Borgonovo y el misterio de la esclerosis lateral amiotrófica
Miguel Mora
El País
08/10/08
Estarán Roberto Baggio, Ronaldinho, Shevchenko, Van Basten, Gullit... Todos, unidos en el estadio Artemio Franchi, de Florencia, para un doble partido, veteranos y jugadores en activo, entre el Fiorentina y el Milan que busca reunir fondos para la investigación de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la misteriosa enfermedad degenerativa que ha dejado en silla de ruedas a Stefano Borgonovo, el valiente y goleador delantero centro que jugó en el Milan de Arrigo Sacchi y la Fiore de Baggio.
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Borgonovo vive en la clínica Naguarda, de Como, un moderno centro especializado en ELA: distrofia muscular y atrofia espinal. Tiene 44 años y desde 2005 sufre la enfermedad, llamada también síndrome de Lou Gehrig por el nombre del jugador americano de béisbol que la padeció primero. El ex futbolista se encuentra en la fase avanzada de la dolencia. No puede moverse y se comunica con un sintetizador que traduce en palabras electrónicas un movimiento de los ojos o un impalpable aleteo de los párpados.
Casado y con cuatro hijos, el ariete sabe que lucha contra una enfermedad degenerativa incurable que bloquea poco a poco todos los músculos del cuerpo mientras la cabeza sigue lúcida. Pero mira hacia adelante con la misma determinación que mostraba en las áreas rivales. Hace unas semanas, contó su caso en la televisión Sky, para pedir a la gente que aporte fondos, animado por dos ex compañeros, Massimo Mauro y Gianluca Vialli, que han creado una fundación destinada a buscar una cura para la ELA.
"Volvería a jugar", dijo Borgonovo a las cámaras; "no se ha probado de ningún modo que el fútbol provoque la enfermedad. Continuaré dando mi contribución para que se encuentre una solución". Pero la ELA ha acabado con la vida de 39 ex futbolistas en Italia. El caso más célebre fue el de Signorini, capitán, centrocampista e ídolo del Génova, que murió a los 42 años, el 6 de noviembre de 2002, tras recibir un memorable homenaje en el Luigi Ferraris.
Según Raffaele Guariniello, el magistrado de Turín que ha seguido esos casos, la incidencia entre los futbolistas profesionales supera los datos estadísticos del país con una desproporción abrumadora. Si la ELA afecta a seis personas de cada 100.000 al año, ¿por qué en Italia la han sufrido 43 futbolistas sobre 30.000 en apenas una década?
Los especialistas no lo saben a ciencia cierta. El dopaje fue esgrimido al principio como posible factor de riesgo, pero luego se descartó: entre los ciclistas no hay traza de la enfermedad. El reciente congreso ELA y fútbol, que ha reunido a neurólogos y médicos deportivos en el Policlínico Gemelli, de Roma, ha señalado que la enfermedad es más frecuente entre los centrocampistas y aparece de forma más precoz en los futbolistas que en la población normal (42 años contra 62).
Los expertos han apuntado como posible motivo una compleja mezcla de factores ambientales y hereditarios: golpes en las piernas y la cabeza, abuso de antiinflamatorios, esfuerzos excesivos, inhalación de pesticidas y tabaco y alteraciones genéticas. "No podré estar esta noche, pero lucho la misma batalla que Stefano", dijo ayer Carlos Dunga, seleccionador brasileño; "él bromeaba conmigo porque siempre gritaba en el campo. Ahora le grito: 'Borgo, no aflojes".
Baggio y él formaron una de las parejas de ataque más mágicas del calcio. "Tampoco estaba mal la mía con Borgonovo", dijo Van Basten; "la noticia de su enfermedad me dejó sin palabras. El fútbol debe movilizarse".
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