El Imperio sin enemigo estratégico - El "mundo único": La nueva guerra de la "izquierda" contra la "derecha"
Manuel Freytas
IAR Noticias
21/07/09
Cambian los escenarios, cambian los contenidos ideológicos, cambian los objetivos estratégicos, cambian las metodologías de lucha, pero la dinámica de los procesos y los actores son los mismos: La "izquierda", por un lado, y la "derecha" por otro, están en guerra permanente no ya por la resolución de un orden internacional de bloques enfrentados como "sistemas " diferenciados (como en la guerra fría URSS-bloque occidental), sino por el control de los gobiernos del sistema capitalista vigente como "mundo único".
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Ya no se trata de una guerra excluyente por la eliminación del contrario (izquierda comunista vs. derecha capitalista), sino de una competencia política para imponer proyectos alternativos dentro del mismo sistema.
Ni la izquierda es "revolucionaria" ni la derecha es "contrarrevolucionaria": Ambas son la expresión del mismo sistema capitalista sólo diferenciadas por el discurso.
Ya no se utiliza la calificación de "izquierda" entendida en los parámetros de la Guerra Fría entre el sistema capitalista y el sistema comunista, sino en los términos de "reformar" el sistema controlado por la "derecha".
De la misma manera se utilizan y califican las posiciones de izquierda (como expresión de "progresismo y democracia") contra la derecha (como expresión de "retrógrado y fascista"), en los términos de la inserción de ambas como alternativas dentro del mismo sistema.
En el marco internacional, se trata de un reposicionamiento de la "Guerra Fría", no ya entre dos sistemas opuestos (el capitalista y el comunista) sino entre potencias capitalistas que se disputan la hegemonía del poder mundial.
La antigua "Guerra Fría" de la URSS con EEUU (y el bloque aliado de naciones capitalistas) era principalmente por áreas de influencia militar y política: el sistema comunista vs. el sistema capitalista occidental.
Como consecuencia irradiadora, en el mundo y en los cinco continentes confrontaban" dos sistemas": la "revolución socialista" por vías del poder armado, o del poder político (exportada por la URSS), y la "civilización capitalista de libre mercado" (exportada por EEUU y sus aliados).
Con la derrota y desaparición de la URSS (punto de referencia geopolítico y logístico de la "revolución socialista" y de sus movimientos armados) desaparece el sistema comunista, y el sistema capitalista occidental de "libre mercado" ingresa al nuevo "orden mundial" convertido en sistema hegemónico unipolar liderado por EEUU como potencia locomotora.
Por lo tanto, a la contradicción fundamental de la "guerra intersistemas" (comunismo vs. capitalismo) por áreas de influencia y dominio geopolítico-militar, le sucede la "guerra intercapitalista" por áreas de influencia y de control de recursos productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.
Como emergente, los conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan en el radio de influencia de "sistemas diferentes" (comunismo vs. capitalismo) sino como contradicciones económicas, políticas y sociales de un "sistema único": el capitalismo de libre mercado nivelado como "única civilización" para todo el planeta.
En consecuencia, y tras la caída de la URSS y de los movimientos revolucionarios armados, el mundo gira (o lo hacen girar) hacia la derecha del Imperio, o hacia la izquierda del Imperio.
La nueva "izquierda democrática" post-Guerra Fría ha subvertido el significado histórico y funcional de la palabra "revolución": Hacer la revolución ya no es cambiar el sistema capitalista, sino adaptar el discurso revolucionario al sistema capitalista.
Su ideología es "reformista" (comprendida dentro del sistema capitalista) y no revolucionaria. No es anticapitalista, sino crítica al capitalismo de derecha al que quiere sustituir en el gerenciamiento de los Estados capitalistas. No lucha para derrocar al sistema capitalista, sino para derrotar a la "derecha" que administra el sistema capitalista.
La izquierda asimilada plantea una "guerra" no ya en los términos de la Guerra Fría, donde la izquierda se referenciada en la Unión Soviética y en Cuba y la derecha en EEUU y el bloque occidental, sino en los términos de la guerra entre un capitalismo "democrático" y un capitalismo "fascista" y militarista.
Asimilada dentro de la nueva estrategia de dominio "democrático" y del "Estado trasnacional" exportados por Washington, la "izquierda democrática", sigue los parámetros de la lucha contra el "militarismo" y la "derecha" de la década del 70, sin los objetivos concretos de toma del poder que guiaban a la izquierda armada revolucionaria de entonces.
La nueva izquierda vive mentalmente en la "guerra fría", en el escenario ideológico de los militares de la "doctrina de seguridad nacional", mientras Washington (en un claro desfasaje histórico) ya no domina con los militares sino con elecciones, políticos y un orden blindado basado en el respeto al "orden constitucional".
La izquierda (asimilada a la filosofía del "único mundo posible") ya no piensa el mundo en función de la guerra a muerte para terminar con el sistema capitalista (el dueño del mundo), sino en función de terminar con la "derecha" dentro del marco del mismo sistema.
Por lo tanto, la nueva izquierda y sus teóricos carecen de una visión totalizada y actualizada de la estrategia de dominio (y del control de la "gobernabilidad") que utiliza el Imperio capitalista para concretar sus objetivos de conquista de mercados y de apoderamiento de recursos vitales a escala global.
En un momento en que el sistema capitalista (exceptuando unos pocos países donde aplica la ocupación militar) controla el mundo con el "sistema democrático" (el control político), con la sociedad de consumo (la ideología y los valores consumistas impuestos como máxima creencia social), y con los medios de comunicación (los nuevos represores y controladores sociales sin uso de las armas), la izquierda asimilada al sistema sigue identificando al "viejo orden" (los militares y la "derecha militarista" de la Guerra Fría) como el principal enemigo estratégico a derrotar.
En resumen, la izquierda "antimilitarista" rechaza los movimientos "fascistas" como el golpe militar-institucional de Honduras (expresión modificada y corregida de los golpes setentistas), pero acepta y apoya golpes "democrático-institucionales", como el ejecutado en Ecuador contra Lucio Gutiérrez que finalmente culminó en el gobierno "izquierdista" de Rafael Correa.
En lo substancial (y aunque se proponga "anticapitalista" en el discurso), la izquierda asimilada identifica como enemigo al imperialismo "político-militar" de la Guerra Fría, en un escenario en que el sistema capitalista ha girado hacia el dominio "politico-democrático", con técnicas de control no ya dirigidas a la supresión o al control físico de sus enemigos, sino mediante técnicas psicológicas orientadas a controlar los cerebros mediante la manipulación con el "pacifismo" y la "democracia" como factores integradores al sistema.
En consecuencia, los descendientes de la izquierda setentista "democratizada", ya no pelean contra la depredación del sistema capitalista, no pelean contra las columnas vertebrales de la nueva dominación (políticos, medios de comunicación y sociedad de consumo) sino que pelean contra los que infringen o ponen en peligro el "sistema democrático".
Como resultante, izquierda y derecha son complementarias (dentro de las estrategias de control del sistema capitalista) y se articulan como una "alternativa" dentro de lo mismo.
Por lo tanto, la única diferencia existente entre un "gobierno de izquierda" y otro de "derecha", es el discurso cargado de "ideología" (desfasada de la realidad) y sin aplicación práctica en el presente.
Al abandonar sus postulados setentistas de "toma del poder" y adoptar los esquemas de la democracia burguesa y el parlamentarismo como única opción para acceder a posiciones de gobierno, la "nueva izquierda" se convirtió en una opción válida para gerenciar el "Estado trasnacional" del capitalismo en cualquier país de América Latina y del mundo.
La asociación beneficiosa entre la "izquierda civilizada" y el establishment del poder capitalista es obvia: el sistema (por medio de la izquierda) crea una "alternativa de gobernabilidad" a la "derecha neoliberal", y la izquierda (y los izquierdistas) pueden acceder al control administrativo del Estado burgués sin haber hecho ninguna revolución.
Y nació el distintivo axiomático que guía a los gobiernos "progresistas" en la región: hacer discursos con la izquierda y gobernar (con y) para los intereses de la derecha.
Cualquier "tercera posición" frente a esta alternativa dualista es descalificada inmediatamente como "conspirativa - infantilista": Fuera del espacio de la "izquierda" o de la "derecha" (la antitesis oficial aceptada) sólo existe la crítica "sin propuestas y sin trinchera", como califican los teóricos "progresistas" a la posición de los que definen a la izquierda y a la derecha como alternativas de lo mismo dentro del sistema capitalista.
En resumen, los que no toman partido por la "izquierda" o por la "derecha" (aunque combatan y denuncien al sistema capitalista) son "conspirativos" y están (como los marginales y expulsados del sistema capitalista) excluidos del mercado de las ideas y creencias aceptadas.
¿Es malo ser de "izquierda" y proponer un capitalismo asistencialista de rostro más "humanizado?.
Para nada: Lo malo es pertenecer a la izquierda asimilada al capitalismo (el "progresismo" democrático capitalista), y simular una pertenencia a la izquierda anticapitalista revolucionaria (enemiga excluyente del sistema capitalista).
Lo alienante (y más allá de las posibilidades de existencia que hoy tendría) es hablar de una "revolución de izquierda", cuando claramente la izquierda (salvo excepciones minoritarias) se ha convertido en la más férrea defensora de la "democracia", la "paz" y el "orden constitucional", los pilares esenciales de la "gobernabilidad" del sistema capitalista.
Lo alienante (y engañoso), es hablar con el discurso de izquierda, y ejecutar a rajatabla los programas operativos (económicos, políticos, militares y sociales) del Imperio capitalista como hace la "izquierda gubernamental" en América Latina y en el resto del mundo.
¿Y para qué le sirve a Washington esta izquierda asimilada en América Latina?
Reorientemos la pregunta: ¿Porqué el Imperio capitalista estadounidense (no obstante la inserción probada de la izquierda dentro del "sistema") sigue considerando a la izquierda como el "enemigo número uno" de su sistema de dominio en América Latina?.
Hay un precepto estratégico (de naturaleza maquiavélica) que sostiene que para evitar que surja un enemigo real que ponga en peligro el sistema de poder vigente, es preciso inventar un "enemigo de paja", controlable e inofensivo, al que se presentará como si fuese el enemigo real, o la "principal amenaza" al sistema.
Hay que inventar un enemigo falso, inofensivo y controlable, que opaque y reste protagonismo al enemigo real que puede presentarse en cualquier momento.
En el actual sistema de dominio regional controlado por Washington, la estrategia con el "enemigo de paja" tiene como objetivo principal "desactivar" los conflictos sociales y las luchas populares (naturalmente violentos y "antisistema") y encauzarlos por caminos "pacíficos" y meramente "reclamativos", a través de su inserción en el "sistema democrático" controlado por Washington y el establishment económico en la región.
Ese es el rol concreto que cumplen la izquierda y los gobiernos "revolucionarios" integrados al capitalismo, cuya función principal es la de asimilar dentro de reglas "democráticas" los conflictos sociales que, de otra manera, romperían el orden vigente y pondrían en peligro los negocios (hoy en "paz") de las transnacionales y bancos capitalistas en América Latina.
Lavar a la izquierda de su cara anticapitalista y revolucionaria, desviar las luchas y conflictos sociales por caminos pacíficos y "reclamativos", integrar los reclamos del dominado al "sistema democrático", y evitar que grupos de resistencia revolucionaria (el enemigo real) amenacen y pongan en peligro al sistema, es la misión esencial del "enemigo de paja" del Imperio en América Latina.
Y ésa es la función esencial que cumple la "izquierda democrática", en guerra permanente contra la "derecha fascista", dentro de los marcos legitimados de la gobernabilidad capitalista.
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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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