Cárceles en Estados Unidos o "sucursales del infierno"

Prensa Latina
19/03/10

Cuba se ha convertido hoy en blanco de una campaña mediática dirigida por Estados Unidos tratando de desvirtuar una realidad de plena vigencia de los derechos humanos y lucha por el mismo objetivo en el resto del planeta.

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La arremetida publicitaria, en plena coordinación en el exterior con los grupos anticubanos y sectores de derecha especialmente norteamericanos y europeos, utiliza argumentos falsos sobre los centros penitenciarios de la Isla y el tratamiento a los reclusos.

Por supuesto obvia que esas instalaciones en la Cuba de hoy tienen entre sus principales tareas trabajar para la reinserción en la sociedad de los sancionados mediante planes educacionales, trabajo productivo remunerado y beneficios para los presos de acuerdo con su conducta.

A pesar de lo que dicen las campañas mediáticas nunca se ha registrado en ellas un solo caso de tortura ni asesinato ni mucho menos muertes por maltratos o falta de atención médica, cualquiera que sea el delito cometido por quien esté privado de libertad.

Sin embargo, resulta interesante mirar hacia la situación carcelaria del principal instigador de los ataques a Cuba, Estados Unidos.

Según datos oficiales, cada año mueren en las cárceles estadounidenses alrededor de siete mil personas asesinadas o por suicidio al no poder resistir las condiciones en que cumplen su sanción.

Al final del mandato presidencial de George W. Bush los verdaderos almacenes de hombres y mujeres que constituyen las cárceles norteamericanas guardaban en su interior a 22 mil 480 seres humanos portadores del virus VIH-SIDA.

No era tan raro esto último si casi el cinco por ciento de los alojados en prisiones estatales y federales han sufrido de violaciones, incluyendo ataques por otros reclusos y por personal del propio sistema penitenciario.

Alrededor de 200 mil menores son juzgados como mayores y una parte de ellos va a prisión sin olvidar que algunos son condenados a la pena máxima y pierden la vida.

El consumo de drogas y su comercio dentro de los penales resulta tema recurrente en los propios filmes norteamericanos que muchas veces reconocen a sus cárceles como verdaderos infiernos en la tierra.

Si de presos políticos se trata el ejemplo más reciente es el de cinco antiterroristas cubanos presos y sancionados por infiltrarse en grupos violentos enclavados en Estados Unidos, con el próposito de recabar información que permitiera evitar actos de terrorismo y salvar vidas.

No sólo sufrieron aislamientos y sanciones injustas sino que el encono político permitió impedir el contacto durante más de 11 años de un hombre con su esposa y durante muchos años de un padre con su hija, como dos integrantes de ese grupo de revolucionarios cubanos.

Realmente no son necesarias las comparaciones y ni siquiera el intento de convertir a presos comunes en patriotas que denuncian supuestos abusos en los centros penitenciarios cubanos, puede librar a Estados Unidos de ser considerado el verdadero violador de los derechos humanos.

1 comentarios:

Ad Humanitatem dijo...

"Cuba se ha convertido hoy en blanco de una campaña mediática dirigida por Estados Unidos"
Un axioma.
Un axioma expresado certera-mente por Ricardo Alarcón de Quesada en "Cubadebate" (Marzo 19 2010)que creemos tiene que ser sacado a la Luz para ser Conocido por Todos (La Verdad tiene que ser sembrada para que germine):

"Sobre Cuba cae otra vez un vendaval de calumnias e improperios. De ella hablan, como si del infierno fuese, personajes políticos carentes de toda moral para criticar a nadie, ya que nada dicen de las atrocidades que a diario ocurren ante sus propias narices.

Contra Cuba despotrican medios “informativos” cuya cualidad principal, ya lo señaló Noam Chomsky, es la de ser muy “disciplinados”.

Esta lluvia de mentiras no debe sorprender a nadie. No es este el primer aguacero ni será el último. No es tampoco una tormenta natural.

Se trata, en realidad, de una colosal operación de engaño, la más prolongada, costosa y sucia que registra la historia. Cumple ya más de medio siglo.

Una parte, sólo una parte, del insidioso plan puede leerse en algunos documentos oficiales del gobierno norteamericano, parcialmente desclasificados, en los que consta que la esencia de su política para destruir a la Revolución cubana - junto a la guerra económica y el terrorismo - era y siempre ha sido “fabricar” una oposición, financiarla, dirigirla y apoyarla con “una poderosa ofensiva propagandística.”

No es un plan cualquiera. Lo concibieron y acordaron al más alto nivel en Washington, y le han entregado fabulosas cifras monetarias todos los gobernantes de Estados Unidos sin excepción.

El 17 de marzo de 1960, reunido en la Casa Blanca, el Consejo Nacional de Seguridad aprobó el “Programa de Acción Encubierta” contra Cuba que el día anterior había propuesto el Director de la CIA Allen Dulles. Al aprobarlo el Presidente Eisenhower, solemnemente, hizo jurar a todos los convocados que jamás dirían haber oído nada de este plan y les advirtió que había que “mantener oculta la mano de Estados Unidos”.

El “Programa de Acción Encubierta”, más bien una porción muy mutilada, fue publicado por el Departamento de Estado en 1991 (Foreign Relations of the United States, 1958-1960, Volume VI, Cuba, págs. 850-851). Lo más interesante de este documento es probablemente lo que sigue ocultando. Señala “cuatro cursos de acción principales”, siendo los dos primeros, precisamente, “la creación de la oposición” - algo que califica como “primera necesidad” de todo el plan - y la “poderosa ofensiva de propaganda” para inflarla y hacerla creíble.

A estos dos propósitos fundamentales se dedican dos párrafos con un total de diez líneas. Llama la atención que según el editor a continuación del primer párrafo venían diez líneas y al final del segundo otras cuatro, todas ellas aún secretas. El Programa incluye, desde luego, los otros dos “cursos de acción principales”, referidos a actividades de inteligencia y paramilitares. El texto cierra regresando al tema de la propaganda. A ella destina cinco párrafos pero sólo reproduce uno. Los otros cuatro permanecen ocultos.

Las acciones encubiertas no han cesado a lo largo de medio siglo sólo que ahora a ellas se suman, además, los proyectos que aparecen en los presupuestos de la AID, la NED y otras entidades norteamericanas que abiertamente consignan su respaldo financiero a la “oposición” cubana y los pagos generosos a quienes distorsionan la realidad de la isla y mienten a sabiendas.

Son muchos los conjurados que han guardado fidelidad a aquel juramento. Lo siguen cumpliendo al pie de la letra incluso algunos políticos y periodistas que jamás han sido invitados a la Casa Blanca. No importa. Ellos se ocupan de que “la mano de Estados Unidos”, la dadivosa mano de Washington, se mantenga oculta."