Desastres y escuela neoliberal
Nicolás Alfredo Hernández Peñaloza
La verdad
07/10/08
El camino que nos descubre Naomí Klein (La Doctrina del Shock, 2007, Ediciones Paidos, Barcelona) es el ejercicio de la tesis formulada, antes de morir, por Milton Friedman y que se refiere a explotar las crisis para avanzar en la implantación del neoliberalismo. Otro camino, que tal como el abierto por los Chicago Boys salinistas, le ofrece un nuevo impulso a la acumulación capitalista.
Pero esta doctrina no nació con las tragedias del siglo XXI. La doctrina del Shock -explica N. Klein- tiene sus orígenes en experimentos con presos realizados desde fines de los cincuentas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) a los cuales se les aplicaba electroshocks, con el fin de someterlos a un estado de indefensión psicológica, de profunda desorientación, doblegando de este modo a “las fuentes que se niegan a cooperar”; llegando a conclusiones como la siguiente: “Los interrogadores experimentados saben reconocer ese momento de ruptura y saben también que en ese intervalo la fuente se mostrará más abierta a las sugerencias, y es más probable que coopere, que durante la etapa anterior al shock” (CIA, Kubar Counterintelligence Interrogation, julio 1963. www.gwu.edu/~nsarchiv?).
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De la tortura con electroshocks a los shocks a la sociedad
Estos comportamientos descubiertos y convertidos por la CIA en manuales de interrogatorio (tortura) son trasladados por Friedman y seguidores, al campo de la economía como mecanismo utilizado para introducir el neoliberalismo en Chile, Argentina, Gran Bretaña o la ex Unión Soviética.
Después del golpe de Estado contra Salvador Allende, Friedman asesoró a Pinochet y le recomendó aprovechar la conmoción del pueblo chileno (no sólo por el golpe político sino por la condición de hiperinflación a que estaban sometidos) para imponer rápidamente un paquete de medidas: reducción de impuestos, libre mercado, privatización de los servicios, recorte en el gasto social y una desregularización general.
Pronto en Argentina también se reprimió a las mayorías y como en Chile, Bolivia o Uruguay, se otorgó toda la libertad a las minorías capitalistas. Se trataba de aterrorizar al pueblo para “preparar el terreno e introducir las reformas radicales que habrían de traer el ansiado libre mercado” explica Naomi.
Pero aquí no quedó su “gran aporte”. Friedman encontró grandes oportunidades en las tragedias naturales para imponer su nefasto modelo.
Los desastres naturales enriquecen la doctrina del shock
El domingo 26 de diciembre de 2004 un gran terremoto frente a las costas de Sumatra fue seguido de varios tsunami (olas de 6 metros) que barrieron las costas de Sri Lanka, Tailandia, Indonesia y la India, dejando miles de muertos, desaparecidos e incalculables daños en infraestructura.
Para el 2005, en Sri Lanka, isla al sureste de la india, los inversionistas extranjeros y los donantes internacionales -explica Naomí Klane- se habían coordinado para aprovechar la atmósfera de pánico, y habían conseguido que les entregaran toda la costa tropical. Los promotores urbanísticos estaban construyendo grandes centros turísticos a toda velocidad, impidiendo a miles de pescadores autóctonos que reconstruyeran sus pueblos. Mientras, el gobierno anunciaba: La naturaleza ha ofrecido a Sri Lanka una oportunidad única: de esta terrible tragedia nacerá un destino turístico de primera clase.
A partir de la inundación en Nueva Orleans, el estadounidense Premio Nobel de Economía, concluyó que la naturaleza lograba lo que los organismos de los grandes capitalistas y sus gobiernos no lograban: someter y desplazar a las pequeñas economías y poblaciones para dar lugar al desarrollo de grandes negocios e inversiones, bajo nuevos principios y reglas donde el estado no interfiriera sino las reglas naturales del libre mercado. Tesis falaz pues en realidad el nuevo principio sería la propiedad de las multinacionales capitalistas sobre esos sectores devastados, y ahora enmarcados bajo nuevas legislaciones para garantizar el crecimiento de sus inversiones y ganancias.
En agosto de 2005 el huracán Katrine provocó la inundación del puerto petrolero y ciudad turística, Meca del jazz, ubicado en la desembocadura del Mississippi. Mientras se contabilizaban más de 1,500 muertes, constructores y congresistas hacían su balance: “Por fin hemos limpiado Nueva Orleans de los pisos de protección oficial. Nosotros no podíamos hacerlo, pero Dios sí” (Richard Baker, Congresista Republicano).
Tres meses después de la tragedia, Milton Friedman escribió: “La mayor parte de las escuelas de Nueva Orleans están en ruinas, al igual que los hogares de los alumnos que asistían a clase. Los niños se ven obligados a asistir a escuelas de otras zonas, y esto es una tragedia. También es una oportunidad para emprender una reforma radical del sistema educativo” (op. cit. p. 25). Y propuso gastar parte de lo destinado a la reconstrucción del sistema de educación pública de Nueva Orleans para entregar cheques escolares a las familias para que se inscribieran en las escuelas privadas y estas recibieran subsidios a cambio de aceptar a los niños.
Así, “la administración de Bush apoyó sus planes con decenas de millones de dólares para convertir las escuelas del estado a escuelas gestionadas por instituciones privadas según sus propias reglas”. “En brutal contraste con el ritmo glacial al que se repararon los diques y la red eléctrica de Nueva Orleans, la subasta del sistema educativo de la ciudad se realizó con precisión y velocidad dignas de un operativo militar”. (op. cit. p. 25).
Pero además, se dio paso a transformaciones radicales en lo laboral. Los maestros de la ciudad solían enorgullecerse de pertenecer a un sindicato fuerte. Tras el desastre, los contratos de los trabajadores quedaron hechos pedazos, sin empleo y los que lo recuperaron, con salarios reducidos.
Propósitos, caminos y logros semejantes siguen los inversionistas en bienes raíces y turismo norteamericanos, pues la margen derecha del Río tan codiciada no se había podido convertir en jugosos negocios al mantenerse en propiedad de viejas colonias de afroamericanos renuentes a venderlos.
Las corporaciones capitalistas y sus gobiernos aprenden que los cambios neoliberales deben hacerse teniendo a los grupos sociales en shock, cuando se ha logrado que queden impotentes y se puede controlar su voluntad para imponerles las privatizaciones masivas, la total liberalización del mercado, los impuestos necesarios y un estado que castigue la lucha social.
Debemos estar alertas porque Milton Friedman que en su cátedra póstuma enseña a convertir la tragedia en oportunidad de negocio, tendrá muchos alumnos destacados en Tabasco, desde gobernantes incompetentes, hasta funcionarios del ejecutivo federal y PEMEX convertidos en competentes representantes de compañías extranjeras.
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