El nazismo revive en Israel con el apoyo de la comunidad internacional
Agustín Velloso
Rebelión
08/08/08
Mientras en Europa y Estados Unidos valientes defensores de los derechos de la mujer disponen de los periódicos más influyentes y los programas de televisión de mayor audiencia para clamar contra el uso del velo por parte de las mujeres musulmanas, no se les escucha clamar contra el Estado que niega el paso de medicamentos y suministros hospitalarios necesarios a la Franja, con la consecuencia de que algunas parturientas y sus hijos mueren durante el parto y otras dan a luz en el mismo puesto control en condiciones inapropiadas porque no son autorizadas a salir de Gaza.
El periódico israelí Haaretz publica en su edición de Internet del 4 de abril de 2008 la siguiente declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “Israel ha negado el paso a más enfermos palestinos en busca de tratamiento desde que Hamas se hizo con el control de la Franja y varios mueren innecesariamente cada mes.”
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Según cifras de la OMS, 1627 pacientes de Gaza han visto denegadas sus solicitudes de tratamiento en 2007, es decir, ha habido un aumento respecto de los aproximadamente 470 que fueron rechazados en 2006.
A fecha de hoy (4 de agosto de 2008) 225 enfermos palestinos han muerto en Gaza desde que se inició el bloqueo, bien porque no han podido disponer de los suministros médicos necesarios al estar limitada al máximo su importación, bien porque no se les ha permitido viajar a hospitales de Cisjordania, Israel y Egipto en busca del tratamiento que no existe en Gaza.
El pasado día uno de agosto murió un niño de tres meses, Ahmed Abu Amra, que sufría una enfermedad cardiaca, porque a sus padres se les denegó el permiso para facilitarle tratamiento en Israel. Otros cuatro adultos fallecieron en las mismas 24 horas, nuevamente porque Israel no les dio permiso para tratarse fuera de la Franja los cánceres que tenían. Si se compara esta cifra con la que habría en España de darse las mismas condiciones, pongamos un bloqueo por parte de Francia, resulta que unos 7.000 españoles habrían fallecido.
Entonces ¿quién pensaría en Francia como la patria de la liberté, égalité y fraternité? ¿quién diría que Francia, con un nivel de vida superior, una imagen democrática, moderna, laica, de progreso científico y social puede someter impunemente a España a un bloqueo semejante ante los ojos del mundo? No obstante, Israel se las arregla para aparecer en la escena internacional no como el Estado terrorista que es, sino como el único país democrático y el más avanzado de Oriente Medio.
Los que en Europa ayudan a Israel promoviendo esa imagen falsa son, faltaría más, demócratas de pata negra e incluso progresistas e izquierdistas de toda la vida. Son o han sido presidentes de gobierno, ministros, defensores del pueblo, directores de medios de comunicación, presidentes del Parlamento Europeo, secretarios generales de la OTAN, altos representantes para la política exterior y de seguridad común de la Unión Europea, enviados especiales del Cuarteto en Oriente Medio en nombre de la ONU, la UE, los Estados Unidos y Rusia, altos funcionarios y diplomáticos.
Alguien preguntará: ¿pero no hay cierta mejora por la reciente tregua entre Israel y Hamas? La organización israelí Médicos por los Derechos Humanos (PFHR por sus siglas en inglés) respondió el pasado 6 de julio que: “a pesar del acuerdo entre Israel y Hamas (en vigor desde el 21 de junio de 2008) no ha habido mejoras en la política israelí hacia los pacientes de Gaza, la cual incluso parece haber empeorado. A los impedimentos que impone el servicio general de seguridad a las personas que quieren salir de Gaza para recibir tratamiento médico, los pacientes se enfrentan a mayores dificultades burocráticas impuestas por el ejército, lo que les impide disfrutar de su derecho a la salud.”
Las carencias a causa del bloqueo van más allá de los suministros médicos y alcanzan a la alimentación, al agua, a los materiales de construcción, a los repuestos de productos básicos, a la energía, a materiales educativos, en definitiva, a cualquier sector que se quiera observar.
El Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, más conocido por sus siglas en inglés, UNRWA, recibe apenas el 56 por ciento de los recursos que necesita para atender a los refugiados y por ello les aporta el 60 por ciento de la dieta diaria, la cual no supera las recomendaciones occidentales en cuanto a la alimentación de las personas.
Las escuelas están tan masificadas que tienen que ofrecer dos turnos escolares cada día para no dejar a ningún niño sin enseñanza básica. Unos alumnos empiezan a las 8 de la mañana y salen a mediodía y otros entran a esa hora y salen a las 4 de la tarde. No hay lugar ni medios para actividades extraescolares, deportivas, ni de otro tipo.
Como los medios son insuficientes, se produce un colapso educativo y no hay forma de que la insuficiente educación que reciben los jóvenes les prepare para ser ciudadanos capaces de contribuir al progreso material y moral de la sociedad. No solamente no estarán bien capacitados en el terreno de las habilidades básicas, sino que la enseñanza que reciben en el ámbito moral y político es tan negativa que no permite abrigar esperanzas de que consideren las relaciones pacíficas entre naciones, la democracia, los derechos humanos, etc., como las opciones adecuadas para guiar su conducta de adultos.
John Ging, el director de la UNRWA, respondió el 23 de julio pasado a una pregunta que le formulé en su oficina de la sede central en Gaza sobre lo que hacen al respecto dos de los más significados cargos políticos citados anteriormente: “He invitado a Solana y a Blair para que vengan a Gaza y conozcan personalmente la situación de los refugiados, pero han desestimado la invitación”.
La penosa situación de un millón y medio de palestinos encerrados en 360 kilómetros cuadrados, donde son privados de sus derechos humanos, no resulta suficiente para mover las conciencias de los máximos responsables políticos occidentales y –como mínimo- dar un paso tan sencillo como el de retirar su apoyo a la política genocida de Israel en los territorios palestinos ocupados. Bastaría incluso con empezar por exigirle que respete la libre circulación de personas (categoría de momento aplicable a los palestinos) si no hacia Israel, por lo menos hacia el resto del mundo por tierra, mar y aire.
A John Ging parece hervirle la sangre cuando a continuación recuerda que la UNRWA dispone de 10.000 empleados y 200 millones de dólares para clínicas, escuelas y hogares, pero que Israel no permite ni siquiera que la agencia desarrolle su labor humanitaria al mantenerlos bloqueados. Él es diplomático y únicamente puede presentar esas y otras cifras y decir que Solana y Blair no le responden a sus llamadas. Los que no lo son pueden decir sin temor a equivocarse que las acciones de Israel son propias de un Estado nazi y que la falta de acciones por parte de los dos altísimos representantes y otros altísimos cómplices, los hacen también responsables por omisión del estado inhumano en que se mantiene a los palestinos.
John Ging es un irlandés valiente en su actuación y claro en su discurso. No deja marchar al visitante sin que se lleve una idea precisa de lo que ocurre en la Franja de Gaza y sobre todo de por qué ocurre. “El problema es un asunto de justicia, no de distribución de paquetes de comida y medicinas a gente necesitada. Al no haber un sistema mediante el cual Israel responda de sus acciones, no existe la justicia”.
De sus palabras se deduce inmediatamente que la responsabilidad recae no sólo en Israel, sino en la comunidad internacional, que no hace uso de la abundante legislación existente para terminar con una situación en la que ciudadanos corrientes, la mitad de ellos niños, son víctimas de las violaciones de las leyes internacionales.
La consecuencia natural de esta situación inacabable de violaciones de derechos fundamentales sin opción de obtener justicia, anuncia, es un creciente sentimiento de desesperación y violencia entre las víctimas. No hay que olvidar, recuerda, que los palestinos han escogido el camino de las conversaciones, han votado democrática y limpiamente, han optado por la tregua y, sin embargo, su situación no cambia como no sea a peor.
Ging concluye con un pronóstico que cualquier persona que no acepte el racismo y el imperialismo de Israel y los que le apoyan, comparte sin problema alguno: “las políticas de Israel están incrementando la hostilidad de los palestinos quizás hasta un punto de no retorno. Además, los palestinos no van a marcharse, están ahí y la demografía lo confirma.”
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