Obama y como utilizar la raza para encoger mentes
Manuel García Jr.
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
29/03/08
El virtuoso no actúa.
El amable actúa sin interés propio;
El justo actúa no desatendiendo su propio interés;
El religioso actúa para reproducir su propio interés.
Si el Tao se pierde, queda la virtud;
Si la virtud se pierde queda la amabilidad;
Si la amabilidad se pierde, queda la justicia;
Si la justicia se pierde, queda la religión.
Las jerarquías bien establecidas no pueden desarraigarse fácilmente;
Las creencias firmes no pueden cambiarse fácilmente;
Por eso la religión permanece generación tras generación.
La religión es el fin de la virtud y la honestidad,
El comienzo de la confusión;
La Fe es una esperanza o miedo muy colorida,
El origen de la estupidez.
El sabio actúa por conocimiento, no por esperanza;
Confía en el fruto, no en la flor;
Acepta lo que tiene, rechaza las promesas futuras.
Lao Tse (Siglo VI A.d.C.), #38, Tao Te Ching
(Traducción: "Gorinkai" © 1998 Antonio Rivas Gonzálvez)
Barack Obama presentó un discurso sobre la raza en EE.UU. que era esperado ansiosamente y que ahora proclaman ampliamente como un acontecimiento importante no sólo en la actual campaña presidencial, sino en la política estadounidense en general y por lo tanto presumiblemente en la historia de EE.UU.
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El propósito táctico del discurso era distanciar a Obama del pastor Jeremiah Wright, de la Trinity United Church of Christ en Chicago, a la que ha asistido Obama. El pastor Wright ha hecho comentarios en el pasado, que fueron grabados, sobre la historia negra y los sentimientos negros sobre esa historia. Esas homilías fueron verdades sin adornos y realmente exactas, por lo tanto poco halagüeñas sobre el papel de la sociedad blanca en la historia negra. Naturalmente, los oponentes políticos de Barack Obama echaron leña al fuego para avivar las llamas racistas del temor blanco al publicar esos desvaríos supuestamente desmedidos de un negro colérico (nótese mi uso de palabras clave provocadoras) en un esfuerzo por desacreditar a Obama ante los ojos de sus potenciales votantes blancos; culpa por asociación. Como un aparte sobre un punto de lógica, nótese como sucios engañabobos políticos se apresuran (¿corren?) a insultar la inteligencia de la audiencia a la que se dirigen como parte integral de su velada metodología para cortejarla.
Tim Wise en CounterPunch y Glen Ford en Black Agenda Report escribieron claramente sobre la realidad esencial de este incidente. Lo que sigue es una glosa sobre esos artículos, escrita como respuesta a correspondencia de un hermano negro mío en el extranjero.
Lo único en lo que acertó Bill Clinton, se lo robó a Marx: “Es la economía, estúpido.” Y así es en el caso de la Gran Religión Blanca, el racismo forma parte integral de una política económica de exclusión. Israel lo refleja con sus supuestas políticas sólo judías, judíos primero, como máscaras para su manifiesto genocidio de palestinos. Mi definición de genocidio es: el intento de remover permanentemente a una población tomada como víctima, racialmente identificada, de bienes raíces que le son robados por un agresor de identificación racial diferente. Podremos estar cerca de algo semejante en la Nueva Orleans post-Katrina. Siempre es una estafa de bienes raíces, enmascarada como “culturicidio.”
Veo a muchos negros que sienten tanto resentimiento (con plena justificación) por nuestra historia conjunta, que no se muestran siempre claros y racionales sobre la naturaleza de la situación existente. Sí, existe un racismo de blanco-sobre-negro (junto con numerosas otras formas), pero su raíz no es primordialmente un simple odio emocional, sino es tanto miedo (de dos tipos: xenofobia y la culpa histórica por la esclavitud admitida por Thomas Jefferson) como codicia, y el temor esencial es la ansiedad respecto a la pérdida de ese control. Achacar el racismo de blanco-sobre-negro a un simple odio emocional es la explicación ostensible más cómoda, como lo muestra su prominencia en las descripciones del racismo en la cultura popular (por ejemplo en las películas). A la cultura dominante le es cómodo imaginar que el racismo se limita a gente con odios incontrolables y mentes indisciplinadas. Esto libera a la mayoría que se siente bien con sistemas económicos injustos, de toda responsabilidad por las consecuencias inevitables de esos sistemas; e incluso de cualquier reproche a los ojos de la opinión pública reconocida.
El racismo es un instrumento instintivo para capturar recursos y negárselos a las “especies” competidoras. Por eso a Obama lo respaldan los banqueros de Wall Street. Para ellos, es un instrumento para salvaguardar sus fortunas contra la creciente marea de resentimiento público. Son excelentes psicólogos, y abusadores psíquicos de la mente popular negra. Saben, a través de sus expertos en relaciones públicas (publicidad y control de la mente pública), como la mente popular negra languidece por símbolos de “esperanza,” por héroes de acción en las canchas de baloncesto y en la gran pantalla - Will Smith salvando los mundos de fantasía que Hollywood conjura con humo y espejos. Cualquier héroe en cualquier arena puede ser producido para distraer y mitigar a las masas, mientras no sea un héroe real en alguna arena del poder real.
Miremos a nuestros “símbolos” negros en esas arenas reales de la actualidad: Clarence Thomas, Condoleezza Rice, Colin Powell; han hecho harto poco por los negros en EE.UU., y han cobrado magníficamente por precisamente ese motivo. La mayoría de los negros “apoya” a Obama (engañándose al hacerlo) por el mismo motivo por el que quejumbrosas mujeres blancas ya mayores “apoyan” a Hillary: identificación, desean que lo que ven en el espejo sea honorado, sea amado, logre atención, controle.
Obama podrá tener algunas intenciones decentes más allá de su flagrante arribismo, pero evidentemente el arribismo prima, y por eso debe reasegurar a sus patrocinadores de que puede acallar al público. El puesto para el que se presenta es mantener los asuntos públicos suficientemente calmos para que los mismos negocios selectos y los mismos jugadores selectos puedan continuar obteniendo los mismos mega-beneficios respaldados por el gobierno. En los círculos empresariales, esto se llama “mantener un entorno estable para los negocios.” Obama dice “cambio” pero sus patrocinadores saben que esto significa “estabilidad.” “Cambio” es lo que obtendremos de los miles de millones de dólares que nos vemos obligados a pagar en impuestos y precios inflados que benefician a demasiado pocos.
Las poblaciones que tienen historias de opresión son fácilmente engañadas, porque están tan desesperadas por obtener “ayuda,” por ser “salvadas.” Por eso motejé a la maquinaria de relaciones públicas que apoya al poder blanco, incluyendo el poder blanco con la etiqueta de Obama, como “abusadores.” Predican plegarias negras, pescan muchos peces desesperados con cebos brillantes sin carnadas. Alguien, como Wright, señala los hechos lisos y llanos, y complica la estafa de los buhoneros de las relaciones públicas que tientan con engaños a las masas necesitadas. También complica las ilusiones placenteras de esas mismísimas masas necesitadas, que tienen orgasmos psíquicos que no quieren que se detengan por el consumo de placebos políticos.
La realidad puede ser demasiado para muchos, especialmente cuando viven con inmensas necesidades insatisfechas que extraen la vitalidad psicológica y la racionalidad robusta de sus psiques. Para cada tipo de víctima hay un depredador altamente especializado, en especial cuando las presas se presentan en vastos rebaños. Así es en EE.UU., que venera la fe de los mega-negocios de la mono-cultura, en la Iglesia de Ford, como Aldous Huxley escribió para “Un mundo feliz”, donde los rebaños de necesitados a escala continental son más vastos que lo fueran los de búfalos, y donde los beneficios que pueden ser obtenidos orientando a esos rebaños son más vastos que los sueños de Creso. ¿Quién mejor que Barack Obama para galvanizar esa atención de la mente pública necesitada? Lo genial en la industria estadounidense de la depredación psicológica es que agrupa en manadas a sus víctimas como masa en lugar de darles caza individualmente. Nuestros aristócratas dignos de Creso probablemente se disciplinarán suficientemente para dar al público el cebo que ha preferido porque resuena y refleja tantas de sus fantasías preferidas. El pueblo ha hablado, y nuestros dioses nos guiarán como corresponda.
Los partidarios leales en la campaña de Obama podrán considerar que este análisis es repelente, porque los que están embargados por una fe irracional no quieren ver como se disecciona sus fantasías. Obama, pueden decir, es mejor que McCain, y deberíamos apoyar a Obama para derrotar el control Bush-Cheney-McCainista del Imperio. Pero si fuera así, seguiríamos teniendo al Imperio, y Obama ha llegado a la prominencia precisamente por su lealtad demostrada a ese Imperio, no por un fervor revolucionario por hacerlo caer. El mal menor no basta para demasiada gente y, como el imperio es intrínsicamente racista, dañará desproporcionadamente a las minorías desfavorecidas.
Así que Obama es “cambio,” Obama es “esperanza” cuando envolvemos nuestras mentes en el plástico retráctil de ilusiones elásticas e impenetrables. Obama no es Thurgood Marshall, ni Martin Luther King, Jr., ni Malcolm X, por eso se le ve en nuestro Panteón televisado. Por eso Jeremiah Wright debe ser despachado con desdén de la consideración pública, y por eso Barack Obama debe elevarse estratosféricamente por sobre el que en otros días fuera su pastor, y de los que formaron en otros días su grey.
Creo que el comentario sobre el racismo es más incisivo cuando mantiene su enfoque en la dimensión económica – que considero como central – en vez del emocionalismo sobre el “odio” en el que la info-entretención revuelca excesivamente a los carentes de discernimiento. Más vale concentrarse en la intención y los propósitos del racismo, que son crear y mantener las disparidades económicas. Desde esos ángulos, se puede proponer argumentos políticos y de mantenimiento del orden para eliminar esos desequilibrios. Entonces, se habla de la actualidad de una manera clara, sin adornos y racional. Esto puede ser extremadamente impactante sin ser lastimero y empalagoso. Es el espíritu de Malcolm X y Frantz Fanon, y significa dinamismo, autorespeto, orgullo. Si hay suficiente de todo esto, puede significar revolución.
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