Enfrentamiento con Israel divide a la comunidad judía
IAR Noticias
19/03/10
En medio de una agudización del conflicto regional, con Israel bombardeando nuevamente Gaza y Hamás llamando a una Intifada, estalló un conflicto inédito en el seno del lobby sionista que controla EEUU, cuya proyección ya impacta en una división de la comunidad judía. En Israel, más un cuarto de la población opina que Obama es "antisemita".
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Dentro de un escenario de generalizado rechazo a las políticas dialoguistas de Obama con el "terrorismo islámico", se conoció una encuesta difundida por el diario judío Haaretz, que revela que más de un cuarto de los israelíes opinan que Obama es "antisemita".
Esta calificación para un presidente norteamericano es inédita y no reconoce parangón histórico, dado que EEUU (considerado una extensión del Estado judío) es el primer defensor y sostenedor de las políticas expansivas de Israel en la región.
Aunque un 69% de los israelíes todavía considera que el presidente estadounidense, Barack Obama, "es justo y amistoso" con su país, un 27% de los israelíes piensa que es "antisemita", según un sondeo que publica este viernes el periódico Haaretz.
La encuesta se efectuó el pasado martes y miércoles en medio de la mayor crisis diplomática en décadas entre ambos países aliados, causados por ópticas diferentes de la "derecha" (Netanyahu) y de la "izquierda" sionista (Obama) respecto del tratamiento del conflicto con Irán.
De acuerdo con el sondeo, Netanyahu ha salido indemne del conflicto en términos de opinión pública interna, según los resultados del sondeo, que muestra un país dividido sobre su relación con EEUU y su gobierno de turno.
Según la medición, un 48% de los encuestados opina que Israel debería seguir construyendo casas para judíos en Jerusalén del Este, aunque supusiera un enfrentamiento con la Casa Blanca, frente a un 41% que aboga por detener la ampliación de los asentamientos en la ciudad.
La "crisis" entre EEUU e Israel generada por el anuncio de la construcción de 1.600 viviendas en Jerusalén Oriental, realizado durante la visita del vicepresidente Joe Biden a Tel Aviv, dividió a las organizaciones judías en Washington y puso al descubierto las posiciones divergentes que tienen para enfrentar el "problema iraní".
La más poderosa organización sionista a nivel mundial, AIPAC (American Israeli Public Affairs Committee), criticó y repudió enérgicamente la dura reacción del gobierno de Obama frente al anuncio de "recolonización" de Netanyahu señalando que "todo es una distracción para no lidiar con el programa nuclear iraní".
En un duro comunicado, AIPAC exigió que Obama adopte inmediatamente medidas para "desactivar la tensión con el Estado Judío". Mientras que el presidente de la Anti-Difamation League, Abraham Foxman, dijo que estaba "atónito y sorprendido por el tono del gobierno de Obama".
Por su parte, "J. Street", una organización judía "progresista", dedicada a promover el diálogo entre israelíes y palestinos, apoyó a la administración Obama bajo el argumento de que sus críticas a Netanyahu habían sido "comprensibles" y adecuadas".
"Uno puede solo preguntarse cuán lejos está dispuesto EEUU a distanciarse de Israel para apaciguar a los palestinos con la esperanza de que comprendan que es en el interés de ellos el volver a la mesa de negociación", dijo. Jeremy Ben Ami, fundador de "J. Street".
A tal punto llegó el enfrentamiento que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y Benjamin Netanyahu participarán en Washington, a partir del próximo fin de semana, de la reunión anual del "lobby" pro-israelí estadounidense, AIPAC (American Israel Public Affairs Commitee).
Las críticas del Gobierno estadounidense a su tradicional aliado y protegido impactó entre los congresistas estadounidenses.
Dos legisladores, el republicano Mark Kirk y el demócrata Christopher Carney, enviaron una carta a la Casa Blanca para pedir a la Administración del presidente Barack Obama que se "abstenga de nuevas críticas públicas" al Gobierno israelí.
El principal asesor político de la Casa Blanca, David Axelrod, aseveró que "lo que pasó allí (el anuncio de las construcciones) fue una afrenta, fue un insulto pero eso no es lo más importante. Lo que hizo fue hacer más difícil un proceso muy difícil".
Tras los duros comentarios de Obama y de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, Netanyahu llamó a dos gobernantes europeos con los que tiene vínculos estrechos --la canciller de Alemania (jefa de gobierrno), Angela Merkel, y el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi-- para explicarles por qué creía que EEUU se equivocaba y fomentaba la crisis.
"El primer ministro (Netanyahu) llegó al momento de la verdad. Debe elegir, por un lado, entre sus creencias ideológicas y su alianza política con la coalición de derecha y, por otro, la necesidad de tener el apoyo de Estados Unidos", señaló Aluf Benn, corresponsal de Haaretz.
AIPAC, por su parte, expresó su "seria preocupación" acerca de los recientes comentarios realizados por la administración norteamericana en relación a sus lazos con Israel.
"Israel es el aliado más cercano a los EEUU en Oriente Medio. Las bases de la relación entre ambos tienen sus raíces en los intereses estratégicos fundamentales del país, los valores compartidos de democracia, y un compromiso de paz en la región que viene de mucho tiempo atrás".
El comunicado dice también que "aquellos intereses estratégicos que compartimos con Israel, se aplican a cada faceta de la vida norteamericana y nuestras relaciones con el Estado Judío, que goza de un gran apoyo en el Congreso y entre el pueblo norteamericano".
Por último, la organización pide a la administración norteamericana "realizar un esfuerzo consciente para evitar las demandas públicas y los ultimátum directos a Israel".
La "dos caras" del lobby judío
Cuando se refieren al lobby judío (al que llaman lobby pro-israelí) la mayoría de los expertos y analistas hablan de un grupo de funcionarios y tecnócratas de la derecha fundamentalista, en cuyas manos está el diseño y la ejecución de la política militar norteamericana.
A este lobby judío (de derecha conservadora) se le atribuye el objetivo estratégico permanente de imponer la agenda militar y los intereses políticos y geopolíticos del gobierno y el Estado de Israel en la política exterior de EEUU.
Como definición, el lobby es una gigantesca maquinaria de presión económica y política que opera simultáneamente en todos los estamentos del poder institucional estadounidense: Casa Blanca, Congreso, Pentágono, Departamento de Estado, CIA y agencias de la comunidad de inteligencia, entre los mas importantes.
Curiosamente los expertos, tanto de izquierda como de derecha, (salvo James Petras) sólo se ocupan del lobby judío neoconservador de la administración Bush, sin ninguna mención de otras administraciones anteriores, como la del demócrata Clinton, por ejemplo.
El Washington Institute for Near East Policy (WINEP), creado en 1985 bajo la responsabilidad del que hasta entonces había sido el director del AIPAC, Martin Indyk, desempeñó, durante la administración Clinton el mismo rol de "think tank" del lobby neoconservador que durante el gobierno de George W. Bush desempeñó el Instituto Judío para Asuntos de la Seguridad Nacional (JINSA) en el gobierno de los halcones de Bush.
Ambas son una rama de AIPAC, la organización de presión sionista más poderosa de EEUU y de todo el planeta capitalista.
Y como dato relevante indicador de la función complementaria de ambos lobbys judíos (el de derecha con los republicanos, y el de izquierda con los demócratas) baste mencionar que el director fundador de WINEP, Martin Indyk, había sido antes director de investigación del Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (AIPAC).
El llamado lobby judío (por "derecha" y por "izquierda) esta conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.
El lobby judío no responde solamente al Estado de Israel (como afirman los analistas de la "cara derechista" de los neocons) sino a un poder mundial sionista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos.
El lobby no solamente está en la Casa Blanca sino que abarca todos los niveles de las operaciones del capitalismo trasnacional, cuyo diseño estratégico está en la cabeza de los grandes charmans y ejecutivos de bancos y consorcios multinacionales que se sientan en el Consenso de Washington y se reparten el planeta como si fuera un pastel.
Este diseño del poder mundial, interactivo y totalizado, se concreta mediante una red infinita de asociaciones y vasos comunicantes entre el capital financiero, industrial y de servicios que convierte a los países y gobiernos en gerencias de enclave.
Ni la izquierda ni la derecha hablan de este poder "totalizado" por la sencilla razón de que ambas están fusionadas (a modo de alternativas falsamente enfrentadas) a los programas y estrategias del capitalismo trasnacional que controla el planeta.
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