Ruanda: recuerdos del genocidio

José Manuel Nieves
ABC.es
16/9/08

A lo lejos, por el camino que lleva directamente al campo de Médicos sin Fronteras en el límite entre Ruanda y Burundi, se dibujan dos siluetas oscuras contra la luz del amanecer. Se acercan despacio, demasiado despacio. Una mujer joven (tutsi) lleva de la mano a un niño pequeño. Cuando sus figuras dejan de vibrar como espejismos bajo el sol que nace, se aprecia la auténtica dimensión de la tragedia.

La mujer lleva un «panga» (el gran machete de uso común en estas tierras) clavado en el cráneo. Los sanitarios no se explican cómo ha podido llegar viva. Ni siquiera sangra. Habla, y sus primeras palabras son para que alguien salve al niño. Escapó durante la noche de un asalto y lleva caminando varias horas, más de 15 km.

...Siga leyendo, haciendo click en el título...


Cárcel de niños de Kigali, un año después del genocidio. Tras mucho insistir, se nos permite entrevistar a un pequeño sin nombre, de unos 8 años, acusado de haber matado con sus propias manos a más de 500 personas. Está hacinado entre cientos de otros niños a los que se ha obligado a cometer atrocidades parecidas. Igual que los demás, está en espera de juicio.
No mira a los ojos, sino a un punto indeterminado situado detrás, como si pudiera ver con su mirada vacía a través de quien le está hablando. Cuando asaltaron su poblado (hutu) los soldados pusieron en fila a los habitantes, le dieron un «panga» y le obligaron a ir eliminándolos uno a uno. Al final, dice el pequeño que ya nunca más fue un niño, lo haces como algo automático.

Son solo dos, entre muchos, recuerdos del genocidio, el más rápido de toda la historia. Una mañana de abril de 1994 la etnia hutu (85% de la población) se despertó con el machete en la mano y una idea fija en la cabeza: matar a todos los tutsis (15% de la población), empezando por sus propios vecinos. Dicen en Kigali que en apenas 48 horas cayeron medio millón de tutsis, abatidos a machetazos.Los que se salvaron cruzaron la frontera, se reorganizaron (la minoría tutsi controlaba el poder económico y militar del país) y volvieron a la carga. La matanza se repitió, pero al revés, en una cadena de horrores que nos hizo, a todos, sentir verguenza de ser humanos.

0 comentarios: