Retrospectiva: Israel, dos mil años de mentiras; sesenta años de terrorismo de estado

Laura Knight-Jadczyk
SOTT.net
Traducción de Señales de los Tiempos
14/5/2008 (nueva publicación: 21/9/08)

Comentario de Laura Knight-Jadczyk para SOTT: Teniendo en cuenta lo que hemos estado aprendiendo acerca del dominionismo (inglés) (español) desde que se eligió a la fundamentalista Sarah Palin como candidata para vicepresidente [de Estados Unidos], me pareció que sería apropiado volver a publicar este artículo acerca del contexto histórico de Israel y del judaísmo, así como de los creadores de la Biblia, en cuyos principios se basan las tres religiones monoteístas que están destruyendo al planeta. Es necesario que el lector tenga presente que los fanáticos religiosos que creen, básicamente, en cuentos de hadas están intentando apoderarse del mundo basados en lo que perciben como instrucciones por parte de un dios mítico de la guerra, la muerte y la destrucción.

Hace algunos años, cuando se publicó mi libro La Historia Secreta del Mundo, me precipité a prometer que pronto terminaría el volumen 2 y que estaría listo para ser publicado. Después de todo, yo sabía bastante bien en qué me quería enfocar -el tema de Moisés y la creación del judaísmo- y ya tenía una buena hipótesis y toneladas de material de apoyo suplementario. Incluso tenía un título: Los Cuernos de Moisés (¡triple sentido!). Debería de ser cosa de nada, pensé. Y así me senté a escribir.

El trabajo iba fluyendo bastante bien, Moisés cobraba vida en la pantalla de la computadora y luego... bueno, comencé a tener dudas. Sabía que sabía mucho acerca de Moisés desde el punto de vista teológico y desde el punto de vista de mucha investigación alternativa. Incluso sabía mucho de lo que los académicos sabían -la gente que pasa sus vidas estudiando y analizando textos bíblicos. Pero aun así me sentía insatisfecha. Entonces fui a buscar más fuentes de información y descubrí que había mucho más que debía leer antes de poder completar el proyecto. Eso es en resumen lo que he estado haciendo durante el último año o dos: leyendo cosas que nadie lee excepto los especialistas, y recolectando montones de datos.

Lo que ha sido impactante descubrir es exactamente cuánto sí se sabe entre los académicos que no se sabe entre el público en general. Supongo que no debería de sorprenderme porque he descubierto que esto es cierto en otros campos, pero cuando el tema es el fundamento de las religiones -cosas que la gente cree y por las cuales dan sus vidas y que determinan sus acciones- bueno, resulta bastante malo.

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En el proceso he aprendido mucho acerca de la creación del judaísmo que es en gran medida la “fundación” de la sociedad occidental. Cielos, ¿no les parece extraño? ¿Una religión creada por una inconspicua tribu del Medio Oriente -básicamente un dios tribal- que de algún modo ha sido ahora ascendido a “Dios del Cosmos” y que se ha convertido en el modelo para el punto de vista occidental del “Ser Divino”? Y esto fue hecho a expensas de las percepciones sobre el espíritu que eran comunes en Europa occidental antes de la imposición de los dioses de Medio Oriente. Se nos ha enseñado que Europa era un lugar salvaje e incivilizado; ¿pero es eso cierto? ¿Cómo podría ser cierto cuando hay tanta evidencia alrededor nuestro en la forma de cientos de miles de megalitos que indican que los antiguos europeos hicieron cosas que las civilizaciones de Medio Oriente nunca hicieron?

Bueno, en cualquier caso, a medida que extendía mis lecturas para incluir otras referencias, encontré que la creación del cristianismo está estrechamente asociado -incluso temporalmente, lo cual podría ser impactante para algunos- de modos muy interesantes con la creación del judaísmo; existe un vínculo directo entre los textos del Antiguo Testamento y los Rollos del Mar Muerto y un vínculo entre los Rollos del Mar Muerto y ciertas ideas que se convirtieron en “propiedad cristiana”; y poco a poco, con horrorosa seguridad, he llegado a darme cuenta de que no hay nada más malvado en este planeta que las religiones monoteístas que nacieron en el Medio Oriente.

En cierto punto, por supuesto, quiero explorar el papel que el bombardeo cometario puede haber jugado en la creación de la religión y luego examinar el papel que la religión ha jugado en la estimulación de mentiras y engaños en nuestro mundo. Después de todo, hoy consideramos -no puedo decir que esté celebrando- el “cumpleaños de Israel”, un evento que ha traído más miseria y sufrimiento a nuestro mundo moderno que cualquier otro desde el Holocausto Global de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, ambos eventos están íntimamente conectados que podría decirse que el Holocausto ha continuado como consecuencia del “Nacimiento del Estado de Israel”. Pero sin duda que han habido otros holocaustos creados por el judaísmo a través de dos mil años de historia de civilización occidental; las cruzadas y las persecuciones de brujas me vienen a la mente.

Supuestamente el judaísmo creo a Israel, y el judaísmo es también el padre del cristianismo y el islam, de modo que el asunto del judaísmo y el Israel antiguo, del cual supuestamente emergió, no son temas triviales. El hecho es que un creciente número de fuentes académicas demuestra que no hubo ningún “Israel antiguo.” La Biblia hebrea no es de ningún modo un documento histórico, y tratar de entender la historia de Palestina leyendo la Biblia es como tratar de entender la historia medieval leyendo Ivanhoe. Niels Peter Lemche, un erudito bíblico de la universidad de Copenhague escribe:

Desde hace algunos años que hay una discusión en los estudios bíblicos, en particular del Antiguo Testamento, entre una posición llamada “maximalista” y una segunda posición, comúnmente llamada “minimalista”. Esta controversia es acerca de la cantidad de información histórica que puede encontrarse en las páginas del Antiguo Testamento: no mucha, dicen los minimalistas; mucha más, argumentan los maximalistas. [...]

Y por supuesto, los “maximalistas” son creyentes de verdad... aquéllos que han controlado el estudio de la Biblia por desde hace mucho tiempo; aquéllos que crearon la arqueología con el único propósito de probar que la historia de la Biblia es cierta; pero la arqueología se ha vuelto poco a poco más científica, y a medida que lo ha hecho, a medida que se ha liberado del control de los Creyentes de Verdad, ha revelado que la Biblia no es una fuente histórica.
Me acerqué al tema analizando primero los relatos bíblicos de los patriarcas, el éxodo desde Egipto y la estancia en el desierto -en breve, las narrativas de los libros del Génesis hasta Números. Después de ello, comparé la imagen del pasado creada por los escritores bíblicos con las fuentes antiguas de información de las civilizaciones de Siria y Palestina en la Edad de Bronce, la cual es usualmente considerada como el contexto histórico de las historias del Pentateuco. Quedará mostrado más allá de toda duda que hay muy poca correlación entre la imagen bíblica del pasado y la evidencia no bíblica de las culturas de la Edad de Bronce. Sin embargo, no debemos concluir que los autores bíblicos fueron historiadores fracasados sino que no estaban interesados en lo absoluto en proveer ningún tipo de reporte histórico del pasado. Escribieron por otras razones e hicieron uso de la historia como vehículo de su mensaje. Al abordar la literatura del Antiguo Testamento, la gente de tiempos modernos debe darse cuenta de que los autores antiguos no escriben primordialmente para la posteridad, es decir, para nosotros, sino para el beneficio de su audiencia contemporánea. Siguieron las expectativas morales y estéticas de su tiempo; carecieron de toda idea de las reglas que gobiernan los estudios e intereses históricos modernos. [...]

¿Es la narrativa del Éxodo un reflejo histórico o ficción literaria?

Si insistimos en que la narrativa del Éxodo no se refiere a un evento histórico, entonces debemos estar preparados a enfrentar la oposición de un tipo mucho más serio del que fue el caso cuando deconstruimos la historicidad de las narrativas patriarcales.

El razonamiento sólido subyace esta oposición crítica. La escena social de la historia del Éxodo es vastamente diferente de aquélla de las narrativas patriarcales y de la saga de José, que trata acerca del destino de una familia en particular. [...]

A diferencia de las narrativas patriarcales y de la saga de José, el Éxodo no describe el destino de una sola familia. Ahora las narrativas se vuelcan hacia una pregunta mayor: la liberación de una nación. La cadena de narrativas que comienzan con la familia de José emigrando hacia Egipto termina con muchos cientos de miles de personas partiendo. Los patriarcas no son ahora más que los ancestros lejanos de esta nación. ... Los israelíes posteriores tienen que aceptar los actos de esa generación liberada [del Éxodo] como los suyos propios por el bien de la solidaridad y continuidad nacional. Son parte de la herencia nacional. Un dicho del exilio subraya la relación entre el pasado y el presente: “¡Los padres comieron uvas agrias, y los dientes de sus hijos se sienten sin filo!” (Jer 31:29) Esto refleja la idea que la liberación de los ancestros (“los padres”) de Egipto proveyó libertad para generaciones aún sin nacer, es decir, de “sus hijos”. Estos hijos y esos ancestros son un pueblo. Los israelitas se perciben a sí mismos como herederos, identificándose con sus ancestros fallecidos, su pueblo. Esto también quiere decir que los ancestros han determinado el destino de sus descendientes porque cada generación sucesiva revive para sí las experiencias de sus ancestros.

Es interesante comparar este concepto –el del Éxodo como la liberación de los judíos que proveyó libertad para las generaciones venideras– con el concepto de la remisión vicaria de los pecados por la crucifixión de Jesús, por medio de la cual las futuras generaciones fueron “puestas en libertad” por medio de este acto. Son esencialmente lo mismo; peculiares ideas orientales que no tienen lugar en una civilización que originalmente tomó la responsabilidad personal muy seriamente.
La liberación de Egipto es un momento crítico en la historia de Israel. Una nación y su religión dependen de ella. Sin ella, la nacionalidad de Israel sería una nota al pie de página en la historia, y su fe en Jehová como el Dios de Israel hubiera permanecido como insignificante. El Éxodo representa más que una liberación nacional: marca el nacimiento de una nación y justifica la existencia de esa misma nación.

Dos otros eventos se convierten en importantes “leyendas fundadores” para los israelitas: la revelación en el Sinaí y la ocupación de Canaán. El Éxodo marca el inicio de la gente y la fuente de su identidad, pero la gente también necesita una religión y una tierra. Sin ambas, la gente no puede sobrevivir sino que enfrentará aniquilación. Una identidad nacional requiere un espacio concreto y físico dentro del cual desarrollarse. Sin una religión, la gente vagaría sin rumbo por terreno salvaje como figuras espectrales.

En el Sinaí, Jehová se presenta a sí mismo como el Dios que liberó a Israel del dominio egipcio – el mismo Dios que al inicio de la historia comenzó una relación exclusiva con los patriarcas y les prometió una tierra hermosa.

Tengan en cuenta que las historias de los patriarcas fueron reescritas por aquéllos que estaban buscando crear una nueva nación después de que el exilio babilonio y las promesas de tierra fueron puestas en boca de Dios para mostrar que la historia fabricada del Éxodo era simplemente un paso más en el cumplimiento del plan de Dios.
Finalmente, en el Sinaí Jehová se convierte en el Dios de Israel en concreto. Un contrato o “convenio” sella este lazo entre un pueblo y su Dios. Por tanto, la ley de Jehová se convierte en la base legal para una nación y para la obligación perpetua de los israelitas hacia su Dios. Dos principios de este convenio solidifican inexorablemente su identidad religiosa. Primero, la consciencia religiosa colectiva de los israelitas confirma que Jehová es y siempre será su Dios. Segundo, todos los israelitas deben ahora y para siempre conformarse a la ley de Jehová, en efecto, la “constitución” de Israel. Por tanto, la ley simplifica lo que significa ser un Israelita, bajo la protección de Dios. Y quien sea que no obedezca deja de ser un miembro de esa gente.

En cuanto a la tierra, el cumplimiento de esa promesa yace en el futuro. Sin embargo, Dios hace una promesa en el Sinaí: si ellos se adhieren a las estipulaciones de la ley, la gente habitará y será dueña de la tierra. Esto no es meramente una historia acerca de una revelación divina; más bien representa un programa para el futuro de la nación israelita. Hasta que la gente finalmente viva en la “tierra”, uno no puede verdaderamente llamar al pueblo “Israel”.

De este modo, la negación de la historicidad de estos elementos fundamentales de las narrativas históricas israelitas viene a ser casi una negación de la misma existencia del pueblo israelita. Por tanto, desechar la narrativa del Éxodo como una fuente histórica es mucho más serio que tomar una mirada crítica del contenido histórico de la tradición patriarcal. [...]

Predeciblemente, muchos cristianos y judíos conservadores se perturban con las voces escépticas que cuestionan la historicidad de las narrativas del Éxodo. Tanto cristianos como judíos se consideran a sí mismos como los verdaderos descendientes de Israel; por lo tanto, para ellos, estas críticas representan opiniones herejes o “negativas”. No ven estas teorías como análisis objetivos del Éxodo o la revelación del Sinaí; las ven como ataques a sus propias identidades religiosas.

Si, sin embargo, pasamos por alto tales preocupaciones -después de todo no es el propósito de una investigación crítica proteger la presunta identidad entre los miembros vivos y muertos de cierta comunidad religiosa- es bastante obvio que la narrativa del Éxodo está compuesta en gran medida de elementos literarios que se asemejan cercanamente a los que ya se encuentran en el libro del Génesis. ... El libro del Éxodo representa un parchado literario, construido a partir de fragmentos de historias y leyendas de aventuras universales y atemporales. Éstas son ejemplos de arte narrativo en lugar de literatura folclórica específicamente israelita. Apreciando la utilidad de estas tramas y sus personajes, los autores bíblicos se apropiaron de estas historias universales y las reconstruyeron con su propio molde israelita. [...]

En las historias bíblicas podemos ver imágenes de un estilo narrativo familiar, y quizá ese tipo de imitación contribuyó a dar cierta medida de credibilidad al mensaje de un historiador antiguo. [...]

El Éxodo 1-19 representa una unidad de narrativa coherente que describe el vagabundear de los israelitas de Egipto al Monte Sinaí. Sin embargo, muchos sustratos literarios aparecen en esos capítulos – viñetas individuales entretejidas para crear “escenas” dentro del complejo mayor de Egipto-Sinaí. La unidad comienza con el nacimiento de Moisés y su milagroso rescate y termina con su escape a Midian, donde Dios le delinea su futura misión. El siguiente contiene una larga sección acerca de las plagas que conduce a fin de cuentas a la liberación de Israel. Finalmente, un tercer fragmento describe cómo dejan Egipto los israelitas y se dirigen hacia el Sinaí.

Por supuesto que yo sugeriría que la historia de las plagas de Egipto es una memoria del bombardeo cometario, pero los eruditos bíblicos no incluyen tales especulaciones en sus análisis y por tanto se encuentran un tanto en desventaja al interpretar lo que puede o no puede ser histórico.
Inicialmente, el complejo Éxodo-Sinaí parece una unidad coherente de narrativa. Sin embargo, con más examinación, los eventos y la legislación en el Monte Sinaí representan los puntos destacados literales y figurados de la narrativa. La importancia del evento del Sinaí es tan profunda que perturba el equilibrio narrativo del complejo Éxodo-Sinaí. El Sinaí simplemente trastorna la narrativa que lleva al lector de Egipto a Canaán. Sin cuidado por la consistencia narrativa, el Sinaí irrumpe en la marcha por demás sin interrupción de los israelitas desde el Mar de Juncos hasta el Río Jordán.

Por años, los eruditos del Antiguo Testamento han reconocido la discontinuidad narrativa entre el complejo del Sinaí y el esquema narrativo general del Pentateuco. Han basado esta observación no en la narrativa misma sino en textos tales como el breve credo en Deut 26: 5-9.
5 Entonces hablarás y dirás delante del Señor tu Dios: Un Arameo vagabundo y perdido, listo a perecer fue mi padre [Jacobo], el cual descendió a Egipto y peregrinó allá con pocos hombres, y allí creció en gente grande, fuerte y numerosa.
6 Y los Egipcios nos maltrataron, y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre.
7 Y clamamos al Señor Dios de nuestros padres; y el Señor oyó nuestra voz, y vió nuestra aflicción, y nuestro trabajo, y nuestra opresión;
8 Y sacónos el Señor de Egipto con mano fuerte, y con brazo extendido, y con grande espanto, y con señales y con milagros;
9 Y trájonos á este lugar, y diónos esta tierra, tierra que fluye leche y miel.

Estas breves memorias de la historia temprana de Israel, su liberación de Egipto y su conquista de la tierra prometida ignoran completamente los eventos del Sinaí. Mientras que la vida de Israel en Egipto y su emigración permanecen como temas pivotales, el Sinaí nunca es mencionado. Por tanto, hace casi sesenta años, Gerhard von Rad sugirió que el complejo del Sinaí no es uno de los componentes narrativos originales del Pentateuco. Para él, éstas son dos unidades narrativas independientes, por un lado las historias del Éxodo y el desierto, y por otro la revelación del Sinaí. Fueron escritas independientemente y sólo unidas después. (Ver von Rad, “El problema de forma crítica del Hexateuco,” en “El problema del Hexateuco y otros ensayos” (trad. Por E.W. Trueman Dicken; New York: McGraw-Hill, 1966).

Para von Raud, la línea fronteriza entre la narrativa del Éxodo y la revelación del Sinaí se encuentra en el Éxodo 14 (Exod 15, el renombrado “Cantar del Mar,” es una unidad independiente y no es parte de ninguno de los complejos). ... claramente, la narrativa del Éxodo está relacionada con los Días de Ayuno, y el Sinaí con la Fiesta de las Semanas (Pentecostés). Las dos tradiciones se unen mucho más adelante. La inclusión de la revelación del Sinaí en la cadena narrativa del Éxodo y las historias del desierto deben ser forzosamente posteriores a la composición de un texto de credo tal como Deut 26: 5-9.

Por supuesto, la tardía combinación de dos unidades narrativas originalmente independientes no excluye mayores elaboraciones y adiciones, especialmente aquellas que crean transiciones literarias suaves entre el Éxodo y el material del Sinaí. Cada complejo narrativo lleva su propio significado religioso y antecedente. Surgieron independientemente y fueron unidos en una fecha posterior. Consecuentemente, debemos considerar su historicidad de modo separado. Si confirmamos la historicidad de un complejo, no podemos asumir la historicidad del otro.

Moisés, la figura central de la narrativa, garantiza la unidad fundamental del complejo del desierto y del Éxodo-Sinaí. El mismo Moisés funciona como el pegamento que une a la tradición del Éxodo-Números, cada episodio está inexorablemente vinculado y definido por su héroe. Sin embargo, hay razones para dudar de que Moisés sea también el enlace histórico entre la revelación del Sinaí y el complejo narrativo que le rodea. Desde el punto de vista privilegiado de un historiador, puede ser cuestionable ver a una y la misma persona como el centro de dos unidades narrativas originalmente separadas. Esta observación es importante porque es casi imposible separar a Moisés de cada unidad y considerarlo primario en una de ellas a la vez que secundario en la otra. ¿Qué es la narrativa del Éxodo sin Moisés? ¿Podría Israel aceptar las tablas de la ley de quien sea aparte del mismo Moisés? Todo apunta a que las unidades narrativas han sido compuestas desde el principio con Moisés en mente.

Cuando los autores y recolectores de la tradición escribieron sus historias acerca del pasado de Israel, vieron a Moisés como más importante que cualquiera de los elementos narrativos que combinaron en el complejo del desierto y del Éxodo-Sinaí. Por tanto, a partir del momento de su composición, Moisés domina el complejo Éxodo-Números. Como consecuencia de Moisés como una parte integral de las unidades narrativas en Éxodo-Números, debe concluirse que él no participó en ninguno de los eventos registrados, lo cual es una paradoja ya que las narrativas deberían vivir sin su presencia. [...]

Esta incertidumbre acerca de la identidad de Moisés surge otra vez cuando consideramos sus muchos papeles distintos. En algunas narrativas se le representa con una multitud de características, mientras que otras narrativas lo caracterizan más uniformemente. El niño Moisés rescatado del río presagia su papel como liberador de Israel, la figura de un antiguo héroe aventurero prototípico del Medio Oriente. Egipcios, babilonios y asirios conocieron historias acerca de tales niños prodigio, siendo un ejemplo notable el del rey héroe acadio Sargón. [...]

Las historias legendarias de Moisés y Sargón presagian la grandeza futura de dos héroes maravillosos. Sus autores utilizaron el tema del rescate para distanciarse a sus héroes de la gente ordinaria. De este modo, al héroe se le permite transgredir las convenciones sociales que la gente normal debe seguir. Sin esta libertad, ningún héroe podría jamás tener éxito en cambiar radicalmente la fortuna de su nación. [...]

Cuando consideramos los muchos componentes de la imagen de Moisés en el Pentateuco, su papel como creador y legislador de la religión israelita es claramente central. En el Sinaí, Moisés media el convenio entre Jehová e Israel y declara el contenido de la ley de Dios a los israelitas. A la luz de sus otras funciones, no es de sorprender que Moisés también debe funcionar como el juez y gobernante supremo de Israel con el mismo poder que tendrán más adelante los reyes de Israel.

Moisés es simplemente el componente literario del complejo del desierto Egipto-Sinaí. A través de él los autores tejen un hilo rojo que conecta todos los episodios distintos que pertenecen a este complejo de narrativas. Sin embargo una pregunta persiste: ¿Se relaciona algo de esto con una persona histórica llamada Moisés? Como ya notamos, el complejo del desierto-Éxodo por un lado y el fragmento del Sinaí por el otro eran originalmente dos unidades literarias independientes. La unidad entre ellos fue sólo alcanzada al introducir la figura de Moisés a ambos complejos narrativos. Antes de que esto ocurriera, esta narrativas se desarrollaron independientemente; sin Moisés, los autores a duras penas habrían logrado unirlas.

Frecuentemente se dice que la historia de los orígenes y religión de Israel presupone un individuo histórico central y que es completamente incomprensible sin esa persona. Por tanto, es acertado decir que si Moisés no hubiera existido, ¡alguien habría tenido que inventarlo! Dicen que la historia temprana de Israel es inconcebible sin un arquitecto genuino. La respuesta es sencilla: ¡sí, de hecho lo inventaron! [...]

El Sinaí presente otro dilema. ¿Dónde exactamente se le apareció Dios a los israelitas? La tradición eclesiástica que conecta al actual Jebel Musa (el nombre árabe significa “montaña de Moisés”) con el Monte Sinaí concuerda sólo parcialmente con la tradición bíblica. En la narrativa tardía que comienza en el Éxodo 19 aparece una montaña. Sin embargo, la descripción del viaje, al igual que otras pistas preservadas por la narrativa, no señalan en la dirección de Jebel Musa... [sino que] más bien lleva hacia la parte norte de la Península del Sinaí y, más precisamente, al oasis Kadesh-barnea.

Otro problema persiste. La revelación divina en el Sinaí descrita en el Antiguo Testamento no puede ser reducida a una parte de la historia del Israel temprano. Tal revelación simplemente pasa más allá de lo que es aceptable desde el punto de vista de un historiador, porque Dios no puede ser tema de reflexión histórica ... debemos sustentarnos en hechos empíricos. Por naturaleza, la revelación del Sinaí no es un tema histórico. [...]

[Esto] se aplica también al vagabundear en el desierto. También deben adecuarse al criterio y escrutinio de la investigación científica. ...

Ya hay varios problemas que surgen. El censo en números describe una migración masiva compuesta de muchos cientos de miles de persona que vagaron por el desierto por cuarenta años. Y aun así la descripción general en el Antiguo Testamento de la estancia de los israelitas en el desierto tiene poco en común con las condiciones de vida en tal lugar; más bien parece la fotografía de una procesión religiosa dentro de una cultura establecida. El número de participantes es sorprendente. ¿Cómo pudieron sobrevivir tantas personas en el desierto? Los autores bíblicos mismos se encontraron con tales preguntas y sabían muy bien cómo responderlas clara y absolutamente: ¡Dios provee para su gente” La literatura puede otorgar milagros, pero la historia no. Los autores bíblicos insertan una respuesta intrigante a los dilemas de Israel en el desierto, o sea, Dios. Dios resuelve los problemas de los vagabundos con una serie de actos poderosos una y otra vez... [...]

Entonces la descripción del vagar por el desierto que se encuentra entre el Éxodo y Números es una tradición que no se relaciona con circunstancias históricas de inmigración de vida en el desierto. Esta narrativa es una ficción literaria, ni más ni menos, que tiene un sólo fin, o sea, mover a los israelitas de Egipto a Canaán. Sólo el más dedicado creyente se aferra desesperadamente a la noción de que cientos de miles de seres humanos sobrevivieron cuarenta años en el desierto: un medio ambiente claramente infertil e inhabitable.

Para justificar la historicidad del vagar por el desierto, debemos modificar el número de refugiados partiendo de Egipto y reducir los actos milagrosos de Dios de modo que podamos analizar la historicidad de los eventos que describe. A fin de cuentas, los resultados violentarán las descripciones bíblicas. ¿Por qué? Porque corren en contra de la versión bíblica de que no fueron unas cuantas personas sino una nación entera la que tomó parte en esos eventos. [...]

Si reducimos estas historias en el modo usual pero improbable –tomándolas como la memoria de sólo un muy pequeño y poco importante grupo de asiáticos que escapó de Egipto en algún momento a fines del segundo milenio antes de Cristo- entonces debemos concluir que las narrativas del Antiguo Testamento no son históricas. El pueblo israelita nunca vivió en el antiguo Egipto. Los autores de la narrativa bíblica pudieron haber tomado prestada la memoria de un pequeño grupo de personas que estuvieron alguna vez en Egipto. Este grupo eventualmente pudo haberse convertido en parte de la nación israelita y su tradición una parte de la herencia nacional.

Cuando los eruditos aceptan la hipótesis del “pequeño grupo”, lo hacen para superar los muchos problemas históricos que surgen con la narrativa. Consecuentemente, es imposible probar que tal grupo de emigrantes de Egipto existió jamás. Al reducir drásticamente el número de personas involucradas en el escape de Egipto, los eruditos los han hecho invisibles ante el historiador. [...]

A fin de cuentas, los autores del libro del Éxodo crearon las narrativas como las conocemos. Estos escritores -al igual que los autores de las narrativas patriarcales del Génesis- crearon su propio universo narrativo. Escribieron acerca de lugares y eventos que nunca existieron... describieron un mundo literario, no hechos históricos. [...]

Las narrativas del Éxodo y el Sinaí se combinaron en un ambiente religioso donde la Ley -la Torá- ya era dominante, en otras palabras, en un contexto israelita, o preferiblemente judío. [...]

En otras palabras, las historias fueron combinadas, glosadas, ajustadas y reescritas en un tiempo en que eran necesarias para alcanzar ciertos objetivos religiosos y políticos, en un tiempo en que la Ley ya estaba en su sitio, sin duda después del exilio babilonio, o más tarde. Algunos expertos sugieren que estas historias fueron creadas bajo influencias helénicas porque muchas de las historias bíblicas indican préstamos de fuentes y conceptos helénicos.
A pesar de las observaciones precedentes, no podemos disputar todas y cada una de las conexiones históricas para las narrativas del Sinaí. Tanto el Antiguo Testamento como fuentes antiguas del cercano oriente proveen evidencia circunstancial de prácticas jehovísticas en el Sinaí, aunque el dios Jehová obtuvo un templo mayor en Palestina sólo después. El libro del Éxodo nos dice cómo Jehová se revela inicialmente a Moisés y luego a todo Israel. Las revelaciones ocurrieron al sur de la frontera de la antigua Palestina, donde probablemente deberíamos buscar el hogar original de Jehová. La mayoría de la evidencia del Antiguo Testamento aparece en el material que data de un periodo literario relativamente posterior; sin embargo, otros pasajes del Antiguo Testamento se refieren a la montaña de Dios. Como notamos previamente, en 1 Reyes 19, Elías se aventura hacia el desierto y encuentra a Dios en el Monte Horeb, evidentemente un segundo nombre para el monte Sinaí. En Jueces 5:5 Jehová es “el que es del Sinaí.” En tales textos, Jehová es también visto como un inmigrante del sur, en última instancia de Edom o Seir.

Más aún, Jehová es mencionado fuera de las narrativas del Antiguo Testamento. Fuentes egipcias relatan historias acerca de un área conocida como “Jehová Chasu”, habitada por la gente chasu. De acuerdo a fuentes egipcias del segundo milenio antes de Cristo, los chasu nómadas vivieron en Siria-Palestina, al este del Jordán, y en la Península del Sinaí. En este contexto, Jehová Chasu se encuentra en el desierto del Sinaí. ...

Mucho tiempo antes de que los eruditos comenzaran a interpretar las pistas egipcias acerca de Jehová, muchos trataron de encontrar el antecedente histórico de la visita de Moisés a Midiano, el primer lugar donde Jehová confrontó a Moisés. Aparte de la pregunta acerca de la historicidad del Éxodo 3, una característica única sobresale en esta historia de Moisés en Midiano: si Jehová se apareció en Midiano, entonces el dios de Israel vivió en una tierra extranjera y entre extranjeros (los midianitas). Evidentemente esto fue lo que ocurrió.

El segundo Reyes 5 provee un ejemplo de una conexión importane entre Jehová y la tierra: el Naamán arameo, que se había convertido al jehovísmo, tenía que traer un “pedazo” de tierra de Israel de vuelta a Damasco. En este pedazo de tierra podría continuar adorando a Jehová. Por tanto sólo es posible adorar a Jehová estando “dentro” de (es decir “sobre”) su propia tierra.

Éste es un hecho curioso. Me recuerda las leyendas de vampiros que sólo podían dormir en una caja de tierra de su tierra nativa. ¿Hay una conexión?
Claramente, el Antiguo Testamento conecta conscientemente a Jehová con el sur de Palestina, indicando la originalidad de la información contenida en estas narrativas. Estos granos históricos en las narrativas del Éxodo sugieren que los israelitas vivían en el sur de Palestina o los midianitas (de acuerdo a otras informaciones bíblicas eran los kenitas) trajeron la adoración de Jehová a Palestina. Consecuentemente, el jehovísmo se esparció a través de la región hasta que finalmente Jehová se convirtió en el Dios nacional de Israel. En apoyo a tal teoría los eruditos se refieren a la evidencia de que el suegro de Moisés era un midianita o un kenita. [...]

Aquí debo insertar un poco de información acerca de los kenitas:
En el antiguo Levante, los kenitas eran un clan nómada enviado por Jetro para ser sacerdotes de Midiano. De acuerdo a la Biblia hebrea, jugaron un papel importante en la historia del antiguo Israel. Los kenitas eran trabajadores de cobre y metal. El suegro de Moisés, Jetro, era un pastor y un sacerdote de los kenitas. Al parecer, los kenitas se asimilaron en la población israelita, aunque los kenitas descendientes de Rechab mantuvieron un estilo de vida distintivo y nómada por algún tiempo.

Los kenitas eran los descendientes de Kenán, pero han sido vistos como los descendientes de Caín, el hijo de Adán y Eva que asesinó a su hermano, Abel.

Al parecer, Moisés identificó al dios de Jetro, El Shaddai, con Jehová, el dios de los israelitas. [1] De acuerdo con la hipótesis kenita, Jehová era originalmente el dios tribal de los kenitas, que fue tomado prestado y adaptado por los hebreos. (Wikipedia. Ver también: inciso en Enciclopedia Judía.)

En otras palabras, de acuerdo a sus propias historias, el dios judío es el dios de Caín -el asesino marcado- que mató a su hermano Abel. Esto conduce a toda otra área de pensamiento y no vamos a ir ahí ahora, pero ciertamente nos brinda una pausa para pensar, para considerar a la “marca de Caín” como integral al judaísmo. Ciertamente podemos tomar nota del hecho de que en el cristianismo y en el judaísmo, la maldición de Caín y la marca de Caín se refieren a los pasajes bíblicos del Libro del Génesis capítulo 4, donde Dios declara que Caín, el primogénito de Adán y Eva, recibió una maldición y una marca para advertir a otros que matar a Caín provocaría la venganza de Dios.

¿Qué tipo de dios protegería a un asesino de ese modo? ¿Y sugiere esto que los judíos que escribieron la Biblia estaban plenamente conscientes de esta conexión y añadieron esa parte a la historia del Génesis para intimidar a otros? ¿Una especie de acusación preventiva de “anti-semitismo”? Uno incluso se pregunta si la circuncisión es la fabulosa “marca de Caín”.
Los autores del Antiguo Testamento sabían que Jehová “vino del Sinaí” y era una deidad midianita o kenita. En las narrativas bíblicas reemergentes, Jehová permanece el mismo, aunque elije otra gente para sí.
[...]
O los kenitas SON los judíos.
Este estudio demuestra que las descripciones bíblicas de la historia más temprana de Israel -ubicada en los contextos mayores de Mesopotamia, Siria Palestina y Egipto- son composiciones literarias y no fuentes históricas. Los autores bíblicos consultaron varias historias y leyendas antiguas, pero no las abordaron con ojo crítico. ...

Un análisis literario del Pentateuco prueba sin lugar a controversias que sus narrativas no son fuentes confiables para el estudio de la antigüedad; más bien, son trabajos de arte. Sin consideración por datos históricos exactos relativos al desarrollo de su pueblo, esos escritores utilizaron toda arma en su arsenal literario para crear narrativas poderosas y dramáticas. ... Uno no puede reconstruir la historia del cercano oriente a partir de estas narrativas; más bien, debemos contentarnos con lo que son: historias de aventuras y leyendas, construidas y escritas por compiladores y autores tardíos para discutir los “viejos tiempos” con su audiencia. Claramente, la audiencia no apreciaba la historia por medio de estándares históricos. (Niels Peter Lemche: Preludio al Pasado de Israel, fragmentos de la página 63)

Bueno, eso es suficientemente incriminante cuando uno considera las declaraciones del estado de Israel moderno -las mentiras que dijeron y los mitos que crearon- para justificar su robo de la tierra de los palestinos. Lo que es todavía peor es que al tratar de imponer una imagen falsa de un “antiguo Israel” que nunca existió en la tierra de Palestina, la verdadera historia de la tierra y de su gente no sólo ha sido encubierta, sino que ha sido negada categóricamente. Como escribe Keith W. Whitelam:
La historia de la antigua Palestina ha sido ignorada y silenciada por los estudios bíblicos porque su objeto de interés ha sido un Israel antiguo concebido y presentado como la raíz central de la civilización occidental. [...]

La búsqueda del antiguo Israel, en la que para propósitos prácticos incluyo el judaísmo del segundo templo, ha consumido una fenomenal cantidad de recursos intelectuales y materiales en nuestras universidades, facultades de teología, escuelas religiosas, colegios teológicos, seminarios y departamentos de arqueología, particularmente en EEUU, Europa e Israel. Un vistazo rápido a través de los prospectos y catálogos de estas instituciones revelará numerosos cursos sobre la historia y arqueología del antiguo Israel llevados a cabo en el contexto del estudio de la Biblia hebrea a partir de perspectivas judías y cristianas. Esto es igual de cierto tanto en universidades “seculares” con departamentos de Estudios Religiosos como en facultades de teología. Es interesante y revelador que he podido encontrar muy pocos cursos sobre la historia del Israel antiguo en departamentos de historia o historia antigua. Tal parece que la historia del Israel antiguo es del dominio de la religión o la teología y no de la historia. [...]

Desde su nacimiento, los estudios bíblicos han estado dominados por una preocupación por la historia del Israel antiguo como la clave para entender la Biblia hebrea. Ha sido de preocupación fundamental para la teología cristiana desde que el cristianismo ha sido concebido como una religión basada en una revelación dentro de la historia. Sin embargo, Philip Davies ha demostrado que el “Israel antiguo” de los estudios bíblicos es una construcción académica basada en una lectura errónea de las tradiciones bíblicas y divorciada de la realidad histórica. [...]

Hay tantas facetas de la historia que nuestras historias políticas y teológicas no tocan. ...Muchos de los datos relativos a estas áreas de estudio todavía están sin publicar, entorpeciendo la realización del proyecto [de producir una historia de los hechos de la Palestina antigua]. Sin embargo, el mayor impedimento es la red de conexiones en la que se encuentran estas investigaciones académicas. ...

Los factores culturales y políticos que han dominado el discurso de los estudios bíblicos del Israel antiguo han negado el desarrollo de una estrategia para investigar tales asuntos. Irónicamente, mucho del trabajo arqueológico, los sondeos regionales y las excavaciones en los sitios, que han contribuido al cambio de paradigma están teñidos por la abrumadora búsqueda del Israel antiguo, cuya realidad material se asume que ayudará a traer luz a la Biblia hebrea. ... Ha sido difícil descubrir o documentar suficientemente las sutiles influencias políticas e ideológicas que han formado la investigación histórica en estudios bíblicos. (Keith W. Whitelam: La invención del Israel antiguo – El silenciamiento de la historia palestina.)

¡Pero eso no quiere decir que no haya elementos históricos en la Biblia hebrea, como ya hemos visto! De hecho, si los historiadores y los historiadores de religiones leyeran sus textos con la consciencia tanto de Ponerología Política como del bombardeo cometario sobre el planeta a intervalos periódicos, lo que ahora han visto y que ha resultado tan confuso, comenzaría súbitamente a cobrar perfecto sentido.

Considerando Ponerología, ayer escribí una editorial que incluyó una larga cita de la experta en psicopatía, Martha Stout, en un esfuerzo por explicar por qué tanta gente es susceptible a las intrigas de los psicópatas. En ese artículo mencioné la exposición de Nachman Ben-Yehuda del fraude de Masada, el mito creado en la primera parte del siglo veinte, que fue utilizado para unificar (por medio del terror y el control mental) a los inmigrantes judíos a Israel y convertirlos en eficientes máquinas asesinas para que no sintieran ningún remordimiento de conciencia acerca del arrebato de la tierra y las vidas de los palestinos.

El lector podría tomarse unos momentos (diablos, tomaría una hora, ¡pero vale la pena!) para leer El mito de Masada y El fraude de Masada: La creación de Israel con base a mentiras, y tendría de ese modo una imagen exacta de cómo la Biblia misma fue escrita. Está compuesta de varios textos que fueron escritos en distintos momentos con varias agendas políticas y sociales similares a aquéllas tras la creación del mito de Masada. Algunos hechos se retienen, otros se suprimen, y hay completas invenciones sobrepuestas por encima del todo. Voilà! ¡Allí tienen el mito de Masada y del mismo modo tienen al Antiguo y al Nuevo Testamento!

Sobre el tema de la creación de mitos y religiones, Burton Mack escribe al respecto extensamente en sus análisis del Nuevo Testamento. Muchos eruditos del Antiguo Testamento también señalan a la creación de mitos como la razón para su existencia pero Mack lo hace muy fácil de entender. Escribe:
Puede ser difícil para los cristianos modernos aceptar que los primeros cristianos crearon mitos. Las connotaciones comunes del término mito son casi exclusivamente negativas. Y cuando se utiliza para describir el contenido de los evangelios del Nuevo Testamento casi invariablemente hay un grito y una exclamación. Esto se debe a que a diferencia de la mayoría de las mitologías que inician con “érase una vez,” los mitos cristianos se ubican en un momento y lugar históricos. Por tanto, tal parece que exigen la creencia de que los eventos de la historia del evangelio realmente ocurrieron. Y eso quiere decir que la historia no puede ser “mito”. Puede ser de ayuda notar (1) que la creación de mitos es una actividad social necesaria y normal, (2) que la creación temprana de mitos cristianos se debió más a tomar prestados y reorganizar mitos dados por hecho en las culturas que formaban el contexto, que a especulación de primera mano, y (3) que los mitos que crearon tenían sentido eminente, no sólo para sus tiempos y circunstancias, sino también para los experimentos sociales en los que estaban involucrados. [...]

Cada cultura tiene un conjunto de historias que da cuenta del mundo en que la gente se encuentra. Estas historias normalmente cuentan acerca de la creación del mundo, la aparición del primer pueblo, héroes ancestrales y sus logros, y los inicios gloriosos de la sociedad como la gente la experimentaba. El terreno, los patrones de las aldeas, los santuarios, los templos, las ciudades y los reinos son a menudos ubicados en su sitio o planeados desde inicio de los tiempos. Los eruditos entienden estos mitos como la destilación de historias de interés humano contadas en el curso de los patrones de rutina de vivir juntos, y luego ensayados por muchas generaciones. Lo que hacemos es contar historias acerca de unos y otros. Es parte de la vida y trabajos de mantener las relaciones humanas y construir sociedades. [...]

La épica es un ensayo del pasado que pone al presente en su perspectiva. Establecer el presente a luz de un pasado ilustre lo hace honorable, legítimo, correcto y razonable. La institución presente es entonces digna de celebrarse.

Y vemos exactamente este proceso en las discusiones acerca de la creación del mito de Masada.
Naturalmente, tanto el pasado como el presente pueden estar muy romantizados o idealizados, ya que la épica es mito en el género de la historia. Las historias de Gilgamesh en las antiguas civilizaciones sumeria y acadia eran épicas. Para los griegos, Homero era épico. Las poesías de Píndaro sobre las líneas ilustres de familia eran épicas en una pequeña escala. Las historias locales de santuarios, templos y pueblos en el Mediterráneo oriental durante el periodo helenístico eran épicas en una escala mediana. Y la historia de Israel, que desde el inicio del mundo tenía como objetivo el establecimiento de un templo estado en Jerusalén, era épica para los judíos.

Cuando el [supuesto] segundo templo fue destruido en el año 70 d.C., los judíos tenían un problema en sus manos. No sólo su historia antigua, contenida en los cinco libros de Moisés, sino un inmenso cuerpo de literatura del periodo helenístico documentó su involucramiento intelectual en el templo estado como el objetivo adecuado de la historia humana desde la fundación del mundo. Los cristianos también tenían un problema. No tenían derecho a reclamar la historia de Israel como suya propia. Pero los primeros judíos cristianos querían pensar en sí mismos como el pueblo de Dios, herederos de las promesas de Israel, o incluso el nuevo Israel para un nuevo día. ... Todos los mitos tempranos acerca de Jesús fueron intentos de mostrarlo a él y a sus seguidores en términos aceptables desde el punto de vista de la épica de Israel. Pero estos intentos fueron vistozos, ad hoc, e incapaces de competir con la obvia lógica de la épica judía. La épica judía era una historia que tenía como objetivo el establecimiento de un templo estado en Jerusalén, no una congregación cristiana. Sin embargo, cuando llegó el final del templo y la lógica de la épica se encontró en total desorden, los cristianos tuvieron su oportunidad de revisarla a su favor. Fue entonces que revisar la épica de Israel se convirtió en el enfoque mayor de la creación temprana de mitos cristianos. [...]

Y luego, a partir de la mitad del siglo segundo, el conflicto realmente inició. Tanto judíos como cristianos querían leer la historia de Israel a su favor, y cada uno necesitaba de las escrituras como documentación para formaciones sociales que no encajaban con el templo estado al final de la historia de Israel. Dos mitos fueron construidos entonces, y todavía están provocando caos en lo que debería ser una conversación razonable entre cristianos y judíos acerca de textos que algunas veces llamamos la Biblia hebrea y otras el Antiguo Testamento. [...]

Al igual que con cada escrito separado, la Biblia misma fue unida en cierta coyuntura de la historia social y cultural. Las razones para la selección y arreglo de los escritos de la Biblia no pueden encontrarse en ninguno de los libros individuales si se les lee por separado. Las razones tienen que tomarse de los autores cristianos de los siglos segundo al cuarto. Sólo al final de este periodo, cuando finalmente vemos a la Biblia como la conocemos, veremos que demanda un modo particular de leer la historia de Israel, le da un giro especial a la aparición de Cristo, y le otorga una autoridad poco común a los apóstoles y sus misiones. Para entonces será claro para nosotros que el libro era importante porque le daba a la iglesia las credenciales que necesitaba para su papel en el imperio de Constantino. Entonces podremos llamarlo el mito del origen para la religión cristiana. Será el mito cristiano en la forma de la épica bíblica que le otorgó a la iglesia cristiana su estructura. Será esa épica la que determine el dominio de la Biblia sobre la mente norteamericana. La mística de la Biblia es extrañamente malnombrada como la “Palabra de Dios”. Debemos de ver esto o nunca seremos capaces de hablar acerca de la Biblia en foros públicos al discutir nuestra historia cultural y su estado presente. (Mack, Quién escribió el Nuevo Testamento)

Debemos tomar en cuenta que el evento que detonó la creación de la Biblia cristiana, que a fin de cuentas nos llevó hacia la trampa del dios judaico de Caín, el asesino, fue la conversión de Constantino que, muy probablemente, ocurrió en un momento de bombardeo cometario y estrés social extremo. (Por favor echen un vistazo a la lista de Meteoritos, asteroides y cometas: daños, desastres, heridas, muertes y encuentros muy cercanos para darse una idea de cómo han influenciado nuestra historia estos eventos, creando caos social, lo cual es un campo fértil ideal para los psicópatas y su ascenso al poder.)

Constantino se convirtió en el único emperador del Imperio Romano y convocó al primero consejo de obispos cristianos a reunirse en Nicea en 325 d.C. Constantino sabía reconocer oportunidades excepcionales del mismo modo en que Shmaria Guttman se percató de que Masada era la historia ideal para transformarla en el mito de la capacidad despiadada de los judíos.

Cuando las escrituras judías y los escritos “apostólicos” fueron finalmente combinados en un solo libro, la iglesia ya estaba funcionando y tenía su historia en su lugar. La Biblia hebrea podía ser utilizada para declarar antigüedad extrema para la religión cristiana y servir como la “Épica Cristiana”. Habiendo reclamado todos estos textos, tradiciones e historia antiguas, la iglesia cristiana adquirió honor ante los ojos del mundo grecoromano. (¡Motivo por el cual lo hicieron!) Sin el Antiguo y el Nuevo Testamento juntos, la iglesia cristiana no hubiera tenido un pedigree adecuado ante los ojos de la gente del siglo cuarto. ¡Y por supuesto, la historia era asombrosa! No importó que fue creada por psicópatas esquizoides que querían crear un Estado Templo Judío en Israel con la ayuda de los persas, ni que partes de ella fueran utilizadas para justificar el reinado de los jasmoneos. Había sido corregida y ajustada tantas veces, que cualquier historia que hubiera sido incorporada quedó ahora perdida en capas de glosa manipulativa.

El motor del cristianismo fueron dos deseos esquizoides: continuar la expansión de la cristiandad por cualquier medio necesario y “regresar” a la Tierra Santa donde se supone que todos los eventos significativos de la fundación de la religión tuvieron lugar. Por tanto, el impulso del cristianismo es hacia atrás en el tiempo, hacia adentro en una repetición psicológica de los eventos fundadores, y hacia un sitio en específico: Israel.

Hay cierta ironía en esto debido a la declaración original de que el cristianismo fue basado en una épica que le perteneció a Israel porque Jesusalén fue desolada y destruida; entonces por supuesto, Dios la abandonó y eligió un nuevo pueblo -cristianos- a quienes otorgaría su favor. Fue la destrucción de Jerusalén la que hizo posible que los cristianos robaran la “historia” épica de los judíos e interpretaran esa destrucción como el deseo de Dios de expandir su territorio para incluir al mundo entero. Entonces uno se preguntaría, ¿por qué querrían los cristianos regresar a Jerusalén? Eso no es lógico.

Pero no se preocupen: ¡pronto vendría una explicación! Fue declarado que Dios lógicamente quería que los cristianos redimieran a Israel.

Y así, finalmente, el Templo Estado Global tenía una oportunidad de concretarse bajo el cristianismo; la iglesia católica fue colocada en la cumbre del poder; incluso los príncipes le hacían reverencias al Papa. El poder de Dios estaba en sus manos y la intención era moldear las mentes de toda la humanidad desde reyes hasta los siervos más humildes.

La iglesia cristiana se declara como representante del reino de Dios en la tierra y todo su discurso es que la gente debe prepararse para una vida futura en el cielo bajo la amenaza de una alternativa apocalíptica. ¿Qué les parece esto como control mental? La iglesia puede reclamarle a la sociedad por no vivir a la altura de los estándares de Dios, mientras que señala a otro tiempo y lugar (nunca ahora, por supuesto), en el que el reino de Dios finalmente se manifestará.

¡Pero la iglesia misma está exenta de crítica! La iglesia tiene a la Biblia como su documento rector y la Biblia tiene un plan universal, y la Biblia está exenta de análisis. El hecho es que sin la Biblia, y sin la creencia de las masas de la humanidad de que la Biblia fue por lo menos inspirada divinamente, la iglesia ser vería bastante tonta. La Biblia es el único objeto que todas las formas de cristiandad tienen en común. Por casi dos mil años, la iglesia ha forzado a un pueblo tras otro a alinearse con la épica e “historia” bíblica y la historia de la civilización occidental como el resultado de esa épica antigua. Las tradiciones y costumbres de una cultura tras otra han sido sometidas, erradicadas, borradas de la memoria colectiva, y esas personas han sido forzadas a adoptar la épica de Israel como la suya propia -como si fuera su propia historia. Convertirse en cristiano significa que uno debe aceptar esta épica como la única que importa. Decir “sí” a la épica de Israel es el precio que uno paga para convertirse en parte de la civilización occidental.

Adicionalmente, la Biblia funciona como la épica norteamericana, el sueño de crear “una nación, bajo Dios, indivisible...”. Ni siquiera hace falta ser cristiano para pensar de ese modo. Uno sólo necesita pensar en Estados Unidos como el “florecimiento de la civilización occidental” -pero no nos olvidemos de que las raíces de esa civilización están supuestamente bien plantadas en Israel.

¿Les está dando la impresión de que el cristianismo fue creado para servir al judaísmo?

Bueno, eso no es exactamente correcto. Israel fue creado por el cristianismo literalmente para cumplir la agenda apocalíptica cristiana. Como escribe Keith Whitelam:
La creación de una “historia maestra” del antiguo Israel ha formado parte de una empresa teológica conducida principalmente en las facultades de teología y divinidad en occidente.

La épica bíblica de Israel vista a través de los lentes del cristianismo está basada en una visión del mundo que es universalista en su enfoque, monolinear en su historia, jerárquica en poder, dualista en su antropología, y que requiere milagros, rompimientos y otros dramas cósmicos a intervalos regulares para rectificar las situaciones sociales que se han desbocado.

El hecho es que la adopción de la épica de Israel por la civilización occidental ha creado más problemas a través de la historia de los que ha solucionado.

No podemos continuar destruyendo las vidas y culturas de otros pueblos para “salvarlos”. No podemos continuar explotando nuestro planeta porque “Dios nos lo dio para hacer con él lo que queramos”. Y a menos de que nosotros, como cultura y civilización, realmente lleguemos a términos con el hecho de que hemos creído un montón de mentiras por más de 2000 años no vamos a salir del desastre en el que nos encontramos.

Siempre se ha considerado que criticar a la Biblia es subversivo. Pero el hecho es que la Biblia es una obra maestra de invención, el producto de una energética creación de mitos muy parecida a la creación del mito de Masada, el sacrificio de la Verdad. Y este sacrificio de la Verdad es lo que ha formado al alma de la civilización occidental. Como escribe Burton Mack:
Mi propia fantasía es entrar a un salón de altos techos y hermosos candeleros, con paredes llenas de libreros, vinos en la alcoba, entremeses junto a las ventanas, y una amplia mesa en medio del salón con la Biblia sobre ella. Y allí estamos todos, caminando alrededor, sentándonos sobre la mesa, y hablando acerca de lo que deberíamos hacer con ese libro. Habría algunas reglas. Todos estarían invitados. Los cristianos no habrían sido excluidos, pero no estarían a cargo. Habría historiadores de religión, antropólogos culturales y científicos políticos, así como políticos, empresarios y quienes trabajan en relaciones exteriores. Las comunidades étnicas del condado de Los Ángeles estarían muy bien representadas, así como las mujeres, los desfavorecidos, los discapacitados y todos aquellos que no tienen voz y apenas recientemente han comenzado a expresarse. Los comerciantes estarían allí, así como los trabajadores y los pilotos de aerolíneas. Todos estarían allí, y todos tendrían oportunidad de hablar y hacer preguntas. Nadie tendría privilegios acerca de lo que la Biblia dice. Haríamos sonar un silbato si alguien comienza a hacer berrinches o a predicar. Lo que estaríamos tratando de averiguar es por qué pensamos que la Biblia era tan importante, si es realmente tan importante, cómo ha influido a nuestra cultura, lo que pensamos de la historia, si deberíamos reír o llorar ante el “desenlace”, cómo se ajusta o no a nuestra situación actual, y si la historia debería ser corregida para mantener una visión de un mundo multicultural justo, sostenible y festivo.

¿No sería extraordinario?

¿Por qué no podemos aprender a hablar en público acerca de religión y cultura a medida que buscamos modos de imaginar y crear las sociedades sanas que necesitamos desesperadamente en nuestro mundo multicultural? Si queremos hacer eso, y creo que debemos, el tabú de la Biblia tiene que ser roto. [...] El tabú es la señal de que somos todos cómplices del acuerdo no reconocido de que la historia debe dejarse como válida. Es hora de averiguar si creemos que pensamos que eso es sabio. (Mack, ¿Quién escribió el Nuevo Testamento?)

Es bastante fácil echar la mayor parte de la culpa a Israel por todos los horrores de nuestro mundo actual; es obvio. Pero debemos recordar que todo se detendría en un instante si el cristianismo retirara su apoyo a la recreación de Israel, la cual ven como necesaria para “dar inicio al Escatón”. No deberíamos olvidar que fueron los británicos, promotores de la Biblia, quienes comenzaron todo esto con la Declaración Balfour. Por supuesto, podemos pensar que hubo chantaje -presión inusual y excesiva- ejercida por los sionistas para obtener lo que querían. Pero eso no excusa las elecciones hechas por los líderes de occidente bajo la influencia de su propia agenda apocalíptica y patológica.

Y así, lo que vemos a fin de cuentas es una minoría psicopática en la cumbre de todos los gobiernos del mundo utilizando la fe de los cristianos y judíos por igual (y musulmanes) para perseguir sus objetivos rapaces de buscar todavía más poder y saqueo. Ni siquiera se dan cuenta de que ellos mismos, o sus hijos, pronto perderán todo. Como Lobaczewski escribe en Ponerología Política:
Por tanto, se sugiere la siguiente pregunta: ¿qué ocurre si [los psicópatas buscan] poder en posiciones de liderazgo con exposición internacional? ... Aguijoneados por su carácter, tales personas tienen sed de justamente ello aunque entraría en conflicto con su propio interés de vida, ... No entienden que vendría una catástrofe. Los gérmenes no están conscientes de que serán quemados vivos o enterrados junto con el cuerpo humano cuya muerte están ocasionando.

Puede ser el cumpleaños del Estado de Israel, pero no hay motivo para celebrar. Hoy Israel no celebra el nacimiento de una nacionalidad sino una campaña de sesenta años de limpieza étnica de un pueblo inocente e indefenso, justificada por una mentira de 2000 años. En lugar de celebrar, reconozcamos y hagamos duelo por el hecho de que el mundo entero ha sido esclavizado por esta doctrina judeocristiana de demonios y sujetos de la sinagoga del cruel y vengativo dios de Caín, el asesino, que busca robarnos nuestra humanidad; y hagamos la resolución de ya no tolerar el espectáculo público de crueldad gratuita que es la entidad sionista apoyada por EEUU y Gran Bretaña, y el asesinato y brutalización sistemáticos del pueblo palestino.

2 comentarios:

Unknown dijo...

ver articulo:

http://www.taringa.net/posts/info/1281228/El-mito-de-la-revolucion-francesa.html

Pablo dijo...

Por ahora solo gracias.

A Laura por compartir su información con todos aquellos que les interese el tema.
Al grupo de traductores de Señales de los Tiempos por la gran labor.
Esto me da una mejor idea de la verdad sobre los acontecimientos de la historia. Pero una vez más nunca creo en algo al 100%.