Arrojo primero, limpio después

BBC16/01/08

Estados Unidos creará una fuerza de reacción rápida para retirar las bombas de racimo y otra serie de explosivos que quedan desperdigados después de un conflicto y que representan una amenaza para la población civil.

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Este anuncio fue hecho por las autoridades estadounidenses durante una conferencia de la Organización de las Naciones Unidas que se lleva a cabo esta semana en Ginebra, Suiza.

Allí se encuentran reunidos delegados de 103 países para discutir medidas con el fin de proteger a la población civil de los explosivos que quedan en el terreno después de que se retira el personal militar.

Según explicaron las autoridades estadounidenses la nueva fuerza entraría en acción de inmediato en sitios donde la población se encuentre en peligro.

Los integrantes del equipo "estarán entrenados y equipados para manipular explosivos remanentes, armas ligeras, bombas de racimo, minas antipersonales y otras armas convencionales encontradas en países que han sufrido guerras", señala uno de los documentos presentados en Ginebra.

Uso "responsable"

Si bien la mayoría de países está a favor de una prohibición total de la producción y utilización de las bombas de racimo, EE.UU. (al igual que China, Rusia e Israel) se opone a su proscripción definitiva.
Estados Unidos creará una fuerza de reacción rápida para retirar las bombas de racimo y otra serie de explosivos que quedan desperdigados después de un conflicto y que representan una amenaza para la población civil.

Según EE.UU. el problema no son las armas en sí, sino los usuarios.

"No se necesita prohibir cierto tipos de armas, sino que los Estados usen las bombas de racimo de manera responsable", señaló un delegado estadounidense que asistió a la conferencia.

Se estima que un 30% de los explosivos que se desprenden de las bombas racimo no llegan a explotar, convirtiéndose en un peligro para la población civil.

Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, unas 400 millones de personas en países como Irak, Afganistán y Líbano viven en "campos minados", bajo la constante amenaza de estos artefactos.

Y otros organismos internacionales añaden que al menos unos 13.000 civiles resultaron muertos o heridos en los últimos años por las bombas racimo.

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