ratón en la colina del Congreso?
Los alcances y repercusiones del efecto global de la demanda civil (no cesamos de insistir cuando la del felón Madoff fue penal) de la SEC definirán las interrogantes.
Por lo pronto, en forma hipócrita Gordon Brown, a punto de perder las elecciones en Gran Bretaña, ha fustigado la quiebra moral del banco de inversiones estadunidense Goldman Sachs, que infectó y afectó a la banca británica, y que ya fue abandonado ostensiblemente por Dios y lo empieza a ser también por los agazapados políticos europeos frente a la furia de los engañados ciudadanos del mundo.
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