El fenómeno de Tunguska fue similar a una explosión nuclear

RIA Novosti
27/06/08

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Lo que sucedió en Tunguska hace 100 años tuvo características similares a las de una explosión nuclear, afirman científicos rusos.

El mayor enigma del evento de Tunguska consiste en la ausencia de fragmentos o siquiera rastros de un objeto celeste cuya caída arrasó los bosques en un área enorme, además de provocar un seísmo y toda clase de anomalías atmosféricas.

Vladímir Svetsov, del Instituto de la dinámica de la geosfera anexo a la Academia de Ciencias de Rusia, sostiene que los grandes objetos celestes suelen ser frágiles y se evaporan en decenas de segundos, según demuestran los modelos matemáticos.

"La atmósfera frena a un objeto, lo aplasta. Se genera una corriente de vapor que luego se desacelera en el aire. El cuadro resultante es muy parecido al de una explosión nuclear que se produce a una altura de cinco kilómetros y da origen a una onda expansiva. Los productos gaseosos que son resultado de la explosión flotan después en la atmósfera", dijo el científico en una conferencia organizada en Moscú con motivo del centenario del suceso de Tunguska.

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La modelación matemática demuestra que en Tunguska se formó una burbuja de vapor y gas caliente que fue subiendo a una altura considerable. Lo anterior explica que el suceso pudiera observarse en un espacio enorme: lo que contemplaron numerosos testigos oculares no era la detonación en sí sino penachos de gas caliente. Un fenómeno similar se registró cuando el cometa Shoemaker-Levy penetró en la atmósfera de Júpiter.

La subida de partículas de polvo y gas caliente hacia las capas altas de la atmósfera, según Svetsov, puede explicar muchos fenómenos extraordinarios que se registraron en el Hemisferio Boreal a raíz de la catástrofe: la luminiscencia nocturna del cielo, el halo y las coronas solares o las llamadas nubes noctilucentes.

Tras subir a una altura en que la velocidad del viento alcanza 180 Km/h, estas micro-partículas se esparcieron en poco tiempo por todo el Hemisferio Norte. Fueron ellas las que reflejaron la luz del Sol escondido tras la línea del horizonte y, probablemente, dieron origen a una tormenta magnética que se registró después de la catástrofe.