Argentina: ¿Qué será de la Ley de Medios?

Daniel Satur
Rebelión
15/03/10

La Ley de Medios se votó el 10 de Octubre de 2009. Fue entonces cuando el Gobierno y los multimedios (sobre todo Clarín) llegaron a niveles de confrontación nunca antes vistos. Su aprobación hizo que muchos progresistas vieran una posibilidad histórica de avanzar contra los monopolios. Pero en estos cinco meses corrió mucho agua debajo de los puentes.

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Entre otras cosas, cambió el Congreso, donde la oposición patronal (producto de las elecciones del 28 de Junio) se hizo de las mayorías en diputados y senadores y de casi todas las comisiones de las cámaras. El nuevo parlamento posiblemente tenga en carpeta modificar parte de la letra de la Ley.

Pero también hubo una serie de fallos judiciales, casi todos a pedido de los multimedios y de legisladores de la oposición, que dejaron en un verdadero stand by a la Ley de Medios. El último fallo se dio en Salta el martes 9 cuando el juez federal Miguel Medina dictó una medida que prohíbe aplicar en su totalidad la nueva norma. Ya son 5 las resoluciones que frenan, total o parcialmente, la Ley promovida por el Gobierno de Cristina.

Mientras el poder ejecutivo anuncia que apelará a cada uno de esos fallos adversos, trata de ir aplicando a cuentagotas y en secreto algunos de los artículos de la nueva Ley. La nueva Autoridad de Aplicación puso en marcha un “censo” de radios y canales de TV de todo el país, para demarcar un estado de situación de las comunicaciones. A su vez prohíbe o regula algunas adjudicaciones de licencias. Pero sin avanzar mucho más, sabiendo que de alguna u otra manera se enfrentaría a nuevos fallos judiciales que frenarían sus acciones.

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Pero lo más importante de los últimos meses es la misma crisis que atraviesa de conjunto el régimen político. Alrededor del conflicto del “Banco Central” y el uso de reservas para el pago de la deuda, la pelea entre kirchnerismo y oposición parece condicionar todo lo hecho previamente al 10 de diciembre. Mientras el gobierno apela a los DNU y amenaza con vetar todo lo que haga el Parlamento, y la oposición promete rechazar cada medida adoptada por el Ejecutivo, las resoluciones que surgen desde los estrados judiciales aportan un nuevo condimento.

Así las cosas, lo que para muchos en Octubre era el inicio de algunos cambios en materia de medios y comunicación, todavía sigue siendo una letra inmóvil cuyo destino incierto está muy lejos de parecer definirse.

Mientras tanto, la lucha encarnizada entre el kirchnerismo y Clarín avanza por otras vías. Desde el conflicto por el manejo de Papel Prensa (empresa mixta donde Clarín, La Nación y el Estado son socios desde hace décadas), hasta algunos tibios avances en la causa por la apropiación de menores durante la dictadura por parte de Ernestina Herrera de Noble, el gobierno apuesta las fichas que le quedan a esquilmar aún más al Grupo Clarín. En tanto desde el “partido mediático” siguen tratando de marcar la agenda política, denunciando la corrupción de los funcionarios y pidiéndole a la oposición que busque la forma más contundente de cargarse al oficialismo e ir armando la sucesión para el 2011.

El gobierno sabe que el tiempo que le va quedando se consume con la rapidez de una película de acción. Las corporaciones mediáticas saben que, por esa misma razón, muchas heridas les pueden quedar en el camino al 2011.

Como afirmamos y reiteramos durante el debate público del año pasado alrededor de la Ley de Medios, expropiar y poner en manos de los trabajadores y el pueblo toda la infraestructura de la comunicación, el papel para diarios y revistas, las imprentas para las publicaciones, las antenas, cámaras y micrófonos para hacer escuchar la voz de las mayorías; no fue ni será un proyecto votado por un Gobierno y un Congreso llenos de empresarios, burócratas sindicales y lobbystas de los monopolios. Mucho menos por jueces que ni siquiera fueron elegidos por sufragio universal, muchos de los cuales incluso vienen de la época de la dictadura.

La real libertad para expresarnos sólo podrá venir de la mano de un gobierno de los trabajadores, que abra paso a la liberación de las masas explotadas y oprimidas del yugo del capital y de toda forma de dominación.

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