En la zona invisible del crimen
Prensa Latina
17/03/10
El asesinato político ejecutado por Israel contra el militante palestino Mahmoud al-Mabhouh, de la organización Hamas, en Dubai, se ha convertido en un controvertido incidente.
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El suceso ha provocado el resurgimiento del dilema de si este tipo de acción resulta justificada ética y moralmente, o si se trata de un acto criminal condenado por el derecho internacional.
Igualmente ha desencadenado una notable división en el seno de la comunidad judía estadounidense que se manifiesta ahora por el cese de estos métodos genocidas contra los palestinos.
El atentado político surgió desde los tiempos antiguos en Roma y se trata del asesinato por diversos medios de una figura relevante con el objetivo de neutralizar la amenaza que representa para los intereses del grupo ejecutor.
Algunos servicios secretos, especialmente la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA) o el Mossad israelita, lo han venido utilizando con bastante frecuencia en operaciones encubiertas que en la mayoría de los casos por sus pifias profesionales terminan en sonados escándalos internacionales.
En este tipo de operaciones secretas la prioridad es hacer que el adversario sea neutralizado y no pueda ser capaz de mantener un alto nivel de agresividad.
Matar a cualquier cuadro dirigente de un movimiento de liberación no siempre cumple ese objetivo porque consume importantes recursos financieros y humanos y la acción criminal daña mucho más de lo que beneficia a la parte que toma la letal iniciativa.
En la mayoría de los casos, otros cuadros ocupan de inmediato el cargo del mártir y realmente este tipo de operaciones resultan contraproducente para el Estado que las patrocina porque afectan seriamente su imagen internacional y los deja expuestos a sufrir represalias de igual o peor naturaleza.
Este es el verdadero dilema para los ejecutores, ya que es muy difícil poder identificar y llegar a eliminar exitosa y secretamente a la persona cuya muerte provoque el debilitamiento definitivo de la organización clandestina cuyo funcionamiento se desea desarticular.
El dirigente de Hamas, Ahmed Yassin, declaró de inmediato que la política de asesinatos selectivos no infunde temor a nadie, ni podrá terminar con esa organización.
Para los verdugos es complicado porque deben tener un alto nivel de penetración que les permita estudiar durante un tiempo prolongado al blanco del atentado y esto consume mucho tiempo y recursos financieros.
Un atentado requiere de un comando bien entrenado en distintas técnicas, que según diversas fuentes periodísticas, en este caso era de más de 27 miembros.
En este tipo de operaciones secretas de alta complejidad existe un factor emocional de gran satisfacción para el gobierno ejecutor, que entiende erróneamente, que con la desaparición del dirigente escogido como blanco se resuelven todos los problemas.
En el caso de Israel y Estados Unidos cuentan además con relaciones públicas destinadas a ensalzar la imagen nacional y a elevar la moral con la utilización de medios de comunicación a nivel global, señala el diario The Guardian.
Es en este aspecto mediático donde tratan de obtener sus mayores ganancias, pero si el movimiento de liberación recibe como en este caso el apoyo internacional en su condición de victima, entonces este proceso se revierte y la acción criminal se torna contraproducente.
Hay indicios de que en el seno de la comunidad judía estadounidense están surgiendo nuevas organizaciones opuestas a la política de asesinatos selectivos y el genocidio contra la población palestina.
Los periodistas Adam Horowitz y Phillip Weiss de la revista The Nation escribieron que en el año 2010 ya se observa un notable viraje en la actitud de los judíos estadounidenses con relación a la política llevada a cabo por Israel contra los palestinos.
El columnista del New York Times, Roger Cohen, dijo sentirse abochornado por las acciones criminales emprendidas por Israel contra cientos de civiles indefensos.
El Rabino Brent Rosen, del estado de Illinois, inició una huelga de hambre con otros 70 rabinos denominada Taâ�Öanit Tzedek para protestar por la actitud agresiva desmedida en la Franja de Gaza.
M.J. Rosemberg, un experto que escribe para Media Matters Action Network, señaló que lo acontecido en Gaza es el mayor desastre de relaciones públicas de toda la historia de Israel.
Una nueva coalición de diversas agrupaciones judías pacifistas denominada "J Street" manifestó que Israel debe terminar la confrontación y optar por la solución de crear dos estados.
Esta alianza cuenta con el respaldo del gobierno del presidente estadounidense Barack Obama y de 40 legisladores del Congreso y su poder para recaudar fondos para hacer lobby crece cada día.
La práctica del asesinato político por parte de algunos estados es contraria al derecho internacional que norma el respeto a las convenciones para la guerra donde se plantea que la eliminación física es un método extra judicial que impide a la víctima recibir el debido tratamiento jurídico que le asiste.
El profesor de la Universidad de Massachussets, Whit Kaufman, plantea que las normativas internacionales sobre el respeto a la vida humana prohíben el asesinato extrajudicial premeditado contra cualquier individuo, en cualquier país, incluso en situaciones cuando se alega autodefensa.
Incluso el Articulo 23 de la Convención de La Haya de 1907 prohíbe explícitamente el asesinato, o dar recompensas por la vida de un combatiente adversario.
Jeffrie Murphy, en su libro titulado "El Asesinato de los Inocentes", toca el tema desde el punto de vista bélico y moral así como también reseña que siempre es mejor capturar al individuo vivo para poderlo juzgar, que asesinarlo a sangre fría.
El magnicidio es la variante más condenada del atentado político y es igualmente inmoral, injusta e ilegal desde todos los puntos de vista explica William Banks en su libro "Blancos para Asesinatos y su complejidad legal en los Estados Unidos".
Adolf Hitler y Heinrich Himmler fueron los primeros que durante el auge del fascismo abogaron abiertamente por el asesinato selectivo y por el genocidio masivo de sus contrincantes, e incluso advertían que esa sería la guerra del futuro.
(*) El autor es jefe del Departamento de Difusión de Prensa Latina.
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