Si se le saca el traje de gala ¿Qué queda de Obama?

IAR Noticias
16/11/09

Más que un presidente de EEUU, durante sus giras internacionales Obama parece un gerente de relaciones públicas del Imperio inmerso en discursos plagados de obviedades y de lugares comunes.

En ese escenario discursivo sobresalen las alusiones a la "democracia" y a la "paz" y las citas recurrentes al "multilateralismo" con que las potencias tapan en los foros diplomáticos sus brutales guerras intercapitalistas (por ahora económicas y geopolíticas) por la supervivencia y conquista de mercados.

Pero Obama (probadamente el más superficial de los gerentes que ocupó la Casa Blanca) transforma su mensaje "pacifista" cuando aborda el tema del "terrorismo".

Paradojalmente, y más allá de sus discursos obvios sobre la "democracia" y los "derechos humanos", hay sólo dos terrenos en los cuales el gerente negro se mostró "ejecutivo": El salvataje estatal (con dinero de todos los contribuyentes) de los súper bancos y mega empresas privadas y la continuidad lineal de las guerras "contraterroristas" de ocupación heredadas de Bush hijo.

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En otras palabras, defensa irrestricta del capitalismo sionista que controla el mundo desde Wall Street y continuidad de las guerras y políticas de ocupación que alimentan la industria de la guerra de las corporaciones del complejo militar industrial.

Obama se resume en una fórmula de manual: Discursear con la "democracia", y ejecutar con los intereses del Estado y del capitalismo norteamericano. Como corresponde (y lo debe hacer) a cualquier gerente que ocupe eventualmente la Casa Blanca.

Probando que el "terrorismo internacional" continúa siendo la principal hipótesis de conflicto militar (léase principal argumento para planificar y ejecutar invasiones militares de conquista), Barack Obama volvió a identificar a Al Qaeda como el "enemigo número uno" en su reciente visita a China.

"Las redes terroristas como Al Qaeda representan aún la mayor amenaza para EEUU", afirmó el presidente de EEUU, Barack Obama, en un encuentro con estudiantes chinos en Shanghai.

En una sesión de preguntas y respuestas con los jóvenes chinos en el Museo de Ciencia y Tecnología de la capital financiera de la República Popular, Obama indicó que "continúo creyendo que la mayor amenaza a la seguridad de EEUU son las redes terroristas como Al Qaeda".

Esas redes, indicó, "han cruzado la frontera de Afganistán y se encuentran en Pakistán, pero siguen teniendo contactos con otros grupos extremistas en esa región y creo que es importante para nosotros que estabilicemos Afganistán".

Según indicó el presidente estadounidense, "estos grupos tienen un grupo reducido de seguidores pero son peligrosos porque carecen de conciencia, y si se hacen con armas de destrucción masiva podrían matar a cientos de miles de personas".

Sus afirmaciones --como se puede apreciar-- son una copia casi lineal de la "doctrina Bush" lanzada tras los atentados "terroristas" del 11-S en Nueva York.

El viernes 11 de septiembre pasado, cuando el presidente Barack Obama comparecía en los jardines de la Casa Blanca y conmemoraba el momento en el que el primer avión impactaba contra la torre norte del World Trade Center en Nueva York, aseguró, invocando los fantasmas de la "guerra contraterrorista" que "nunca vacilaremos en la persecución de Al Qaeda".

Bajo una intensa lluvia, Obama declaró su compromiso de proteger la seguridad de EEUU y sus ciudadanos y luchar contra los responsables de los ataques terroristas. "Vamos a ser fuertes", aseguró el mandatario. "Una vez más nos detenemos y volvemos a rezar como una nación", dijo. "No sólo debemos permanecer unidos ante el dolor sino en nuestra resolución de luchar por el país que amamos".

Veinticuatro horas antes, el gerente de turno del Imperio había prolongado el estado de "emergencia nacional contra el terrorismo" con motivo del atentado del 11 de septiembre de 2001, del que ya se han cumplido ocho años, argumentando la continua "amenaza de ataques" contra el país norteamericano.

Bush y el lobby judío de halcones neocon, edificaron consenso y apoyo interno agitando y denunciando el peligro del "terrorismo islámico" como amenaza permanente a la "seguridad nacional" de EEUU. Dentro de esa bolsa metían a todos los que se le oponían.

Obama y el lobby judío liberal que lo secunda parecen iniciar otra práctica no menos peligrosa: El peligro acechante de la "derecha antisemita" que amenaza con el odio racial y la desintegración social de EEUU.

La estrategia no es nueva: Durante la pasada campaña electoral que lo consagró presidente de EEUU, Obama denunció en varias oportunidades potenciales ataques supuestamente planeados por grupos "extremistas de derecha" orientados a la persecución racial.

Como señalan los adoradores de Maquiavelo: Si no hay enemigo ni peligro a la vista, hay que inventarlo para generar consenso.

En abril de este año y mediante documentos difundidos por el FBI y la comunidad de inteligencia, la "guerra contraterrorista" de Bush se complementó en lo interno con la figura del "terrorismo antisemita".

El Departamento de Seguridad Interior comparó la situación actual con la década de los noventa, "cuando el radicalismo de extrema derecha experimentó un alza alimentado por la recesión económica, la externalización de los trabajos y la percepción de que la fuerza y la soberanía estadounidense estaba siendo amenazada por potencias extranjeras".

El informe del Departamento de Seguridad definió ese extremismo como procedente de de "grupos racistas y antisemitas" que desafían la autoridad federal.

A sólo cuatro semanas del "documento de advertencia" , el FBI "materializó la amenaza (hizo aparecer el "peligro") anunciando el miércoles 20 de mayo pasado, que fueron detenidas cuatro personas sospechadas de planear atentados contra objetivos militares y un templo judío en Nueva York.

En otras palabras, a diferencia de Bush, que inventaba conspiraciones con el "terrorismo islámico" para perseguir y espiar a sus enemigos internos, el equipo de Obama ha preparado el terreno para la utilización de la conspiración de "derecha" antisemita con el mismo objetivo.

Cerrando la operación de inteligencia oficial con el "nuevo terrorismo", la Casa Blanca a través de sus voceros ya expresó reiteradamente su "preocupación" por que este descontento se traduzca en una "ola de antisemitismo", ya que -señala- algunos de los grupos violentoss culpan a los judíos de la recesión económica, o que el descontento con la actual administración se canalice hacia la agresividad en la calle.

Finalmente, en Washington todo se recicla, cambian las formas pero quedan los contenidos, cambian los discursos pero las políticas imperiales son las mismas, el Imperio dice renovarse pero lo único que se renuevan (cada cuatro años) son las esperanzas de los votantes norteamericanos.

Todo nace, se desarrolla y muere, se van los halcones y vienen los demócratas, se va el lobby judío militarista, y viene el lobby judío bancario, llega la "democracia multilateralista", pero quedan las bases militares y el despliegue planetario de los cinco comandos nucleares USA.

Como lo fue Clinton, como lo fue Bush, Barack Obama, más allá de sus discursos "progresistas", es sólo la pieza ejecutora de intereses estratégicos metidos en un tablero global (el poder imperial USA ) que excede las voluntades personales de los eventuales gerentes de turno en la Casa Blanca.

Se fue la "burbuja" y vino la crisis, se termina la euforia económica pero queda el dólar, se fue Bush, y vino Obama, se desmorona la popularidad de Obama y ¿viene Al Qaeda en su rescate?.

¿Presenciaremos nuevos ataques a terroristas en EEUU y en Europa? Las proyecciones lógicas y estadísticas indican que sí: La primera potencia imperial necesita un nuevo 11-S (tal vez financiero) para reposicionar sus estrategias militares y recuperar hegemonía económica.

Para los expertos es solo una cuestión de tiempo: Obama, con discursos como el pronunciado en China, lo está anticipando.

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