Negocios como siempre en las ventas de armas de EE.UU.
Rebelion.org
26/09/08
Frida Berrigan
El director ejecutivo de un fabricante de armas tiene muchas posibilidades de codearse casi cada semana con secretarios adjuntos de defensa, responsables de la Seguridad Interior, personal militar en retiro, y lo mejor y más brillante del establishment.
Una oportunidad semejante sucedió en la conferencia ComDef 2008, que terminó el 3 de septiembre en el Club Nacional de la Prensa en Washington. Patrocinada por gigantes del negocio de los armamentos como Boeing, Raytheon y BAE Systems, la conferencia de un día de duración fue organizada alrededor del tema de “Prioridades de la defensa en una era de conflicto constante.”
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Incluyó presentaciones de un subsecretario de la Armada de EE.UU., un director adjunto del Pentágono, varios fabricantes de armas y representantes de la defensa de Francia, Holanda y otros sitios. Con esta participación de alto rango, es probable que la conferencia haya cumplido con la promesa de su reclamo: “Donde la comunidad de la cooperación internacional en la defensa se pone manos a la obra.”
Para mediados de octubre se anuncia el próximo evento de ese tipo: la Conferencia de Mujeres en la Defensa Nacional en el Crystal Gateway Marriott cerca del Pentágono. Patrocinado por el gigante de la consultoría Booz Allen Hamilton, la conferencia incluye un panel sobre “Prioridades de la Seguridad Nacional en el Próximo Gobierno,” moderado por un vicepresidente de Lockheed Martin.
Asesores de política exterior de las campañas del senador John McCain y del senador Barack Obama estarán presentes y – como un gesto hacia la inclusividad – han sido invitados representantes de las campañas de Bob Barr y de Ralph Nader. La recepción de clausura es patrocinada por Lockheed Martin, y Booz Allen Hamilton paga la cuenta de la cena “Rompiendo un Techo de Cristal” en la que se presenta la general en retiro de la Fuerza Aérea de EE.UU., Jeanne Holm.
Y luego, ¿quién quiere perderse un vuelo hacia el sur en el invierno? La Conferencia de Manufactura de la Defensa en el Coronado Springs Resort de Disney en Florida a comienzos de diciembre ofrece a ejecutivos de la industria militar la posibilidad de tomar sol y responder a la pregunta: “¿Estamos listos para proveer capacidades bélicas accesibles?”
Uno de los temas constantes en estas y muchas otras conferencias de la industria de armamentos es la amenazadora preocupación de que el presupuesto militar – que aumentó en dos tercios entre 2001 y 2008 – no pueda seguir aumentando en espiral eternamente. ComDef 2008 lo describe como sigue: “La guerra constante está erosionando la capacidad de nuestras fuerzas armadas y se necesitará tomar decisiones duras... Es cada vez menos probable que se encuentre más dinero para la defensa.”
El año pasado, la conferencia de Mujeres en la Defensa encaró este tema con un panel intitulado “Sacudiendo el árbol del dinero: Financiando la defensa nacional”, moderado por un vicepresidente para programas y presupuesto de Lockheed Martin.
Sacudiendo el árbol del dinero
Lockheed Martin se destaca con mucho sobre sus competidores como experta en el tema. Entre 2001 y 2008, los contratos de la compañía con el Departamento de Defensa aumentaron casi en 130%, de 14.000 millones de dólares a 32.000 millones. En una economía en estanflación, su margen de beneficios es más que saludable. La compañía, basada en Bethesda, informó que su rentabilidad aumentará en un 13% en el segundo trimestre – de 778 millones de dólares el año pasado a 882 millones en este año.
A pesar de la preocupación de la industria de armamentos por la reducción de gastos, es probable que el presupuesto militar continúe su dramático crecimiento. El presupuesto base del Departamento de Defensa, que no incluye fondos para armas nucleares o la “guerra contra el terror” de 12.000 millones de dólares por mes, ha crecido en cerca de un 70%, de 316.000 millones de dólares en 2001 a más de 515.000 millones solicitados para el año fiscal 2009 (que comienza en octubre).
A pesar de que estas cifras casi representan lo que el resto del mundo en su conjunto dedica a los militares, ni Obama ni McCain incluyen la reducción de los gastos militares en sus planes de seguridad nacional. De hecho, los miles de millones se suman cuando ambos hablan de modernizar a las fuerzas armadas para el Siglo XXI y de expandir su tamaño.
Por lo tanto los timbres de alarma de la industria de los armamentos suenan prematuramente y el futuro – particularmente para las ventas de armas al extranjero – parece muy brillante. Tomemos Lockheed Martin, por ejemplo: la compañía, que se hace cargo de los arreglos florales para la conferencia de Mujeres en la Defensa del próximo mes, tiene más de 10.000 millones de dólares en acuerdos de armamentos recientes o propuestos con naciones extranjeras. El mayor contrato podría representar 7.000 millones (un montón de gladiolos y lirios para las Mujeres en Defensa) para Lockheed Martin.
Los Emiratos Árabes Unidos se interesan por el sistema THAAD (Defensa Terminal de Área de Alta Altitud). El sistema montado en camiones fue diseñado para interceptar misiles dirigidos contra objetivos como ser aeropuertos o centros de población.
Otra venta potencialmente inmensa sería a Iraq, donde la combinación de cambio de régimen, ocupación e ingreso petrolero ha creado un nuevo cliente leal. Incluso mientras aviones de guerra de EE.UU. bombardean ciudades iraquíes, el gobierno de Nuri al-Maliki quisiera pedir 36 de los F16 avanzados de la compañía.
Recientes ventas de esos aviones de 100 millones de dólares a países como Marruecos, Pakistán y Rumania han contribuido a un año extraordinario para la compañía de Bethesda. Pero Lockheed Martin no es la única compañía que obtiene beneficios en la era del conflicto constante. La guerra y la inestabilidad son buenas para los negocios de todas las corporaciones. Jeanne Farmer de la Agencia de Cooperación en la Seguridad que procesa solicitudes para ventas militares al extranjero, señaló en la reunión de ComDef “En el ambiente actual, todos necesitan todo ahora mismo. Esperamos seguir teniendo grandes, grandes ventas.”
“Nuestro programa,” continuó, “crece a pasos agigantados,” describiendo como su agencia trata actualmente más de 12.000 casos abiertos (en algunos casos las armas han sido transferidas, pero no se han utilizado todas las opciones o las licencias no han expirado) totalizando más de 270.000 millones de dólares.
Las ventas de armas de EE.UU. a países extranjeros en 2008 van encaminadas para llegar a superar en un 45% a las de 2007. Este año, EE.UU. ofrecerá unos 34.000 millones de dólares en armas a Iraq, Pakistán, Arabia Saudí y otros países. En 2007, esa cifra fue de 23.300 millones de dólares, apenas un poco por sobre los 21.000 millones de 2006. Hasta ahora, en 2008, la agencia de Farmer ha procesado más de 12.500 millones de dólares en posibles ventas militares a Iraq – sin incluir la solicitud de venta de los F16, que aún no ha sido formalizada.
En la lista de deseos de Bagdad hay sistemas como tanques Abrams, helicópteros de ataque, misiles Hellfire, aviones de transporte pesado y otros armamentos. Los proponedores de ventas de armas de más de mil millones de dólares argumentan que esas ventas reducirán la dependencia de Iraq de los militares de EE.UU., pero basta con mirar a Pakistán para ver evidencia de que esas políticas crean disparaderos bien armados.
Desde el comienzo de la “guerra contra el terror”, EE.UU. ha transferido a Pakistán miles de millones de dólares en armamentos y más en ayuda militar. Recientemente, los militares de EE.UU. han montado ataques en territorio paquistaní apuntando a los talibanes y a otros elementos exaltados sin siquiera informar anticipadamente a Islamabad. ¿La reacción del parlamento paquistaní? Una declaración enérgicamente formulada de que las fuerzas armadas paquistaníes – armadas, entrenadas y equipadas por EE.UU. – estén preparadas para “repeler semejantes ataques en el futuro con toda su fuerza.” No sería la primera vez que fuerzas de EE.UU. enfrentan a adversarios armados por EE.UU.
Malas noticias para ellos: ¿Buenas noticias para nosotros?
Un negocio de muchos miles de millones de dólares, un mundo erizado de armas, y una industria bien organizada y poderosa decidida a mantenerlo así: son los factores que convierten el comercio de armamentos en una noticia importante. Quienquiera asuma la presidencia en enero tendrá que elegir entre continuar con la política del presidente George W Bush de armar al mundo o fijar un nuevo camino contra las tenaces objeciones del complejo militar-industrial.
Pero ninguno de los candidatos a presidente ha dedicado aunque sean unas pocas líneas de sus principales discursos a la política de ventas de armas. A pesar de todo, la industria parece estar preocupada por la selección para vicepresidente de Obama, Joe Biden. Loren Thompson, analista favorable a la industria en el conservador Instituto Lexington, dijo a Defense Daily International: “Los antecedentes de Biden respecto a temas relacionados con las armas son los de un teórico poco práctico... siempre se pone del lado liberal. De modo que no es una buena noticia para la industria de la defensa.”
Mientras ejecutivos, generales en retiro y responsables del Pentágono corren de una conferencia financiada por la industria a la otra, deplorando recortes y reducciones imaginarias, la verdadera mala noticia para su noticia sería buena para todos los demás – es decir la paz, la diplomacia, la democracia y los derechos humanos.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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La columnista de Foreign Policy In Focus, Frida Berrigan, es asociada sénior de programas del Arms and Security Project de la New America Foundation.
(Posted with permission from Foreign Policy in Focus )
http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/JI24Ak02.html
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