“Fíjense en lo que hacemos, no en lo que decimos”
Alexander Cockburn
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
20/07/09
“Fíjense en lo que hacemos, no en lo que decimos,” fue el famoso consejo que el primer fiscal general de Nixon, John Mitchell, dio a la prensa al comienzo de la presidencia de Nixon en 1969. Es un consejo útil también en la Era de Obama, mientras vamos hacia el fin de sus primeros seis meses en el poder. Existe la dificultad adicional de que a Obama le gusta decir dos cosas diferentes en el mismo discurso, usualmente con el prefacio de su marca registrada: “Quiero dejar en claro.”
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“Quiero dejar en claro,” dijo a los rusos en Moscú, mientras sigue adelante con la política de Clinton y Bush de expansión de la OTAN, rodeando a Rusia de bases de misiles: “La OTAN busca la colaboración con Rusia, no confrontación.”
¿Pensáis que “decir” y “hacer” están muy alejados en este caso? Probad esta maravilla, también presentada en Moscú: “Quiero dejar en claro, EE.UU. no trata de imponer ningún sistema de gobierno a ningún otro país, tampoco presumiremos de elegir qué partido o individuo debiera gobernar a un país… EE.UU. nunca impondrá un sistema de seguridad a otro país.”
El último inquilino en la Casa Blanca en ser ‘tan claro’ fue en realidad Nixon, quien agregó “perfectamente” como un extra.
Obama ha dejado perfectamente ‘en claro’ tantas promesas, como ser restaurar protecciones constitucionales como habeas corpus, respeto a los tratados y acuerdos internacionales sobre la tortura y el trato a prisioneros, el fin de las escuchas telefónicas y, si uno echa aunque sea sólo un vistazo superficial a lo que ha hecho, ha sido perfectamente atroz en tantos frentes.
En Ghana se presentó como un terrible sermoneador, al decir a los africanos que entraran en vereda, una homilía orientada a la gente en casa que se entusiasmó con las críticas de Obama durante la campaña electoral, cuando aprovechó hace un año el Día del Padre para decir a los padres negros – sólo a los padres negros – que entraran en vereda, un espectáculo que acaba de repetir en la 100ª convención de la NAACP en Nueva York.
“El futuro de África depende de los africanos,” dijo en Accra. No es así. El futuro de África depende en general del Banco Mundial, del FMI, de las compañías mineras y petroleras internacionales, del Congreso de EE.UU. (que, por ejemplo, aprueba subsidios al algodón de agricultores corporativos estadounidenses, debilitando y destruyendo las economías algodoneras de Burkina Faso, Benín, Mali y Chad).
“Nadie ha escrito vuestro destino. Vuestro destino está en vuestras manos,” fue su mensaje en Nueva York a los jóvenes negros de EE.UU. Arranca las entrañas a la economía manufacturera de EE.UU., empeña la economía en Goldman Sachs y luego di a los chicos, si fracasáis, será por vuestra propia culpa.
¿Qué dice el gobierno de EE.UU. sobre Irán? En la reciente reunión del G8 en Italia Obama usó palabras duras. Dijo que Irán tiene hasta septiembre para demostrar que habla en serio sobre el fin de su programa de armas nucleares. Hay que recordar que la CIA, provocando la furia de los de Bush, dijo en 2006 que no hay evidencia de que exista un programa semejante.
En Italia, Obama habló de una cumbre internacional en septiembre en Pittsburgh. “Suministra un margen de tiempo. Si Irán decide no pasar por esa puerta, entonces para comenzar queda registrado en el G-8, pero pienso que numerosos otros países, van a decir que tenemos que emprender otros pasos.”
Fíjense en lo que hacemos
Como escribió Afshin Rattanssi en CounterPunch el jueves, es demasiado temprano para decir cuál fue el motivo para el accidente de avión a mediodía del 15 de julio en Janat-Abad, al noroeste de Teherán. Murieron los 168 que iban a bordo en la provincia Qazvin y hay una investigación. Pero, a pesar de ello, los parientes de las 168 víctimas pueden todavía culpar a EE.UU. y a Gran Bretaña por sus muertos, ya que las sanciones ya están creando una crisis de repuestos en los hangares de la aviación de Irán. Las sanciones son lo que destruye a los países, sea a Nicaragua en los años ochenta o Iraq en tiempos de Clinton. Como dice Rattanssi:
“En la década de los noventa, las sanciones de la ONU de Bill Clinton contra Iraq mataron a cientos de miles de niños como lo descubrió su propia agencia, la UNICEF. Ahora hay un hombre en la Casa Blanca que pregona el uso de sanciones por sobre las bravatas de guerra-guerra de George W. Bush. Las continuas amenazas del presidente Bush sobre el uso de fuerza militar contra Irán no lograron nada fuera de reforzar el apoyo del pueblo iraní para el gobierno teocrático. Si el tan repetido septiembre es la fecha para las nuevas sanciones del presidente Obama, probablemente matarán a muchos más civiles que cualesquiera amenazas de su antigua rival y ahora secretaria de Estado, Hillary Clinton. A Hillary y a su esposo nunca parecen haberles preocupado el impacto letal de sanciones contra naciones en desarrollo.”
En su campaña electoral, Hillary siempre se mostró ansiosa de subrayar su disposición a bombardear Irán con armas nucleares y a matar a 70 millones. Mirad lo que podría hacer. Hace unas pocas semanas, ella intimó vagamente a George Stephanopoulos de ABC un posible caso de Primer Ataque. Y aquí la tenemos en plena racha la semana pasada en la nueva sede en Washington del Consejo de Relaciones Exteriores:
“Sabemos que la negativa de hacer frente a la República Islámica no ha tenido éxito en la alteración de la marcha iraní hacia un arma nuclear, en la reducción del apoyo iraní al terror, o en la mejora del tratamiento de Irán de sus propios ciudadanos… Irán no tiene derecho a una capacidad nuclear, militar, y estamos determinados a impedirla. Pero tiene derecho a una energía nuclear civil si restablece la confianza de la comunidad internacional en que utilizará sus programas exclusivamente para propósitos pacíficos. Irán se convertirá en un protagonista constructivo en la región si deja de amenazar a sus vecinos y de apoyar el terrorismo. Puede asumir una posición responsable en la comunidad internacional si cumple con sus obligaciones respecto a los derechos humanos. La alternativa es obvia. Nos mantenemos dispuestos a acercarnos a Irán, pero el momento para la acción es ahora. La oportunidad no seguirá abierta indefinidamente.”
Y luego, más adelante, en respuesta a una pregunta belicista:
“Pienso que parte de lo atractivo del acercamiento – un acercamiento directo no es sólo que formemos nuestras propias opiniones sino también que demostremos a otros que lo hemos hecho y que dejemos en claro el tipo de reacción que tenemos, que pienso forma el fundamento para una acción concertada y ciertamente en sólo los últimos seis meses en nuestros esfuerzos al hablar con otros asociados, he notado un cambio de actitud de algunos, un reconocimiento de que no es sólo EE.UU. el que debiera preocuparse por lo que hace Irán, sino que hay implicaciones para otros que están mucho más cerca de Irán que nosotros.”
Ahora podría decirse que se trata sólo de Hillary Clinton que trata de volver a ser centro de atención como importante protagonista en el gobierno de Obama, tratando de calmar a los socarrones que dicen que no es más que otro secretario de Estado marginado que ni siquiera puede impedir que la Casa Blanca le cierre el paso en la contratación de Sid Blumenthal. Hay trozos de ese discurso que son tan absurdos como las desvergonzadas ficciones de Obama sobre la libertad de África y los chicos negros en EE.UU. que deben dar forma a sus propios destinos – a menos, claro está, que uno se base en la desolada observación de Lenin de que la Libertad es el reconocimiento de la necesidad, traducida posteriormente en una canción como Libertad es otra palabra para no queda nada que perder. Como prueba, esta perla de nuestra secretaria de Estado:
“Creo que la OTAN es la más grandiosa alianza de la historia, pero fue hecha para la Guerra Fría. La nueva OTAN es una comunidad democrática de casi mil millones de personas, que va desde el Báltico en el este a Alaska en el oeste. Trabajamos para actualizar sus conceptos estratégicos a fin de que sea tan efectiva en este siglo como lo fue en el siglo pasado.”
Es seguro que el gobierno de Obama encontrará tantas razones para ser “no persuadido” del propósito pacífico del programa nuclear de Irán como lo fue el gobierno de Bush respecto a la evidencia de que Sadam Hussein había eliminado sus armas de destrucción masiva. Es el mismo juego, tal vez con el mismo fin. Por lo menos, intensificarán las sanciones, se asegurarán de que muchos mueran, comenzando por los más jóvenes y los más ancianos.
Mientras tanto tropas y armas fluirán hacia Afganistán, con vastas operaciones al estilo Vietnam.
¿Y cómo encara esto el movimiento contra la guerra en EE.UU.? Respuesta: ¿qué movimiento contra la guerra? Ciertamente, no nos podemos fijar en lo que hace, porque la respuesta es: nada. Y no podemos escuchar lo que dice porque también la respuesta es nada.
¿Dónde están las movilizaciones, acciones, la desobediencia civil? Coaliciones contra la guerra como United for Peace and Justice y Win Without War (y MoveOn también adopta tardíamente esa cobarde posición) no dicen claramente “¡Fuera ahora las tropas de EE.UU.!” Lloriquean sobre la “ausencia de una misión clara”
(Win Without War), ruegan fútilmente por “una estrategia de salida” (UFPJ). Una carta en mayo de la coalición UFJP (que incluye a Code Pink) al Congressional Progressive Caucus comenzó lacónicamente con una frase con las sorprendentes palabras: “Para derrotar a los talibanes y estabilizar el país, EE.UU. debe empoderar al pueblo afgano…” Esos intentos patéticos de no perder “credibilidad” y por lo tanto adquirir influencia política han fracasado lamentablemente, como demostró la reciente votación por una asignación suplementaria. Un cálculo realista es que entre los demócratas en el Congreso hay menos de cuarenta votos sólidos contra la guerra.
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