Actualización: El 'monstruo de Amstetten' era un Don Juan autoritario muy celoso de su privacidad
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29-04-2008
El ingeniero jubilado austríaco Josef Fritzl, tristemente famoso desde el domingo pasado por el encierro y la violación de su propia hija durante casi un cuarto de siglo, es un hombre dinámico pero autoritario que escondía un vicio perverso.
Según recuerdan numerosos vecinos y conocidos de Fritzl, éste siempre trataba de estar bronceado, coqueteaba con las mujeres y llamaba la atención por el exagerado cuidado de su jardín, donde se descubrió el calabozo subterráneo, en el que su hija Elisabeth tuvo que malvivir durante 24 años.
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Según los relatos de varios vecinos, Fritzl gobernaba "como un teniente general" en su casa y era muy celoso de su privacidad, lo que explicaría porqué nadie de su familia se dio cuenta que mantenía encerrada a su hija en un zulo tres metros debajo del jardín.
"No dejaba que su mujer Rosmarie hablara mucho tiempo con la gente, siempre insistía en que los miembros de su familia permanecieran en casa", recuerda una anciana vecina, que durante años vivió en el edificio contiguo.
"Siempre nos llamó la atención que Fritzl trabajaba hasta altas horas de la noche en el jardín, pero nunca nos podíamos imaginar qué es lo que en realidad estaba haciendo", agrega Karina, una joven que vive en la misma calle.
"Bien vestido y apuesto"
Gerda S., una ex compañera de trabajo de Fritzl, relata en un diario austriaco que siempre iba bien vestido, "parecía un diplomático" y que le encantaba coquetear con las mujeres: "Era una tipo muy apuesto. Todas las mujeres en la empresa estaban detrás de él", asegura Gerda.
"Era una persona especialmente vanidosa, su corbata nunca estaba mal puesta y sus zapatos siempre relucientes", señala en declaraciones a ese diario, que ha enviado a una docena de reporteros a Amstetten para informar sobre el suceso.
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