Estados Unidos consume la mitad de la producción mundial de gasolina

Laura Poy Solano
La Jornada
26/06/08

Especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) alertaron sobre la necesidad de plantear no sólo una política energética, sino un modelo de consumo y distribución de energía más equitativo, pues más de dos terceras partes de la población mundial no tienen acceso a los beneficios de los combustibles fósiles.

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Al participar en el debate universitario sobre la reforma energética, Gian Carlo Delgado, académico del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (Ceiich), alertó sobre el riesgo de seguir impulsando un consumo energético mundial desigual, pues se estima que la población de países desarrollados consume 21 veces más energía per cápita que aquella que habita en naciones de bajos ingresos.

Destacó que 2 mil 400 millones de personas en el mundo utilizan biomasa tradicional –leña o carbón– para cocinar, mientras mil 600 millones no tienen acceso a la electricidad. En contraste, agregó, Estados Unidos consume la mitad de la producción mundial de gasolina, estimada en 2007 en 1.3 billones de litros.

En la mesa Seguridad energética y medio ambiente, que se llevó a cabo en el auditorio Raoul Fournier Villada de la Facultad de Medicina de la UNAM, enfatizó que como parte de un consumo energético desequilibrado se estima que 20 por ciento de la población mundial genera 90 por ciento de los gases de efecto invernadero, mientras el consumo energético de los automóviles sobrepasa en una proporción de cuatro a uno el consumo humano de alimentos.

Leticia Campos Aragón, catedrática del Instituto de Investigaciones Económicas y especialista en consumo energético, afirmó que Estados Unidos consume 24 por ciento de toda la producción mundial de petróleo e igual porcentaje de la energía eléctrica, lo cual “representa claramente la inequidad entre producción y consumo”. Alertó, al participar en la mesa sobre fuentes alternas de energía, que todo el petróleo que necesita Estados Unidos es para impulsar, en gran parte, el sector de la industria militar y la producción de armas, “por lo que cabe preguntarnos para qué demandamos tanta energía y en beneficio de quién”.

En entrevista, destacó que quien está tomando las decisiones de lo que ocurre en el planeta “son unas cuantas familias y empresas que están presionando al presidente Felipe Calderón por su feroz necesidad de obtener recursos energéticos, que se ve agravada por el incremento en los precios del barril de petróleo, que ya ha superado la barrera de los cien dólares”.

Por eso, insistió, su propuesta de reforma energética no puede responder a las necesidades de desarrollo del pueblo mexicano, porque en realidad está dirigida a satisfacer los requerimientos de otro país, ya que su propuesta es que Petróleos Mexicanos incremente su capacidad de producción, con tecnología más eficiente y capaz, incluso para explotar yacimientos de hidrocarburos en aguas profundas.

En realidad, afirmó, el mensaje es claro: quieren “más petróleo y más rápido, pero no nos dicen si esto resolverá el desempleo o si se incrementará el salario mínimo, con el cual difícilmente se podrá enfrentar la carestía de los alimentos. Con esta visión nos están condenando a un mayor subdesarrollo”.

Los especialistas subrayaron que ante un escenario de creciente demanda de consumo de energéticos y baja producción de hidrocarburos, la transición debe ser un tema “nodal para la seguridad y el futuro de la nación, pues de lo contario enfrentaremos el riesgo de quedar rezagados y depender del desarrollo tecnológico de otros países para la aplicación de energías renovables como la solar, la eólica o los biocombustibles”.

Víctor Manuel Castaño, director de Física Aplicada y Tecnología Avanzada de la UNAM, destacó que las fuentes alternativas de energía no pueden plantearse sólo como un problema tecnológico, “sino con una visión integral en la que se analicen los impactos económicos, ambientales y sociales no sólo por el alto costo para su desarrollo, sino por las potencialidades que sí podemos desarrollar con la tecnología ya existente”.

Aseguró que en 2007 del total de recursos que se destinaron para la generación de energía, 95 por ciento fue para las fuentes tradicionales, como hidrocarburos, mientras 5 por ciento se destinó a energías alternativas o renovables. Advirtió que en los próximos diez años “nos veremos forzados a hacer un cambio mundial, en un esquema de inversión de al menos 80 y 20 por ciento, respectivamente, lo cual implicaría un incremento mínimo de 15 por ciento para los combustibles de fuentes renovables”.

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