Nueva prueba para el Líbano
Omayma Abdel-Latif
Al Ahram Weekly
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
16/11/09
Tras cinco meses de laboriosas negociaciones, el Líbano tiene por fin un gobierno de unidad nacional. Las disputas por la distribución de las carteras ministeriales entre las fuerzas cristianas del 14 de Marzo amenazaron casi con retrasar el anuncio del nuevo gabinete, obligando al primer ministro designado, Saad Al-Hariri, a bregar hasta el último minuto para poder reconciliar a sus aliados.
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La retirada del ministro de las Kataaib (Falanges) de la reunión del primer gabinete refleja el alcance de las todavía agitadas tensiones dentro de la Coalición del 14 de Marzo. El mismo Al-Hariri ha descrito el gobierno como una “excepción a la norma”.
“En cualquier democracia parlamentaria”, afirmó, “un gobierno de unidad nacional es siempre algo excepcional y no debe considerarse que establece algún tipo de precedente constitucional. Se debe a que la situación actual necesita que tengamos este gobierno y que el diálogo presida nuestras relaciones”.
De las treinta carteras ministeriales, quince fueron a parar a la mayoría, diez a la oposición y cinco se distribuyeron a discreción del presidente. Estos últimos cinco escaños del gabinete se dividieron entre las principales sectas, es decir, entre un chií (Adnan Al-Sayed Hussein), un sunní (Adnan Al-Qasar), un maronita (Ziad Baroud, que permanece en el ministerio del interior), un ortodoxo (Elias Al-Murr que conserva su puesto como ministro de defensa) y un ministro católico. Se espera que la fórmula 15+10+5 restaure el papel del presidente como árbitro entre la mayoría y la minoría.
El gobierno de coalición nacional sigue a cinco años de polarización política y a una creciente oleada de tensiones sectarias, también a una crisis económica que ha dejado al 28% de las familias libanesas viviendo con menos de 1 dólar al día, pero durante todas las discusiones por las carteras ministeriales, la cuestiones de importancia apenas consiguieron el menor interés, aparte de unos cuantos eslóganes contra la corrupción y a favor de las reformas presentados por el Movimiento Patriótico Libre (FPM, por sus siglas en inglés). La batalla más feroz se reservó para ver quién iba a conseguir un puesto en la mesa del gabinete, no por qué deberían hacer una vez que lo lograran.
Uno de los desafíos más grandes a que se enfrenta el gobierno es cómo tender puentes entre los cada vez más profundos enfrentamientos comunales que son consecuencia de la movilización sectaria, especialmente entre la población chií y sunní del país. Podrían ser de ayuda posibles cambios en la escena política regional.
No tiene sentido describir actualmente la rivalidad política libanesa contraponiendo una mayoría unificada contra una minoría coherente. Las divisiones entre las filas de la mayoría se han intensificado a causa de las peleas por las carteras ministeriales y, de forma mucho más espectacular, por la salida del líder druso Walid Jumblatt del 14 de Marzo. Jumblatt, cuyo partido recibió tres carteras, insistió el miércoles en una entrevista con el periódico Al-Akhbar en que no estaba “ni a favor de este campo -8 de Marzo- ni a favor del otro -14 de Marzo-”.
“No me alinearé en el gabinete con un campo contra el otro y mi bloque votará según los temas que se pongan sobre la mesa”, dijo.
Recientemente, Jumblatt se mostró crítico con sus aliados cristianos del 14 de Marzo, describiendo a algunos de ellos como la “derecha aislacionista”.
Los observadores consideran estas declaraciones de Jumblatt como una posible apertura hacia una nueva alianza, una “tercera vía libanesa”, como expresó un comentarista, lo que colocaría a Jumblatt del lado del presidente.
Las decisiones importantes del gabinete requieren para su aprobación de una mayoría de dos tercios (20). Otras necesitan sólo de una mayoría simple de 16, i.e la mitad más uno.
Dependiendo como siempre del arbitraje exterior, este gobierno no hubiera podido ver la luz del día sin los continuos esfuerzos de reconciliación entre Siria y Arabia Saudí.
“Es un país éste tan extraño [Líbano]”, dijo Jumblatt a Al-Akhbar. “Para poder tener gobierno necesitamos un acuerdo sirio-saudí y un diálogo turco-iraní”.
Se espera que Al-Hariri haga pronto una visita a Damasco aunque aún no se ha fijado la fecha.
No obstante, es algo exagerado ese supuesto gran peso de los actores extranjeros en las rivalidades políticas del Líbano. La rivalidad interna, especialmente entre las fuerzas cristianas, jugó un papel importante al extender el proceso de negociación a las carteras del gabinete. Michel Aoun, líder del bloque del Movimiento Patriótico Libre, luchó para conseguir una representación en el gabinete que estuviera acorde con los 27 escaños de su partido en el parlamento. Aoun finalmente se aseguró cinco carteras mientras ponía en marcha lo que un miembro del FPM llamó “una importante campaña en la que no sólo se trataba de carteras o nombres”. Hizbollah consiguió dos carteras, asignándose las de desarrollo administrativo y agricultura a Hussein Hajj Hassan y a Mohamed Fneish, respectivamente.
La primera tarea del gabinete será formular una declaración ministerial que fije el mandato del gobierno para los próximos tres años y medio. Según la constitución, esa declaración debe tener lugar dentro de los treinta días siguientes a la fecha de formación de gobierno. A tal fin, se ha formado ya un comité ministerial.
La cuestión más difícil a afrontar continúa siendo el derecho de la resistencia a conservar sus armas. Las autoridades de Hizbollah han dicho repetidamente que no aceptarán que se cambie el statu quo: la fórmula adoptada, desde 2005, tanto por los gobiernos de Najib Miqati como de Fouad Al-Siniora, ha sido expresar respeto ante las resoluciones internacionales a la vez que se insiste en el legítimo derecho a la resistencia.
“La resistencia libanesa es la expresión honesta y verdadera del derecho del pueblo libanés a liberar su tierra y a defender su dignidad”. Es casi seguro que estas líneas de anteriores declaraciones se incorporarán al mandato del nuevo gobierno del Líbano.
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