'Hay comunidades en Senegal donde no puedes hablar de ablación'
Roberto Bécares
elmundo.es
10/9/08
Thies, Senegal.- A Khady Koita los jefes de las comunidades de Thies, la segunda ciudad de Senegal, le dan la mano y le sonríen como a uno más. Con respeto. Sorprende esa actitud en un país donde la mujer es obligada a esconderse en las sombras de una sociedad que sólo la requiere para tener hijos. Para cuidarlos y cocinar.
Ella no es una más. Su adolescencia y madurez le fueron extirpadas con una cuchilla. Su mutilación no fue de guerra. Fue social. Un día, Koita fue arrastrada a un cuartucho y mientras una mujer la sujetaba, otra le extirpó sus órganos sexuales.
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Cada año dos millones de africanas pasan por la misma agonía. Pese a que en algunos países está prohibido. Es la tradición, dicen. Garantiza la pureza, la felicidad y la fertilidad, aseguran. "Le hice la ablación a más de cien mujeres, ninguna de las que vinieron conmigo murieron, pero he visto a algunas desangrarse", dice Lola Camara, que cobraba seis euros al padre de la desafortunada por practicarle la ablación. ¿Quién le quita la razón a decenas de miles de comunidades donde más de tres cuartos de la población es analfabeta?
Sobre la base de la educación, decenas de ONG como la de Koita, La Palabre, trabajan para erradicar esa practica tan inhumana, A Koita -la niña del vientre de arena, como la conocen en su pueblo-, gestos suaves, palabras contundentes, le dan la mano porque su estilizada figura ya se ha dejado ver en la ONU, porque su autobiogafía 'Mutilación' ha ayudado a que el tuerto primer mundo pose su mirada y su ayuda en el continente africano. Y porque insiste e insiste, pese a vivir en Bélgica, en que su país salga de la oscuridad.
En Theis, vasta ciudad de casas bajas -viven 350.000 personas-, donde las vacas y las cabras pululan por las calles principales como Pedro por su casa, y la basura se acumula en muchas calles, Koita es un ejemplo a seguir.
Ayudada ahora con una subvención de 85.000 euros de la Comunidad de Madrid, Koita va a poner en marcha un centro de acogida y formación profesional a las afueras de la ciudad, donde nació hace 48 años. "Queremos ser considerados por Europa ciudadanos enteros. Muchas jóvenes no tienen esperanza aquí", dice Koita ante los cien 'ruteros' de Madrid Rumbo al Sur, la expedición 'solidaria' que organiza la Comunidad de Madrid.
En su centro acogerán a decenas de mujeres en situación de desamparo y mendigos, recibirán una educación integral y habrá una escuela de formación profesional. "Cuando nuestro propio gobierno no nos ayuda, que lo hagan gobiernos de otros países significa mucho", dice uno de los líderes de la comunidad antes de la colocación de la primera piedra.
"Nosotros no colaboramos con gobiernos de países de África que no respeten los derechos humanos, pero sí con comunidades con proyectos de desarrollo", dice Carlos Clemente, viceconsejero de Inmigración del Gobierno regional, que está viviendo con los chavales los últimos días de la expedición.
'Eres un orgullo'
Este de Thies será el primer centro de muchos, ya que Koita quiere seguir su iniciativa de concienciación por todo África, una labor nada sencilla. "Si hubiera tenido miedo no hubiera podido avanzar", recuerda sobre sus inicios, aunque es consciente de lo difícil de su labor.
"Cuando vas hablar con muchos jefes de comunidades de Senegal, si son mayores, no puedes hablar de ablación. Tienes que usar la palabra escisión porque si no el jefe se puede molestar. Nosotros lo que hacemos es debatir con ellos primero sobre la higiene", explica Koita, a la que los chicos de la expedición felicitaron por su empeño. "Eres un orgullo", le dijo una joven en nombre de todos.
"Aunque sea un centro pobre, conseguiremos que muchos piensen que no hace falta coger el cayuco para salir adelante", explica Koita antes de la particular fiesta a las afueras de Thies, donde no faltaron los agradecimientos de los vecinos, los bailes festivos e incluso un rap montado por los chavales en homenaje a Koita, premio a la Tolerancia en la Comunidad de Madrid en 2007. "Lo que hace, en un tema tan sensible, es de admiración", comentan los expedicionarios bajo un sol demoledor.
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