Afirma la OEA que no hay condiciones para mandar observadores electorales a Honduras

aporrea.org
11/11/09

Va segundo en las encuestas y es posible que ningún país reconozca como legítimo su posible triunfo electoral. Pero Elvin Santos, candidato del Partido Liberal, se ve echado para adelante cuando dice que los hondureños no iremos a mendigar la ayuda internacional, si tal es el precio que debe pagarse para decir que Honduras es un país certificado como no comunista.

Le aplauden a rabiar los candidatos a alcaldes y diputados, en el salón de un hotel, pues así, cerrados, han sido la mayoría de los actos de esta campaña electoral.

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Las primeras mesas del salón son para conspicuos personajes del golpe de Estado. Ministros de Micheletti, diputados y las lideresas de la sociedad civil que hacen de gurkas del golpismo.

Santos presenta su plan de gobierno, bocabajeado por la crisis política pues, antes del 28 de junio, casi todos lo hacían presidente.

Aquí está Ramón Villeda, hijo del presidente derrocado por el golpe de 1963. Cerca se ve a Armando Aguilar Cruz, uno de los tres representantes del gobierno de facto en el diálogo, el único liberal de los tres. Y a Lizzy Flores, vicepresidenta del Congreso e hija del poderoso ex presidente Carlos Flores Facussé (dueño de mil negocios, incluido un influyente diario y, según la resistencia, uno de los principales orquestadores del golpe).

En otra mesa escucha Gabriela Núñez, ministra de Finanzas y hacedora del presupuesto que amarra a Manuel Zelaya, en caso de que fuese restituido en la presidencia. Ah, y Tomás Arita, el juez que firmó la orden de captura del presidente Zelaya.

A pesar de esa galería, el animador da la bienvenida ¡a todos los amigos de la resistencia que han aceptado que el Partido Liberal está por encima de todos los intereses! Zelayistas, vaya, que buscan alcaldías o diputaciones y que no están dispuestos a dejar el hueso por algo tan enredado como la restitución del presidente.

El acto se inicia formalmente con este anuncio: Vamos a poner esta reunión en las manos de Dios, con una oración como corresponde a los buenos liberales.

Todos se ponen de pie, bajan las cabezas y cierran los ojos. La diputada Dayana Martínez pide en el nombre de Jesucristo que deposites, Señor, en el hueco de tu mano este plan de gobierno.

María Cristina de Handal, designada presidencial –una suerte de vicepresidenta–, dice sin mucha convicción: Los liberales seguimos siendo la única alternativa real para nuestro pueblo.

El plan de gobierno es una retahíla de lugares comunes, un listado de fórmulas coronadas por etiquetas como la calidad total y el desarrollo empresarial integral. Una maravilla de programa que permitirá, por ejemplo, que las embajadas hondureñas vendan los productos del país en el mundo entero. Cuando las reconozcan, habría que acotar.

Santos y sus compañeros de fórmula, y los otros candidatos tachados de golpistas por la resistencia, parecen hacer proselitismo en otro país, y no aquí, donde los ojos del mundo siguen la crisis política desde finales de junio.

El proceso más observado internacionalmente

La elección del 29 de noviembre será el proceso más observado a escala internacional el cual le pondrá fin a toda zozobra de intranquilidad nacional, dice un anuncio de televisión del gobierno.

Pero la Organización de Estados Americanos (OEA) aprieta desde Washington. “La decisión respecto a la observación electoral es una cosa que no podríamos ni siquiera considerar (…). Desde el punto de vista político no existe ninguna condición para enviar una misión electoral a Honduras”, afirma el chileno José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, desde Washington.

Y desde allá llega, en horas de la tarde, el nuevo emisario del gobierno estadunidense, el subsecretario adjunto Craig Kelly, quien acompañó a la reciente misión encabezada por el ahora embajador en Brasil Thomas Shannon. ¿A apretar tuercas? Los camarógrafos reciben permiso para tomar imágenes de la reunión en la Casa Presidencial en esta capital. El presidente de facto Roberto Micheletti y sus funcionarios ensayan sus mejores sonrisas.

Mientra Kelly, ya entrada la noche, llega a la embajada de Brasil, ya con menos policías y militares que en las primeras semanas, Micheletti manda a la ex presidenta de la Corte Suprema Vilma Morales a destrozar la sintaxis mientras trata de decir que lo único importante son las elecciones del 29 de noviembre.

Nada nuevo. No había pasado ni una semana desde el golpe de Estado cuando el gobierno de facto hondureño ya hablaba de diálogo, y la palabra se ha convertido en su única estrategia.

Tan es así, que hace la pantomima de invitar al Congreso a que se apure a tomar una decisión sobre la restitución del presidente. Sí, el proceso ha sido dilatado, reconoce, a la entrada del hotel, José Azcona, hijo de un ex presidente. Azconita, le dicen. ¿Y para cuándo, diputado? Pregúntele a la directiva, yo no soy de la directiva. Pilatos renacido y multiplicado en la clase política hondureña.

La tumba de una nación que fue linda

José Miguel Insulza refiere palabras reciente de Manuel Zelaya: Dijo que su frustración llegó a un límite y que no estaba dispuesto a hacerle el juego a la dictadura.

En la reunión de su partido, el Liberal, nadie lo menciona. Los cronistas locales dicen que las campañas de esta organización son de calle, de gritos, música y matracas. Ahora, cuando mucho, se vive una campaña gris aunque sus declarantes parezcan decir: ¿Crisis política? ¿Cuál crisis?

Desde la restauración de la democracia a la hondureña, en 1982, han gobernado el país cinco presidente liberales y dos nacionalistas. Ese balance no impide que Santos afirme que en Honduras existe la mayor concentración de pobreza que jamás se haya visto y también que estamos cavando la tumba de un país que fue lindo.

Luego se va a la geopolítica y pregunta a sus oyentes si han visto al comandante Hugo Chávez en cálido abrazo con el presidente Barack Obama. ¿Si ellos se abrazan por qué nosotros vamos a polarizarnos?

Elvin promete abrazos, pero también mano dura contra las maras (pandillas) que mantienen a barrios y colonias en vilo.

La guerra, por ahora, la van ganando la delincuencia y los atentados extraños. En los últimos días han estallado un par de bombas caseras, han derribado torres de energía eléctrica, y los asesinatos están a la orden del día, sobre todo en el norte del país.

También mataron a un alcalde, secuestraron al padre del viceministro de Defensa, balearon la comitiva del fiscal general y hoy asesinaron a un hermano del ex presidente Rafael Callejas, aún muy poderoso desde sus negocios y su posición de presidente de la federación hondureña de futbol.

Ésto será una guerra (contra la delincuencia), como si se la declaráramos a otro país, promete Elvin Santos.

Los aplausos más sonados para Santos ocurren cuando ofrece un reparto del presupuesto justo para los municipios hondureños. No quiero ver filas de alcaldes mendigando recursos en el Congreso o en los ministerios. Todavía no termina de hablar, cuando ya los alcaldes hacen fila para que les sirvan el almuerzo.

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