Posibles consecuencias de la reanudación de la exportación de armas de Japón
Gavan Gray
Global Research
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
16/07/09
Reformas respaldadas por el gobierno japonés probablemente llevarán a una mayor relajación, si no a la terminación total de las estrictas restricciones de Japón a las exportaciones de armas militares. El hecho de que podría ser necesaria debido a actuales tendencias en el desarrollo conjunto de sistemas armas entre naciones y corporaciones, de ninguna manera debe significar que no tendría importantes consecuencias para Japón. La industria de armamentos japonesa existe actualmente para servir a las Fuerzas de Autodefensa [ejército japonés, N. del T.] pero si su razón de ser cambia de la seguridad nacional a la obtención de beneficios, es probable que Japón sufra un importante aumento en la corrupción gubernamental y en el sistema “de puerta giratoria” de conflictos de interés, que han comprometido la seguridad de naciones como el Reino Unido y EE.UU.
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Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial los japoneses han visto que a su país se le muestra, gracias a la renuncia a la guerra en su constitución, como una nación singularmente pacífica y no-violenta. Sin embargo, en la última década el impulso por ‘normalizar’ el país, y volver a toda la variedad de opciones de política exterior disponible a otras potencias, ha llevado a cambios significativos. Recientemente, el gobierno ha comenzado a suavizar un antiguo requerimiento contra la exportación de armas, lo que lanzará a algunos de los mayores industriales del mundo al mercado internacional de armamentos. Al hacerlo, Japón aumenta considerablemente la influencia de la industria de armamentos sobre su política nacional.
La prohibición de exportaciones
A pesar de 62 años de prohibiciones constitucionales, Japón comenzó a realizar ventas internacionales de armas en1953. Una prohibición de ventas fue introducida por primera vez bajo el primer ministro Sato Eisaku en 1967, aunque sólo prohibió el comercio con los que fue calificados de ‘3 P’; Estados que patrocinaban el terrorismo, involucrados en conflictos o bajo embargos de armas de la ONU. En 1976 la prohibición fue expandida para incluir a todo los países, aunque en 1983 el primer ministro Nakasone Yasuhiro otorgó a EE.UU. una exención caso por caso, cuyo mayor uso fue la decisión en 2004 de permitir la investigación conjunta para la Defensa contra Misiles Balísticos (BMD). Esto fue seguido en 2006 por una decisión de permitir la exportación de tecnología relacionada a EE.UU. Fue saludada como “un importante paso adelante” por Nippon Keidanren, la federación empresarial japonesa, e hizo subir las acciones de Mitsubishi Heavy Industries en más de un 35% en 2007. Keidanren y el ministerio de defensa han expresado su preocupación de que semejantes operaciones puedan no ser posibles en el futuro si se mantienen las restricciones a la exportación.
El gobernante partido LDP trata de reajustar la prohibición a su formato ‘3P’. Aunque se han conocido llamados semejantes durante años, estos han recibido más apoyo recientemente. En octubre de 2007, el ministro de defensa, Ishiba Shigeru, emitió una Directiva Ministerial orientada a llevar el tema a la primera línea de la política de defensa. Hay quien dice que el primer ministro Aso podría anunciar el fin de la prohibición de exportaciones a principios de verano en la expectativa de que la destreza japonesa en motores miniaturizados, electrónica y robótica permita rápidamente que las firmas japonesas consigan un nicho específico en la industria global.
Fabricantes japoneses de armas
Los gastos militares mundiales ascendieron a 1.339.000 millones de dólares en 2007, un aumento de un 45% desde 1998, y Japón ocupa el 5º lugar, representando un 4% del mercado y 4.800 millones de dólares en ventas. El principal fabricante japonés fue Mitsubishi Heavy Industry, clasificado en el 22º lugar globalmente, seguido por Mitsubishi Electric (64º), NEC (79º) y Kawasaki Heavy Industries (85º). A diferencia de los principales fabricantes occidentales, como BAE Systems cuyos productos se relacionan con la defensa en un 95%, las armas representan sólo entre un 2 y un 10% de la producción de las principales firmas japonesas. Las firmas, sin embargo, son en su totalidad tan grandes como las principales compañías extranjeras. NEC, con 152.000 empleados es tan grande como Boeing, el principal productor internacional de armas. Como tales tienen acceso a toda la influencia política y mediática de las principales corporaciones.
La mayor parte de su producción se divide entre ‘kokusanka’, es decir el desarrollo de sistemas de armas como tanques, vehículos blindados para el transporte de tropas, y algunos misiles y la producción bajo licencia de sistemas extranjeros, como ser la producción por Fuji Heavy Industries de una versión modificada del Apache Longbow AH-64D de Boeing. Otras compañías más pequeñas incluyen a: Howa, (armas pequeñas), Asahi-Seiki (munición de pequeño calibre), Nippon Koki, Daikin Kogyo y la División de Sistemas de Defensa de Komatsu (munición de calibre pesado), Sumitomo Heavy Industries (ametralladoras) y la planta de Hiroshima de Japan Steel Works (cañones de mediano y gran calibre).
Los componentes japoneses también son vendidos como parte de paquetes de armas mediante cláusulas de doble uso que permiten la exportación de bienes con aplicaciones no-militares. Como tales, chips y cámaras japonesas se han convertido en componentes en sistemas de guía de misiles y vehículos blindados, mientras se puede ver a militares en todo el mundo conduciendo vehículos Toyota, Suzuki y Mitsubishi. Aunque ese comercio asegura que Japón haya seguido siendo siempre un miembro menor en el comercio de armas, el gobierno no presenta una cuenta anual de las licencias otorgadas para la exportación de semejantes materiales, manteniendo al público en general en la ignorancia sobre la cantidad y en qué áreas Japón se ha movido en los beneficios de la venta de productos militares. El Estudio Anual de Armas Pequeñas de este año clasificó a las firmas japonesas de armas mucho más bajo, en términos de transparencia y rendimiento de cuentas, que sus homólogas europeos o norteamericanas, llevando a que nos preguntemos si las cosas simplemente degenerarán aún más con los probables cambios en los próximos años.
El futuro de la industria
Las “Líneas Directivas del Programa de Defensa Nacional para 2005 y Después” de Japón estableció el plan del Estado para transformar sus fuerzas armadas. Entre los requerimientos estaba la necesidad de BMD (Defensa contra Misiles Balísticos), una nueva generación de aviones caza, aviones de transporte y de patrulla marítima, cada uno de los cuales será un importante proyecto para la industria de armamento en el futuro cercano y que involucran todos un cierto nivel de investigación conjunta con EE.UU. Tales proyectos conjuntos son dirigidos a través del Comité Consultivo de Seguridad EE.UU.-Japón, y la renuencia inicial a compartir tecnologías ha sido superada en gran parte mediante la firma de un Acuerdo General de Seguridad de Información Militar (GSOMIA). Algunos de los mayores proyectos en realización son el desarrollo de SM-3 Block IIA [interceptores, N. del Y.], el transporte C-X, el avión de patrulla XP-1, investigación de tecnología de cascos y defensas CBNR [contra armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares].
Tal vez el mayor proyecto venidero es un avión caza de la próxima generación. Las preocupaciones por el coste de 200 millones de dólares del F-22 estadounidense han hecho que los responsables japoneses consideren el Eurofighter Typhoon de BAE Systems, un desarrollo conjunto de los fabricantes europeos a mitad de precio del F-22. Aunque esas negociaciones podrían ser un intento de presionar a EE.UU. respecto al precio, Hosoya Takatoshi, presidente de la Sociedad de Compañías Aeroespaciales Japonesas, ha expresado su deseo de que Japón desarrolle vínculos más estrechos con compañías europeas. Si escogen el Typhoon, la diversificación de los lazos de investigación japoneses más allá de sus actuales conexiones estadounidenses podría ser una tendencia significativa.
Proyectos que todavía no han sido anunciados pero que probablemente recibirán más atención en el futuro cercano incluyen el desarrollo de nuevas embarcaciones navales para reflejar la creciente importancia de capacidades costeras, una capacidad rápida de embarque marítimo para los Marines de EE.UU. en Guam y el desarrollo conjunto de sensores, y de sistemas de comunicación y de apoyo terrestre.
A pesar de esta inevitable expansión de los proyectos de desarrollo conjunto de la industria japonesa, el presidente de Northrop Grumman, Ronald Sugar, expresó la opinión de que es poco probable que firmas japonesas aparezcan como competidores importantes para sus rivales de EE.UU. Sugar no toma en cuenta el hecho de que es probable que los fabricantes japoneses desarrollen áreas de especialización en las que sobrepasan a sus rivales estadounidenses y europeos. Japón lleva la delantera frente a EE.UU. en varios campos técnicos como nanotecnología, en la cual el gobierno invierte 800 millones de dólares al año. La Oficina de Tecnología de la Defensa de EE.UU. prevé una investigación conjunta entre EE.UU. y Japón que haga el mejor uso de los puntos fuertes de cada nación. Para EE.UU., estos son su capacidad en sistemas de armas, municiones y aeroespacial, mientras Japón se destaca en las áreas de miniaturización, robótica y óptica digital. Es casi seguro que esos diversos puntos fuertes se combinarán en el futuro desarrollo conjunto de Vehículos Aéreos sin Tripulación (UAV).
Más de 50 naciones usan ahora drones sin tripulación para reconocimiento, recolección de inteligencia y eliminación de objetivos. Japón comenzó su propio programa de desarrollo de UAV en 2005, con el objetivo de producir dos prototipos hasta 2012, mientras Fuji Industries ya produce un drone basado en helicópteros utilizado para propósitos de vigilancia. Otra área para la cual Japón es particularmente adecuado es Micro Vehículos Aéreos (MAV). Las Fuerzas Especiales británicas están ensayando actualmente en Afganistán un MAV de 71 cm de largo, llamado WASP. El drone a control remoto es utilizado para reconocimiento pero se le pueden colocar explosivos dándole un potencial letal. El Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea de EE.UU. ha fijado un plazo en 2015 para una segunda generación de MAV del tamaño de pájaros y, para 2030 espera producir una tercera generación del tamaño de insectos.
Los robots también se han convertido en un importante nuevo campo de investigación militar. Hoy en día las fuerzas militares de EE.UU. en Iraq utilizan unos 12.000 robots que pueden ser equipados con misiles, cohetes y ametralladoras. Uno de los últimos modelos, el MAARS a control remoto, viene con altavoces para transmitir advertencias y órdenes de su operador y, si resultaran insuficientes, es capaz de desplegar tiros de fogueo no letales o una ametralladora mediana definitivamente letal. Un teniente general de la Fuerza Aérea pronostica que para 2030 se emplearán regularmente decenas de miles de robots en las zonas de conflicto, robots con dos décadas de evolución desde los actuales torpes modelos y con capacidades muy diferentes. El centro de un desarrollo semejante en Japón es el Instituto de Investigación y Desarrollo Técnico (TRDI) que ha declarado su intención de concentrarse en UAV, MAV, robótica y Vehículos Submarinos sin Tripulación (UUV), como áreas importantes de futura investigación y desarrollo, con un plazo proyectado para modelos preliminares entre 2012 y 2017. Es obvio que Japón pronto entrará en nuevas áreas de desarrollo militar pero es más difícil predecir los costes involucrados.
Costes y consecuencias
El desarrollo de sistemas de armas de alta tecnología demostró que conlleva peligros inherentes cuando tránsfugas norcoreanos testificaron que tecnología japonesa contrabandeada fue parte integral del programa de misiles balísticos norcoreanos. Además, la investigación en otras áreas, particularmente en la nanotecnología, progresa actualmente más rápido que la capacidad de los organismos reguladores de establecer los daños potenciales. Además existe el problema moral de cómo serán utilizados esos sistemas. Según el centro de investigación del Congreso, EE.UU. suministró en 2005 más de 11.000 millones de dólares en ventas a 15 países con problemas de derechos humanos, 10 de los cuales fueron clasificados como no-democráticos.
Incluso cuando se cuenta con la aprobación para su uso, el error humano o fallas en el funcionamiento pueden llevar a masivas pérdidas de vidas humanas. Las Municiones de Ataque Directo Conjunto (JDAM) de Boeing, es la bomba ‘inteligente’ del arsenal de EE.UU. más ampliamente utilizada, pero tiene una tasa de falla oficialmente reconocida de por lo menos un 2% y ha sido responsable por la muerte de civiles, tropas aliadas y Fuerzas Especiales de EE.UU., así como de las víctimas intencionadas. Problemas semejantes existen con los UAV. Funcionarios paquistaníes estiman que los recientes ataques han matado a 687 civiles junto con los 14 dirigentes de al-Qaeda que eran objeto de los ataques. Si Japón se lanzara por un camino parecido de suministro de armas a otros Estados, incluso si no estuviera directamente involucrado en el conflicto, ese país soportará un peso moral por cualquier fracaso, en el diseño o el uso de sus armas.
Implicaciones políticas
Los esfuerzos por establecer normas en el comercio internacional de armas han fracasado repetidamente tanto en la ONU, donde los esfuerzos de un grupo de Premios Nobel de la Paz por introducir un ‘Tratado del Comercio de Armas” han dado pocos frutos desde 2003, como en EE.UU. donde las conexiones políticas de la industria de armamento han frustrado repetidamente los esfuerzos por establecer líneas directivas morales. El peso político de la industria de armamentos es lubricado por lo que Transparency International calcula como aproximadamente la mitad de los 80.000 millones de dólares gastados anualmente en beneficios políticos y sobornos.
En el Reino Unido, se sabía que Dick Evans, presidente de BAE Systems, era uno de “los pocos empresarios que pueden ver a Blair cuando quieren.” Robin Cook, ex Secretario de Exteriores de los laboristas dijo: “Llegué a saber que al parecer el presidente de BAE tiene la llave de la puerta del jardín de Nº 10 [residencia del primer ministro, N. del T.] Ciertamente nunca supe de alguna decisión de Nº 10 que fuera incómoda para BAE.” Las acusaciones de corrupción presentadas contra Evans fueron desechadas por el Fiscal General debido a lo que se refirió como presiones de Downing Street. El Reino Unido es también un ejemplo de primera del sistema de la puerta giratoria por el cual empleados del gobierno obtienen trabajo de contratistas de la defensa y viceversa. Entre otros, Michael Portillo, secretario de defensa de 1995 a 1997, amañó contratos de un valor de hasta 500 millones de dólares cada uno para BAE y luego se convirtió en director no ejecutivo de la compañía. Roger Freeman, ex ministro de adquisiciones para la defensa llegó a ser presidente de Thales. Y, Roger Freeman, ex ministro de adquisiciones para la defensa y presidente de Le Cercle, fue encarcelado por perjurio respecto a su participación en ventas de armas a Arabia Saudí.
En EE.UU. se vieron conflictos de interés parecidos en los diversos tratos de Dick Cheney con Halliburton, el papel de su esposa como ex miembro del consejo de Lockheed Martin y el nombramiento por Bush del ex presidente de la misma compañía para servir, consecutivamente, como secretario de la Armada, secretario adjunto de seguridad interior y secretario adjunto de defensa. Esos vínculos, sin embargo, no se limitan a los republicanos: Richard Blum, esposo de la senadora Dianne Feinstein, presidenta interina del Comité de Inteligencia del Senado, recibió millones de dólares en beneficios por su 75% de las acciones del contratista de la defensa Perini. Esos lazos continúan bajo Obama, quien dejó a un lado sus propias reglas éticas para nombrar a William Lynn, vicepresidente sénior de Raytheon, a la posición de secretario adjunto de defensa.
La equívoca moral de Japón
Japón tiene su propia versión de la puerta giratoria, un sistema conocido como ‘Amakudari’, o ‘descenso del cielo’. Sólo en 2005, 105 altos funcionarios de la defensa recibieron puestos en corporaciones privadas. Críticas al sistema han llevado a legislación que apunta a prohibir la facilitación de la práctica por el gobierno, pero evidentemente esto no tendrá impacto en la colusión independiente. En 2005, un 80% de los 20.000 millones de dólares en gastos de defensa fue discrecional, permitiendo un amplio campo para el soborno y la manipulación fraudulenta de licitaciones. En 1998, un alto funcionario de la Agencia de la Defensa fue acusado de falsificación de las cuentas de un contratista a cambio de un puesto de amakudari. En 2001, dos altos ex altos ejecutivos de Fuji recibieron sentencias de prisión por soborno y el viceministro parlamentario de la Agencia para la Defensa se suicidó después de su participación en el escándalo. En 2003, Nippi Corporation admitió que había estado cobrando en exceso a la Agencia de la Defensa durante años, y en 2006 personal de la Agencia de Administración de Instalaciones de Defensa también fue arrestado por manipulación de licitaciones.
El mayor escándalo reciente comenzó en 2001 cuando Yamada Corporation cobró 1,5 millones de dólares en exceso a la Agencia de la Defensa. Para apoyar sus cobros Yamada falsificó documentos en los que se presentó como BAE Systems y, cuando ministros del gobierno pidieron una reunión cara a cara con un representante de BAE, Yamada contrató a un sustituto para que jugara ese papel. El viceministro de defensa de la época, Moriya Takemasa, expresó su indignación pero no tardó mucho antes de que resultara que él mismo había recibido sobornos por más de 30.000 dólares del ex director de Yamada, Miyazaki Motonobu. Se afirma que a cambio de los favores de Miyazaki Moriya otorgó a su compañía lucrativos negocios con
General Electric. La consecuencia fue que GE terminó sus tratos con Yamada, y Moriya recibió una sentencia de dos años y medio de prisión y una multa de 125.300 dólares. Durante su juicio Moriya testificó que otros políticos, incluyendo a un ex jefe de la Agencia de la Defensa, también fueron agasajados por Miyazaki.
Esas revelaciones surgieron poco después de que un jefe de la Oficina de Administración de Instalaciones de Defensa revelara que mantenía una lista de 14 políticos, incluyendo a 4 directores generales de la Agencia de la Defensa, que habían ayudado a ciertas firmas a obtener contratos. Es probable que el problema en Japón se empeorará ya que la actual depresión económica significa que las posibles recompensas al estilo amakudari ya no son tan lucrativas como solían ser. Hirano Hirofumi, presidente de Nikko Principal Investments, dice “ahora tenemos toda una generación de burócratas desilusionados con las perspectivas para sus carreras.”
Estudios de conflictos de interés de George Lowenstein en Carnegie Mellon han mostrado que la revelación de un conflicto existente no hace nada para aumentar el escepticismo o la cautela del público. Sin embargo, lleva a que la persona comprometida se permita más libertades. La lección objetiva es que el objetivo del público no debe limitarse simplemente a descubrir y revelar tales situaciones sino a asegurar que no puedan ocurrir en primer lugar.
La pignoración de la seguridad nacional
Otra inquietud es la posibilidad de que los fabricantes de armas sean adquiridos por corporaciones internacionales, que carezcan de todo sentido de lealtad hacia el Estado y que estén guiadas sólo por el lucro. El Grupo Carlyle ha establecido una reputación de adquirir firmas más pequeñas y de venderlas para obtener un beneficio. Inicialmente la mayoría de esas firmas fueron contratistas de la defensa, aunque desde entonces el grupo se ha diversificado considerablemente. Una de las adquisiciones más controvertidas de Carlyle fue Qinetiq, el brazo de investigación del ministerio de defensa del Reino Unido. Otra fue la adquisición por 2.000 millones de dólares de Booz Allen, contratista de todas las principales organizaciones de inteligencia de EE.UU., cuyo ex vicepresidente, Michael McConnell, es ahora el director de Inteligencia Nacional de EE.UU.
En Japón, esfuerzos dirigidos por Isayama Takeshi, un alto funcionario de 33 años en el ministerio de comercio internacional e industria, han permitido que Carlyle haga algunos avances provisionales. En octubre de 2004 obtuvo un capital mayoritario en Willcom, de KDDI, al suministrar un 60% del precio de compra de 2.100 millones de dólares, demostrando que firmas japonesas muestran una creciente tolerancia a la venta de subsidiarias a fondos privados. Aunque el gobierno japonés recela de adquisiciones de compañías, es probable que elimine su impuesto de un 40% sobre las ganancias de capital para incentivar más inversiones de firmas semejantes, y fuentes del ministerio de comercio nombraron específicamente a Carlyle como objetivo.
Amenazas de oportunismo político
Eisenhower advirtió en su discurso de despedida contra la creciente influencia del complejo militar-industrial, mientras su contemporáneo, el senador Allen J. Ellender, declaró: “Durante casi veinte años, muchos de nosotros en el Congreso hemos seguido más o menos ciegamente a nuestros portavoces militares. Algunos se han convertido en cautivos de los militares.” Entre la miríada de peligros de semejante dependencia está el desvío de fondos de los servicios sociales a despilfarros militares que no hacen nada para proteger a la nación. Hubo ejemplos en el último presupuesto de Obama, quien pedía el fin de diversos proyectos con demasiado presupuesto o técnicamente dudosos como el caza F-22 y el avión de transporte C-17. Cada uno de los proyectos, sin embargo, ha continuado su producción después de campañas de los representantes políticos de los Estados en los que son fabricados.
Seymour Melman escribió que el crecimiento económico es ‘productivo’ o ‘parasítico’. El crecimiento productivo es el que mejora el nivel de vida de la gente, y parasítico, el que simplemente lleva a un agotamiento de recursos. Más allá del límite establecido de la necesidad razonable, los gastos militares representan el ejemplo clásico del crecimiento parasítico. Incluso Norman Angell admitió que sería perdidamente ingenuo que los Estados no prepararan una defensa adecuada contra amenazas. La advertencia es que deben ser reales y no imaginarias.
Después de la invasión de Iraq se descubrió que una gran parte del engaño que oscureció el caso inicial para la guerra contra Iraq, se originó en una reunión en 2002 entre Stephen J. Hadley, consejero adjunto de seguridad nacional, y Bruce Jackson, director de planificación estratégica de Lockheed Martin. Hadley informó a Jackson que EE.UU. iría a la guerra pero que “todavía nos esforzamos por encontrar un fundamento para justificarla.” Jackson respondió con la organización del Comité por la Liberación de Iraq y el resultado de sus esfuerzos fueron documentados por el coronel de la Fuerza Aérea de EE.UU., Sam Gardiner. Incluyeron más de 50 mentiras evidentes que fueron ampliamente aceptadas como verdad, incluyendo: la búsqueda de armas de destrucción masiva, el rescate de Jessica Lynch y las ejecuciones de tropas de la Coalición por insurgentes. Durante la invasión de Iraq, a pesar de que por lo menos un cuarto de la población se oponía a la guerra, las voces contra la guerra representaron sólo un 3% de las fuentes utilizadas por las principales redes de televisión, mientras que el personal militar representó un 47%. De 840 apariciones de funcionarios de EE.UU., sólo cuatro fueron identificados como personas con opiniones contrarias a la guerra.
Se puede comprobar el hecho de que los medios japoneses no son más independientes que sus homólogos estadounidenses si se considera que no investigaron exhaustivamente el reciente escándalo respecto a
Ozawa Ichiro. Nakanishi Teramasu, de la universidad de Kioto considera que “los medios de masas no informan al público sobre lo que está en juego,” mientras que el profesor de periodismo Tajima Yasuhiko declaró que en lugar de cumplir con su papel de controles del gobierno, los medios “actúan más bien como perros de guardia de la autoridad.” En su advertencia, Eisenhower instó a que “sólo una ciudadanía alerta e informada puede imponer la mezcla adecuada de la inmensa maquinaria de defensa industrial y militar con nuestros métodos y objetivos pacíficos, para que la seguridad y la libertad puedan prosperar en conjunto.” En Japón, es discutible si existe esa ciudadanía alerta e informada. Un reciente estudio de 12 países asiáticos estableció que aunque los japoneses no confían en las instituciones gubernamentales, la mayoría deposita “mucha” o “bastante” confianza en los periódicos y los militares. Al mismo tiempo, sólo un 19% está de acuerdo con la declaración: “Pienso que tengo la capacidad de participar en política,” el menor porcentaje de todas las naciones.
La industria de armamento ha mostrado su capacidad de adquirir un amplio poder sobre los gobiernos. La cuestión no es si tendrá una influencia indebida sobre futuros gobiernos japoneses, sino ‘¿cuánta será esa influencia?’ La respuesta, como advirtió Eisenhower, depende enteramente sobre la presencia, o ausencia, de una “ciudadanía alerta e informada.”
Queda por lo tanto tiempo y esperanza de que Japón pueda evitar la caída en los modelos militaristas que han comprometido económica y moralmente a otras naciones.
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Gavan Gray vive y trabaja como maestro en Osaka, Japón, donde también es estudiante de posgrado en el Centro de Política, Inteligencia y Contraterrorismo de la Universidad Macquarie. Su correo es:
gavangray@yahoo.com
© Copyright Gavan Gray, Global Research, 2009
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