Ignorancia en EE.UU.
John Kozy
Global Research
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
21/07/09
La ignorancia domina en EE.UU.: afecta a los ricos así como a los pobres, a los poderosos y a los carentes de poder, a los famosos así como a los poco conocidos. Prevalece en las salas de los directores ejecutivos de la nación, en el Congreso, en las fuerzas armadas, e incluso en nuestras universidades. La ignorancia define a esta nación.
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Christiane Amanpour, una de los corresponsales estrella de CNN, presentó un ‘especial’ en agosto de 2008 llamado “Los guerreros musulmanes de Dios”. Mencionó un libro de Syed Qutb de 1964, “Milestones”, en el que afirma que el autor: “propugnó la yihad violenta, incluso contra gobiernos musulmanes” e inspiró a generaciones de musulmanes radicales y la creación de la Hermandad Musulmana. Describe “Milestones” como “una acusación moral contra EE.UU.”
Qutb, dice ella, “llegó a EE.UU. en 1948 para estudiar. Pero la cultura estadounidense chocó al erudito poeta y crítico musulmán.” Parece citar (la trascripción no lo deja en claro) a Syed Qutb como diciendo: “Este gran EE.UU., ¿qué vale en la escala de valores humanos? Ojalá pudiera encontrar a alguien para hablar sobre asuntos humanos, moralidad y espíritu, no sólo dólares, estrellas de cine y coches.” Cita a una persona llamada Azzam como diciendo: “Él (Qutb] solía expresar en algunas de sus cartas sus sentimientos de que EE.UU. está perdiendo su alma por su materialismo. Dijo que es todo en lo que se piensa.” Dice: “Qutb escribió que los valores islámicos son la cura para el vacío espiritual. Instó a los musulmanes a purgar el mundo de influencia occidental, si fuera necesario, por la fuerza.”
Amanpour entrevistó a Fawaz Gerges, un cristiano nacido en el Líbano, que tiene una Cátedra Christian A. Johnson en Asuntos Internacionales y Estudios de Oriente Próximo en Sarah Lawrence College, quien dice: “Qutb resentía las profundas raíces filosóficas seculares de la sociedad estadounidense. Resentía cómo mujeres y hombres interactúan en la sociedad. Resentía la naturaleza obsesiva del materialismo de EE.UU. Creía que EE.UU. carece de ritualismo.” Describe a Qutb como “un hombre que consideró que el país es un páramo espiritual,” y dice que “los puntos de vista sobre EE.UU.” – de Qutb – son aterradores… porque son estrechos. Presentan a EE.UU. en dicotomías muy simplistas.”
Pero la señora Amanpour hace que parezca como si Qutb hubiera escrito un libro con sólo dos frases: “EE.UU. y el mundo occidental tienen un problema moral porque consideran al ser humano sólo desde un punto de vista materialista” – una declaración con la cual numerosos estadounidenses estarían de acuerdo – y “los valores islámicos son la cura para el vacío espiritual.” Es difícil discernir cómo esas dos frases podrían haber inspirado un movimiento yihadista y la emergencia de la Hermandad Musulmana. La señora Amanpour nos cuenta lo que sucedió debido a la publicación de “Milestones,” pero al reducir el contenido del libro a dos breves frases, nos deja en total ignorancia sobre el motivo. Un tratamiento tan desdeñoso de “Milestones” es un síntoma del valor que otorgan a los libros los estadounidenses, y recientemente me di cuenta de cuál es la condición de los libros en la sociedad estadounidense.
Después de la mitad del año setenta de mi vida, mi esposa y yo decidimos que ya era tiempo de reducir el tamaño de nuestro alojamiento y comenzamos a buscar una casa más pequeña. Durante esos más de setenta años había acumulado una amplia biblioteca – más de dos mil, tal vez más de tres mil volúmenes. De modo que visitamos casas, con mi vista siempre a la busca de dónde podría colocar libros. Pero ni una sola de las casas que nos mostraron había sido diseñada para acomodar libros. Aparentemente los arquitectos, los urbanizadores y los constructores estadounidenses no consideran que haya que prever libros en los hogares estadounidenses. Sus casas tienen cocinas, dormitorios, baños, comedores, habitaciones familiares, piezas de entretenimiento y de juego, pero ninguna biblioteca, dejando en claro que los libros no forman parte integral de la cultura estadounidense.
Los libros, sin embargo, son cúmulos de conocimientos. La gente se educa leyendo libros. Si las casas carecen de libros, faltan los medios para la educación. Si un niño descubre que los niños no son valorizados en sus casas, ¿por qué los iba a valorizar en la escuela? Si no se alienta la lectura en casa, ¿cómo pueden los maestros convencer a los estudiantes de que leer es útil? Si su familia cree que basta con lo que aprenden al mirar la televisión, ¿por qué iba a creer algo diferente un niño? Y la tasa de deserción escolar de la nación suministra una evidencia anecdótica suficientemente fuerte de que el conocimiento no es importante para muchos estadounidenses.
La educación de su gente nunca ha sido un fuerte de EE.UU. (Los atletas reciben becas, los eruditos no.) Sí, claro, EE.UU. tiene sus maravillosas y prestigiosas universidades, pero no producen estadounidenses altamente educados. La mayoría de los grados avanzados otorgados por universidades de EE.UU. en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas son otorgados a extranjeros.
[http://www.uschamber.com/international/agenda/immigration_policies.htm].
Nuestra controvertida dependencia de visas H1B [visas concedidas a candidatos con ‘conocimientos especiales’ N. del T.] es bien conocida. EE.UU. se enorgullece de haber construido la bomba atómica, pero gran parte de la ciencia fue desarrollada en Europa y muchos de los científicos involucrados fueron europeos educados allí. El presidente, en su oratoria de “¡Sí, podemos!” dijo: “Llevamos a un hombre a la luna en diez años.” Sí, así fue, pero no sin ayuda de científicos e ingenieros alemanes que según mucha gente deberían haber sido juzgados como criminales de guerra en Núremberg después de la Segunda Guerra Mundial. Los ingleses construyeron el primer computador moderno (secretamente) e inventaron el radar. Un alemán diseñó el primer motor operacional de turborreactor. Las universidades y colegios estadounidenses no gradúan suficientes maestros, enfermeras, o médicos de atención primaria (muchos de los cuales importamos ahora del gigante intelectual llamado India). Incluso los financieros de nuestra nación se basaron en el teorema de un matemático chino para evaluar el riesgo. (Nunca he oído a alguien que diga que carecemos de suficientes licenciados en gestión empresarial.) Cuando los financieros decidieron utilizar la función de la cópula gaussiana de David X. Li para determinar el nivel de riesgo, condujeron al mundo por un camino a la perdición. El propio Li dijo de su propio modelo: “la parte más peligrosa es cuando la gente cree en todo lo que resulta de ese modelo.” Una creencia semejante resulta de la ignorancia matemática.
Aunque hemos educado muy bien a unos pocos, no hemos convertido a la educación en parte integral de nuestra sociedad. No sólo nos hemos dedicado a importar los productos que vendemos, durante décadas hemos importado los cerebros que utilizamos. Ahora incluso hemos sido reducidos a importar nuestro propio dinero. Casi nos hemos convertido en una nación totalmente dependiente.
El sistema educacional estadounidense no mejorará mediante la producción de más maestros, la construcción de más salas de clase para reducir la cantidad alumnos en cada una, o la creación de programas como “Ventaja Inicial” y “Que Ningún Niño Se Quede Atrás”. Sólo puede ser mejorado por un cambio fundamental en nuestros valores culturales.
Imaginad dónde estaría el deporte en EE.UU. si bates y balones de todos los tipos y la transmisión de eventos atléticos fueran tan raros en los hogares estadounidenses como lo son los libros. Los estadounidenses tienen que reconocer que ninguna nación ha sido hecha grande por sus animadores, atletas y comerciantes; pero EE.UU. se ha convertido en una nación de animadores, atletas y comerciantes. Ninguna de estas actividades representa una ocupación intelectual.
Es posible que los oligarcas que gobiernan EE.UU. crean pueden mantener al público en la ignorancia mientras ellos y sus hijos son educados, pero se equivocan. La ignorancia es omnipresente; afecta a los ricos así como a los pobres, a los poderosos y a los sin poder, al famoso como al desconocido. Prevalece en las salas de los directores ejecutivos de nuestra nación, en el Congreso, en las fuerzas armadas, e incluso en nuestras universidades. Define a esta nación.
El que haya quien pueda creer que EE.UU. pueda seguir prosperando en este estado de dependencia ignorante es un acertijo del tamaño de un nudo gordiano. Creo que fue Dean Baker (perdón, perdí la referencia) quien escribió: “Tenemos que recordar lo que sucedió con el Imperio Británico. Después de originarse en las colonias en ultramar y en estaciones de comercio establecidas por Inglaterra en el Siglo XVII, al llegar 1922 controlaba un cuarto de la población del mundo en el que ‘sol nunca se pone’. Pero en 1914 se había convertido en una ‘nación de comerciantes’ que ni entonces, ni de nuevo en 1939, pudo defenderse contra potencias continentales mucho más pequeñas.” Los que detienen el poder en EE.UU. también ignoran la historia.
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John Kozy es profesor en retiro de filosofía y lógica y escribe blogs sobre temas sociales, políticos y económicos. Después de servir en el ejército de EE.UU. durante la Guerra de Corea, pasó 20 años como profesor universitario y otros 20 como escritor. Ha publicado un libro de texto sobre lógica formal, en revistas académicas y en una pequeña cantidad de revistas comerciales, y ha escrito una serie de editoriales como invitado en periódicos. Sus artículos en línea se encuentran en: http://www.jkozy.com/ y se le puede escribir desde ese sitio.
John Kozy es colaborador frecuente de Global Research.
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