Actualización: Made in China
José Luis Fernández Blanco
Diario de América
09/10/08
El ministerio Chino de Salud informaba recientemente que casi cuarenta mil niños habían necesitado tratamiento medico relacionado con la presencia de cálculos renales derivados del consumo de leche en polvo contaminada con un producto químico no apto para el consumo humano.
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El ministerio Chino de Salud informaba recientemente que casi cuarenta mil niños habían necesitado tratamiento medico relacionado con la presencia de cálculos renales derivados del consumo de leche en polvo contaminada con un producto químico no apto para el consumo humano. Los cálculos renales son muy raros en niños en circunstancias normales, por lo que esa es una cifra extraordinariamente elevada, incluso para el país más poblado del mundo. De ellos, casi trece mil permanecían hospitalizados. Se trata, pues, de un problema de salud de una innegable gravedad y con una alta incidencia.
La causa del problema radica en el consumo de leche en polvo infantil contaminada con melamina. Las autoridades chinas han señalado que la adición fraudulenta de melamina se producía en los centros de recogida de leche. Esa leche liquida adulterada era vendida posteriormente a fábricas dedicadas a la elaboración de leche en polvo infantil.
Detrás del incidente no hay un fallo en el proceso de producción, unas prácticas de manipulación incorrectas o una contaminación accidental, sino un fraude en la composición del alimento con el fin de incrementar el beneficio económico.
En un principio, el fraude es tan sencillo como añadir agua a la leche. A continuación, se vende como leche lo que en parte no es sino agua. A partir de ahí, la falta de escrúpulos, el fallo de los controles en frontera y una insuficiente inspección en destino hacen posible que el producto se haya consumido en diversos paises de varios continentes.
La adición de agua a la leche produce una dilución de sus componentes habituales y por ende disminuye la concentración de proteína en el producto resultante. Los autores de la fechoría, que conocían esta circunstancia, tampoco ignoraban que la concentración de proteína en la leche se determina habitualmente de un modo indirecto: midiendo la tasa de nitrógeno, a partir de la cual mediante un factor de conversión se obtiene la proteína.
Conocedores de ambas circunstancias, necesitaban un producto que sin alterar substancialmente los caracteres organolépticos (sabor u olor entre otros) elevara, a un bajo coste, el contenido en nitrógeno de la leche adulterada. La melamina reunía todas esas condiciones y fue la melamina el producto elegido para perpetrar el fraude.
Al tratarse de un producto químico rico en nitrógeno –su formula quimica es: C3N3(NH2)3-, la adición de melamina incrementa el contenido en nitrógeno de la leche aguada, de tal modo que cuando las empresas fabricantes de leche en polvo determinaban el nivel de proteína de la leche recibida basándose en el contenido en nitrógeno encontraban valores dentro de la normalidad.
Aunque no existen trabajos de investigación en humanos, sí se sabe que en animales de experimentación la melamina puede producir cálculos en la vejiga urinaria y también en el riñón, que pueden bloquear la evacuación de orina, desencadenando un fallo renal y en ocasiones la muerte del individuo.
El suceso no es novedoso. En el año 2007, derivados proteicos de trigo y arroz contaminados con melamina fueron exportados desde China a los Estados Unidos y empleados en la fabricación de alimentos para mascotas. Numerosos animales domésticos, perros y gatos, murieron por fallo renal.
Las alertas alimentarias relativas a productos de origen chino se han repetido en los últimos tiempos con preocupante frecuencia. El 21% de las alertas alimentarias gestionadas por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria durante el año 2006 hacían referencia a productos de origen chino. Del mismo modo, el 11% de los rechazos alimentarios en frontera eran de ese mismo país.
Los intercambios comerciales de China con la Unión Europea han experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años: hoy representan un 10% del total de importaciones de la UE cuando en el año 1990 sólo significaban el 2% . Ahora bien, el hecho de que las exportaciones chinas hacia la UE se hayan incrementado espectacularmente no es suficiente para explicar de un modo satisfactorio el incremento en el número de casos en que los productos chinos entrañan riesgos para el consumidor.
No parece desatinado pensar que la Unión Europea debería extremar los controles en frontera para los productos de origen chino, a la vez que endurece los requisitos higiénico-sanitarios aplicables a los productos alimenticios de ese origen, de modo que alcancen el mismo nivel de seguridad y salubridad que los fabricados en territorio comunitario.
La FDA americana (Food and Drug Administration) ya lo ha hecho. En los últimos días ha tomado la decisión de ampliar el número de productos lácteos de origen chino que van a ser muestreados y analizados.
Durante décadas de dictadura comunista, los gobernantes chinos intentaron denodadamente, de forma tan terrible como ineficaz, alumbrar la utopía del “hombre nuevo”. A la postre, con sus miserias y sus taras morales, entre ellas la avaricia, el “hombre viejo” sigue poblando ese vasto territorio que se extiende desde el mar Amarillo a la cuenca del Tarim, desde el desierto de Gobi a las cumbres nevadas del Himalaya.
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