¿Dama de hierro a la norteamericana?
Javier Barro
len.es
15/9/08
Tras haber visto las retransmisiones de las ceremonias de proclamación de Mccain y Obama, pude comprobar dos formas radicalmente opuestas de concebir y desarrollar una sociedad tan compleja como la norteamericana. Obama ofrece estado de bienestar, universalización de las prestaciones, cambios en la política energética, sostenibilidad medioambiental y ampliación de derechos sociales, McCain sólo ofrece más de lo mismo.
En este camino hacia el Gobierno de los Estados Unidos de América los candidatos han apurado al máximo la presentación de sus candidatos a la vicepresidencia. En ese momento ha irrumpido con cierta fuerza mezclada con una bastante polémica la candidata a republicana, la gobernadora de Alaska Sarah Palin. La pudimos conocer en la ceremonia de proclamación del partido republicano, evento que tenía muy preocupado a McCain por la posible presencia del denostado George W. Bush, tanto que estuvo rogando a Dios para que le diese una solución, y dicen las malas lenguas que el señor Dios al que tanto pidió le mando un huracán a Estados Unidos. Al final el todavía presidente no pudo estar en la ceremonia de proclamación, por culpa, o gracias a un huracán de nombre Gustav.
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Volviendo a Sarah Palin son muchos los adjetivos y parabienes con que inicialmente se la calificó: norteamericana iluminada, enérgica, sarcástica y de belleza otoñal. Según algunos es tan guapa que han hecho hasta muñecas a su imagen y semejanza para promocionarla, quizás debamos de tomar nota en España de esta nueva forma de marketing político, ¿se imaginan el Geyperman-Rajoy?, ¿el Action Man-Zapatero?
Siguiendo con la campaña a las presidenciales estadounidenses y valorando las intervenciones de la candidata a la vicepresidenta parece que no destila demasiada inteligencia y casi peca de integrismo religioso, véanse para corroborar tal afirmación las declaraciones realizadas «nuestros dirigentes nacionales están enviando a los soldados estadounidenses a Irak a una misión que es planificación divina». A dichas declaraciones tenemos que sumar un hondo desconocimiento de la política internacional y la peligrosa política de «guerra perpetua» que sitúa esta idea como piedra angular del desarrollo económico y la hegemonía estadounidense.
Como datos anecdóticos parece ser que la gobernadora de Alaska expresó su interés en limpiar la biblioteca de su pueblo de libros que «subvierten» la mente, entre ellos los de Darwin y su famosa teoría de la evolución. Palin parece acostumbrada a intensas y profundas reflexiones como, por ejemplo, «los homosexuales deben ser transformados en heterosexuales a través de la oración» a la que hay que sumarle perlas como «la única forma de prevenir las enfermedades sexuales o el embarazo en los adolescentes es a través de la abstinencia sexual». Aunque en este último supuesto parece ser que la gobernadora no ha podido predicar con el ejemplo con su propia hija, embarazada con 17 años, eso sí, a grandes males, grandes remedios: en el siguiente mitin se coloca al también adolescente futuro padre de la criatura al lado de la embarazada hija y todo en orden.
El problema de todo esto no es Sarah Palin, sino lo que representa: una forma arcaica y beligerante de entender la sociedad desde el Partido Republicano, no sólo peligrosa para los Estados Unidos, también para el resto del mundo. La derivada de todo esto es que aunque la ciudadanía española no tiene derecho a voto en las presidenciales norteamericanas, si McCain y Palin se alzan con el poder el resultado seguramente nos influirá mucho más de lo que pensamos, y no para bien precisamente.
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