El escenario más temido - Colapso laboral en EEUU: Se multiplican los riesgos de explosión social
IAR Noticias
23/07/09
Lo que suena como un panorama fantástico para el Imperio norteamericano (las huelgas y los conflictos sociales) es un escenario de corto plazo que ya están manejando entre líneas analistas y medios norteamericanos a la luz de la crisis industrial y de las quiebras empresariales que están desatando una creciente ola de despidos y un récord de la desocupación en EEUU.
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Desde el estallido de la crisis financiera, en septiembre pasado, la ONU, el Banco Mundial, la mayoría de los expertos y últimamente el G-8, vienen advirtiendo sobre el peligro de estallidos sociales a escala global que podrían generarse por el impacto de la crisis recesiva con despidos masivos y por la escalada de los precios de la energía y de los alimentos en los países más pobres de Asia, África y América Latina.
Esta semana, el Grupo de los Ocho (G-8), considerado el "Directorio del Mundo", afirmó en una declaración que la situación "sigue incierta" en la economía global, con "riesgos significativos para la estabilidad". De acuerdo con las potencias centrales nucleadas en la entidad, el aumento de la desocupación este año y el próximo puede producir estallidos y revueltas sociales.
Sorpresivamente, la evolución de la crisis (que devino de financiera a crisis estructural con la recesión) hoy golpea con más fuerza a las potencias centrales que a los países emergentes o subdesarrollados.
El malestar social que generan la desocupación creciente y el deterioro de las condiciones salariales, así como el achicamiento de la capacidad de consumo, alimenta y exacerba el estado de frustración colectiva, provoca pérdida de confianza en los políticos y alienta las huelgas y protestas sociales que ya comienzan a extenderse por toda la geografía europea y amenazan con extenderse a EEUU.
La crisis social (consecuencia de la caída del consumo y los despidos laborales) se perfila como un potencial emergente de la crisis recesiva- laboral que detonó escalonadamente como consecuencia de la crisis financiera en EEUU.
Las señales son claras: La crisis financiera ya devino en recesión y amenaza (por efecto de la desocupación masiva) en convertirse en una crisis social de difícil pronóstico en EEUU.
"El mercado laboral de Estados Unidos tiene un desempeño aún peor que el de la economía en general, lo que causa temores dentro y fuera del gobierno de que el resultado podría ser el de una recuperación sin empleos incluso cuando termine la recesión", señala este jueves The Wall Street Journal.
"En un desafío a las normas históricas, la tasa de desempleo --que asciende a 9,5%-- es de 1 a 1,5 puntos porcentuales más alta que lo que se hubiera previsto bajo el sentido común económico, dice al Journal Lawrence Summers, uno de los asesores económicos del presidente de EEUU, Barack Obama.
Desde que comenzó la crisis en diciembre de 2007, la economía estadounidense perdió 6,5 millones de trabajos, 4,7% del total de empleos en el país. La tasa de desempleo subió cinco puntos porcentuales mientras que la economía se ha contraído alrededor del 2,5%.
En los últimos días, Summers, el director de presupuesto de la Casa Blanca Peter Orszag y el presidente de la Fed Ben Bernanke han hecho declaraciones públicas sobre la "desconexión inusual" entre el crecimiento y el desempleo.
El propio presidente estadounidense, Barack Obama, pronosticó el miércoles pasado que el desempleo en el país, que alcanzó un récord de 9,5%, probablemente seguirá en aumento en los próximos meses, pues los puestos de trabajo tardan más en recuperarse que otros sectores de la actividad económica.
Según The Wall Street Journal, las recuperaciones económicas sin empleos no son nada nuevo: las empresas suelen ser reacias a contratar cuando recién sube la demanda.
Sin embargo, hay posibilidades más sombrías --agrega--, ya que los trabajadores con problemas podrían arrastrar una economía frágil a una recesión más profunda.
En un cuadro recesivo, la pérdida de empleos en EEUU se aceleró el mes pasado y la tasa de desempleo aumentó a 9,5%, arrojando dudas sobre la capacidad de recuperación de la primera economía imperial.
"La demanda final y la producción han mostrado señales tentativas de estabilidad", dijo el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, a reguladores el miércoles, como parte de su presentación ante el Congreso de EEUU. No obstante, aclaró: "El mercado laboral, sin embargo, sigue debilitándose".
Según los últimos datos, en un récord histórico, el rojo fiscal en EEUU se disparó a más de US$ un billón (doce ceros, un millón de millones) en los primeros nueve meses del ejercicio anual e implica ya el 8% del PBI. Pero cerraría en más de US$ 1,8 billón, contra "sólo" US$ 455.000 millones del año pasado.
El Departamento del Tesoro de EEUU informó que entre octubre de 2008, cuando empieza el año presupuestario, y junio último, el "rojo" fue de 1,086 billón de dólares, una marca sin antecedentes.
La crisis económica recesiva en la mayor economía del mundo, ya se expresa en recesión, desempleo, menos recaudación impositiva y más gastos para paliarla, entre otras variables, complica las cuentas públicas.
En este marco, lo que suena como un panorama fantástico para el Imperio norteamericano (las huelgas y los conflictos sociales) es un escenario de corto plazo que ya están manejando entre líneas analistas y medios norteamericanos a la luz de la crisis irresuelta del sector automotriz y de las quiebras empresariales que están desatando una creciente ola de despidos en EEUU.
Cada jornada de la economía norteamericana (desde finales de 2008) se convirtió en un vértigo marcado por una dinámica inevitable: Recesión industrial y comercial con baja del consumo y desempleo masivo que se proyecta desde EEUU y los países centrales al mundo periférico "subdesarrollado" y/o emergente.
De esta manera, la desocupación (emergente de la desaceleración económica) se ha convertido en una cuestión clave para el equipo de Obama y el establishment de poder estadounidense que temen que su propagación convierta a EEUU, la primera potencia mundial, en un polvorín de huelgas y conflictos sociales que terminen paralizando aún más a la economía.
En un orden secuencial, para que se produzca un desenlace del proceso recesivo, tiene que haber una convergencia interactiva de la "crisis financiera" (los mercados del dinero), la "crisis estructural" (la economía real) y la "crisis social" (el impacto de la crisis económica-financiera en la sociedad).
Por estas horas, medios y analistas norteamericanos coinciden en que la desocupación (como emergente de la recesión industrial) se ha convertido en la prioridad absoluta de la agenda de Obama y su equipo.
Desde hace varios meses, el protagonismo de la crisis financiera-bursátil fue rebalsado y cedió paso a un nuevos actores: Las quiebras empresariales y los despidos masivos.
Los billonarios paquetes de "rescate bancario" estatal con dinero de los impuestos (pagado por toda la población estadounidense) no han servido de antídoto y han fracasado estrepitosamente como medida para enfrentar la crisis que ha devenido de financiera a recesiva a escala global.
El mapa de la crisis social
El desempleo en la región occidental de Estados Unidos superó el 10% en mayo pasado, la primera vez en 25 años que una región del país tiene ese porcentaje de desocupación.
Ocho estados alcanzaron cifras de desempleo sin precedente y sólo dos - Nebraska y Vermont - no reportaron aumento alguno.
El Departamento del Trabajo informó en junio pasado que 48 estados y el Distrito de Columbia sufrieron aumento en el desempleo en mayo. La peor situación es en Michigan, donde las empresas automotrices se han visto obligadas a eliminar miles de empleos. La tasa de desocupación allí ascendió a 14,1%.
La región occidental del país fue la que tuvo mayor desempleo, con 10,1%. La última vez que una región tuvo esa cifra fue en septiembre del 1983, cuando el país apenas se recuperaba de una recesión.
En esa región se encuentra California, donde el desempleo ascendió a un récord de 11,5% el mes pasado, Nevada, donde ascendió a otro récord con 11,3% y otros estados golpeados por la crisis de vivienda y donde han descendido el empleo y los ingresos.
California es el mayor Estado del país por población (36,75 millones de habitantes) y por PIB (con 1,84 billones de dólares supone el 13,3% de todo EEUU, según datos de 2008). Si fuera un país independiente estaría entre las diez primeras potencias del mundo.
La debacle de la construcción (tanto residencial como terciaria) ha sumido a California en la mayor recesión desde la Gran Depresión. Así, el Estado ha perdido 904.300 puestos de trabajo desde diciembre de 2007.
La Casa Blanca indica que California es el tercer estado con más créditos fallidos. Además, en lo que va del año 391.611 propiedades inmobiliarias han comenzado el proceso de ejecución hipotecaria, la cifra más alta de EEUU, que supone un alza del 15% respecto al mismo periodo de 2008. Esta coyuntura está afectando a la banca de EEUU, sobre todo a Bank of America, el primer banco del país, que tiene una gran exposición a la costa oeste.
Los otros seis estados que tienen una tasa de desempleo inédita desde 1976 son Carolina del Norte, Oregón, Rhode Island, Carolina del Sur, Florida y Georgia.
En cuanto a despidos, Arizona y Florida fueron los que más sufrieron, seguidos por Oklahoma, Arkansas, Kentucky y Michigan.
El riesgo del estallido
Los despidos masivos de obreros y empleados en EEUU son el barómetro y marcan el momento en que la crisis comienza a salir de la "superestructura" económico financiera y a meterse dentro de la sociedad estadounidense.
Todo el planeta (globalizado y nivelado por el sistema capitalista "único") está aquejado de los mismos síntomas: Derrumbe de los precios del petróleo y de las materias primas (deflación de los precios internacionales), devaluación de las monedas y revaluación el dólar, colapso financiero con quiebra de bancos, crisis crediticia con achicamiento del consumo, suba de precios internos de los alimentos y la energía y oleadas de despidos laborales constantes en EEUU y las potencias centrales.
En su última reunión el G-8 sostuvo que para atacar la crisis, "hay que sostener la demanda y recuperar el crecimiento", lo que implica afrontar la situación con nuevos recursos si hacen falta.
Pero mientras Alemania quiere frenar la hemorragia de fondos públicos en la economía, EEUU, Gran Bretaña y otras naciones como Francia creen que es necesario impedir que la crisis -ya devastadora- se convierta en una bomba social por el alza del desempleo.
En marzo de este año, el diario francés Le Monde publicó un informe con un pronóstico de especialistas del LEAP/Europa 2020, un grupo de reflexión europeo, en el que anticipó que la crisis financiera y económica generará explosiones sociales violentas en Europa y EEUU donde podrían crearse las condiciones de una guerra civil.
De esta manera, la crisis podría incluso fomentar violentas rebeliones populares cuya intensidad se vería agravada por la libre circulación de armas de fuego, pronostica el LEAP.
América Latina, pero también los EEUU, son las zonas que corren mayores riesgos. "Hay 200 millones de armas de fuego en circulación en los EEUU y la violencia social ya se manifiesta a través de pandillas", advierte Franck Biancheri, quien preside la asociación.
Esta visión apocalíptica parecería "fantástica" si este grupo de reflexión no hubiese vaticinado, en febrero de 2006, con una precisión asombrosa la actual crisis recesiva mundial.
Hace tres años, la asociación describía la llegada de una "crisis sistémica mundial", iniciada por una infección financiera global vinculada al endeudamiento norteamericano, seguido por la caída bursátil, particularmente en Asia y en los EE.UU. (de -50% a -20% en un año) y el estallido de las burbujas inmobiliarias mundiales. Un paquete que provocaría recesión en Europa y una "muy Grande Depresión" en los EEUU.
De cualquier manera, y a la luz de los datos económicos, un escenario de huelgas y conflictos sociales en el Imperio USA no está sacado de una novela de Julio Verne sino (además de la crisis global) de una proyección lógica y emergente de la desocupación desatada por la recesión industrial y empresarial estadounidense, para la cual ni la administración saliente de Bush ni la administración de Obama han conseguido soluciones concretas.
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